¿Cómo era el mundo hace cincuenta años?
¿TIENE suficiente edad para recordar cómo era el mundo en 1945? Este apenas comenzaba a recuperarse de los efectos de la II Guerra Mundial, desencadenada en 1939 cuando Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania como respuesta a la invasión nazi de Polonia. Si no tiene edad como para acordarse, ¿recuerda entonces la guerra de Corea, que estalló en 1950?, ¿o la de Vietnam, que duró desde los años cincuenta hasta 1975?, ¿o la de Kuwait, provocada por Irak en 1990?
Al repasar la historia a partir de la II Guerra Mundial, ¿no le parece sorprendente que esté tan poblada de contiendas que han sembrado la miseria y el dolor entre millones de seres humanos y han acabado con la vida de otros tantos? ¿Qué legado dejó este conflicto a la gente en su día?
Consecuencias de la II Guerra Mundial
Una cifra cercana a los cincuenta millones de personas murió en esta guerra. Para 1945, deambulaban por Europa millones de refugiados que procuraban regresar a sus hogares en pueblos y ciudades devastados por las bombas para rehacer sus vidas destrozadas. Cientos de miles de mujeres adultas y jóvenes que habían sido violadas por miembros de los ejércitos invasores, sobre todo en Rusia y Alemania, trataban de sobreponerse al trauma. El racionamiento afectaba a casi todo el continente europeo, pues la comida y la ropa escaseaban. Centenares de miles de soldados desmovilizados buscaban trabajo. Las viudas y los huérfanos que lloraban la muerte de sus esposos y padres se contaban por millones.
Los judíos aún trataban de asimilar la realidad del Holocausto que había exterminado a millones de compatriotas suyos y había destruido con ello las posibilidades de engendrar otras generaciones. Millones de ciudadanos —de Alemania, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia y de muchas otras naciones— perecieron en el conflicto. Se perdió el potencial de un inmenso patrimonio genético por favorecer los intereses políticos y comerciales de las potencias mundiales y sus gobernantes.
Muchos países quedaron tan maltrechos que la recuperación económica se convirtió en su objetivo prioritario. La escasez de alimento en Europa se prolongó por varios años después de la guerra. Si bien España adoptó oficialmente una postura neutral, se vio hondamente afectada por una guerra civil (1936-1939) y por los embargos comerciales (el régimen de cartillas de racionamiento prevaleció hasta junio de 1952).
En el Extremo Oriente, el recuerdo de las atrocidades cometidas por los japoneses se conservaba fresco en la memoria de las víctimas de Birmania, China, Filipinas y otros países orientales. Estados Unidos, pese a ser una nación vencedora, sufrió alrededor de trescientas mil bajas militares, la mitad de ellas en las zonas de guerra del Pacífico. La pobreza, la tuberculosis y las largas filas para conseguir los alimentos racionados fueron el legado que le correspondió a la población civil de Japón.
Churchill insta a la acción
En su discurso de victoria dirigido al pueblo británico el 13 de mayo de 1945 con motivo del fin de la guerra en Europa, el primer ministro Winston Churchill declaró: “Mucho quisiera poder deciros esta noche que nuestras tribulaciones han tocado a su fin. [...] Es mi deber advertiros [...] que todavía queda mucho por hacer y que debéis prepararos para más esfuerzos de cuerpo y de alma y para nuevos sacrificios por grandes causas”. Previendo la expansión del comunismo, dijo: “En el continente europeo tenemos todavía que cerciorarnos de que [...] las palabras ‘libertad’, ‘democracia’ y ‘liberación’ no se apartan del verdadero significado con que nosotros las hemos comprendido”. A lo que siguió este llamamiento: “¡Adelante, inconmovibles, indomables, hasta que la tarea esté acabada y el mundo entero esté seguro y purificado!”. (Cursivas nuestras.)
Medio siglo de conflictos y muertes
En 1992, el secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, señaló en un discurso que “desde la creación de las Naciones Unidas, en 1945, han perdido la vida aproximadamente 20 millones de personas debido a más de cien conflictos importantes ocurridos en todo el mundo”. Elevando aún más el número de víctimas mortales, la revista World Watch afirmó: “Este ha sido el siglo menos pacífico de la historia”. Y, citando las palabras de un investigador, añadió: “Las guerras han acabado con más personas en este siglo que en toda la historia humana anterior combinada. Veintitrés millones han muerto desde la II Guerra Mundial”.
El periódico The Washington Post dio otra cifra más: “Desde que finalizó la II Guerra Mundial se han librado unas ciento sesenta guerras en todo el globo terráqueo, las cuales han dejado un saldo mortal de más de siete millones de combatientes y no menos de treinta millones de civiles. Además, están los heridos, las mujeres violadas y los refugiados”. Ninguno de estos cálculos incluye los millones de víctimas del crimen por toda la Tierra durante los pasados cincuenta años.
Actualmente, en 1995, siguen librándose conflictos avivados por el odio violento, en los que no solo mueren los soldados, expuestos a la muerte en virtud de su profesión, sino también millares de civiles de África, los Balcanes, el Medio Oriente y Rusia.
¿Puede decirse, entonces, que cincuenta años después de 1945 ‘el mundo entero está seguro y purificado’? ¿Qué progresos ha hecho la humanidad para convertir este planeta en un lugar adecuado y seguro donde vivir? ¿Qué hemos aprendido en medio siglo? ¿Ha adelantado la humanidad en los asuntos de verdadera importancia, como los valores, la moral, la ética? Los siguientes dos artículos contestan estas preguntas, y el cuarto trata de las perspectivas para los habitantes de nuestra aldea mundial.
[Recuadro/Fotografía en la página 4]
Memorias de la posguerra
Un inglés de sesenta y tantos años recuerda: “Allá a finales de los años cuarenta no teníamos televisor en casa. La radio era el principal estímulo de nuestra imaginación. La lectura y los deberes escolares me mantenían la mente ocupada. Iba al cine una vez al mes si acaso. Los sábados acostumbraba recorrer varias millas en bicicleta para ver a mi equipo favorito de fútbol. Pocas familias podían permitirse el lujo de tener un automóvil o un teléfono. Al igual que otros millones de británicos, no contábamos con un cuarto de baño separado. El inodoro estaba afuera y la bañera en la cocina. Durante la guerra sobrevivimos a base de alimentos deshidratados: huevos, leche y papas en polvo. Las frutas, como las naranjas y los bananos, eran un lujo ocasional. Cuando llegaban a la frutería, todo el mundo corría a hacer fila para obtener su ración. Muchas mujeres tuvieron que trabajar en las fábricas de municiones. La gente entonces no tenía la menor idea de los increíbles cambios que depararía el futuro: un mundo con televisores, videograbadoras, computadoras, ciberespacio, fax, vuelos espaciales e ingeniería genética”.