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  • Los caballos eran mi vida

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  • Los caballos eran mi vida
  • ¡Despertad! 1993
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  • La vida en una caballeriza
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¡Despertad! 1993
g93 22/5 págs. 21-24

Los caballos eran mi vida

Primero asomaron las diminutas pezuñas, seguidas de la cabeza, apoyada en las patas delanteras. Me costó un poco más sacar la espalda, pero el resto salió rápidamente. Cortado el cordón umbilical, la yegua se levantó de un salto, relinchando de alegría e impaciente por ver a su potro.

ESTA fue solo una de las muchas ocasiones en las que me tuve que levantar de la cama por la noche para asistir a una “madre” con dolores de parto. Pero lo aceptaba sin protestar porque, verá, la cría de caballos de raza era mi pasión.

Mi amor por los caballos viene de la infancia, pues comencé a montar cuando tenía 6 años. Nací en Roncq, al norte de Francia, y fui criado por padres católicos, que me enviaron a un internado católico para que cursara mi educación secundaria. Como allí no había escuelas de cría caballar, decidí dejar los estudios y entrar en el mundo de la cría de caballos de carreras. Empecé con un entrenador en Chantilly, una población situada al norte de París famosa por sus purasangres. Allí conocí por dentro el mundo austero y sacrificado de las carreras. ¿Por qué digo sacrificado? Porque los caballos de carreras pueden compararse a los atletas de elite: necesitan atención constante.

Adiestramiento de los caballos de carreras

El delicado período de adiestramiento y preparación suele iniciarse en el otoño, cuando los caballos cumplen 18 meses de edad. Tienen que acostumbrarse a un nuevo ambiente y aprender a dejar sus anteriores jugueteos para ponerse a trabajar. Lo primero que el domador tiene que hacer es embridar el caballo, una tarea nada fácil.

En ocasiones, tan solo cinchar un caballo puede hacer que dé brincos como en un rodeo. Se tiene que adiestrar al potro para que se acostumbre a la silla, y, por último, prepararlo para la primera monta. El jinete suele escogerse de entre los que se preparan para ser yoquis. Así es como muchos jinetes viven su primera derrota. Domar caballos requiere mucha habilidad, paciencia y sensibilidad en el trato. De hecho, si el animal se traumatiza, puede peligrar su porvenir en el mundo de las carreras.

Temprano por la mañana sacábamos a los caballos para enseñarles los diferentes pasos, a saber: marcha, trote y medio galope, todos ellos parte imprescindible del adiestramiento. Un caballo domado debe cambiar de paso sucesivamente según las instrucciones. Sin embargo, se les permite un galope breve de vez en cuando y se les da rienda suelta en distancias cortas.

Al final de la mañana regresábamos a las cuadras para almohazarlos meticulosamente. Les secábamos todo el sudor y limpiábamos con mucho cuidado las pezuñas.

Si un caballo progresa bien, puede empezar participando en carreras para ejemplares de 2 años a finales del invierno. La carrera de un purasangre suele terminar al final de su tercer año o, como mucho, del cuarto. Sin embargo, los caballos trotones pueden continuar en las carreras hasta los 8 años.

Mis sueños se hacen realidad

Como lo que más me interesaba era la cría de caballos, comencé la preparación en una cuadra, o caballeriza, de Normandía, al noroeste de Francia, una región excelente para la cría de caballos de carreras debido a su clima y a los exuberantes pastos. Dieciocho meses después llegué a ser el director adjunto de la Cuadra Bois-Roussel, la más grande de Europa en aquel entonces, con 300 caballos y una extensión de centenares de hectáreas.

En la Cuadra Bois-Roussel conocí a la mujer que habría de ser mi esposa; trabajaba de secretaria. No sabía cuánto afectaría mi vida este encuentro. El hecho es que ella conocía a los testigos de Jehová y comenzó a hablarme de ellos, pero en ese tiempo yo no tenía interés.

