La amarga derrota de Jerjes
De nuestro corresponsal en Grecia
AL VIAJERO que desconozca la historia de la zona le invadirá la curiosidad ante las fuentes termales y las emanaciones de gases sulfurosos. Tal vez le sorprenda aprender que la llanura litoral —que en este punto recibe el nombre de las Termópilas (Puertas Calientes)— fue antaño una franja de terreno casi intransitable. Pero quizás se asombre más al aprender que allí, como en la isla de Salamina, situada más al sur, existen pruebas concretas de la extraordinaria exactitud de las profecías bíblicas.
En efecto, los detalles de ciertas predicciones bíblicas del libro de Daniel ligadas a estos lugares resultan impresionantes, sin duda, cuando examinamos en retrospectiva su cumplimiento. Estos vaticinios constituyen pruebas convincentes de que la Biblia es la Palabra de Dios. En el capítulo 11 de Daniel hallamos un ejemplo destacado. Daniel recibió aquella información profética “en el primer año de Darío el medo”, en torno al año 538 antes de nuestra era (Daniel 11:1). Pero el cumplimiento de tales revelaciones se extendió a lo largo de muchos siglos.
Daniel 11:2 predijo lo siguiente acerca de un soberano persa: “¡Mira! Todavía habrá tres reyes que se pondrán de pie por Persia, y el cuarto acumulará más grandes riquezas que todos los demás. Y tan pronto como se haya hecho fuerte en sus riquezas, levantará todo contra el reino de Grecia”.
El ‘cuarto rey’, que sucedió a Ciro II, Cambises II y Darío I, fue Jerjes I, quien muy probablemente corresponda al Asuero del que habla la Biblia en el libro de Ester. Ahora bien, ¿‘levantó él todo contra el reino de Grecia’? Si así fue, ¿con qué resultados?
Jerjes, decidido conquistador
Jerjes tuvo que afrontar las secuelas de la derrota sufrida por los ejércitos de su padre, Darío, en la batalla de Maratón.a Pasó los primeros años de su reinado sofocando insurrecciones en su imperio y haciéndose “fuerte en sus riquezas”.
No obstante, espoleado por sus ambiciosos cortesanos, acariciaba la idea de conquistar Grecia. Así pues, en el año 484 antes de nuestra era comenzó a formar, con soldados de todos los estados y satrapías de sus dominios, un ejército que, según dicen, fue de los mayores que ha marchado sobre la faz de la Tierra. Según el historiador griego Heródoto, hubo un increíble total de 2.317.610 combatientes en sus fuerzas terrestres y navales.b
Entretanto, los griegos iniciaron los preparativos a su manera. Aunque eran un pueblo marinero, carecían de poderío naval. Pero al afrontar el riesgo de ser masacrados por los persas y al haberles indicado un vaticinio del oráculo de Delfos que se defendieran con un “muro de madera”, Atenas emprendió la construcción de su armada.
Temístocles, ilustre político ateniense, persuadió a la Asamblea a utilizar todos los beneficios obtenidos en las minas estatales de Laureo, donde existía un rico yacimiento de plata, para la construcción de una flota de 200 trirremes. Tras cierta vacilación inicial, Esparta capitaneó la formación de la Liga Helénica, integrada por unas treinta ciudades estado.
Entretanto, Jerjes realizaba la ardua tarea de trasladar sus fuerzas de ataque a Europa. Los víveres debían proporcionárselos las ciudades por donde pasara, lo que suponía el gasto de 400 talentos de oro tan solo para que el ejército tuviera una comida al día. Meses antes había despachado heraldos a fin de que se prepararan cereales, reses y aves para la mesa real. Solo Jerjes disponía de su tienda de campaña; los demás dormían al raso.
La enorme hueste tenía que cruzar primero de Asia a Europa por el estrecho del Helesponto (en la actualidad, los Dardanelos). Con este fin, se construyeron dos puentes sustentados en barcos. Al hundirse durante una tormenta, Jerjes montó en cólera y mandó propinar 300 latigazos a las aguas del Helesponto, marcarlas con hierros candentes y echarles grilletes, así como decapitar a los ingenieros. Cuando se tendieron allí otros dos puentes, hizo falta una semana entera para que cruzaran todas las tropas.
Las Termópilas: franja litoral casi infranqueable
Hacia mediados del año 480 antes de nuestra era, el ejército imperial de Persia, acompañado de la flota, descendió por la costa de Tesalia. Las fuerzas aliadas griegas se habían decidido finalmente a apostarse en las Termópilas, que en aquel tiempo eran una estrecha franja de tierra donde los montes se precipitaban abruptamente hasta unos 15 metros de la playa.c
Para atravesar esta franja, los persas tendrían que marchar en una columna tan estrecha que podría ser repelida por un batallón de aguerridos soldados. En los desfiladeros cercanos a las Termópilas se situó una avanzadilla de 7.000 griegos, a las órdenes del rey Leónidas de Esparta, mientras que, cerca de las costas de Artemision, los 270 navíos de la armada griega jugaban al gato y el ratón con la flota persa.
Jerjes llegó a las Termópilas a principios de agosto, confiado en que su enorme hueste infligiría una derrota aplastante a los griegos. Cuando estos no se retiraron, trató de expulsarlos lanzando contra ellos a los medos y los cisios, que sufrieron grandes pérdidas; otro tanto ocurrió cuando envió a los Inmortales (tropas de elite), dirigidos por el sátrapa Hidarnes.
