Se admite la existencia de una misteriosa enfermedad
El SFC (síndrome de fatiga crónica) presenta “una importante amenaza contra la salud y la economía, superada solo por la del sida”.
ASÍ se expresó el médico canadiense Byron Hyde durante el primer simposio mundial sobre el SFC celebrado en Cambridge (Inglaterra) en abril de 1990. De hecho, el doctor Jay Levy de San Francisco (California, E.U.A.), investigador del sida, llamó al SFC “la enfermedad de la década de los noventa”.
La publicación Emergency Medicine explicó que el SFC es “una enfermedad multisistémica que afecta al sistema nervioso central, al inmunológico y con frecuencia al musculosquelético”. Existe una gran inquietud respecto a esta enfermedad. Cuando la revista estadounidense Newsweek publicó un artículo de portada sobre ese tema en noviembre de 1990, la edición se convirtió en la de mayor venta del año.
El Centro para el Control de la Enfermedad (CDC), de Atlanta (Georgia, E.U.A.), ha tomado en serio la enfermedad. En el año 1988, este destacado organismo sanitario estadounidense reconoció oficialmente la existencia de la misteriosa dolencia al suministrar criterios médicos —signos y síntomas— para su diagnosis. El mencionado centro denominó al trastorno “síndrome de fatiga crónica” porque su síntoma principal y más común es la fatiga.
Un nombre controvertido
Sin embargo, muchos opinan que el nombre es desacertado. Dicen que minimiza la enfermedad, pues la fatiga que caracteriza al SFC no es un cansancio ordinario. “Nuestra fatiga —explicó cierto paciente— y el cansancio ordinario tienen en común lo mismo que un rayo y una chispa.”
El doctor Paul Cheney, que ha tratado a centenares de pacientes afectados de SFC, dice que llamarlo fatiga crónica es “como llamar a la pneumonía ‘síndrome de tos crónica’”. El doctor J. Van Aerde, que estuvo personalmente aquejado del síndrome, opina lo mismo. No hace mucho este médico tenía dos empleos de jornada completa: por la noche era médico y durante el día, científico, además de ser marido y padre. El año pasado explicó su experiencia como enfermo de SFC, y el periódico canadiense The Medical Post publicó su relato:
“Imagínese una enfermedad que acaba con toda su energía de tal modo que tan solo destaparse para levantarse de la cama supone un verdadero esfuerzo. Dar la vuelta a la manzana —aunque sea a paso de tortuga— se convierte en una gran hazaña, y tomar en brazos a su hijito le deja sin aliento. No baja al estudio que tiene en el sótano porque para volver a subir las escaleras tiene que sentarse a mitad de camino y descansar. Imagínese que lee las palabras y las frases de un artículo del periódico, pero no es capaz de captar el sentido de lo que lee [...].
”Imagínese lo que supone sentirse como si le estuvieran poniendo centenares de inyecciones intramusculares simultáneamente en todos los músculos, de manera que siente dolor al sentarse, le resulta imposible moverse, y ya no le es agradable ni siquiera un abrazo. [...] Imagínese sentir frecuentes escalofríos y sudores fríos acompañados a menudo de fiebres bajas. Junte todos los síntomas y compárelo con la peor gripe que jamás haya tenido, con la excepción de que es mucho peor y dura todo un año o incluso más.
”Imagínese la angustia y la profunda desesperación que uno siente al recaer una y otra vez, justo cuando pensaba que ya lo había superado. Imagínese que se halla preso del pánico porque se nota encerrado en un cuerpo físico que no reconoce, y no sabe cuándo terminará todo... si es que acaso termina.” (3 de septiembre de 1991.)
El nombre que se da a esta enfermedad en el Reino Unido y Canadá recalca la seriedad de la dolencia. Allí se la llama encefalomielitis miálgica (ME). “Miálgica” hace referencia al dolor muscular y “encefalomielitis”, al efecto que este trastorno produce en el cerebro y los nervios.
Como afecta al sistema inmunológico, los grupos de apoyo al paciente en Estados Unidos, que actualmente se cuentan por cientos, le han dado el nombre de CFIDS (siglas en inglés para “síndrome de disfunción inmunológica y fatiga crónica”).
¿Es este realmente un nuevo problema clínico? ¿Cómo ha llegado al conocimiento público?