Cuando el director se enteró de que teníamos la intención de casarnos en unos meses, nos preguntó si podríamos hacernos cargo de otra cuadra de la que era copropietario. Así se hicieron realidad mis sueños más acariciados: era director de una caballeriza importante a los 24 años de edad. Hay muy pocos directores de cuadras en Francia, pues el puesto suele estar reservado a los miembros del círculo exclusivo del mundo de las carreras. La Cuadra La Louvière era más pequeña que la Bois-Roussel, pero también se encontraba en Normandía, y para mí era un pequeño paraíso de 100 hectáreas, con casi cien caballos, contando los sementales, las yeguas y los potros.

Como el encargado anterior se iba a quedar seis semanas, el propietario nos ofreció hacer un viaje a Estados Unidos mientras tanto. Visitamos algunas de las cuadras más grandes del país para estudiar sus métodos de crianza y nos pusimos en contacto con varias caballerizas, a las que más tarde enviaríamos nuestras yeguas para aparearlas con sus sementales.

La vida en una caballeriza

La vida en una cuadra es absorbente, pero no se hace pesada. De hecho, nos daba muchas satisfacciones, pues estábamos en contacto constante con la naturaleza y teníamos a nuestro cuidado animales hermosos y sanos. Nos despertábamos por la mañana escuchando a los caballos que mascaban la hierba fresca. Aquel sonido me era muy grato.

El trabajo en la cuadra se divide en temporadas de apareamiento y alumbramiento, el destete de los potros y la venta de los jóvenes purasangre. Los sementales se seleccionan con cuidado, teniendo en cuenta buenos registros de competición, ascendencia y pedigrí. En la primavera se cubren unas cuarenta yeguas, y se llegan a pagar hasta 100.000 dólares (E.U.A.) para que un semental de raza con buenos registros engendre un potrillo. En vista de tales inversiones, no resulta difícil comprender por qué se les prodigan tantos cuidados durante los períodos de gestación y parto.

Por desgracia, a veces se producen accidentes, y el potrillo es huérfano de nacimiento. Cuando esto ocurre, nos enfrentamos a la difícil tarea de persuadir a una yegua de cría para que lo adopte. Los mozos de cuadra, que se relevan día y noche durante cuarenta y ocho horas, sujetan a la yegua mientras el potrillo se acerca para mamar. Inmovilizan a la yegua para evitar que cocee, pues podría matar fácilmente al huérfano. Se sujeta una de las patas delanteras de la yegua contra el abdomen y se le coloca un acial apretado sobre el labio superior para controlarla.

Con el tiempo la yegua empieza a cansarse, y el éxito está garantizado cuando por fin acepta el potro. Con frecuencia, la nueva madre se vuelve tan protectora que incluso es difícil acercarse al potro. Se debe declarar el nacimiento en el registro nacional francés sin dilación, donde se inscribe en el registro correspondiente a su raza.

Caballos y potros

Unos días después del parto, se lleva a las yeguas, seguidas de sus potros, hasta los prados. Como la mayoría de los cachorros, los potros se alborotan enseguida, retozan alegremente alrededor de sus madres y cocean en todas las direcciones. Qué bonito es verlos saltar, empinarse y rodar por la hierba. Cuando se meten en el agua no cesan de piafar, salpicándose con entusiasmo.

A los caballos no les gusta estar solos y se aburren con facilidad. Sin embargo, se ha de aislar a los sementales y a los potros de doma. Si un caballo no puede soportar la soledad, se le busca un animal de compañía. Tuvimos que utilizar una oveja para uno de nuestros sementales. Se llevaban muy bien. De hecho, la oveja se negaba a abandonar al caballo de día o de noche. Una yegua campeona de carreras de nombre Allez France tenía por compañera a una oveja que iba con ella incluso a las carreras; aunque, desde luego, no participaba en ellas.

En agosto llega la época del destete, un período triste para las madres y los potros. Tienen que separarse y no deben verse, ni siquiera oírse. Los potros expresan su tristeza sin parar de relinchar durante varios días, hasta que la superan. A partir del 1 de enero siguiente a la fecha de su nacimiento reciben el nombre de añales. En las subastas anuales de Deauville, el precio de un añal puede superar fácilmente el millón de dólares.

