Algo mejor que los regalos navideños
UN NIÑO de seis años llamado Christopher me dijo, como si fuera la cosa más natural del mundo, que en Navidad no le regalan ‘absolutamente nada’. Pero no se le notaba ningún vestigio de desilusión. Alexander (de ocho años) se expresó de manera similar diciendo: ‘Somos testigos de Jehová’.”
Así empezaba un artículo publicado en el periódico alemán Kölner Stadt-Anzeiger sobre una familia que, citando del mencionado periódico, “no celebra la Navidad porque no es la fecha del nacimiento de Jesús y porque sus raíces son paganas”. ¿Debe tenérseles lástima a Christopher y a Alexander? En absoluto, pues como señaló el artículo, la cantidad de juguetes de estos niños no manifiesta ningún tipo de abandono por parte de sus padres.
Sin embargo, en el sur de Alemania, algunos padres que se reunieron con la maestra de sus hijos afirmaban que el hecho de que los testigos de Jehová no dieran regalos de Navidad a sus hijos les hacía sentir inseguros. Pero eso no es cierto, como demostró la propia maestra. Ella dijo que los “hijos de los testigos de Jehová se expresan con libertad, son equilibrados y totalmente capaces de explicar su fe, algo que otros niños no pueden hacer”.
En todo el mundo hay decenas de miles de familias que han reemplazado los regalos navideños con algo mejor: se han esforzado por hacer regalos a sus hijos durante todo el año, lo cual ha resultado ser una fuente de gozo para todos.
Una de las ventajas de este proceder es que contribuye a que haya muchas ocasiones felices durante el año, y los niños aprecian más cada uno de los regalos. Otra ventaja es que los niños saben que son sus padres quienes les hacen los regalos porque les quieren, así que es a ellos a quienes agradecen. Los padres no están derrochando dinero y esfuerzo solo para que la gratitud de sus hijos vaya dirigida a algún Santa Claus imaginario, o para que los niños se vuelvan desagradecidos por pensar que Santa Claus tiene la responsabilidad de hacerles regalos y que no hace falta dar las gracias a nadie.
El regalo de mayor valor
Dominik —un niño de diez años— y Tina —una niña de seis— encuentran a menudo pequeñas sorpresas de parte de sus padres: una tableta de chocolate sobre la almohada, un bolígrafo o un cuaderno para la escuela, o un juguete que les proporcione algún entretenimiento durante los meses de invierno. Pero ¿qué es lo que más agradecen? Sus padres dicen: “El tiempo que pasamos con ellos, por ejemplo, jugando en la nieve”.
Muchos otros padres que son testigos de Jehová opinan lo mismo. “En este mundo tan ajetreado —explica Edelgard—, el tiempo es la cosa más importante que puedo dar a mis hijos.” Y los niños piensan igual. Ursula dice que sus hijos califican el tiempo que salen juntos en familia como “el mejor regalo de todos”. Hace poco el presidente de un sindicato alemán de profesores llegó a decir que los mejores regalos de Navidad que los padres pueden hacer a sus hijos son tiempo y paciencia.
No hay ninguna duda, el dar de uno mismo —tiempo, interés y atención— tanto a familiares como a amistades, es un regalo de sobresaliente valor. Y es obvio que tales regalos no deberían limitarse a ciertos días del año.
Regalos que se hacen con gozo y producen satisfacción
Considere ejemplos de testigos de Jehová que hacen regalos mejores que los navideños. Wilfried e Inge, de Alemania, dijeron: “Solemos hacer regalos espontáneamente, aunque también hacemos planes para dar otros más grandes o significativos”. Así mismo, Dieter y Debora se esfuerzan por hacer regalos a su hijito durante todo el año. Ellos explican que “el tamaño o el valor del regalo es secundario, y son pocas las veces que le hacen regalos grandes o costosos”.
