Los jóvenes preguntan...
¿Cómo voy a respetar a mis padres si son analfabetos?
THOMAS EDISON es conocido por todo el mundo como el inventor de la lámpara incandescente. Henry Ford también adquirió fama internacional por haber introducido sus técnicas de producción en cadena en los procesos de fabricación. Pero, ¿sabías que tanto Henry Ford como Thomas Edison habían recibido muy poca educación académica?
Los apóstoles Pedro y Juan eran pilares en la congregación cristiana primitiva. Hablaban la verdad con denuedo y elocuencia. No obstante, en lo referente a educación académica, se dice de ellos que eran “iletrados y del vulgo”. (Hechos 4:13.)
En efecto, a lo largo de la historia, ha habido hombres y mujeres que han conseguido grandes logros pese a haber tenido muy pocos estudios. Y ninguna persona razonable les restaría méritos por esa razón. Queda claro, entonces, que la dignidad y valía personal se miden por factores más importantes que la educación académica.
Eso no significa que la educación académica carezca de importancia, o que el analfabetismo, no saber leer ni escribir, no sea un impedimento. En muchos países, es muy difícil encontrar un empleo si uno no tiene estudios secundarios. Una persona que no sepa leer ni escribir tampoco puede hacer uso del enorme caudal de conocimiento almacenado en libros y revistas, y puede que se sienta abochornada cuando tiene que firmar o rellenar un formulario.
Pero, ¿y si tus padres son analfabetos? En África y en los países en vías de desarrollo, no es infrecuente que jóvenes que saben leer y escribir tengan padres analfabetos. Incluso en los países industrializados, muchos jóvenes han tenido acceso a una educación que sus padres no han podido obtener. Sea como fuere, si esto es lo que sucede en tu caso, ¿qué opinas de tus padres? ¿Te avergüenzas de su falta de cultura? O peor aún, ¿te parece en ocasiones que son ignorantes, que no merecen respeto?
El respeto es apropiado
Si de vez en cuando afloran en ti sentimientos negativos de esta índole, quizás te ayude reflexionar en el hecho de que Dios requiere de ti que respetes a tus padres. Este mandato se halla en Efesios 6:2, 3: “‘Honra a tu padre y a tu madre’; que es el primer mandato con promesa: ‘Para que te vaya bien y dures largo tiempo sobre la tierra’”. Por definición, honrar es “respetar a una persona”. Fíjate, además, en que tus perspectivas de vida futura dependen de que muestres respeto a tus padres, ya que ser irrespetuoso con ellos equivale a serlo con Dios.
Después de todo, estás en deuda con tus padres por haberte dado la vida. Se esfuerzan al máximo en suministrarte alimento, ropa y un hogar, tarea harto difícil en muchos países en vías de desarrollo, y sin duda seguirán haciéndolo durante años. No hay dinero que pague el tiempo que tus padres te han dedicado, su cuidado tierno y su instrucción amorosa. ¿Deberías menospreciarlos porque no han disfrutado de los mismos estudios que tú? Sean cultos o analfabetos, se trata de tus padres, ¿verdad?
Recuerda, además, que son tus padres los que han corrido con los gastos de la educación académica que has obtenido hasta ahora, a menudo a costa de muchos sacrificios personales. ¿No es eso razón suficiente para que les tengas aprecio?
La educación que tienen tus padres
En realidad, lo más probable es que tus padres sean más instruidos que tú. Es cierto que la educación académica te provee cimientos sólidos sobre los que podrás seguir edificando a lo largo de tu vida, pero también es cierto que no te enseña todo lo que necesitas saber.
Un conocido proverbio ghanés dice: “Todo adulto ha sido niño alguna vez, pero ningún niño ha sido adulto”. Tus padres tienen algo que no se aprende con solo estudiar: experiencia en la vida. ¿Has estado trabajando alguna vez y has tenido que pagar facturas, criar hijos pequeños y encargarte de una casa? Tus padres ya han acumulado años de experiencia en todo ello.
En Hebreos 5:14, la Biblia también muestra que las facultades perceptivas de uno ‘se entrenan para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto’, no simplemente mediante la lectura y el estudio, sino “mediante el uso”. Por lo tanto, tus padres están en posición de orientarte en sentido moral e inculcar en ti valores apropiados. Eso es particularmente cierto si tus padres son temerosos de Dios.
