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  • Donde el hombre se encuentra con la tortuga
  • ¡Despertad! 1993
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¡Despertad! 1993
g93 22/3 págs. 25-27

Donde el hombre se encuentra con la tortuga

Por el corresponsal de ¡Despertad! en Australia

EL MEJOR momento para acercarse a una tortuga marina sin domesticar es durante la puesta de huevos en su nido recién hecho en la arena. Así que ¿le gustaría venir conmigo mientras visitamos Mon Repos, una playa de kilómetro y medio de longitud situada en la costa de Queensland, el estado de Australia donde siempre brilla el sol? No tenga miedo del ardiente sol tropical, pues nuestra visita será nocturna. El mejor momento para esta fascinante excursión es entre las ocho de la noche y la medianoche.

Es preferible ir en grupos pequeños y acompañados de un guía preparado, pues tenemos que saber lo que podemos hacer y lo que no si queremos ver y tocar a una tortuga madre grande. Mientras caminamos por la playa un poco más arriba del límite de la pleamar, nuestra guía nos pide que no utilicemos el flash de la cámara fotográfica, pues la luz asusta a las tortugas. Nos sorprende comprobar lo bien que se pueden seguir las huellas de un metro de ancho que las tortugas dejan en la arena, incluso sin las linternas.

Seguidamente, la guía nos da algunos datos interesantes sobre las tortugas marinas de la zona. Hay seis especies diferentes en las aguas australianas, pero solo se ven cuatro en Mon Repos, que es la zona principal de anidamiento en la costa de Bundaberg. Por orden de importancia, estas especies son: la tortuga boba (Caretta caretta), una tortuga de espaldar plano (Natator depressa), la tortuga verde (Chelonia mydas) y la tortuga laúd (Dermochelys coriacea).

Hallamos la primera

Aumenta la emoción cuando avistamos la primera tortuga grande. Pertenece al primer tipo de tortugas mencionado, la tortuga boba. La observamos en silencio mientras surge de las olas y se arrastra hasta sobrepasar la marca en la arena de la pleamar. Cuando al fin nos acercamos, vemos que ha excavado un hoyo en forma de platillo retirando la vegetación y la arena hacia atrás, con lo que impide que la hierba crezca sobre el nido y atrape a las crías cuando salgan, de siete a doce semanas después. Además, hace un nido periforme, sacando y arrojando arena alternativamente con sus aletas posteriores: excava a la derecha, arroja a la izquierda; excava a la izquierda, arroja a la derecha. En todo el proceso invierte unos cuarenta y cinco minutos.

Hasta este momento, se hubiera podido asustar con facilidad y hubiese vuelto al mar, pero una vez que empieza a poner los huevos, podemos tocarla. La guía enfoca una linterna hacia ella, y podemos tomar fotos si lo deseamos. La tortuga sigue poniendo sus huevos en el nido durante unos diez a veinte minutos, junto con un fluido mucoso de color claro que protege los huevos de hongos e insectos durante la incubación. Las tortugas bobas dejan un promedio de 120 huevos del tamaño de pelotas de ping-pong por puesta; esta se repite cada catorce días varias veces por temporada, con intervalos de dos a cuatro años entre temporada.

Cuando llegamos a tocar la tortuga, nos sorprende la suavidad de su piel, lo que la hace muy codiciada y pone en peligro su existencia. Su concha, o caparazón, compuesta de placas óseas, es comparable a la columna vertebral y las costillas. La tortuga empieza ahora a cubrir los huevos. Pero como los ha puesto cerca de la línea de la pleamar, habrá que cambiarlos de lugar para que sobrevivan, algo que harán dos miembros del equipo de investigación que se han sumado a nuestro grupo.

