El factor Rh y usted
EL UFANO padre contempla radiante a su recién nacido, que duerme plácidamente en los brazos de su madre. La noche en la sala de partos fue larga, pero ya ha pasado todo. Entra el médico para ver a sus pacientes y felicitarlos a todos. “Solo queda mencionar un detalle; en realidad, es un procedimiento corriente”, dice.
Como la sangre de la madre es Rh negativa y una prueba indicó que la del bebé es Rh positiva, la madre necesita recibir una inyección inmunizante. “No es más que una simple inyección de anticuerpos humanos, pero es muy importante —les asegura el médico— para evitar complicaciones en futuros embarazos.”
Aunque el médico tal vez considere esa inyección como un procedimiento corriente, tanto la inyección en sí como sus posibles “complicaciones” suscitan una serie de preguntas en la mente de los preocupados padres. ¿Qué hace en realidad esa inyección? ¿Es tan necesaria? ¿Qué sucedería si no la aceptasen? En el caso de los cristianos surge una pregunta más. En vista de que la Biblia dice que ‘sigamos absteniéndonos de sangre’, ¿puede una cristiana aceptar la inyección con una conciencia tranquila siendo que contiene anticuerpos humanos tomados de la sangre de alguna otra persona? (Hechos 15:20, 29.)
Un poco de historia sobre el problema del Rh
Los científicos descubrieron hace décadas que la sangre humana contiene muchos factores, o antígenos, que singularizan la sangre de cada persona. Con el tiempo se dieron cuenta de que la mayoría de los problemas médicos que se producían cuando la sangre de una persona entraba en contacto con la de otra se debían a dos sistemas de antígenos de los glóbulos rojos de la sangre. A uno de tales antígenos se le denomina “ABO” y al otro “Rh”. Un breve análisis del sistema Rh nos ayudará a responder las importantes preguntas que preocupan a estos padres y que usted quizás también se haya planteado.
En 1939, unos médicos publicaron el misterioso caso de una mujer de 25 años cuyo segundo hijo murió durante la gestación. Tras el parto de la criatura muerta, la mujer recibió unas transfusiones de sangre, que le provocaron graves reacciones a pesar de que la sangre procedía de su marido y aparentemente era compatible con la suya en lo que respecta a los antígenos ABO. Los médicos supusieron que algún factor desconocido de la sangre de su primer hijo se había mezclado con la suya, la había dejado “sensibilizada” y por eso había sufrido aquellas reacciones a la sangre de su marido y había perdido a su segundo hijo.
Más adelante se logró identificar dicho factor desconocido mediante una serie de experimentos con monos Rhesus, por lo que se le denominó “factor Rh”. Durante los años sesenta, el campo médico se interesó mucho en el factor Rh, pues se descubrió que era la causa de una enfermedad bastante común entre los recién nacidos, y con frecuencia trágica, llamada eritroblastosis fetal. A medida que los médicos estudiaban el factor Rh y la enfermedad, se fue exponiendo una fascinante crónica médica.
El factor Rh, la genética y los neonatos enfermos
La mayoría de las personas se conmueven cuando un recién nacido enferma de gravedad o muere. A muchos ya les resulta duro meramente ver a un bebé enfermo o con dolores, y los médicos no son diferentes. Pero había otras dos razones por las que este factor Rh asesino de recién nacidos despertaba tanto interés en los médicos.
La primera razón era que empezaron a percibir un cierto patrón en la dolencia y a entender la relación del factor Rh con la enfermedad y la muerte. El factor Rh está presente en los glóbulos rojos de la sangre de entre aproximadamente el 85 y el 95% de las personas —tanto hombres como mujeres—, y a estas se las llama “Rh positivas”. A las que pertenecen a entre el 5 y el 15% restante se las denomina “Rh negativas”. Si la sangre de una persona Rh negativa entra en contacto con la de una que es Rh positiva, aquella puede producir anticuerpos que destruyen la sangre Rh positiva.
En realidad, esta es una reacción común y corriente del sistema inmunológico del organismo al combatir la invasión de sustancias extrañas. El problema surge cuando una madre Rh negativa tiene un hijo que hereda la sangre Rh positiva de su padre. Esto no plantea ninguna dificultad si la placenta desempeña bien su función y la sangre de la criatura se mantiene separada de la de la madre. (Compárese con Salmo 139:13.) Pero como nuestro cuerpo es imperfecto, a veces puede suceder que una pequeña cantidad de la sangre del niño se filtre a través de la placenta y entre en contacto con la de la madre. En ocasiones esto ocurre a consecuencia de algún procedimiento médico, como al practicar una amniocentesis (extraer una muestra de líquido del saco amniótico en el que se desarrolla el feto). O puede darse el caso de que algo de la sangre del niño se mezcle con la de la madre durante el parto. Sea cual sea la causa, es posible que la madre quede sensibilizada y produzca anticuerpos contra la sangre Rh positiva.
