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  • Cómo evitar reincidir en los malos hábitos
  • ¡Despertad! 1991
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  • “¿Por qué retrocedí cuando lo peor ya había pasado?”
  • Cómo no reincidir
  • Sustituya unos hábitos por otros
  • La importancia de luchar contra el desánimo
  • Las recaídas temporales no son una reincidencia total
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¡Despertad! 1991
g91 8/4 págs. 13-15

Cómo evitar reincidir en los malos hábitos

“¡HE VENCIDO! ¡Por fin ha terminado la batalla!”

Esas palabras expresan la sensación de triunfo que experimenta una persona cuando ha luchado contra un hábito indeseable y lo ha vencido.

Sin embargo, podría desanimarse muchísimo si reincide. Sería muy decepcionante descubrir que aquel mal hábito que creía muerto para siempre ha vuelto a entramparla por sorpresa y con gran fuerza.

Puede que usted haya tenido la experiencia de reincidir en un mal hábito que tenía mucho interés en vencer. En ese caso, quizás empiece a dudar de que algún día pueda abandonar de forma definitiva la práctica indeseable. Y estas pueden ser muchas: comer en exceso, la “adicción” a los dulces, beber demasiado, comprar de forma impulsiva, llegar siempre tarde, los juegos de azar, el tabaco y un sinfín de hábitos más.

“¿Por qué retrocedí cuando lo peor ya había pasado?”

Quizás parezca que una vez pasadas las etapas iniciales de abandonar un mal hábito, es más fácil evitarlo. Sin embargo, diversos estudios indican que no suele suceder así.

En el libro Selfwatching (Autovigilancia), los autores R. Hodgson y P. Miller explican: “Durante los primeros tres meses de tratamiento hay más posibilidades de reincidir. De hecho, un estudio indica que aproximadamente el 66% de los fumadores, alcohólicos y drogadictos vuelven a su anterior comportamiento en el plazo de noventa días desde su resolución inicial de cambiar. Sin embargo, los que reprimen su adicción durante los primeros tres a seis meses tienen muchas probabilidades de seguir teniéndola bajo control”.

Sin embargo, ¿a qué se debe que meses —o a veces años— después de un período inicial de abstinencia siga habiendo peligro de reincidir en los malos hábitos? En parte es porque se pueden volver a presentar ciertas presiones de la vida que en el pasado se aliviaron un poco, aunque de forma temporal, con algún mal hábito. De modo que aunque usted piense que ha vencido cierto hábito indeseable, si atraviesa momentos de estrés —como el provocado por un revés económico, problemas de salud u otras razones— tenga cuidado, pues podría reincidir. Si se encuentra aburrido o se siente solo no le sorprenda que su anterior hábito trate de reaparecer.

También pueden llevar a reincidir las presiones sociales, conflictos con otras personas, sentimientos negativos o el encontrarse en situaciones donde la tentación es fuerte.

Cómo no reincidir

Aunque ya lleve un tiempo luchando con éxito contra cierto hábito indeseable, es esencial que no abandone las tácticas que le ayudaron a romper con el hábito en un principio. Estas tácticas se pueden utilizar de continuo, o en algunos casos puede ser suficiente con aplicarlas de vez en cuando, tan solo en períodos de estrés o cuando la tentación es muy fuerte.

Por ejemplo, si lo que trata de conseguir es comer de forma equilibrada para adelgazar, posiblemente haya anotado su peso cada día o cada semana a fin de ver su progreso. Se trata de una buena táctica para romper con un mal hábito y no debería abandonarse aunque parezca que el peligro ya ha pasado.

De igual manera, si solía premiarse de alguna forma cada vez que resistía un hábito que trataba de vencer, ahora, para no reincidir, pudiera utilizar un sistema parecido. ¿Quizás un amigo le ayudó a romper con cierto hábito? Entonces, deje que el mismo amigo le ayude a mantenerse apartado de él.

¿Qué otras tácticas pueden ayudarle a resistir el impulso de retroceder, sobre todo en momentos de presión?

Sustituya unos hábitos por otros

El doctor R. Stuart, director psicológico para Weight Watchers International, Inc., organismo dedicado al control del peso, recomienda a quienes se esfuerzan por perder peso: “Mantenga la mente ocupada en diversas actividades que le absorban, como pudieran ser los trabajos manuales y las aficiones personales. Si es posible, tenga a mano todo el material que necesita así como un lugar de trabajo específico para proseguir en cualquier momento”. Quizás esa técnica le ayude.