Efialtes, toda una pesadilla
Justo cuando parecía refrenado el invasor, Efialtes (en griego, “pesadilla”), avaro campesino tesalio, se ofreció a los persas para llevarlos por las montañas hasta la retaguardia del ejército griego. A la mañana siguiente, se dispusieron a atacar a los griegos por detrás con una maniobra envolvente. Al percatarse los espartanos de que les esperaba la derrota, se defendieron con furor, mientras muchos de sus atacantes, que peleaban obligados por el látigo, perecían pisoteados o ahogados en el mar. Finalmente, cayeron el rey Leónidas y todos los que lo acompañaban, un millar de combatientes. Hidarnes había vencido a la retaguardia espartana.
El ejército y los remanentes de la flota de Persia forzaron a los atenienses a retroceder a su territorio. Jerjes penetró en el Ática, saqueando e incendiando cuanto encontró en su camino. Los atenienses evacuaron su población a la cercana isla de Salamina, y la flota griega fondeó entre esta isla y Atenas, cuya acrópolis tardó dos semanas en caer; todos sus defensores terminaron asesinados y los santuarios destruidos, incendiados y saqueados.
Salamina: el “muro de madera” en acción
Cerca de las Termópilas, los navíos griegos ya se habían batido con la flota persa en reñidos combates nada decisivos. La retirada de las fuerzas terrestres indujo a la armada griega a replegarse hacia el sur para reunirse en la bahía de Salamina. Allí trazó Temístocles su plan estratégico.
Era consciente de que los 300 barcos fenicios que integraban el núcleo de la flota persa, pese a tener mayor tamaño, superaban en maniobrabilidad a sus robustos trirremes. Además, unos trescientos ochenta navíos griegos se enfrentaban, con marinos menos experimentados que los persas, a unas mil doscientas embarcaciones. Ahora bien, dado que el estrecho existente entre Salamina y la costa del Ática era angosto —al grado de solo permitir el paso en columnas de 50 barcos—, si los griegos conseguían inducir al enemigo a entrar en este embudo natural, este no podría beneficiarse de su superior fuerza numérica ni su mayor capacidad de maniobra. Cuentan que Temístocles precipitó el combate enviando un mensaje falso a Jerjes en el que se le inducía a atacar para que no pudiese huir la flota griega.
Y así aconteció. Los navíos persas, aprestados para el combate, con sus filas de remeros y sus fuerzas de lanceros y arqueros, rodearon la península del Ática y se dirigieron hacia el estrecho. Jerjes, seguro del triunfo, había dispuesto su trono en un monte para contemplar cómodamente la batalla.
La amarga derrota
A los persas les invadió una gran confusión cuando se vieron apiñados en el estrecho. De repente, al sonar una trompeta desde lo alto de Salamina, irrumpieron las formaciones de barcos griegos. Los trirremes embistieron contra las naves persas, rompiéndoles los cascos y lanzándolas unas contra otras. Los soldados griegos abordaron espada en mano los maltrechos barcos enemigos.
Las arenas del litoral ático quedaron sembradas de maderas rotas y cadáveres destrozados. Ante tal catástrofe, Jerjes reunió sus navíos restantes y regresó a su país. Aquel año no proseguiría con su campaña, si bien dejó un ejército considerable para que pasara allí el invierno bajo la dirección de su cuñado Mardonio.
Para los estudiantes aplicados de la Biblia, la derrota de Salamina constituye una indicación, presentada con muchos años de adelanto, de la supremacía que adquiriría el “macho cabrío” griego de la profecía de Daniel sobre el ‘carnero de dos cuernos’ medopersa (Daniel 8:5-8). Lo que es más importante, las profecías bíblicas garantizan a los siervos de Dios que la vana lucha del hombre por el dominio terminará finalmente gracias a la intervención del gobierno del Rey Jesucristo (Isaías 9:6; Daniel 2:44).
[Notas]
a Para más detalles, véase “Maratón: la batalla que humilló a una potencia mundial”, en ¡Despertad! del 8 de mayo de 1995.
b Como en tantas batallas de la antigüedad, se discuten las cifras de la milicia persa. El historiador Will Durant ofrece una cifra que se aproxima a los cálculos de Heródoto, mientras que otras obras de consulta optan por cantidades que oscilan entre 250.000 y 400.000 efectivos.
c Los depósitos aluviales han modificado el litoral, que ahora es una llanura amplia de marismas cuya anchura va de dos kilómetros y medio a casi cinco kilómetros.
[Ilustración y recuadro de la página 25]
El trirreme: navío destructivo
Durante el siglo V antes de nuestra era, la fuerza naval que sustentó el dominio ateniense en el Egeo fue el trirreme, velero alargado que utilizaba los remos durante los combates navales. Aunque esta galera transportaba un pequeño grupo de soldados, no perseguía tanto abordar los barcos enemigos como inutilizarlos, para lo cual se valía de la acometida de un ariete, recubierto de metal e impulsado por 170 remeros.
[Reconocimiento]
Museo Marítimo Helénico/foto: P. Stolis
[Mapa de la página 26]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Fuerzas de combate de Jerjes
Tesalia
Artemision
Termópilas
Ática
Salamina
Maratón
Atenas
Laureo
Esparta
Helesponto
[Reconocimiento]
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