Imagínese el problema: una vez que la madre genera tales anticuerpos, todos los hijos que conciba correrán peligro si sucede que heredan la sangre Rh positiva del padre. La razón es que la madre ya tiene anticuerpos contra la sangre Rh positiva.
Normalmente, algunos anticuerpos atraviesan la placenta, y eso es beneficioso, pues así los bebés nacen con cierto grado de inmunidad natural temporal heredada de su madre. Sin embargo, cuando surge este problema con el Rh, los anticuerpos anti-Rh de la madre sensibilizada atraviesan la placenta y atacan la sangre de la criatura Rh positiva. Esto raras veces ocurre con el primer hijo; lo más común es que afecte a los siguientes. Produce lo que se llama enfermedad hemolítica del neonato (eritroblastosis fetal si el caso es grave).
Hay muchas maneras de tratar esta enfermedad, si bien, como veremos, la mayoría de las veces los resultados no son muy satisfactorios. Centrémonos a continuación en un aspecto médico del problema: un posible método de prevención.
Grandes progresos en el campo de la prevención
Posiblemente recuerda que había dos razones por las que esta enfermedad había despertado tanto interés en los médicos. La primera razón era que el mecanismo de la enfermedad empezó a conocerse y comprenderse. ¿Cuál era la segunda?
Esta se puso de manifiesto en 1968. Tras años de investigación y de intentos frustrantes por parte de los médicos para tratar a estos niños gravemente enfermos, con resultados poco satisfactorios, se descubrió un tipo de inmunización eficaz para prevenir el problema de los “niños Rh”. Esta era una buena noticia. Pero ¿en qué consistía?
Recuerde que el problema del Rh (para el segundo hijo Rh positivo y los siguientes) se presentaba cuando la sangre del primer hijo Rh positivo “se filtraba” en la corriente sanguínea de la madre Rh negativa y hacía que esta produjera anticuerpos. ¿Habría alguna manera de atrapar los glóbulos rojos de la criatura que pasan a la corriente sanguínea de la madre antes de que pudieran sensibilizarla?
Lo que se ideó fue una inyección inmunizante para la madre llamada inmunoglobulina Rh, conocida en algunos países por diferentes nombres comerciales, como por ejemplo, RhoGAM o Rhesonativ. Se compone de anticuerpos contra el antígeno Rh positivo. Su función exacta es bastante compleja y difícil de entender, pero parece que básicamente funciona así:
Cuando se sospecha que una madre Rh negativa ha estado en contacto con sangre Rh positiva, como pudiera ser el caso tras el parto de un bebé Rh positivo, la madre recibe una inyección de inmunoglobulina Rh. Estos anticuerpos atacan enseguida cualquier glóbulo rojo Rh positivo del bebé que se haya filtrado en la sangre de la madre y lo destruye antes de que la deje sensibilizada. Así se elimina eficazmente el peligro para el siguiente hijo, pues la madre no produce ningún anticuerpo contra la sangre Rh positiva. La verdadera ventaja que los médicos ven a este tratamiento es que sirve para prevenir la enfermedad, en lugar de tratarla una vez contraída.
En teoría parece una buena idea, pero ¿ha dado resultado? Al parecer, sí. Concretamente en Estados Unidos, durante los años setenta, la incidencia de la enfermedad hemolítica del neonato se redujo en un 65%. Aunque muchos factores pudieron haber contribuido a ello, entre el 60 y el 70% de este descenso era atribuible a la inyección de inmunoglobulina Rh. En una provincia canadiense, la cantidad de recién nacidos que murieron de dicha enfermedad hemolítica descendió de veintinueve en 1964 a uno entre 1974 y 1975. La comunidad médica vio estas cifras como una verificación del principio de que “más vale un cuarto de prevención que un kilo de cura”. Con estos antecedentes básicos, podemos analizar algunas preguntas específicas que suelen surgir respecto a la enfermedad hemolítica del neonato.
¿Qué riesgos hay durante el embarazo de tener problemas con el Rh?
Un sencillo análisis de sangre puede determinar el tipo de Rh de la madre y del padre; aproximadamente uno de cada siete matrimonios lo constituyen una mujer Rh negativa y un hombre Rh positivo. Diferentes aspectos de la composición genética del padre reducen el riesgo global a alrededor de un 10%.a
No obstante, estas son cifras demográficas globales. Si usted es una mujer Rh negativa y está casada con un hombre Rh positivo, tiene entre un 50 y un 100% de posibilidades de tener un hijo Rh positivo, dependiendo de la composición genética de su marido.b (No existe ninguna manera segura de determinar la composición genética del marido, tal como todavía no existe ninguna manera sencilla de determinar si la criatura que está en la matriz es Rh positiva.)
