Las armas. Un modo de vida
LA LARGA hilera de edificios de apartamentos de fachada roja habitados por un sinfín de vecinos ha vuelto a la normalidad. El inconfundible sonido de los disparos de armas automáticas y semiautomáticas ya no interrumpe la calma. Los destellos producidos por los disparos ya no producen extrañas sombras en la noche ni aumentan la visibilidad en las calles con escasa iluminación. En las antiguas fachadas de ladrillo se ven los orificios que han dejado las balas disparadas en tiroteos pasados y presentes, y que han quedado incrustadas en los muros.
Los policías y los médicos forenses conocen bien las calles. Se ha confiscado un arsenal de armas que tiene la suficiente potencia de fuego como para armar a un pequeño cuerpo de policía, y que se ha utilizado en asesinatos, suicidios, disparos accidentales y robos a mano armada. Los carteros y los basureros rehúsan prestar sus servicios en esa zona por temor a quedar atrapados en medio de algún tiroteo. A pesar de que se mantiene a los niños dentro de casa, a veces balas perdidas o que se han disparado deliberadamente penetran por las ventanas y las paredes, rebotan por la habitación, y alcanzan a alguno de ellos.
Si usted vive en una ciudad grande, quizás le resulte familiar esta situación, si no por haberlo vivido, por lo menos por haberlo visto en los informativos de televisión. En muchas ciudades los tiroteos son algo tan común que muchas veces ni siquiera se hace mención de ellos en los periódicos locales. Como en otras ciudades u otras partes del mundo se producen tantísimas masacres que captan el interés de las noticias diarias, los tiroteos callejeros suelen considerarse un problema insignificante.
Por ejemplo, en muchas partes del mundo fue noticia una masacre que tuvo lugar en California cuando un francotirador disparó a diestro y siniestro con un fusil de asalto de tiro rápido contra un gran número de escolares entre seis y doce años de edad, y mató a cinco e hirió a otros veintinueve antes de suicidarse con una pistola. Europa y Estados Unidos también leyeron las espantosas noticias de un maniaco que asesinó a dieciséis personas en Inglaterra con un fusil de asalto AK-47. En Canadá, un misógino entró en la universidad de Montreal y mató a tiros a catorce mujeres. A menos que la cantidad de víctimas sea considerable, la mayoría de las muertes causadas por armas de fuego, sean accidentales o intencionadas, no suelen informarse fuera de la ciudad donde se han producido.
El atractivo de las armas
Instituciones locales, estatales, nacionales e internacionales dedicadas a velar por el cumplimiento de la ley están perplejas por la aumentante cantidad de muertes atribuidas a disparos de pistola y de armas automáticas y semiautomáticas más grandes que ya están en manos de criminales y perturbados mentales. La Asociación Internacional de Jefes de Policía calcula que entre 650.000 y 2.000.000 de armas semiautomáticas y automáticas “pueden estar en las manos de criminales por toda la nación [E.U.A.], lo que supone un ejército de desalmados que casi siempre tienen la posibilidad de ganar en un tiroteo”, informó la revista U.S.News & World Report.
Se calcula que tan solo en Estados Unidos casi una de cada dos familias posee un arma de fuego. Aunque no se puede determinar la cantidad total de armas que poseen los americanos, cálculos recientes indican que 70 millones de ellos poseen alrededor de 140 millones de rifles y 60 millones de pistolas. “El arsenal particular de la nación es lo suficientemente grande como para suministrar un arma de fuego a casi todo hombre, mujer y niño del país”, escribió U.S.News & World Report. ¿Le parece increíble?
Los ciudadanos europeos también parecen un campamento armado. Inglaterra trata de enfrentarse a su problema de armas a medida que más y más de los elementos indeseables de la nación se arman hasta los dientes. En Alemania occidental se calcula que de todas las armas de fuego que hay en circulación, más del 80% son de tenencia ilícita. Según los informes, muchas de ellas se han robado de “arsenales de la policía alemana, de la guardia fronteriza, del ejército alemán y de almacenes de la OTAN”. Se informa que Suiza tiene el mayor índice de tenencia particular de armas de fuego de todo el mundo. “Cualquier suizo observante de la ley puede tener armas, y todo varón de edad militar debe tener en casa un fusil de asalto más potente que el utilizado en la masacre de Stockton [California]”, comentó The New York Times del 4 de febrero de 1989.