Un poco de historia
El síndrome de fatiga crónica seguramente no es una nueva enfermedad. Hay quienes lo han identificado con una serie de síntomas que en el siglo pasado recibían el nombre de neurastenia, término derivado del griego, que denota “debilidad nerviosa”. Los síntomas del SFC también son similares a los de la fibrositis, conocida también con el nombre de fibromialgia. No falta quien cree que el SFC y la fibrositis pueden ser el mismo síndrome.
En décadas pasadas se informaron muchos brotes de enfermedades parecidas al SFC. La mayoría de los casos se produjeron en Estados Unidos, pero también se han producido casos en Inglaterra, Islandia, Dinamarca, Alemania, Australia y Grecia. Por eso se utilizaron diferentes nombres para describir la enfermedad: enfermedad islándica, enfermedad de Akureyri, enfermedad de Royal Free, y otros.
En años más recientes, concretamente en 1984, unas doscientas personas de un pueblo llamado Incline Village, cerca de la frontera entre los estados de California y Nevada (E.U.A.), padecieron una enfermedad semejante a una gripe que no remitía. “Conocíamos [a los pacientes] como adultos productivos, felices y vigorosos —explica el doctor Cheney, quien trató a muchos de ellos—. Se pusieron enfermos de repente y no mejoraban. En algunos casos sudaban tanto por la noche que sus cónyuges tenían que levantarse y cambiar las sábanas.”
Algunos llamaron despectivamente a este brote de enfermedad en Incline Village “gripe del yuppie”, ya que afectaba predominantemente a jóvenes de clase media cuyo nivel social y económico iba en ascenso. Se creía que los enfermos podían estar padeciendo mononucleosis infecciosa, pero las pruebas para diagnosticar esa enfermedad dieron negativo en la mayoría de los casos. Sin embargo, los análisis de sangre revelaron niveles elevados de anticuerpos del virus de Epstein-Barr, un tipo de herpesvirus. De ahí que por un tiempo se la denominase comúnmente “enfermedad crónica de Epstein-Barr”.
Se admite la existencia de la enfermedad
El doctor Cheney informó al CDC lo que estaba sucediendo en Incline Village, pero al principio no le dieron mucho crédito. Pronto, no obstante, empezaron a recibirse informes sobre problemas de salud similares en diferentes partes del país.
Con el tiempo, los estudios efectuados indicaron que en la mayoría de los casos el virus de Epstein-Barr no era el factor causativo. En realidad, alrededor del 95% de la población adulta tiene este virus latente en su organismo. “Cuando se despierta —explicó un investigador médico del SFC— puede contribuir a la enfermedad.” Pero no necesariamente.
Se están llevando a cabo muchas investigaciones para descubrir las causas del SFC. Debido a ello, cada vez más facultativos reconocen la existencia de un verdadero problema médico que está afectando quizás a millones de personas. El doctor Walter Wilson, jefe de la sección de enfermedades infecciosas de la Clínica Mayo de Rochester (Minnesota, E.U.A.), dijo que él ha cambiado de actitud. Después de ver a tantas personas buscando ayuda y gastando tanto dinero para conseguirla, él dice que “hay que tratarlas con respeto por lo mucho que están sufriendo”.
Es evidente que muchas personas están padeciendo los devastadores efectos de una enfermedad que presenta los mismos síntomas en todas ellas. El CDC recibe miles de llamadas telefónicas mensuales relacionadas con este problema y, de las preguntas dirigidas al Instituto Nacional de Sanidad de Estados Unidos, son las más cuantiosas después de las relacionadas con el sida. “Algo está pasando —explicó el doctor Walter Gunn, que antes de su reciente jubilación estaba al cargo de las investigaciones sobre este síndrome efectuadas en el CDC—. Pero no está claro si se trata de una sola enfermedad o de varias, [si existe] una sola causa o más.”
Hay quienes creen que el SFC es básicamente un problema psiquiátrico. El número de diciembre de 1991 de la revista American Journal of Psychiatry comentaba: “Los autores sostienen que el síndrome de fatiga crónica tendrá el mismo destino que la neurastenia: una depreciación social, ya que se ha demostrado que la mayoría de los que lo padecen experimentan trastornos psiquiátricos primarios”. Y un nuevo libro titulado From Paralysis to Fatigue (De la parálisis a la fatiga) describe el SFC como “una enfermedad de moda”, dando a entender con ello que no llegará a ser una enfermedad importante.
¿Es el SFC un problema principalmente psiquiátrico? ¿Suele ser la depresión la causa de los síntomas? ¿Se trata de una verdadera enfermedad?