Es interesante notar que tus padres no van a dejar de aventajarte en experiencia, ni siquiera cuando ya hayas crecido lo suficiente como para tener tu propia familia. Proverbios 23:22 dice: “Escucha a tu padre, que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido”. Este consejo no iba dirigido a niños, sino a adultos cuyos padres estaban envejeciendo. Sí, incluso cuando uno es adulto, lo sensato es escuchar a los padres y respetar la sabiduría que la experiencia les proporciona, porque aunque sean analfabetos, eso no resta valor a su consejo.
Éxito en la vida a pesar del analfabetismo
Las experiencias de jóvenes que han sido criados por padres analfabetos confirman esto. Kwabena, un joven ghanés, cuenta acerca de su madre analfabeta: “Nos crió bajo una estricta disciplina. He llegado a quererla aún más, porque aprecio los buenos valores que me inculcó. Mis hermanas mayores han tenido éxito en su vida de familia, y buena parte del mérito hay que atribuírselo a mi madre”.
Reginald, por otra parte, fue criado por su abuelo, que también era analfabeto. Él recuerda: “Me instruyó con madurez y consecuencia, lo que me ayudó a ser capaz de asumir pesadas responsabilidades muy temprano en la vida”.
La madre de Kwasi, otro joven ghanés, tampoco pudo beneficiarse de una educación académica. ¿Supuso esto una desventaja seria para criar a su hijo? No. Kwasi recuerda: “Siempre he admirado a mi madre por su agudeza mental. Ella era comerciante, y durante mis primeros años de escuela secundaria, cuando ella quería hacer alguna operación matemática, yo tenía que buscar un bolígrafo y papel mientras que ella calculaba mentalmente. Muchas veces mi madre daba con el resultado antes que yo”.
Trata de ayudarlos
Es verdad que saber leer y escribir te da cierta ventaja sobre tus padres, pero eso no es suficiente razón para tratarlos como si fuesen inferiores. Durante su juventud, Jesucristo se halló en una posición muy superior a la de sus padres, pues él era perfecto. Sin embargo, el registro bíblico nos dice que “continuó sujeto a ellos”. (Lucas 2:51.)
Teniendo esto en cuenta, ¿te has parado a pensar en cómo podrías poner tus habilidades al servicio de tus padres? Quizás aprecien, por ejemplo, que les leas su correspondencia, el periódico, la Biblia u otras publicaciones. O tal vez les sea de ayuda que les escribas sus cartas y les rellenes algunos formularios.
Recuerda que, cuando Jehová ayuda a su pueblo, “él da generosamente a todos, y sin echar en cara”. (Santiago 1:5.) En otras palabras, nunca nos hace sentir estúpidos porque necesitemos su ayuda. De modo que trata a tus padres con modestia y compasión, y se sentirán más inclinados a aceptar tu ayuda.
Puesto que el saber leer y escribir es tan necesario en la congregación cristiana, quizás puedas animar a tus padres, con el debido respeto, a que se aprovechen de los programas de alfabetización que haya disponibles. Es interesante que en muchos países donde el analfabetismo es común, el Salón del Reino de los testigos de Jehová, se utiliza con frecuencia como centro de enseñanza. Quizás baste una palabra amable por tu parte para que se decidan a aprovecharse del programa educativo que allí se ofrece.
En algunos países africanos, los hijos esperan hasta la muerte de sus padres para tributarles “sus últimos respetos”, pagándoles un costoso funeral. Pero es mucho mejor que muestres a tus padres profundo respeto ahora que están vivos. Nunca te sientas avergonzado porque carecieron de oportunidades mientras eran jóvenes. Su falta de cultura queda más que compensada por sus cualidades personales. Muéstrales siempre respeto, tanto en lo que digas como en lo que hagas. Sé ‘listo para obedecer’, incluso cuando discrepes con ellos. (Santiago 3:17.) Y atesora el amor, el cariño, y la sabiduría de tus padres. Son de mucho más valor que el saber leer y escribir.
[Fotografía en la página 15]
Tus padres pueden darte muy buen consejo aunque sean analfabetos