Los niños sin hogar. Por qué es difícil ayudarlos
EL 14 DE OCTUBRE DE 1987, Jessica McClure, una niña de dieciocho meses, quedó atrapada a más de seis metros de profundidad en un pozo abandonado. Los hombres que procuraban rescatarla tardaron cincuenta y ocho angustiosas horas en horadar la roca sólida hasta llegar a donde se encontraba la niña. El incidente ocupó los titulares de todos los periódicos y mantuvo encogido el corazón de la nación entera. Todos permanecieron atentos a sus televisores hasta que por fin Jessica salió viva de aquel oscuro agujero.
Sin embargo, Jessica al menos tenía un hogar. No obstante, por extraño que parezca, la difícil situación en la que se encuentran los niños sin hogar no tiene la misma repercusión. ¿Podría deberse a que su condición está vinculada con la pobreza? Al analizar la situación de los necesitados, un escritor de World Health, la revista de la Organización Mundial de la Salud, dijo: “Los pobres de las ciudades no son verdaderos ciudadanos de sus países, pues no tienen derechos políticos, sociales ni económicos. Los pobres envejecen con rapidez y mueren jóvenes”. Por consiguiente, para que un país destine fondos suficientes para el alimento, la ropa y la vivienda de los pobres, tanto el gobierno como la gente tendrían que cambiar mucho en su modo de entender la pobreza.
Cómo puede ayudarse a algunos de ellos
Los ideales expresados en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño son muy nobles, pero ¿por qué parecen inalcanzables? (Véase el recuadro.) Por lo general, a todo el mundo le gustan los niños y todos desean lo mejor para ellos. Además, los niños son importantes para el futuro bienestar de una nación. En el periódico Latin America Daily Post, James Grant, representante de la UNICEF, dice: “Al fin y al cabo, son los niños los que, con el tiempo, tendrán que sacar a sus países del estancamiento económico”. Grant añade que, según cierto informe, “la inversión en atención sanitaria básica y educación primaria conduce a aumentos significativos en la productividad y el desarrollo económico”. Países como Brasil son muy conscientes de la imagen negativa que dan los niños que viven en las calles, así como de la violencia que crea esa situación. Afortunadamente, en Brasil se está trabajando para resolver el problema por medio de instituciones benéficas, sistemas de adopción en hogares, orfanatos y reformatorios.
Algunos gobiernos optan por apoyar las iniciativas de familias y comunidades pobres dirigidas a conseguir viviendas en lugar de limitarse a construirles casas. De esa forma, son los mismos indigentes quienes logran cambiar su situación.
Por lo tanto, el que las familias pobres reciban ayuda de diversas agencias, no quiere decir que no deban estar dispuestas a poner de su parte. Una familia va mucho mejor en sentido económico y social cuando se mantiene unida y trata de solucionar sus propios problemas. En caso necesario, todos los miembros capacitados para hacerlo pueden contribuir al presupuesto familiar.
Cómo han logrado algunos salir adelante
Algunos niños sin hogar han podido escapar de esta situación. Consideremos el ejemplo de Guillermo. Antes de que él naciese, su familia vivía en una pequeña aldea, pero se trasladaron a la capital por causa de dificultades económicas. Cuando Guillermo tenía tres meses, su padre fue asesinado, y unos años después su madre murió y dejó a los niños bajo la custodia de la abuela. Así que desde muy pequeño, Guillermo se convirtió en un niño sin hogar. Día tras día, durante cinco años, iba a restaurantes y bares pidiendo comida y dinero para atender las necesidades de su familia y caminando por las calles hasta bien adentrada la noche. Personas amables que le conocían de verle por la calle le enseñaron las nociones básicas de higiene personal y conducta. Después, le recogió de la calle una agencia gubernamental y se le ingresó en un centro de acogida para niños donde recibió alimento e instrucción escolar. Los testigos de Jehová le ayudaron a ver que el Creador se interesaba en él como persona y atendieron sus necesidades espirituales. Impresionado por la sinceridad y amigabilidad de los Testigos, Guillermo dijo más tarde: “¿Quién ayudaría a un joven que prácticamente había crecido sin dirección y disciplina? Solo los amorosos hermanos me dieron tal ayuda, además de apoyo económico”. Guillermo se bautizó a los dieciocho años de edad. En la actualidad, forma parte del personal de la oficina sucursal de la Sociedad Watch Tower de su país.