Algunos de los caballos nacidos y criados en nuestra cuadra tuvieron una trayectoria brillante. Uno de ellos, High Echelon, fue campeón mundial en la categoría de trote del Prix d’Amérique de 1979. También hemos criado purasangres que han ganado un buen número de carreras clásicas importantes.

Entramos en contacto con la verdad

Pasamos varios meses en la nueva caballeriza sin que nos visitaran los testigos de Jehová. Por eso mi esposa sugirió que escribiera a una congregación cercana para pedir que alguien nos visitara. Algunos días después, una pareja llamó a nuestra puerta. Yo no podía creer que la Biblia describiera con exactitud nuestro tiempo. Cuando mi esposa me dijo que el Reino de Dios había sido establecido en 1914, pensé que solo se trataba de la interpretación de los Testigos, pues nunca había visto esa fecha en la Biblia.

Tuvimos una larga conversación con la pareja, ambos evangelizadores de tiempo completo. Sus explicaciones, sobre todo las del libro de Daniel, despertaron mi interés, por lo que accedí a tener un estudio de la Biblia. Sin embargo, como estaba totalmente absorto en mi trabajo, no me resultaba fácil hacer lugar en mi horario para el estudio.

La pareja viajaba 25 kilómetros para vernos, y a menudo tenía que irse sin haber estudiado con nosotros porque yo me había tenido que quedar con un caballo enfermo o había tenido que atender a una yegua parturienta. Pero cuando comprendí la necesidad de poner los intereses del Reino y la justicia de Dios en primer lugar, di pasos para ‘comprar el tiempo oportuno’ a fin de estudiar. (Efesios 5:16; Mateo 6:33.)

Tuve que elegir

Comenzamos a asistir a las reuniones, y seis meses después fui a la Asamblea de Distrito “Soberanía Divina” celebrada en Annecy, al sureste de Francia. En aquella asamblea empecé a darme cuenta de que mi trabajo no estaba en armonía con la Biblia. Llegué a comprender el principio que se enuncia en Isaías 65:11, que muestra claramente que “los que arreglan una mesa para el dios de la Buena Suerte” no tienen la aprobación divina. Como nos dedicábamos exclusivamente a la cría de caballos de carreras, contribuíamos de forma indirecta al juego por dinero. Nuestras conciencias no nos permitían bautizarnos.

Había llegado el momento de tomar una decisión crucial. ¿Continuaría con mi querida ocupación, o dedicaría mi vida a Jehová Dios? Como la voluntad de Dios había llegado a ser lo más importante en mi vida, traté el asunto con los dos propietarios y entregué mi renuncia. Tuve que esperar un año para que me reemplazaran, pero en la siguiente asamblea de circuito, celebrada en septiembre de 1976 en Gargenville (en la periferia de París), mi esposa y yo nos bautizamos.

Muchas personas del mundo de la cría de caballos se enteraron de mi decisión. Recuerdo sobre todo a un cirujano que fue a visitar la cuadra. Dijo que comprendía muy bien el porqué de mi decisión desde un punto de vista moral. Al observar los alrededores, le habían impresionado la opulencia de la caballeriza, los macizos de flores de colores, los establos de madera y los kilómetros de la limpia valla pintada de blanco. Contemplando todo aquello, me confesó que él no había podido conseguir los fondos necesarios para el mantenimiento y la decoración de su hospital.

En lo que a mí respecta, nunca he lamentado mi decisión. Mi esposa y yo partimos de Francia a principios de 1992 para servir en un territorio de habla francesa donde había más necesidad de proclamadores del Reino. Allí tengo el privilegio de servir de anciano en una congregación de testigos de Jehová. Compartimos la opinión del apóstol Pablo expresada en Filipenses 3:8: “De veras sí considero también que todas las cosas son pérdida a causa del sobresaliente valor del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor. Por motivo de él he sufrido la pérdida de todas las cosas y las considero como un montón de basura, a fin de ganar a Cristo”.

Tanto mi esposa como yo seguimos amando la naturaleza y los animales, sobre todo los caballos, y anhelamos el tiempo en el que la relación del hombre con los animales ya no se basará en ganancia egoísta.—Según lo relató Stephane Jesuspret.

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