Identificación de las tortugas

Se colocará una chapa en una de las aletas delanteras de la tortuga para facilitar la investigación sobre las tortugas marinas. No es una tarea fácil en vista de lo ocupada que está en arrojar arena. Las chapas son de una aleación de estaño que no se corroe. En la parte de atrás hay una dirección, y es importantísimo para el proyecto de investigación que se dé el número de todas las tortugas que se divisan. La chapa de identificación solo se retirará y devolverá, junto con los detalles de la localización de la tortuga, cuando esta muera. En la parte delantera de la chapa se encuentra el número de identificación de la tortuga. La nuestra es la T54239, pero decidimos llamarla Tabita.

Como Tabita no había sido marcada previamente, es probable que no hubiese anidado antes, por lo que podría suministrarnos información fundamental que contribuya a reforzar la protección de las tortugas y sus huevos en el Pacífico Sur. Con el objeto de conseguir tal información, presenciamos una operación de cirugía menor para tortugas en la misma playa. El procedimiento se denomina laparoscopia, y normalmente se utiliza en el hombre. Se da la vuelta con cuidado a Tabita y se la coloca en una camilla con ruedas. Nos da pena, y descubrimos que acariciarle la garganta parece calmarla. Las lágrimas que vemos no son de dolor, sino una secreción salina para eliminar la arena de los ojos y deshacerse del exceso de sal que resulta de ingerir agua marina. Se le restriega la piel por encima de la aleta inferior y se inserta un tubo a través de una pequeña incisión; luego se insufla un poco de aire en el interior. Examinando sus ovarios, los científicos descubren que se trata de su primera temporada reproductora y que hay más huevos en proceso de maduración. Se anota toda la información y luego se elimina el aire por una válvula del tubo y se cierra la incisión con puntos.

Tras darle la vuelta y dejarla de nuevo sobre la arena, se encamina instintivamente al agua. Las olas cubren y arrastran a la aliviada Tabita hacia el mar.

Cambiar los huevos de lugar

Cuando regresamos, vemos que los huevos ya se han retirado del nido. Unas cuatro horas después de la puesta, la yema se adhiere al interior de la cáscara y forma vasos sanguíneos. Si se mueven después de esto, se estropearán. En la colonia por lo general se permiten dos horas para el proceso de cambiar de lugar los huevos, y la tasa de éxito suele ser muy elevada. El propósito del traslado es proteger el nido y los huevos del agua y la erosión. La temperatura de la arena determina el sexo de las crías. La mayoría de las islas tienen arenas más frías y producen principalmente machos, mientras que las arenas más cálidas de Mon Repos producen sobre todo hembras.

Las crías aparecen entre enero y marzo. Arañan su techo de arena, haciendo que esta caiga y las eleve. Si la temperatura de la arena no es demasiado elevada, salen del nido y continúan su viaje a toda prisa hacia el mar. Pero su viaje apenas ha comenzado. Se cree que tardan unos cincuenta años en alcanzar la madurez reproductora. Solo un pequeño porcentaje alcanza esa edad.

El hombre ha de aprender a cuidarlas

Desgraciadamente, el descuido y la ignorancia del hombre han contribuido mucho a la disminución del número de tortugas marinas de las seis especies conocidas. Con frecuencia las tortugas confunden las bolsas de plástico que se arrojan al mar con medusas y se las comen, con lo que se bloquea su tracto digestivo y llegan a morir de hambre. Otros tipos de basuras pueden estrangularlas. Incluso las hélices de los barcos representan un peligro si el piloto no es cuidadoso. A esto hay que añadir las mareas negras y residuos tóxicos, que podrían acabar con poblaciones costeras completas durante una temporada de cría. Y como las tortugas deben salir a la superficie cada quince minutos para respirar, si se enredan en redes de pesca pueden ahogarse.

A medida que más personas tomen conciencia de estos riesgos y aprendan a preocuparse más del medio ambiente, aumentarán las posibilidades de que el hombre se encuentre con la tortuga, y de que la humanidad se impresione y embelese con la maravilla de otro de los sorprendentes ciclos reproductores de la creación.

[Fotografías en la página 26]

Arriba, en el sentido de las agujas del reloj: cirugía menor, regreso al mar, cambio de lugar de los huevos, colocación de una chapa en la aleta

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