Reemplace sus anteriores hábitos malos con actividades saludables. Recuerde: aquel hábito indeseable probablemente le proporcionaba cierta medida de alivio cuando atravesaba momentos de estrés en su vida, de modo que escoja otros hábitos que también le proporcionen alivio del estrés. Pudiera leer, hacer ejercicio, tocar un instrumento musical, pintar o estar con amigos. Empiece por hacerse una lista de actividades que podrían sustituir los efectos del mal hábito. Subraye las que decida llevar a cabo y practíquelas una y otra vez como hacía con su anterior hábito. Esto le facilitará recurrir a ellas cuando atraviese momentos de estrés. De hecho, lo que en realidad habrá hecho es sustituir unos hábitos malos por otros buenos.

La importancia de luchar contra el desánimo

En vista de que la tentación de reincidir puede ser especialmente fuerte cuando se está bajo presión, ¿puede ajustar algunas circunstancias en su vida para reducir la presión? Aunque ciertos problemas no puedan evitarse, sí puede aprender a controlar sus emociones para no sentirse abatido por el desánimo.

Muchas veces se subestima el poder del desánimo. No obstante, un proverbio bíblico dice: “El espíritu de un hombre puede soportar su dolencia; pero en cuanto al espíritu herido, ¿quién puede aguantarlo?”. (Proverbios 18:14.) Estas palabras son muy ciertas, pues con frecuencia lo que nos debilita no es el problema en sí sino el desánimo resultante.

Otro proverbio bíblico lo expresa como sigue: “¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? Tu poder será escaso”. (Proverbios 24:10.) Si no controla los sentimientos negativos, estos lo debilitarán y lo harán vulnerable, quizás presionándole para que recurra de nuevo al mal hábito en busca de alivio. No cabe duda de que es vital luchar contra el desánimo.

Pero, ¿y si a pesar de sus esfuerzos todavía descubre que empieza a caer de nuevo?

Las recaídas temporales no son una reincidencia total

Es muy fácil pensar: “Como he fallado, será mejor que renuncie”. Rechace esa actitud. No permita que una recaída temporal, ni siquiera varias recaídas, lo derroten.

Para ilustrar: Si al subir por una escalera tropieza y por no caer retrocede uno o dos peldaños, ¿razonaría así: “Tendré que bajar hasta el pie de la escalera y empezar a subirla de nuevo”? ¡Por supuesto que no! Entonces, ¿por qué debería aplicar este razonamiento ilógico a la lucha contra los malos hábitos?

Cuando se reincide en un mal hábito se suele experimentar sentimiento de culpa. Y uno pudiera llevar esos sentimientos a un extremo y concluir que no es una persona buena, que es débil de carácter o que no merece nada bueno. No se deje vencer por ese sentimiento exagerado de culpa, pues eso agotaría las fuerzas que necesita para reanudar la batalla. Además, recuerde que el hombre más importante que jamás ha habido en la Tierra —Jesucristo— vino para redimir a pecadores, no a personas perfectas. Así que en este tiempo ninguno de nosotros hará las cosas a la perfección.

Otro punto que merece consideración es el hecho de que el sentimiento de culpabilidad podría ser una salida cómoda para reincidir de nuevo. En su libro You Can’t Afford the Luxury of a Negative Thought (Usted no se puede permitir el lujo de pensar de forma negativa), P. McWilliams y J. Roger explican esta posible consecuencia: “El sentimiento de culpabilidad [...] nos permite hacerlo de nuevo. Cuando hemos ‘pagado el precio’ de nuestro ‘delito’, estamos libres para volver a hacerlo siempre y cuando estemos dispuestos a pagar el precio. ¿Qué precio? Más sentimiento de culpa”.

Usted no tiene por qué permitir que una recaída temporal se convierta en una avalancha de reincidencias sin restricción. Recuerde que, al final, lo que importa es que venza el hábito, no si en el proceso ha sufrido algún revés.

Un proceder sabio sería decidir de antemano qué táctica utilizará si descubre que está cayendo otra vez en su viejo hábito, pues de esta forma podrá contrarrestar la tendencia desde el mismo principio.

Es posible y merece la pena

En efecto, la lucha contra un mal hábito va más allá de tan solo aguantar el difícil período inicial de abandonarlo: implica persistir a pesar de tener desilusiones y no reincidir de forma permanente.

¿Difícil? Sí, pero totalmente factible. La táctica que le ayudó a romper con el hábito al principio le ayudará también a impedir o a vencer recaídas. ¿Cuál es el mayor beneficio que logrará? Amor propio, una recompensa que en sí misma ya merece la pena. También es probable que quienes le conozcan le tengan en más alta estima.

[Fotografía en la página 14]

Retroceder unos pasos no exige que se vuelva a comenzar desde el principio

[Fotografía en la página 15]

El peligro de reincidir se reduce si nos mantenemos ocupados en actividades absorbentes

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