También tenemos el caso de João. Cuando era tan solo un jovencito, su padre borracho les echó de casa a él y a sus hermanos. Pero un tendero le contrató. Como João era diligente en su trabajo, prosperó y pronto se ganó la confianza de sus compañeros de trabajo y de otros. Ahora es un hombre feliz que tiene su propia familia. Consideremos además el caso de Roberto, un jovencito de doce años, a quien su familia también echó de casa. Se puso a trabajar de limpiabotas y vendiendo dulces, y más tarde de pintor. El deseo de aprender y trabajar ayudó tanto a João como a Roberto a superar muchas barreras. Ellos recuerdan momentos de ansiedad e inseguridad debido a haber sido jóvenes sin hogar, pero su estudio de la Biblia con los testigos de Jehová los fortaleció. Estos ejemplos indican que por lo común los niños son bastante adaptables y que, con la ayuda apropiada y con el tiempo, pueden superar las circunstancias adversas, incluso el trauma de haber sido abandonados.
Además, cuando los jóvenes reciben la guía de sus padres en armonía con la Palabra de Dios, eso resulta en familias estables y en que no surjan problemas como el abandono y el maltrato de niños.
Por qué fracasan los esfuerzos humanos
No obstante, el hecho de que haya millones de niños sin hogar pone de relieve que el hombre no puede resolver este grave problema. En la revista Time se citaron las siguientes palabras del director de una agencia de asistencia al menor: “Una persona con trastornos psicológicos y deterioro mental, una persona enferma —una población enferma y frágil— no puede promover el desarrollo”. La misma revista predijo que, como resultado de ello, en cierto país latinoamericano habría “tantos millones de adultos desnutridos, inexpertos e incultos que no serían susceptibles a ningún tipo de proceso civilizador”.
En vista de esto, ¿piensa usted que los efectos de la desnutrición, los abusos sexuales y la violencia pueden solucionarse por medios meramente humanos? ¿Cree usted que algún programa humano puede rescatar a todos los niños que viven en las calles después que ellos han luchado por sobrevivir en ese ambiente en medio de personas agresivas e inhumanas? ¿Puede usted imaginar un programa para educar a los padres a que actúen de manera responsable para con sus hijos? La triste realidad es que, por sinceros que sean, los esfuerzos humanos no pueden resolver por completo el problema de los niños sin hogar.
¿Por qué? Alguien o algo está impidiendo que este problema se solucione. Es interesante que Jesús identificó a ese alguien con una persona a la que llamó “el gobernante del mundo”. (Juan 14:30.) Se trata de Satanás el Diablo, cuya insidiosa influencia sobre la humanidad es el principal obstáculo para solucionar estos problemas y lograr felicidad verdadera (véase la página 12). (2 Corintios 4:4.) Por lo tanto, si se quieren conseguir condiciones justas para todos los niños sin hogar y todas las personas desamparadas, es urgente que se elimine a Satanás y a criaturas invisibles semejantes a él. En vista de eso, ¿podemos contar con un mundo en el que no haya niños que vivan en las calles y en el que no haya miseria? ¿Existe una esperanza verdadera y duradera para los niños sin hogar?
[Comentario en la página 6]
‘¿Quién querría ayudar a un joven que había crecido sin dirección y disciplina?’
[Reconocimiento en la página 5]
Reuters/Bettmann Newsphotos
[Recuadro en la página 7]
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño:
◼ Derecho a un nombre y una nacionalidad.
◼ Derecho a recibir afecto, amor y comprensión, y a tener seguridad material.
◼ Derecho a disfrutar de alimentación, vivienda y servicios médicos adecuados.
◼ Derecho a cuidados especiales para el niño física o mentalmente disminuido o con impedimentos sociales.
◼ Derecho a figurar entre los primeros que reciban protección y socorro en toda circunstancia.
◼ Derecho a ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación.
◼ Derecho a plena oportunidad de jugar y divertirse, así como de recibir educación gratuita y obligatoria para permitir que el niño desarrolle sus aptitudes y llegue a ser un miembro útil de la sociedad.
◼ Derecho a desarrollar todo su potencial en condiciones de libertad y dignidad.
◼ Derecho a ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal.
◼ Derecho a disfrutar de estos derechos sin discriminación por motivos de raza, color, sexo, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición.
Sumario basado en Everyman’s United Nations