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  • “Los tigres de la especie humana”
  • Cómo sobrevivieron al principio
  • ¿Quiénes fueron los primeros en arrancar cueros cabelludos?
  • ¿Estaba la solución en las reservas?
  • ¿Qué problemas afrontan hoy?
  • El progreso económico de los apaches
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¿Qué les sucedió a los apaches?

¿DE QUIÉN se dijo que “facciones más crueles jamás se habían cincelado”? ¿Quién fue al mismo tiempo famoso por su sobresaliente valor y determinación? El caudillo apache que más tardó en rendirse al ejército estadounidense. Vivió hasta la edad aproximada de 80 años, y murió en 1909, en Oklahoma (E.U.A.), supuestamente convertido a la fe cristiana de la Iglesia Reformada Holandesa. Se llamaba Goyathlay (pronunciado Goyahkla), aunque se le conoce más por el nombre de Jerónimo, el último de los grandes jefes apaches.

Parece que empezó a llamársele Jerónimo cuando los asustados soldados mexicanos clamaron a “san” Jerónimo al ver que Goyathlay los atacaba. Para el año 1850, un grupo militar mexicano dio muerte a veinticinco mujeres y niños apaches que se encontraban acampados a las afueras de Janos (México). Entre ellos estaban la madre de Jerónimo, su joven esposa y sus tres hijos. Dicen que “Jerónimo odió a todos los mexicanos por el resto de su vida”. Su ansia de venganza lo convirtió en uno de los jefes apaches más temidos.

Ahora bien, ¿qué sabemos de los indios apaches, representados tantas veces como los malos de las películas de Hollywood? ¿Existen todavía? En caso afirmativo, ¿cómo viven, y qué futuro afrontan?

“Los tigres de la especie humana”

Los apaches (su nombre por lo visto procede del término zuñi apachu, que significa “enemigo”) tenían la reputación de ser guerreros intrépidos e ingeniosos. El general George Crook, famoso por sus combates contra los indios en el siglo XIX, llamó a los apaches “los tigres de la especie humana”. Aunque una autoridad en la materia dice que “desde 1500, la población de todas las tribus apaches en conjunto nunca superó las 6.000 personas”, tan solo unas decenas de guerreros eran capaces de mantener ocupado a todo un ejército enemigo en una guerrilla.

No obstante, según fuentes apaches, “en contraste con las ideas populares concebidas por los españoles, mexicanos y estadounidenses, los apaches no éramos unos salvajes belicosos y sedientos de sangre. Atacábamos para conseguir comida solo en épocas de escasez. Las guerras que peleábamos no eran acciones fortuitas, normalmente eran campañas bien planificadas para vengarnos de las injusticias que se habían cometido contra nosotros”. ¡Y cuántas de esas injusticias se cometieron!

En el Centro Cultural Apache de San Carlos, en Peridot (Arizona, E.U.A.), puede leerse una explicación de la historia apache narrada desde su punto de vista: “La llegada de personas ajenas a la región trajo hostilidades y cambios. A los recién llegados no les importaban nuestros vínculos aborígenes con la tierra. Para proteger nuestras tradiciones y cultura, nuestros antepasados pelearon y ganaron muchas batallas contra los soldados y civiles de España, México y Estados Unidos. Pero abrumados por el enemigo que les excedía en número y por la tecnología moderna, nuestros abuelos y bisabuelos se vieron obligados a aceptar finalmente las demandas del gobierno de Estados Unidos. Nos vimos obligados a dejar de vivir libres como el viento y a vivir en reservas”. La expresión ‘obligados a vivir en reservas’ inspira una profunda compasión por los aproximadamente quinientos mil seres humanos que viven en reservas (de los más de dos millones de amerindios) pertenecientes a las 554 tribus de Estados Unidos y a las 633 bandas de Canadá. El número de apaches asciende a unos cincuenta mil.a

Cómo sobrevivieron al principio

Casi todos los expertos en historia primitiva de los amerindios aceptan la teoría de que las tribus originales llegaron de Asia a través del estrecho de Bering, y poco a poco se fueron dispersando hacia el sur y el este. Los lingüistas relacionan la lengua apache con la de los pueblos atapascos de Alaska y Canadá. Thomas Mails escribe: “Según los cálculos actuales, se sitúa su llegada al sudoeste estadounidense entre el año 1000 y el 1500 d.C. En cuanto a la ruta exacta que siguieron y el paso de su migración, los antropólogos todavía no se han puesto de acuerdo” (The People Called Apache [El pueblo llamado apache]).

