Cómo lograr más en menos tiempo
“¿Dónde se me fue el tiempo?” ¿Cuántas veces se ha encontrado preguntándose eso? Si usted es como la mayoría de las personas, probablemente se hace esa pregunta más a menudo de lo que piensa.
Las sugerencias que aparecen a continuación se presentan desde el punto de vista de una mujer, pero en vista de que tanto las mujeres como los hombres disponen de la misma cantidad de tiempo cada semana, la respuesta a la pregunta “¿cómo puedo aprovechar mejor mi tiempo?” interesa a ambos.
Establezca sus prioridades
Como todas las actividades de la vida requieren tiempo, es natural que algunas cosas tengan prioridad sobre otras. Por ejemplo, en una mañana fría de invierno, lo que más le podría apetecer a una madre es quedarse un poco más en la cama, calentita, pero el despertador le recuerda que es hora de preparar el desayuno para que su marido vaya al trabajo y los niños a la escuela.
Para que su casa funcione como es debido, también hay que establecer prioridades. Hay un tiempo para comprar la comida y un tiempo para cocinarla; un tiempo para limpiar la casa y un tiempo para lavar la ropa; un tiempo para descansar y un tiempo para estudiar; un tiempo para supervisar las tareas escolares y domésticas de los hijos... y la lista parece no tener fin.
¿Trabaja usted fuera de casa? Si así es, al tener más obligaciones que cumplir, su tiempo es aún más valioso, por lo que no se puede permitir el lujo de desperdiciarlo ni puede estar siempre aplazando las cosas para otro día. Por esa razón muchas mujeres reconocen que si quieren abarcar todo lo que tienen que hacer, es absolutamente necesario que se ajusten a un horario.
Josefina, madre de seis hijos con edades comprendidas entre los dos y los quince años, dice: “Sin un horario diario no podría alcanzar mis metas para cada día”. Sandra, que tiene tres hijos y trabaja veinticinco horas a la semana fuera de casa, reconoce: “Si no tuviese un horario, creo que me volvería loca”.
Además, seguro que al establecer sus prioridades usted ha tomado en cuenta el valor que tiene para usted el tiempo en sí. Ese es el caso de Lola. No solo tiene un marido que atender, sino que también dedica de noventa a cien horas mensuales a la obra de educación bíblica. Ella dice: “El tiempo es muy importante para mí. Opino que no está bien hacer esperar a los demás. Y cuando otros que quizás no den a eso tanta importancia ven que yo valoro mucho los minutos, tienden a respetar más mi tiempo”.
Organice las tareas
¿Por qué parece que algunas mujeres nunca consiguen hacer su trabajo? O, ¿por qué algunas siempre se quejan de la falta de tiempo? ¿Pudiera deberse en parte a que no organizan sus quehaceres? Las mujeres de otras generaciones necesitaban un día entero para lavar la ropa y otro para plancharla, además de ir todos los días a la compra y cocinar. Sin embargo, hoy en la mayoría de los países una mujer puede limpiar la casa, lavar la ropa, secarla y cocinar al mismo tiempo, si está organizada. Los aparatos modernos han dejado más libertad a las mujeres para trabajar fuera de casa y seguir atendiendo las necesidades de la familia.
No obstante, ¿qué hay del tiempo que se pasa fuera de casa? Una buena parte de él, sin contar el tiempo que se invierte en el trabajo en sí, se pasa yendo y volviendo del trabajo, esperando en la consulta del médico o del dentista, o en otras partes. ¿Podría aprovecharse mucho de este tiempo? Por ejemplo, ¿le gusta bordar, hacer punto, ganchillo o encaje? ¿Podría usted programar algunas de estas labores para tales momentos y lugares? Muchas mujeres leen, hacen la lista para la compra o escriben cartas. La próxima vez que se siente a ver la televisión, ¿por qué no cose o hace cosas para la familia? Tal vez las aprecien más que las compradas, y usted tendrá prueba tangible de que no pierde el tiempo.
Sin embargo, no queremos irnos al otro extremo. No hay que ser demasiado rígidos y tratar de explotar cada minuto, pues podríamos convertirnos en esclavos del tiempo y eso nos robaría el gozo. Hay veces en que da gusto sentarse con tranquilidad y reflexionar en lo que se ha hecho. Tales momentos pueden ser de valor inestimable.
El mismo principio aplicaría en lo que tiene que ver con ahorrar dinero. Se necesita equilibrio. Algunas personas invierten mucho tiempo y gasolina recorriendo toda la ciudad para conseguir cierto producto un poco más barato. Por supuesto, cuando el presupuesto es muy ajustado, el ahorro es importante. En esos casos quizás sería una ayuda comprar regularmente en un mismo establecimiento que sea céntrico. De esa forma sabremos dónde están los productos (lo que supone un ahorro de tiempo) y también cuándo hay ofertas (lo que representa un ahorro de dinero).