Cada vez que una mujer Rh negativa concibe a una criatura Rh positiva, tiene un 16% de posibilidades de quedar sensibilizada, lo que pondría en peligro embarazos futuros. Por supuesto, esto no es más que un promedio. Si la madre no ha recibido antes ninguna transfusión sanguínea y su sangre no ha entrado en contacto con otra, el primer bebé del matrimonio por lo general no corre peligro de contraer la enfermedad hemolítica del neonato. Después de ese primer parto, resulta un tanto difícil de predecir cuál puede ser el peligro en todos los casos. Una mujer puede quedar sensibilizada tras el primer parto de un hijo Rh positivo. Otra puede dar a luz cinco hijos Rh positivos o más y no quedar nunca sensibilizada. En caso de quedar sensibilizada, existe un 30% de posibilidades de que cada feto Rh positivo que conciba muera, y el intervalo entre embarazos no altera esta posibilidad. De modo que no es algo que deba tomarse a la ligera.
¿Puedo saber mediante alguna prueba de laboratorio si el hijo que estoy gestando corre peligro?
Sí, hasta cierto grado. Se pueden medir los niveles de anticuerpos en la sangre de la mujer gestante para determinar si está produciendo anticuerpos contra la sangre de la criatura. La amniocentesis también puede ayudar a saber si la sangre de la criatura está siendo destruida y por consiguiente su vida corre peligro. Pero esta prueba a veces presenta ciertas complicaciones, por lo que no hay que someterse a ella sin más.
¿Tiene efectos secundarios la inyección de inmunoglobulina Rh?
Todavía existe cierta polémica sobre su uso durante el embarazo debido al posible daño inmunológico que puede causar al embrión en desarrollo. No obstante, la mayoría de los especialistas opinan que la inmunización es relativamente inocua tanto para la madre como para la criatura que se está gestando dentro de ella.
En opinión de los médicos, ¿cuántas de esas inyecciones debería ponerme?
Las autoridades en esta materia dicen que la inyección debe ponerse enseguida siempre que por cualquier circunstancia haya entrado sangre Rh positiva en la corriente sanguínea de una mujer Rh negativa. De ahí que la recomendación normal sea que, en caso de descubrir que la sangre del bebé es Rh positiva, se ponga la inyección en el plazo de setenta y dos horas después del parto. Y lo mismo se recomienda después de una amniocentesis o un aborto.
Además, como los estudios han indicado que es posible que durante un embarazo normal una pequeña cantidad de la sangre del feto penetre en la corriente sanguínea de la madre, algunos médicos aconsejan que para impedir la sensibilización, se ponga la inyección a las veintiocho semanas de embarazo, aunque se sugiere que vuelva a ponerse después del parto.
¿Existe algún tratamiento para el bebé que ya ha contraído la enfermedad hemolítica del neonato?
Sí. Pese a ser una enfermedad grave, hay suficientes datos que respaldan los tratamientos que no implican la administración de exanguinotransfusiones (transfusiones sanguíneas de sustitución). La complicación más temida es la acumulación de una sustancia química llamada bilirrubina, que resulta de la ruptura de los glóbulos rojos. Tal acumulación produce ictericia y en algunos casos puede causar daños en diferentes órganos del niño. (Dicho sea de paso, a veces se presenta una ictericia leve cuando existe una incompatibilidad ABO entre la sangre de la madre y la del bebé, pero normalmente no es tan grave.)
Durante algunos años, los médicos pensaron que cierto nivel específico de ictericia era un motivo para someter al bebé a una transfusión sanguínea de sustitución, pero después de más investigaciones, se han descubierto diversas terapias alternativas. Adelantar el parto, practicar una operación cesárea, aplicar fototerapia (luz azul) y administrar medicamentos, como el fenobarbital y el carbón activado, son algunos de los métodos que han resultado útiles y han reducido sensiblemente la tendencia a recurrir a la transfusión. De hecho, en algunos informes médicos recientes se ha resaltado la inutilidad y hasta el peligro de las transfusiones de sustitución en el caso de recién nacidos afectados de enfermedad hemolítica. (Véase el recuadro de la página 26.)
Sin embargo, hay casos extremos en los que los médicos todavía insisten en que la transfusión de sustitución es el único tratamiento aceptable. Por ello, algunos padres creen que es mejor eludir el problema en sí aceptando una inyección que evita la enfermedad hemolítica y, por consiguiente, la ictericia.
¿Está sacada de la sangre la inyección de inmunoglobulina Rh?
Sí. Los anticuerpos que componen la inyección se recogen de la sangre de personas que están inmunizadas o sensibilizadas al factor Rh. En el futuro quizás pueda obtenerse inmunoglobulina Rh creada mediante ingeniería genética y que por tanto no proceda de sangre.