Pocos días antes ese mismo periódico había informado que en San Salvador “es tan común que los hombres lleven un arma a la cadera como que lleven una billetera. En los supermercados hay guardias armados con escopetas que patrullan los pasillos y se exige a los clientes que depositen sus armas en unos casilleros junto a la entrada”. Según la revista Asiaweek de febrero de 1989, el gobierno filipino “reconoce que en el país hay por lo menos 189.000 armas de fuego sin licencia, que si las sumamos a las 439.000 que tienen licencia, significaría que hay muchísimas más armas en manos de particulares que las que hay en poder de las fuerzas armadas, las cuales cuentan con unos ciento sesenta y cinco mil soldados regulares. Y cada semana se confiscan envíos ilegales de armas en el aeropuerto internacional de Manila y en el puerto de dicha ciudad”.
El pacífico país de Canadá, donde el código penal restringe en gran manera la tenencia y uso de armas de fuego, presencia un constante aumento de delitos relacionados con el uso de armas de fuego. A finales de 1986 había unas ochocientas sesenta mil armas de fuego registradas en Canadá, cifra que no incluía las colecciones particulares de armas automáticas obtenidas antes de 1978. Un oficial de policía veterano de Canadá dijo: “Lo que me gustaría saber es por qué la gente de Canadá siente la necesidad de tener una pistola, un rifle o una escopeta”.
Cuando hace poco el gobierno de Estados Unidos proscribió temporalmente la importación de armas semiautomáticas, se produjeron resultados inesperados. Hubo compradores desesperados que aguardaron muchas horas en cola para adquirir las que todavía quedaban en las tiendas de armas del país. “Es como la demanda de tierras en Oklahoma”, dijo un comprador que guardó cola para comprar una de las últimas que había en existencias. Antes de la proscripción se podía comprar un arma por unos cien dólares. Aquel día las vendían hasta por mil dólares cada una. “De estas armas entran y salen treinta al día —dijo el feliz propietario de una tienda de armas—. Las compran todas; todas y cualquiera a la que puedan echar mano.” Otro propietario de una tienda de armas dijo: “Lo que han hecho es colocar una en cada casa”.
En el estado de Florida (E.U.A.) hay una ley según la que los propietarios de armas pueden ir por la calle con un arma colgada de la cintura o escondida en su persona. Hay quienes temen que esto resulte en que se produzcan tiroteos callejeros como sucedía en el oeste americano. “El mensaje que con ello transmitimos es: ‘Ya no les podemos proteger más, de modo que consigan un arma y hagan lo que puedan’”, dijo cierto representante del estado de Florida. Y, a juzgar por la cantidad de armas que se venden, eso es justo lo que hacen miles de personas.
¿A qué obedece este repentino interés en las armas, algunas de ellas tan potentes que pueden atravesar de un tiro muros de hormigón y disparar novecientas veces por minuto, y que han sido diseñadas con el único propósito de utilizarlas en un campo de batalla? Ciertas autoridades dicen que las armas tienen un “encanto erótico” que las hace especialmente atractivas a los hombres. “Hay algo de machismo en llevar encima el arma más grande, fea y potente que haya disponible”, dijo un funcionario gubernamental. Cierto periodista escribió: “A los hombres en particular, las armas les evocan un retorno casi místico a su juventud”. Algunas instituciones bancarias, en vista de este interés por las armas, han ofrecido entregar pistolas en lugar de pagar intereses sobre los certificados de depósito. Los informes indican que esta promoción se ha hecho muy popular entre los cuentacorrentistas.
Las ventas de armas están en auge en todo el mundo. ¿Dónde acabará todo esto? ¿Será cuando cada hombre posea por lo menos un arma, o hasta más? ¿Son las armas solo cosa de hombres? Considere algunos hechos de interés que se presentan en el siguiente artículo.