Elija el mejor tiempo
Cada mujer tiene su propio reloj interno. Algunas trabajan mejor por la mañana, mientras que otras no rinden bien hasta la tarde. Si usted trabaja mejor por las mañanas, trate por todos los medios de programar sus tareas difíciles para entonces. Haga uso de sus habilidades durante los períodos que más le cunda el trabajo. Si trabaja fuera de casa, ¿por qué no habla con su patrono? Tanto usted como él saldrán beneficiados si le asignan su trabajo teniendo este factor en cuenta. Si, por el contrario, durante las mañanas se encuentra muy cansada, guarde los trabajos más importantes para otra hora durante la que rinda más.
Mary trabaja mejor por las mañanas. Ella considera que el tiempo que dedica a su ministerio es la parte más importante de su día, de modo que buscó un trabajo de media jornada para la tarde. Esto le permite dedicar sus mejores horas a la obra de enseñanza bíblica. ¿Podría usted hacer algo parecido con su horario?
Sea realista
Para que un horario resulte práctico, no debe abarcar demasiadas actividades. Tratar de ser una supermadre, una superesposa o una supertrabajadora puede causarle decepción y frustración, y sobre todo si tiene problemas de salud. Aprenda a aceptar sus limitaciones.
Dolly tiene una enfermedad crónica y explica: “Mi esposo es un ministro viajero, por lo que he de ajustar mi horario a sus actividades. Al vivir en una pequeña autocaravana, espero a que él termine su trabajo para hacer el mío. Mi enfermedad me impide realizar todo lo que me gustaría, pero cuando puedo, mi ministerio tiene prioridad. Ese día algunas de las cosas de la casa se quedan por hacer”.
Sea flexible
Uno de los aspectos que demuestra la valía de una mujer es su forma de actuar cuando está bajo tensión. Si puede permanecer calmada durante momentos de crisis, logrará mucho más que si se viene abajo en sentido emocional.
Sandra encontró el secreto para controlar el estrés. Ella dice: “Cuando se presenta alguna emergencia y me siento atosigada por todas partes, trato de relajarme. Sé que eso puede sonar extraño, pero funciona. Tan pronto como consigo controlarme, entonces puedo determinar lo que tiene que hacerse primero. Si no me relajo, no puedo establecer las verdaderas prioridades. Una vez establecidas estas, acelero mis actividades para hacer frente a la emergencia y consigo hacer las cosas. Por ejemplo, en cierta ocasión, unos invitados que tenía para cenar se presentaron varias horas antes. En lugar de atolondrarme, me limité a ir cocinando mientras les atendía lo mejor posible. Todos estuvieron relajados y lo pasaron bien”.
Acepte ayuda
Alguien dijo en cierta ocasión que el mejor ejecutivo es aquel que se rodea de empleados competentes. ¿Anima a otros a que le ayuden en el trabajo? Cuando los compañeros de trabajo saben que su ayuda es apreciada, la ofrecen de buena gana. Lo mismo es cierto en casa. Lamentablemente, algunas mujeres son amas de casa y cocineras tan meticulosas que hacen desistir a los que les gustaría ayudar. Esa actitud podría ser la razón por la que algunas esposas y madres están siempre sobrecargadas de trabajo mientras a los miembros de su familia se les ve sentados e indiferentes.
¿Qué hay de usted? Cuando necesita ayuda, ¿anima a que se la presten? ¿Pide usted ayuda, o la exige? Tanto si está hablando con sus hijos como con su marido, suena mucho mejor decir: “¿Te importaría...?” que “Quiero que...”.
Cierta mujer al encomiar a su marido por la ayuda que le presta, dijo: “A él se le da muy bien. Cuando me encuentro mal, me manda a la cama y prepara la cena; él y los niños se ponen a trabajar y ayudan con las tareas domésticas. Me siento muy agradecida por su cooperación”.
¡Qué actitud tan buena la de esa familia! Pero la figura clave aquí es la madre. Ella puede enseñar a los hijos a apreciar el valor del tiempo y a desarrollar una actitud positiva para con el trabajo. Esos hijos normalmente querrán ayudar, pues contribuir a una meta común de la familia les produce gozo.
Ni que decir tiene que algunas personas van a desperdiciar el tiempo sin importar lo que otros digan o hagan. No podemos cambiarles; lo único que podemos hacer es mejorar nosotros. Podemos proponernos ser realistas respecto al tiempo, organizarnos mejor, establecer las prioridades apropiadas y aceptar ayuda cuando la necesitemos.
[Fotografías en la página 15]
Para que su casa funcione como es debido, hay que establecer prioridades