¿Puede una cristiana aceptar en conciencia una inyección de inmunoglobulina Rh?
El punto en cuestión es la posible mala utilización de la sangre. Las Escrituras prohíben categóricamente que se ingiera sangre o se le dé un uso indebido. (Levítico 17:11, 12; Hechos 15:28, 29.) Como la inyección de inmunoglobulina Rh se produce de la sangre, ¿se consideraría un incumplimiento del mandato bíblico de abstenerse de sangre el que una cristiana aceptara dicha inyección?
Tanto en esta revista como en su compañera, La Atalaya, más de una vez se han publicado comentarios sobre esta cuestión.c Hemos visto que en todos los embarazos hay anticuerpos que pasan libremente de la madre al feto a través de la placenta. De ahí que algunas cristianas hayan llegado a la conclusión de que, a su modo de ver, aceptar una inyección compuesta de anticuerpos —como la de inmunoglobulina Rh— no incumple la ley bíblica, pues el proceso es básicamente el mismo que tiene lugar de manera natural.
No obstante, cada matrimonio cristiano debe tomar su propia decisión, en conformidad con su conciencia, en cuanto a si aceptará o no dicha inyección. Pero si al enfrentarse a la cuestión del Rh un matrimonio decide no aceptar la inyección de inmunoglobulina Rh prescrita por el médico, tiene que estar dispuesto a asumir el riesgo de que un hijo futuro se vea afectado gravemente por una enfermedad que posiblemente podría haberse evitado. En tal situación hasta pueden decidir que lo más sensato es tomar otras precauciones para no tener más hijos y exponerse a la posibilidad de semejante tragedia. Los padres cristianos que se interesan por sus hijos deberían considerar en oración todos los aspectos pertinentes antes de tomar una decisión de tanta importancia.
[Notas a pie de página]
a Estas cifras varían según las distintas razas. En la mayoría de los blancos, la incidencia de los casos Rh negativos es del 15%; en los negroamericanos oscila entre un 7 y un 8%; en los indoeurasiáticos se sitúa en torno al 2%, y en los chinos y japoneses asiáticos, es prácticamente nula. (Transfusion Medicine Reviews, septiembre de 1988, página 130.)
b Algunas mujeres que están en esta situación han tenido varios hijos y todos han nacido Rh negativos, por lo que la madre no ha quedado sensibilizada. Hay otros casos, en cambio, en que el primer hijo ya nació Rh positivo y la madre quedó sensibilizada.
c Véanse las revistas La Atalaya del 1 de junio de 1990, páginas 30, 31, y del 1 de noviembre de 1978, página 31, así como el folleto ¿Cómo puede salvarle la vida la sangre?, todo ello publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Recuadro en la página 26]
¿Es motivo de transfusión la bilirrubina alta?
Desde hace mucho tiempo, los médicos temen las consecuencias de la bilirrubina alta en los bebés; tanto es así, que cuando esta empieza a subir —especialmente al acercarse a la cifra de 20 miligramos por decilitro—, suelen insistir en que se administre una transfusión de sustitución “para evitar daño cerebral” (kernícterus). ¿Está justificado su temor y el valor de la transfusión de sangre?
El Dr. Anthony Dixon dice: “Después de efectuar varios estudios con tales bebés, no se ha podido descubrir ninguna consecuencia, ni a corto ni a largo plazo, de niveles de bilirrubina de entre 18 y 51 miligramos por decilitro”. Luego comenta sobre “la vigintifobia, el temor a la cifra 20”. Aunque no se ha demostrado ninguna ventaja de tratar estos niveles elevados de bilirrubina, el Dr. Dixon llega a la siguiente conclusión: “El problema es obvio. Hoy día, el procedimiento corriente frente a niveles elevados de bilirrubina sérica consiste en recurrir a un tratamiento agresivo. Dicho procedimiento no debe ponerse en duda hasta que se demuestre que es erróneo, pero todo intento de demostrar que lo es se considera poco ético”. (Canadian Family Physician, octubre de 1984, página 1981.)
Por otro lado, la doctora italiana Ersilia Garbagnati, gran autoridad en este campo, ha escrito sobre el papel protector de la bilirrubina y los “inesperados peligros potenciales de niveles desproporcionadamente bajos de bilirrubina sérica”. (Cursivas nuestras.) (Pediatrics, marzo de 1990, página 380.) Yendo un poco más allá, la Dra. Joan Hodgman escribe lo siguiente en la revista Western Journal of Medicine: “La transfusión de sustitución no impedirá la tinción [amarillenta] del cerebro a niveles bajos de bilirrubina y, en vista de los experimentos citados anteriormente, puede incluso llegar a ser perjudicial” (junio de 1984, página 933).