A fin de sobrevivir, los apaches al principio organizaban partidas incursoras contra sus vecinos españoles y mexicanos. Thomas Mails escribe: “Dichas incursiones se produjeron durante casi doscientos años, desde alrededor de 1690 hasta cerca de 1870. Y no es extraño, pues México resultó ser una verdadera cornucopia de provisiones necesarias”.

¿Quiénes fueron los primeros en arrancar cueros cabelludos?

Debido a los constantes conflictos entre México y la nación apache, el gobierno sonorense mexicano “volvió a utilizar el viejo método español” de ofrecer recompensas a cambio de cueros cabelludos. Esta no fue una innovación exclusiva de los españoles, pues los británicos y los franceses ya habían seguido dicha costumbre en el pasado.

Los mexicanos arrancaban cueros cabelludos para cobrar una recompensa monetaria, y a veces no les importaba si el cuero cabelludo era de un apache o no. A este respecto, en 1835 se promulgó una ley en México que ofrecía 100 pesos por cada cuero cabelludo de un guerrero. Dos años después se incluyó la recompensa de ¡50 pesos por el cuero cabelludo de una mujer, y 25 por el de un niño! En su libro The Conquest of Apacheria (La conquista de las tierras apaches), Dan Thrapp escribe: “Se trataba en realidad de una táctica de exterminio, prueba de que las raíces del genocidio están muy extendidas y de que no fue un invento moderno de una sola nación”. Y a continuación afirma: “Los apaches mismos no arrancaban cueros cabelludos”. No obstante, Mails dice que los chiricahuas sí lo hacían a veces, pero no a menudo, “por su temor a la muerte y a los espíritus”. Y añade: “Solo arrancaban cueros cabelludos como represalia después que los mexicanos habían empezado la táctica”.

Thrapp explica que los mineros “solían unirse [...] e iban a la caza de los indios. Cuando lograban atraparlos, mataban hasta el último hombre y, a veces también hasta la última mujer y el último niño. Como es natural, los indios hacían lo mismo a los blancos y a otras tribus”.

La guerra contra los apaches llegó a un punto en que al estado de Arizona le salía rentable, comenta Charles Lummis, pues “para mantener las guerras contra los apaches, el Ministerio de Guerra tenía que desembolsar anualmente más de dos millones de dólares dentro de las fronteras de Arizona”. Thrapp admite: “Había personas poderosas y sin escrúpulos que no querían la paz con los apaches, pues cuando esta se alcanzara, la corriente de fondos para fines militares dejaría de recibirse”.

¿Estaba la solución en las reservas?

Los constantes enfrentamientos entre los invasores —los pobladores blancos— y los residentes apaches llevaron al gobierno federal a optar por la solución de recluir a los indios en reservas, las cuales a menudo no eran más que inhóspitas extensiones de tierra donde se esperaba que sobrevivieran. En 1871 y 1872 se establecieron reservas para los apaches.

Los chiricahuas tuvieron su propia reserva desde 1872 hasta 1876. Pero estos apaches de vida nómada, que gustaban de recorrer libremente las tierras, se sentían confinados. Si bien disponían de 1.107.225 hectáreas para una población de entre cuatrocientas y seiscientas personas, aquel territorio mayormente árido no les dejaba suficiente espacio para obtener alimento cazando y recolectando. A fin de que no murieran de hambre, el gobierno tuvo que suministrarles víveres cada quince días.

Aun así, los pobladores blancos opinaban que tener una reserva chiricahua separada representaba un desperdicio de tierra, y que había que concentrar a todos los apaches en una sola reserva. La animadversión de los blancos aumentó tras la muerte del respetado jefe Cochise en 1874. Necesitaban una excusa para expulsar de la reserva a los chiricahuas. ¿Qué sucedió? “En 1876 el pretexto se presentó por sí solo. Dos chiricahuas mataron a dos traficantes de whisky por negarse a vender más [whisky]. En lugar de arrestar a los sospechosos, se presentó el agente [del gobierno] al cargo de la reserva de San Carlos, acompañado de hombres armados, y escoltó a [la tribu] chiricahua hasta San Carlos. La reserva chiricahua quedó cerrada.”

De todas formas, los indios todavía tenían permiso para moverse libremente fuera de los límites de la reserva. A los pobladores blancos no les agradaba aquello. “En respuesta a las demandas de los pobladores, el gobierno trasladó a los apaches san Carlos, los montaña blanca, los cibecues y los tontos, así como a las numerosas bandas de chiricahuas, a la reserva de San Carlos.” (Creation’s Journey—Native American Identity and Belief [El camino de la creación. Identidad y creencias de los amerindios].)