Muchos niños esperan regalos en Navidad, de modo que estos no son una sorpresa. Helga dice que sus “hijos se alegran más cuando reciben regalos inesperados que cuando reciben cosas en ocasiones en las que se esperan regalos”. Natascha, de quince años, concuerda en que “es más bonito recibir un regalo de sorpresa y hecho de corazón, que recibirlo en una fecha establecida porque la costumbre así lo exige”.
También es importante estar al tanto de la clase de regalos que les gustan a los niños. Respecto a esto, Fortunato, que también vive en Alemania, dice: “Los regalos que nosotros hacemos son principalmente cosas que los niños han indicado que les gustaría tener. Pero procuramos regalárselas en un momento inesperado. ¡Deberían ver lo contentos que se ponen!”.
Los padres también observan que a los niños les anima recibir algún regalo cuando tienen que guardar cama por estar enfermos. Otros padres hacen regalos a sus hijos antes de las vacaciones escolares, para que tengan algo nuevo en que entretenerse. Por ejemplo, a Stefan le regalaron un microscopio antes de las vacaciones. “No se lo esperaba en absoluto —dice su padre—, y literalmente saltó de alegría.” Efectivamente, un regalo espontáneo, y que no se hace por obligación, produce gran felicidad tanto al que lo da como al que lo recibe.
Además, los niños tienen sus propios deseos. Jörg y Ursula explican: “Cuando nuestra hija nos menciona que hay algo que le gustaría tener, hablamos con ella sobre el asunto. ¿Es razonable lo que desea? ¿Es ese artículo apropiado para su edad? ¿Tenemos espacio para guardarlo? Si no podemos satisfacer su deseo inmediatamente, lo tenemos presente para tratar de complacerla más adelante”. Por supuesto, es sensato no mimar a los niños satisfaciendo cada uno de sus caprichos, pues eso les privaría del gozo que puede producirles el recibir regalos.
Los padres que practican el dar transmiten a sus hijos un espíritu que ellos reflejarán con alegría. Sebastián, de diez años, dice: “No tengo que esperar a que venga un día festivo para hacer felices a mis padres o hermanas. Solo necesito estar de buen humor y tener unas monedas en el bolsillo”.
Las familias que son testigos de Jehová opinan que hay otra clase de regalos que también son mucho mejores que los navideños. Se trata de viajes o visitas planeadas a lugares como un parque zoológico, un museo, una exposición o quizás alguna excursión campestre. Estos regalos son educativos y verdaderamente amenos para los jovencitos.
Las bendiciones de dar con gozo
Cuando se da aplicando los principios bíblicos, se evitan la presión y la frustración de los regalos navideños. Y recuerde que dar de nuestro tiempo y habilidades para edificar a otros mental y espiritualmente es un regalo más valioso que cualquier obsequio material. Este tipo de dar superior fortalece los vínculos familiares, estrecha las amistades y trae verdadero gozo durante todo el año no solo a quien recibe el regalo, sino especialmente al que lo hace. (Hechos 20:35.)
De modo que en lugar de los acostumbrados y obligados regalos navideños, ¿por qué no enfoca este año la cuestión de forma diferente? ¿Por qué no trata de hacer un mejor tipo de regalo?
[Fotografía en la página 10]
Un hermoso regalo: ¡su tiempo!
[Recuadro en la página 12]
¿Pero no echarán de menos esos regalos los niños?
Rebecca, de dieciséis años: “Yo no echo de menos la Navidad, pues recibo regalos durante todo el año. Me gusta mucho más un regalo de sorpresa que uno obligado”.
Tina, de doce años: “Me encanta recibir regalos adecuados —no en una fecha fija, sino en cualquier ocasión del año— en vez de regalos por los que tengo que dar las gracias aunque realmente ni siquiera me gusten”.
Birgit, de quince años: “Todos los regalos del mundo son inútiles si hay problemas en la familia. Por eso, como familia, hacemos muchas cosas juntos”.
Janosch, de doce años: “Nosotros los niños amamos a nuestros padres aun cuando no nos hacen regalos. El amor que nos tienen ya es en sí un magnífico regalo”.