¡Cuidado con los ‘ojos del río’!
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN AUSTRALIA
UNA turista intrépida remaba tranquilamente en su canoa por un afluente del río East Alligator, dentro del Parque Nacional Kakadú, la extraordinaria zona pantanosa del Territorio Septentrional de Australia. De repente, lo que ella pensó que era un tronco a la deriva empezó a golpear la canoa. Se trataba de un cocodrilo poroso (también denominado cocodrilo marino o de agua salada). La turista se había introducido por casualidad en su territorio en la época más peligrosa del año.
La mujer comenzó a remar desesperadamente hacia unos árboles. Cuando puso el pie sobre las primeras ramas, el cocodrilo salió del agua, la sujetó y la revolcó tres veces. Cada vez que el reptil abría las mandíbulas para volver a agarrarla, ella trataba de salir de la ribera fangosa. Al tercer intento lo consiguió, y con gran esfuerzo recorrió dos kilómetros hasta que un guarda forestal oyó sus gritos desesperados pidiendo auxilio. A pesar de las graves heridas, la mujer sobrevivió.
Este suceso, que pudo haber acabado en tragedia, tuvo lugar en 1985. Dos años después, una turista estadounidense fue menos afortunada. Pasando por alto las advertencias de sus compañeros, ella decidió ir a nadar al río Prince Regent, en Australia Occidental, que está infestado de cocodrilos. Un cocodrilo poroso la atacó y la mató. Este probablemente era una hembra que intentaba proteger a sus crías, pues algunas personas vieron cocodrilos jóvenes en el agua.
Los mortíferos ‘ojos del río’
Lo único que el pescador del estuario ve a la luz de la luna son las ondas que producen los insectos al posarse en la reluciente superficie del agua. Aun así, el pescador del extremo norte de Australia está siempre pendiente de lo que no se ve: los ‘ojos del río’. Si encendiera la linterna, empezarían a emerger en silencio fulgurantes ojos rojos de cocodrilo. El pescador es un intruso en los dominios de un depredador arcaico.
Australia es uno de los lugares donde vive el cocodrilo poroso, uno de los mayores y más peligrosos de las doce especies de cocodrilo que existen en el mundo. Puede alcanzar los siete metros de longitud. Las desprevenidas presas ven los ojos brillantes del cocodrilo demasiado tarde como para eludir su repentino ataque y su infame técnica de girar una y otra vez en el agua hasta ahogar a la víctima. Animales grandes, como búfalos, vacas y caballos, han sido atacados mientras abrevaban en una ribera.
El afán de lujo pone en peligro su supervivencia
La antigua leyenda de que el cocodrilo llora hipócritamente sobre los cadáveres de sus víctimas dio lugar a la expresión “lágrimas de cocodrilo”, que perdura en la cultura moderna. Pero pocas lágrimas humanas se han derramado sobre el cocodrilo. Al contrario: el hombre ha cazado despiadadamente a este reptil amante del agua para obtener su valiosa piel.
Muchos cocodrilos han terminado en las pasarelas de los desfiles de alta costura, donde las modelos lucen los codiciados artículos fabricados con su piel. Algunos consideran que la piel del cocodrilo poroso es la mejor del mundo por su suavidad y durabilidad. Hace poco se puso a la venta en Londres un bolso de mujer al precio de 15.000 dólares. La piel de cocodrilo sigue siendo un símbolo de prestigio en muchas partes del mundo.
El incentivo de los grandes beneficios puso en peligro la supervivencia del cocodrilo poroso en Australia. Entre 1945 y 1971 se mató a unos ciento trece mil reptiles de esta especie tan solo en el Territorio Septentrional. A principios de los años setenta se impusieron restricciones a su caza para evitar su total extinción. El resultado fue que para 1986 la población de ejemplares en libertad ya se había incrementado. Así pues, el cocodrilo australiano ya no está en peligro, aunque hay quien afirma que su hábitat sí lo está.
Por siglos los aborígenes australianos han preservado, consciente o inconscientemente, la población de cocodrilos. Aunque algunas tribus eran expertas cazadoras del reptil, otras prohibían su caza por razones religiosas.
En años recientes, la cría de cocodrilos en cautividad, aunada a una campaña educativa, ha contribuido a la preservación de estos animales. Los turistas acuden ahora en grandes cantidades a las granjas de cocodrilos, lo cual garantiza su éxito económico. Por otra parte, gracias a los programas de cría, puede procesarse la piel y la carne de cocodrilo sin afectar su población en estado natural.
Un granjero australiano de cocodrilos, bien conocido, opina que la gente solo conserva las cosas que le gustan, las que entiende y a las que reserva algún lugar y tiempo. Él comentó: “Así que los cocodrilos llevan las de perder. Pero su valor ecológico es comparable al de cualquier prenda de vestir de moda”.
Es fascinante visitar una granja de cocodrilos y ver de cerca, aunque tras una alambrada segura, los reptiles de piel dura color de cieno. Los trabajadores de la granja, desafiando el peligro, se meten en los cercados de los cocodrilos para hacer que estos ejecuten ciertos movimientos para el público, tras lo cual los recompensan con pollo fresco y otras carnes. Pero recientemente un trabajador aprendió, por experiencia propia, que nunca hay que fiarse de los cocodrilos. El reptil se abalanzó sobre él inesperadamente y le arrancó el brazo derecho.
Por otro lado, es muy emocionante e instructivo sostener en brazos a un cocodrilo de doce meses. En el dorso presenta placas óseas llamadas osteodermos que forman una coraza hidrodinámica, mientras que la piel del vientre es muy suave. Al tocarla se entiende por qué es tan cotizada. Pero hay que tener cuidado con este “bebé”. Aunque solo tenga doce meses y le hayan atado las mandíbulas, es fuerte para su tamaño.
Los pequeños cocodrilos que están a punto de nacer deleitan al público cuando producen un sonido dentro del huevo y de repente rompen el cascarón con un diente provisional que tienen en la punta de su diminuto hocico. Casi todos coinciden en que posiblemente este sea el único momento en que el cocodrilo es bonito.
Se eliminan antiguas ideas erróneas
Observar cuidadosamente la conducta de estos temibles reptiles mientras crecen en cautividad, ha ayudado a eliminar algunas ideas erróneas antiguas. Por años se pensó que el cocodrilo acecha su presa pacientemente durante varios días, o incluso semanas, antes de acometerla por sorpresa. Pero los estudios actuales han revelado que los cocodrilos solo son agresivos ante la presencia de intrusos en su territorio durante la época de celo, que tiene lugar en la temporada monzónica. Si la presa invade sus dominios en este período, el cocodrilo pudiera perseguirla implacablemente, mientras que en otra época del año tal vez miraría al mismo animal a distancia con indiferencia.
Hoy en día, cuando aparecen cocodrilos en zonas recreativas, se llama a cazadores profesionales para que los apresen y los trasladen a otro lugar. Parte del método que estos utilizan para capturarlos consiste en atrapar con un lazo la mandíbula inferior, móvil, levantarla y atarla rápidamente junto con la superior. Así se inmoviliza la mandíbula inferior, pues aunque sus músculos de cierre son muy potentes, los de apertura son débiles. Pero si el cazador se descuida, el cocodrilo podría derribarlo fácilmente con un fuerte coletazo.
No todo es crueldad y violencia
Las mismas mandíbulas que pueden infligir heridas graves también son capaces de realizar movimientos delicados. Si las crías de cocodrilo tardan en salir del cascarón, la madre hace rodar suavemente los huevos para incitar a los pequeñuelos a la acción.
Los dientes del cocodrilo están concebidos para sujetar, no para cortar. Si la presa es lo suficientemente pequeña, se la traga entera. De lo contrario, la desgarra y se la come pedazo a pedazo. En las autopsias que se han practicado a estos reptiles, se han descubierto piedras en sus estómagos. Se cree que, tragadas a propósito o no, estas piedras les sirven de lastre.