En cierto momento hubo miles de yavapais, chiricahuas y apaches occidentales detenidos en la reserva, lo que produjo tensiones y sospechas, pues estas tribus eran enemigas de mucho tiempo. ¿Cómo reaccionaron a las restricciones de la reserva? La respuesta apache es: “Privados de nuestra forma de vida tradicional, sufrimos carencias en sentido físico, emocional y espiritual. Nos habían arrebatado la libertad”.

Pero un grupo de chiricahuas conducido por el famoso jefe guerrero Jerónimo huyó de la reserva en 1885 y escapó a México. El general Nelson Miles los persiguió con casi cinco mil soldados y cuatrocientos exploradores apaches, todos ellos tratando de encontrar a un grupo que, para entonces, contaba con solo dieciséis guerreros, doce mujeres y seis niños.

Finalmente, el 4 de septiembre de 1886, Jerónimo se rindió. Sus intenciones eran regresar a la reserva de San Carlos, pero estas no se realizaron. Se le dijo que todos los apaches de aquella reserva habían sido enviados como prisioneros hacia el este, a Florida, adonde él también iría. Su respuesta, en la lengua apache, fue: “Łahn dádzaayú nahikai łeh niʹ nyelíí k’ehge”, que significa: “Antes nos movíamos como el viento”. El orgulloso y astuto Jerónimo, ahora prisionero, ya no podría volver a moverse libre como el viento.

Con el tiempo se le permitió trasladarse hacia el oeste, hasta Fort Sill (Oklahoma), donde murió en el año 1909. Como tantos otros caudillos amerindios, este jefe apache tuvo que someterse a las agobiantes condiciones de vida que reinaban en las prisiones y reservas.

¿Qué problemas afrontan hoy?

Los apaches ocupan varias reservas de Arizona y Nuevo México. ¡Despertad! visitó la reserva de San Carlos y entrevistó a varios caudillos apaches. A continuación se narran algunos pormenores de aquella visita.

Poco después de entrar en la reserva en un día cálido y seco del mes de mayo, Harrison Talgo y su esposa nos recibieron hospitalariamente. Este es un hombre de unos dos metros de altura y poblado bigote, que se expresa muy bien y ocupa el cargo de concejal de la tribu en San Carlos. Le preguntamos: “¿Cuáles son algunos de los problemas que afectan hoy día a los apaches?”.

“Estamos perdiendo nuestros valores tradicionales. La televisión ha ejercido una gran influencia negativa, especialmente en los jóvenes. Un ejemplo de ello es que estos ya no aprenden nuestra lengua. Otro problema importante es el desempleo, que en algunas zonas alcanza tasas del 60%. Es verdad que tenemos los casinos de juego, pero no ofrecen puestos de trabajo a muchos de nuestro pueblo. Y la otra cara de la moneda es que muchos de los nuestros van allí y se juegan sus cheques de subsidio general, los cuales representan el dinero para el alquiler y la comida.”

Cuando le preguntamos por los problemas de salud que hay en la tribu, Harrison no dudó en responder. “La diabetes —dijo—. Más del veinte por ciento de nuestro pueblo es diabético. En algunas zonas la cifra es de más del cincuenta por ciento.” Luego admitió que otro problema importante que tienen es la plaga que introdujo el hombre blanco hace más de cien años: el alcohol. “Las drogas también afectan a nuestro pueblo.” Vimos letreros en las carreteras de la reserva que daban testimonio elocuente de estos problemas. Algunos decían: “Déjese dominar por la sobriedad. No tome drogas” y “Conserve nuestra tierra. Conserve nuestra salud. No destroce nuestras riquezas”.

Preguntamos si el sida había afectado a la tribu. Con evidente indignación, respondió: “El peligro está en la homosexualidad. Se está introduciendo en la reserva. La televisión y los vicios del hombre blanco están debilitando a algunos de nuestros jóvenes apaches”.

A la pregunta de si las cosas habían cambiado mucho en la reserva durante los últimos años, Harrison contestó: “Según el orden de prioridades e influencias de los años cincuenta, en primer lugar estaba la religión; en segundo, la familia; en tercero, la educación; en cuarto, la presión de los coetáneos, y por último estaba la televisión. Hoy día, el orden está invertido, pues la televisión constituye la influencia predominante. La segunda influencia más poderosa es la presión de los coetáneos, la presión de abandonar las costumbres apaches y seguir el estilo de vida tradicional norteamericano. La educación sigue ocupando el tercer lugar, y muchos apaches están aprovechando las oportunidades de cursar estudios superiores, así como el mayor número de escuelas y centros de enseñanza secundaria que hay en las reservas”.

“¿Qué influencia ejerce la familia?”, le preguntamos.

“Lamentablemente, la familia está relegada al cuarto lugar, y la religión ocupa el último, tanto si se trata de nuestra religión tradicional como de las religiones del hombre blanco.”

