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  • “La destrucción de la naturaleza”

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  • “La destrucción de la naturaleza”
  • ¡Despertad! 1997
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¡Despertad! 1997
g97 8/1 págs. 3-4

“La destrucción de la naturaleza”

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN IRLANDA

LA CODICIA representa una amenaza para nuestro hogar, la Tierra, pues mina su potencial de brindarnos el alimento y el cobijo que necesitamos para sobrevivir. Seguramente usted está al tanto de las formas en que la avaricia perjudica al planeta; sin embargo, son pertinentes algunos recordatorios.

El envenenamiento del planeta

Ya en 1962, Rachel Carson publicó el libro Primavera silenciosa, en el que advertía que se estaba envenenando el planeta con pesticidas y desechos tóxicos. La obra The Naked Savage (El salvaje desnudo) dice: “El hombre contaminaba su propio entorno y ensuciaba su propio nido, señales premonitorias de la extinción de las especies”. El ser humano aún envenena la Tierra por codicia. “Para obtener los máximos beneficios en un tiempo mínimo —señala el libro World Hunger: Twelve Myths (Doce falacias sobre el hambre en el mundo)—, los grandes cosecheros están dispuestos a abusar del terreno, del agua y de los productos químicos, sin detenerse a pensar que erosionan el suelo, agotan el agua subterránea y contaminan el ambiente.”

En vez de proteger las valiosísimas pluviselvas, esenciales para la supervivencia de la Tierra, el hombre las destruye a una velocidad inusitada. “De mantenerse el ritmo de explotación actual —afirmaron en 1986 los autores del libro Far From Paradise —The Story of Man’s Impact on the Environment (Lejos del Paraíso: Historia del impacto del hombre en el medio ambiente)—, dentro de cincuenta años las selvas tropicales llenas de vida prácticamente habrán desaparecido.”

Hay pescadores sin escrúpulos que emplean dinamita y venenos químicos para capturar peces cerca de los arrecifes coralinos, denominados “homólogos marinos de las pluviselvas tropicales” por su abundancia de formas de vida. Estos bárbaros métodos de pesca, unidos a la contaminación química desconsiderada, han “perjudicado gravemente” a buena parte de los corales vivos. (The Toronto Star.)

“Somos nuestra propia plaga”

Sir Shridath Ramphal, presidente de la UICN-Unión Mundial para la Conservación entre 1991 y 1993, cataloga de “destrucción de la naturaleza” a la mala gestión de los recursos de la Tierra. ¿Cuánta gravedad reviste la situación? Ramphal menciona el siguiente ejemplo: “La mayoría de los ríos de la India son poco más que cloacas descubiertas que arrastran al mar desechos sin depurar de las zonas urbanas y rurales”. ¿A qué conclusión llega el citado autor? “Somos nuestra propia plaga.”

Aunque la historia lleva siglos marcada por la codicia, la amenaza a la supervivencia planetaria es hoy más grave que nunca. ¿Por qué? Porque la destructividad del hombre es muchísimo mayor. “Solo desde hace medio siglo —señala el libro Far From Paradise— tenemos los medios químicos y mecánicos precisos para exterminar a los demás seres vivos del planeta. [...] El Homo sapiens [hombre sabio, en latín], como se autodenomina el ser humano en su soberbia, posee un poder casi absoluto y se ha descontrolado por completo.” Hace poco, la organización ecologista Greenpeace realizó una grave denuncia: “El hombre moderno ha hecho del Paraíso [de la Tierra] un vertedero [...] y ahora está como un niño bruto [...] al borde de [...] la aniquilación de este oasis de vida”.

Pero la codicia no solo pone en peligro el planeta a largo plazo. También compromete la dicha y la seguridad inmediatas de usted y de su familia. ¿Cómo? Veámoslo en el artículo siguiente.

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