La fauna que desaparece del planeta
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN AUSTRALIA
¿LE GUSTARÍA ver y oír animales salvajes de carne y hueso, como un tigre, una ballena o un gorila? ¿O tener en brazos a un koala? ¿Y sentir que la tierra retumba al paso de manadas migratorias en apariencia inacabables? Lamentablemente, puede que muchas personas jamás disfruten de aventuras como estas, a menos que cataloguemos de aventuras los museos, los libros y las pantallas de las computadoras. ¿Por qué?
Porque al tiempo que usted lee este artículo, miles de especies vegetales y animales se encaminan inexorablemente a la extinción. Según el doctor Edward O. Wilson, biólogo de la Universidad de Harvard, se pierden 27.000 especies cada año, lo que representa tres por hora. De mantenerse este ritmo, al cabo de treinta años pudiera haber desaparecido hasta el 20% de las especies del planeta. Pero en vez de ser constante, el índice de extinción va en alza. Se cree que para principios del próximo siglo se perderán centenares de especies cada día.
Al borde de la extinción se halla el rinoceronte negro africano, cuyos ejemplares han disminuido drásticamente de 65.000 a 2.500 en menos de veinte años a causa de la caza furtiva. En cuanto a los orangutanes, quedan menos de cinco mil en las menguantes junglas de Borneo y Sumatra. El azote también ha caído sobre las aguas del planeta, afectando, entre otras víctimas, al grácil delfín lacustre chino del río Yangtse. La contaminación y la pesca indiscriminada han reducido su población a un centenar escaso, que pudiera desaparecer en tan solo un decenio.
“Aunque los científicos de diversas disciplinas discrepen en muchos puntos —señala Linda Koebner en la obra Zoo Book—, en lo que respecta a la urgencia de salvar las especies y la salud biológica del planeta están unánimes: los próximos cincuenta años revisten una importancia trascendental.”
¿De quién es la culpa?
El crecimiento de la población humana ha acelerado el ritmo de extinción; sin embargo, no puede culparse exclusivamente a la presión demográfica. Muchas criaturas, como la paloma migratoria o viajera, el moa, el alca gigante y el tilacino, por citar unas cuantas, se eliminaron mucho antes de que la explosión demográfica constituyese en sí misma una amenaza. El doctor J. D. Kelly, director del Consejo de Administración de Parques Zoológicos de Nueva Gales del Sur (Australia), hace este comentario sobre el historial del país: “La pérdida de biodiversidad desde el inicio de la colonización en 1788 constituye una vergüenza nacional”. Este comentario, que encajaría a la perfección en otros muchos países, es además indicativo de las causas más siniestras de la extinción: la ignorancia y la codicia.
Ante el problema mundial de las extinciones, se han lanzado al rescate de la fauna asediada nuevos e inusitados aliados: los zoológicos. En número creciente, estos enclaves urbanos se convierten en el último refugio de muchas especies. Sin embargo, tienen que lidiar con las limitaciones de espacio, así como con las dificultades, incluidas las económicas, de cuidar animales salvajes. Por otro lado, se cuestiona que sea ético tenerlos encerrados, aunque reciban buen trato. Además, una vez en el zoológico, quedan a expensas de la generosidad del hombre y sus endebles y cambiantes sistemas políticos y económicos. Por lo tanto, ¿hasta qué punto están seguros estos animales refugiados?
[Recuadro de la página 3]
¿Es natural la extinción?
“¿No forma parte del orden biológico la extinción? No, al menos no con la intensidad de los últimos años. Durante la mayor parte de los pasados tres siglos, el índice de extinción de especies fue de una por año. En la actualidad la cantidad de especies desaparecidas por culpa del hombre es como poco mil veces mayor. [...] La causa de esta rápida aceleración en el índice de extinciones es la actividad humana.” (The New York Public Library Desk Reference.)
“Me he quedado fascinado con muchas criaturas extraordinarias que han desaparecido, y a menudo me ha entristecido e incluso indignado su desaparición, pues en casi todos los casos ha sido el hombre, por codicia, crueldad, descuido o indiferencia, quien ha ocasionado directa o indirectamente las extinciones.” (David Day, The Doomsday Book of Animals.)
“La actuación del hombre provoca la extinción de especies antes de que se cataloguen.” (Biological Conservation.)