“¿Qué opinan ustedes de las religiones de la cristiandad?”

“No nos gusta que las iglesias traten de convertir a nuestro pueblo y hacer que dejen las creencias tradicionales.b Los luteranos y los católicos han tenido misiones aquí por más de cien años. También hay grupos pentecostales que tienen cierto atractivo emocional.

”Tenemos que recuperar nuestra identidad cultural por medio de la familia, y hemos de volver a utilizar la lengua apache. Actualmente se está perdiendo.”

El progreso económico de los apaches

Visitamos a otro funcionario apache que nos habló, lleno de confianza, de las perspectivas económicas que existen para la reserva de San Carlos. Pero explicó que no era fácil lograr que se inviertan grandes cantidades de dinero en proyectos de la reserva. De todas formas, hay un buen indicio: un acuerdo con una importante compañía telefónica para formar la Compañía de Telecomunicaciones Apache de San Carlos. Esta será financiada por la Asociación Económica Rural, y creará más puestos de trabajo para empleados apaches; además, expandirá y mejorará el deficiente sistema telefónico que actualmente posee la reserva.

Ese mismo funcionario también nos habló con orgullo del centro de diálisis que pronto se instalará en el hospital de la reserva, y que ofrecerá mejor atención médica y más de cerca. Luego nos mostró los planos para la renovación del centro comercial de San Carlos, cuyas obras deberían iniciarse pronto. Se mostró optimista respecto al futuro, pero enfatizó que la base de todo está en la educación. ‘La educación implica mejores salarios, y estos conducen a un mejor nivel de vida.’

Las mujeres apaches son famosas por su habilidad en el arte de la cestería. Una guía turística dice que “la caza, la pesca, la ganadería, la explotación forestal, la minería, las actividades recreativas al aire libre y el turismo” son factores importantes de la economía local.

Los apaches tratan de mantenerse al paso del mundo exterior, a pesar de las pocas probabilidades que tienen de conseguirlo. Al igual que tantas otras personas, ellos quieren justicia, respeto y una vida decente.

Cuando haya verdadera justicia

Los testigos de Jehová visitan a los apaches para hablarles del nuevo mundo que Jehová Dios ha prometido para esta Tierra, tan hermosamente descrito en el libro bíblico de Isaías: “Porque, ¡miren!, voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón. Y ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No se afanarán para nada” (Isaías 65:17, 21, 23; 2 Pedro 3:13; Revelación [Apocalipsis] 21:1-4).

Se acerca el día en que Jehová Dios eliminará del mundo todo vestigio de egoísmo y corrupción, así como los abusos que se cometen contra el planeta (véanse Mateo, capítulo 24; Marcos, capítulo 13; Lucas, capítulo 21). Personas de todas las naciones, incluidas las amerindias, pueden bendecirse ahora acudiendo al Dios verdadero, Jehová, por medio de Cristo Jesús (Génesis 22:17, 18). Los testigos de Jehová ofrecen educación bíblica gratuita a todas las personas mansas que deseen heredar una Tierra restaurada y estén dispuestas a obedecer a Dios (Salmo 37:11, 19).

[Notas]

a Los apaches están divididos en diversos subgrupos tribales como son los apaches occidentales, entre quienes se cuentan los tontos septentrionales y meridionales, los mimbreños y los coyoteros. Los apaches orientales engloban a los chiricahuas, los mescaleros, los jicarillas, los lipán y los kiowas. Otras divisiones son los apaches montaña blanca y los san Carlos. Hoy día, estas tribus viven mayormente en el sudeste de Arizona y en Nuevo México (véase el mapa de la página 15).

b En un número futuro de ¡Despertad! se hablará de las creencias y la religión de los amerindios.

[Mapa de la página 15]

NORTEAMÉRICA

Zona ampliada a la derecha

Reservas apaches

ARIZONA

NUEVO MÉXICO

Jicarillas

Montaña blanca (Fort Apache)

San Carlos

Mescaleros

[Reconocimiento]

Mountain High Maps® Copyright ©1997 Digital Wisdom, Inc.

[Ilustración de la página 13]

Jerónimo

[Reconocimiento]

Cortesía de Arizona Historical Society/Tucson, AHS#78167

[Ilustración de la página 16]

Harrison Talgo, concejal de la tribu

[Ilustraciones de la página 17]

El jefe Cochise fue enterrado en su reducto chiricahua

Antenas parabólicas introducen la televisión en la reserva

[Ilustración de la página 18]

En los entierros apaches, los familiares colocan piedras alrededor de la tumba. Las cintas ondeando al viento representan los cuatro puntos cardinales

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