Los visitantes a menudo ven los cocodrilos en las márgenes de los ríos con las fauces abiertas. La mayoría probablemente crea que esta postura revela una actitud agresiva. Pero la realidad es que la adoptan para ajustarse a la temperatura exterior. Como todos los reptiles, el cocodrilo debe ajustar constantemente su temperatura corporal.
Un dato curioso es que, el cocodrilo, pese a ser reptil, tiene cuatro cámaras en el corazón, al igual que los mamíferos. No obstante, al sumergirse se produce un cambio y el corazón actúa como si solo tuviera tres.
El cocodrilo poroso se distingue de los caimanes y los aligatores por su hocico más estrecho y por algunos dientes que sobresalen de su mandíbula inferior cuando cierra la boca. Pueden encontrarse verdaderos cocodrilos desde África, donde habitan los cocodrilos enanos, hasta Papua Nueva Guinea, pasando por la India y otras regiones asiáticas. Viven incluso más al sur, en Australia, y prefieren las líneas costeras manglares y las regiones pantanosas tropicales, pues construyen los nidos cerca del agua. La desventaja natural de este hábitat es que las inundaciones con frecuencia ahogan a un gran número de embriones de cocodrilo. Debido a que existen varios depredadores —como el cocodrilo adulto, el barramunda (o pez pulmonado australiano) y el martinete castaño (un tipo de garza nocturna)—, solo el 50% de las crías sobrevive a su primer año.
Sorprendente como parezca, los cocodrilos nacen con su propio suministro de comida: un saco vitelino dentro de sus cuerpos que los nutre durante las primeras semanas de vida. Sin embargo, cuando la madre los transporta con cuidado en la boca hasta el agua, empiezan casi de inmediato a ejercitar las mandíbulas, mordiendo todo lo que está a su alcance.
¿Por qué es tan apropiado el apelativo ‘ojos del río’? Porque, aun de recién nacidos, sus ojos despiden un brillo rojo cuando una luz artificial los ilumina de noche. Una capa de cristales que tienen tras la retina para mejorar la visión nocturna es la causa de tal fenómeno.
El cocodrilo es, en efecto, un reptil verdaderamente intrigante, pero hay que guardar siempre las distancias. Y como sabe bien todo pescador, resultan inútiles los esfuerzos por domesticar al leviatán.
El libro poético de Job llama adecuadamente “Leviatán” al cocodrilo: “¿Puedes tú sacar a Leviatán con un anzuelo, o puedes con una soga sujetar su lengua? ¿Puedes ponerle un junco en las narices, o puedes con una espina taladrar sus quijadas? ¿Te hará él muchas súplicas, o te dirá palabras blandas? ¿Celebrará un pacto contigo, para que lo tomes por esclavo hasta tiempo indefinido? ¿Jugarás con él como con un pájaro, o lo atarás para tus muchachas de poca edad? ¿Trocarán por él los socios? ¿Lo dividirán entre comerciantes? ¿Llenarás tú de arpones su piel, o de dardos de pesca su cabeza? Pon la mano sobre él. Acuérdate de la batalla. No vuelvas a hacerlo”. (Job 41:1-8.)
Son palabras sabias de advertencia que instan al incauto y al curioso a tener cuidado con los ‘ojos del río’: los poderosos y temibles cocodrilos.
[Ilustración de la página 25]
Cuando se alumbra con una luz el agua de noche, aparecen los fulgurantes ojos rojos de cocodrilo, los ‘ojos del río’
[Reconocimiento]
Por cortesía de Koorana Crocodile Farm, Rockhampton, Queensland, Australia
[Ilustraciones de la página 26]
Izquierda: cría de cocodrilo rompe de repente el cascarón
Recuadro: cocodrilo adulto tomando el sol en la ribera fangosa del río Mary
[Reconocimientos]
Por cortesía de Koorana Crocodile Farm, Rockhampton, Queensland, Australia
Por cortesía de Australian International Public Relations
[Reconocimiento de la página 24]
Por cortesía de Australian International Public Relations