BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g95 8/10 págs. 22-23
  • ¿Son imposibles de alcanzar las normas de Dios?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Son imposibles de alcanzar las normas de Dios?
  • ¡Despertad! 1995
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Dios es indulgente
  • No se rinda
  • Sirvamos a Jehová de acuerdo con sus elevadas normas
    Vivamos muy pendientes del día de Jehová
  • Las normas de Jehová nos ayudan
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
  • Hacer lo correcto: Una decisión que usted debe tomar
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (público) 2024
  • La obediencia a las buenas nuevas un camino de vida
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
Ver más
¡Despertad! 1995
g95 8/10 págs. 22-23

El punto de vista bíblico

¿Son imposibles de alcanzar las normas de Dios?

“DIOS NO MIDE A LOS HOMBRES POR PULGADAS.” (VIEJO ADAGIO ESCOCÉS.)

LOS exámenes escolares, las entrevistas de trabajo y los análisis clínicos son solo algunos de los sucesos de la vida por los que se evalúa a un individuo. Sin embargo, cuando se trata de vivir diariamente de acuerdo con las normas de Dios, muchos, por alguna razón, se creen incapaces de lograrlo. ¿Opina usted lo mismo? ¿Puede vivir a la altura de los preceptos divinos?

En primer lugar, analicemos lo que Dios exige de sus adoradores. La Biblia ilumina el camino en que debemos andar en la vida. (Salmo 119:105.) La conclusión del sabio rey Salomón, uno de los escritores bíblicos, fue que “todo el deber del hombre” es ‘temer al Dios verdadero y guardar sus mandamientos’. (Eclesiastés 12:13.) El profeta Miqueas dijo: “¿Qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?”. (Miqueas 6:8.)

El propio Hijo de Dios, Jesucristo, indicó que los mandamientos más importantes son ‘amar a Jehová Dios con todo el corazón y con toda el alma y con toda la mente y con todas las fuerzas’ y ‘amar al prójimo como a uno mismo’. (Marcos 12:30, 31.) A la vez, manifestamos el amor a Dios obedeciendo todos sus mandamientos. (1 Juan 5:3.)

Expresado simple y llanamente, el hombre debe amar y respetar a Dios, cumplir sus mandatos, actuar con imparcialidad, ser bondadoso con todos y evitar el orgullo. ¿Acaso no están estas normas a nuestro alcance?

Dios es indulgente

Dios espera, con justicia, que los seres humanos cumplan Sus normas. Pero, siendo sinceros, ¿hay algún hombre que se ajuste perfectamente a ellas todo el tiempo? Es obvio que no, pues todos hemos heredado la imperfección de nuestro padre Adán. (Romanos 5:12.) Por lo tanto, somos proclives a cometer errores. Mas ello no obsta para que sirvamos a Dios de forma aceptable.

Ilustrémoslo con las dificultades que plantea aprender a manejar un automóvil. Adquirir la suficiente práctica para pasar el examen de conducir exige tiempo y atención constante. Y, por supuesto, uno tiene que seguir perfeccionándose aún después de haber obtenido el permiso. Sin embargo, aun cuando la habilidad va aumentando con la experiencia, no hay conductores perfectos.

Felizmente, Dios ve con indulgencia nuestras faltas. No es un Dios irrazonable, que exija más de lo que podamos dar, ni está siempre criticando, pues entiende bien nuestras flaquezas y debilidades. El rey David, quien incurrió en pecado grave, reconoció: “No ha hecho con nosotros aun conforme a nuestros pecados; ni conforme a nuestros errores ha traído sobre nosotros lo que merecemos”. ¿Por qué razón? “Porque así como los cielos son más altos que la tierra, [la] bondad amorosa [de Dios] es superior para con los que le temen.” Aunque Jehová sabe que pecamos, está dispuesto a poner nuestras transgresiones “tan lejos como está el naciente del poniente”. (Salmo 103:10-14.)

No se rinda

“A veces, cuando me deprimo —relata un sincero adorador de Dios—, creo que nunca voy a estar a la altura de las normas divinas; pero cuando veo las cosas por el lado más positivo, me parece que puedo vivir como él desea, pese a que no es tan sencillo que digamos.” Si a usted le pasa lo mismo, no se descorazone, pues no es ni el primero ni el último en sentirse así.

El apóstol cristiano Pablo admitió con toda franqueza: “Cuando deseo hacer lo que es correcto, lo que es malo está presente conmigo. Verdaderamente me deleito en la ley de Dios conforme al hombre que soy por dentro, pero contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado [...] ¡Hombre desdichado que soy!”. Mas no por ello concluyó que los preceptos de Dios fueran demasiado difíciles, pues añadió: “¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte? ¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor! Así pues, con mi mente yo mismo soy esclavo a la ley de Dios, pero con mi carne a la ley del pecado”. (Romanos 7:21-25.) Pablo tenía la convicción de que podía agradar a Dios a pesar de su estado pecaminoso.

Sobre la base del sacrificio redentor de su amado Hijo, Jesús, nuestro amoroso Creador, Jehová, perdona las faltas y errores que cometemos. “Si alguno comete un pecado —escribió el apóstol Juan—, tenemos un ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo. Y él es un sacrificio propiciatorio [que cubre] por nuestros pecados.” (1 Juan 2:1, 2.) El poder del sacrificio de Cristo rompe la barrera que levanta el pecado y que nos impide alcanzar la norma determinada por Dios para ganar su amistad. De esta manera se restaura el compañerismo con él.

La aceptación humilde de esta amorosa provisión posibilita el perdón, por cuanto Dios reside “con el aplastado y de espíritu humilde”. (Isaías 57:15.) Podemos confiar en que él reanimará nuestro espíritu en virtud de su promesa de ‘levantar desde el polvo mismo al de condición humilde’. Ya no tenemos que seguir deprimidos cuando no obedezcamos a Dios a perfección. Más bien, podemos confiar en que él nunca pasa por alto nuestros esfuerzos por vivir de acuerdo con sus normas. (Salmo 113:7; Hebreos 6:10-12.)

Aun cuando cumplir con las prescripciones divinas es una lucha, el hacerlo resulta en mayor felicidad. La devoción a Dios hace la vida más llevadera para usted y las personas que lo rodean. Además, piense en el futuro. Si luchamos por vivir a la altura de las normas divinas ahora, tendremos la perspectiva de vida eterna en condiciones paradisíacas. (Isaías 48:17; Romanos 6:23; 1 Timoteo 4:8.)

Los alpinistas experimentados saben que cuando llegan a la cúspide de una montaña están a medio camino: aún les falta descender sanos y salvos. Igualmente, los que temen a Dios necesitan alcanzar sus normas y luego regirse por ellas con constancia. (Lucas 21:19; Santiago 1:4.)

Puede consolarse sabiendo que las normas de Dios no son imposibles de alcanzar. Cuando ocasionalmente falle, busque el perdón de Dios y cuente con su apoyo amoroso. (Salmo 86:5.) Así, con Jehová y su Hijo como sus Ayudantes, podrá vivir a la altura de las normas de Dios y ganar su aprobación. (Proverbios 12:2.)

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir