Los lahares: secuelas del monte Pinatubo
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN FILIPINAS
HOGARES inundados. Negocios destrozados. Vehículos arrastrados. Edificios cubiertos. Millares de personas obligadas a huir, y las que no pueden hacerlo, quedan atrapadas. ¿Qué causa todo esto? ¿Un terremoto? ¿Un alud? No. Es el panorama que continuamente dejan los lahares. ¿Qué son estos? Coladas de agua y sedimentos volcánicos que incluyen cenizas, piedra pómez y derrubios de erupciones recientes y antiguas.
Es probable que hace diez años usted no hubiera oído hablar del monte Pinatubo, de Filipinas. Pero tras la colosal erupción del 15 de junio de 1991, “Pinatubo” se convirtió en un término familiar en diversas partes del mundo. Después de un letargo de casi quinientos años, el monte Pinatubo expulsó su contenido volcánico formando uno de los “hongos” más gigantescos de este siglo. El volcán arrojó cenizas, arena y rocas que se precipitaron como lluvia en cantidades rara vez observadas por el ojo humano.a
El volcán arrojó su inmenso contenido a más de 20 kilómetros de altura. Aunque la mayor parte cayó de nuevo, una gran cantidad de polvo permaneció en la atmósfera; y no solo polvo, sino grandes cantidades —unos 20.000.000 de toneladas— de dióxido de azufre.
Quizás recuerde algunas de las repercusiones que tuvo en todo el mundo: las puestas de sol de sobresaliente belleza que hubo por un tiempo; el eclipse solar de brillo insólito en México y otras zonas cercanas en 1991; los cambios climáticos, que incluyeron ondas gélidas en el hemisferio norte, y la aceleración del deterioro de la capa de ozono. O tal vez oyó del hambre y las enfermedades que afectaron a la gente evacuada de aquella zona a causa de la erupción.
Secuelas duraderas
Una de las peores consecuencias de la erupción del Pinatubo, una secuela desconocida en gran parte del mundo, es el fenómeno conocido como lahar. Como se mencionó en el primer párrafo de este artículo, los lahares han causado sufrimientos inenarrables a decenas de miles de personas. Las secuelas de la erupción no son asunto del pasado; continúan hasta el día de hoy. Tal vez no le afecten directamente a usted, pero hay negocios, trabajos, hogares, vidas y hasta pueblos enteros cerca del monte Pinatubo que están siendo arrasados. Todo esto a causa de los lahares.
Muchos lahares actúan como ríos lodosos que arrastran enormes cantidades de sedimentos; sin embargo, cuando el contenido de sedimentos sobrepasa el 60%, su comportamiento se asemeja al del hormigón, lo cual puede ser devastador. La obra A Technical Primer on Pinatubo Lahars (Manual técnico sobre los lahares del Pinatubo) dice: “Son coladas tan densas (dos veces más que el agua) que pueden arrancar y arrastrar rocas enormes, gaviones (estructuras metálicas llenas de piedras), vehículos, edificios de hormigón y hasta puentes”.
¿Qué origen tuvieron estos lahares? Recuerde que el Pinatubo arrojó cantidades descomunales de materia volcánica. Una porción quedó en la atmósfera, pero la mayor parte cayó en el monte o en sus cercanías dejando depósitos de piroclastos (formados por la actividad volcánica). ¿En qué cantidad? Según un reporte del Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología, 6.650 millones de metros cúbicos. El vulcanólogo estadounidense C. G. Newhall menciona que cayeron suficientes derrubios para “pavimentar como mínimo veinte autopistas de cuatro carriles que cruzaran Estados Unidos”. De esta cantidad, 3.450 millones de metros cúbicos eran erosionables, y solo hacía falta que las lluvias los arrastraran a los valles para formar los lahares. Las tormentas tropicales y los tifones, comunes en Filipinas, agudizan el problema. Las fuertes precipitaciones súbitas pueden provocar lahares extremadamente grandes.
Eso es precisamente lo que ha estado sucediendo durante varios años. Vez tras vez, el agua de las tormentas ha arrastrado consigo los derrubios. Los lahares han transformado el rico suelo cultivable en un yermo, y algunos pueblos en lodazales en los que solo sobresalen los techos. En ocasiones el fenómeno ha sucedido de noche. Miles de hogares han quedado destrozados, y sus habitantes, desarraigados de su lugar de origen, se han visto obligados a emprender una nueva vida en otro lugar. Para principios de 1995, el 63% de los piroclastos ya había sido arrastrado a los valles, lo que deja un 37% para futuras calamidades. Además, gran parte del 63% mencionado sigue representando un peligro, pues la lluvia torrencial forma canales en el barro depositado en las partes altas, y pone en movimiento nuevamente los lahares, que representan un peligro para la vida y la propiedad de quienes se han asentado en su curso. En julio de 1995, el Manila Bulletin informó lo siguiente: “Noventa y una barangays (aldeas) [...] fueron borradas del mapa del Luzón central, enterradas bajo toneladas de barro volcánico”.
Otro desastre
La tarde del sábado 30 de septiembre de 1995, la fuerte tormenta tropical Mameng (conocida internacionalmente como Sybil) afectó la zona del Luzón. Las intensas precipitaciones que cayeron en el monte Pinatubo ocasionaron graves desastres. Los lahares iniciaron su descenso sepultando todo lo que hallaban a su paso. En cierto lugar, la ruptura de un dique de contención hizo que una zona, que había estado fuera de peligro, quedara expuesta a lahares de hasta seis metros de profundidad. Los hogares de menos de dos pisos quedaron totalmente anegados. La gente subió a las azoteas para salvarse. En la parte más profunda, los lahares arrastraron rocas, vehículos y hasta casas.
Los lahares también pueden provocar inundaciones al desviar el curso de ríos y torrentes. Miles de hogares quedaron bajo el agua, incluso casas de testigos de Jehová y Salones del Reino.
Otros han tenido experiencias más desafortunadas. La persona que cae en la corriente de un lahar o en el lodo reciente de alguno de estos, se hunde y difícilmente consigue escapar. Solo se puede caminar sobre el barro después de varias horas o días. ¿Cómo han logrado escapar? Algunos han permanecido en árboles o techos hasta que el lahar se endurece lo suficiente como para caminar sobre él. Otros se han colgado de cables telefónicos o han caminado sobre ellos, pues los lahares han alcanzado tal altura. Otros más se han arrastrado sobre el barro semiendurecido. Pero algunos no han logrado salvarse. Las autoridades envían helicópteros a las zonas más afectadas para recoger a las personas de las azoteas. (Para más detalles, véase el artículo “Fuimos rescatados de un lahar”, en este mismo número.)
El amor los motiva a brindar ayuda
A los testigos de Jehová les dio mucha alegría saber que, aunque varias casas y algunos Salones del Reino fueron destruidos o quedaron muy dañados, ninguno de sus hermanos había perdido la vida. Está claro que sintieron la necesidad de ayudar a las víctimas de las inundaciones y coladas de barro. Algunos Testigos solo escaparon con la ropa enlodada que traían puesta. ¿Cómo los ayudaron sus compañeros cristianos?
Los ancianos de las congregaciones más cercanas tomaron medidas inmediatas para averiguar si sus hermanos estaban a salvo o necesitaban ayuda para escapar. No fue fácil hacerlo, pues el barro de las coladas todavía estaba blando en varios lugares. Guillermo Tungol, anciano de la Congregación Bacolor, comentó: “Para llegar a los hermanos y brindarles ayuda, tuvimos que caminar sobre el tendido telefónico”. Wilson Uy, ministro de tiempo completo de la misma congregación, añadió: “Por poco no logramos llegar, pues el agua nos llegaba hasta el pecho y la corriente era muy fuerte”. Sin embargo, actuaron con cuidado; de esa manera pudieron enterarse de la situación de los miembros de la congregación y ayudarles en lo posible.
Para la mañana del lunes 2 de octubre, la sucursal de la Sociedad Watch Tower estaba al tanto de las necesidades. ¿Podrían ayudar los 345 trabajadores voluntarios de la sucursal? ¡Por supuesto! Respondieron de inmediato. Para las diez de la mañana, estos trabajadores habían contribuido casi una tonelada de ropa para sus hermanos siniestrados. Ese mismo día se usó una camioneta para llevarles ropa, junto con algunos alimentos y dinero.
En el lapso de unos días, se informó de esa necesidad a las congregaciones de la zona metropolitana de Manila. Pronto se enviaron cinco toneladas más de ropa y otros suministros. Una Testigo japonesa que estaba de visita en Filipinas cuando ocurrió el desastre, acababa de llegar de Hong Kong, donde se había comprado bastante ropa; pero cuando se enteró de las dificultades de sus hermanos cristianos de la zona del Pinatubo, regaló todas las prendas que había comprado y regresó a Japón. Es muy grato observar el amor que manifiestan los verdaderos cristianos a los necesitados, no solo deseando que les vaya bien, sino ‘dándoles las cosas necesarias para su cuerpo’. (Santiago 2:16.)
También es encomiable que los testigos de Jehová no permitan que las calamidades apaguen su celo por las cosas espirituales. Las reuniones cristianas no se interrumpieron, ni siquiera cuando el agua llegaba a los tobillos en el Salón del Reino. Como entendían la importancia de llevar el mensaje bíblico al prójimo, estos cristianos continuaron predicando de casa en casa. Algunos tuvieron que cruzar en medio del agua hasta zonas menos inundadas donde dieron el testimonio. Llevaban una muda de ropa y se cambiaban cuando llegaban a un lugar seco. Así pues, aunque ellos mismos estaban sufriendo, no permitieron que eso les impidiera manifestar interés en los demás.
Sí, las secuelas del Pinatubo han sido peores de lo que algunos imaginaron. Es una historia que se repetirá todavía durante algunos años. Se han adoptado medidas para controlar los lahares, pero en ocasiones eso supera la capacidad humana. Es muy agradable ver que en estas situaciones, los cristianos auténticos aprovechan la oportunidad para demostrar su amor a Dios y al prójimo.
[Nota a pie de página]
a Para más información acerca de la erupción, vea el artículo original “El día que llovió arena” de la revista ¡Despertad! del 8 de febrero de 1992, páginas 15 a 17.
[Ilustración y recuadro de la página 21]
CÓMO AFECTÓ AL MUNDO EL MONTE PINATUBO
¿ES CIERTO que cuando termina una erupción de tanta magnitud como la del monte Pinatubo, allí acaba todo? En absoluto. He aquí algunas de las repercusiones mundiales.
◼ Después de la erupción se observaron puestas de sol de extraordinaria belleza.
◼ A los científicos mexicanos les sorprendió el brillo inusual del eclipse total de Sol del 11 de julio de 1991. ¿A qué se debió? A las partículas de polvo de la erupción del Pinatubo, que dispersaron la luz de la corona más de lo normal.
◼ También se vio afectado el clima. Unos tres meses después de la erupción, se informó que la radiación solar en la ciudad de Tokio (Japón) era un 10% inferior a la normal. La ceniza volcánica bloqueaba parte de la luz del sol. La revista Science News informó un descenso de un grado Celsio en la temperatura promedio de varios lugares del hemisferio norte.
◼ Otra repercusión fue el aumento de la destrucción de la capa de ozono. La combinación del ácido sulfúrico arrojado por la erupción y los compuestos clorados que el hombre ha vertido aceleró la pérdida de ozono. La capa de ozono normalmente obra como escudo atmosférico protegiendo al hombre del cáncer. Poco después de la erupción, el nivel de ozono en la Antártida descendió hasta casi cero, y en el ecuador los niveles bajaron en un 20%.
◼ El hambre y las enfermedades también fueron secuelas. Las personas de las zonas evacuadas tuvieron que vivir temporalmente en refugios, en los que se propagaron rápidamente las enfermedades. Ese revés fue especialmente duro para los aeta, una tribu que se vio obligada a huir a causa de la erupción y a vivir en un ambiente extraño para ellos.
[Ilustración]
Personas evacuadas de las zonas inundadas o azotadas por un lahar
[Ilustraciones de la página 18]
Casa arrastrada por un lahar
Edificios de dos pisos anegados hasta el techo
Los lahares convierten muchas hermosas tierras cultivables en yermos desolados
[Ilustraciones de la página 19]
Arriba: edificio bancario de Bacolor (Papanga) cubierto hasta la mitad por un lahar en marzo de 1995
Abajo: el mismo banco cubierto totalmente por un lahar posterior en septiembre de 1995