Cincuenta años decorando porcelana
Relatado por Alfred Lippert
MI MADRE deseaba que fuera carpintero. Pero mi maestro habló con ella repetidas veces para que me consiguiera una plaza en el taller de porcelana artesanal situado cerca de casa, en Meissen (Alemania). ¿Por qué fue tan insistente? Se había percatado de que yo poseía el don de dibujar. Aunque quiero a mi madre, me alegro de que el profesor se saliera con la suya. Así, con 14 años, me puse a aprender el arte de pintar algunas de las más bellas porcelanas hechas a mano del mundo.
En Meissen se elaboran porcelanas desde hace casi trescientos años. En 1710 se estableció aquí la primera fábrica europea de verdadera porcelana. Unos treinta años después, la empresa fundó una escuela para instruir a jóvenes aprendices en el arte de la decoración de porcelanas. Esta escuela, dirigida en la actualidad por la Porzellan-Manufaktur Meissen, fue testigo de mis primeros trazos temerosos como decorador de porcelanas.
Allí también aprendí las refinadas técnicas de esbozar y pintar flores, árboles, pájaros y otros animales. Este curso puso los cimientos de lo que sería mi futuro trabajo.
¿Antes o después del vidriado?
La porcelana es un cuerpo cerámico translúcido que puede decorarse fundamentalmente de dos maneras. Una de ellas es antes de aplicar el vidriado. Sin embargo, como la porcelana que no ha recibido este tratamiento es porosa y absorbe el color, hace falta gran concentración, puesto que la mayoría de los errores son incorregibles. La otra manera consiste en decorar el objeto una vez vidriado. Yo me especialicé en pintar adornos florales empleando este segundo método. El trabajo no solo abarcaba la coloración, sino el dibujo de un ramo de flores distinto para cada pieza. De modo que el decorador, una vez que ha aprendido a concentrarse, ejercita su imaginación para crear bellos motivos.
Por fin, después de pintar adornos florales durante unos años pasé a la categoría más difícil: la de pintar animales. El curso que había tomado sobre este tipo de decoración me fue muy útil en esta etapa.
Un reto muy atractivo
Pintar peces, pájaros y demás animales representa todo un reto lleno de atractivos, ya que se espera que cada criatura dé la sensación de estar viva, y no estática como las flores o los árboles. El artista ha de tener conocimientos de la anatomía y los hábitos de los animales que pinta. Por ejemplo, muchas de las escenas que recreo contienen animales de caza, entre ellos ciervos con su enorme cornamenta.
Cuando se trata de conocer la fauna, no hay nada mejor que la observación personal. Hace unos años decidí pintar una serie de dibujos de peces, de modo que compré un acuario y lo llené de toda clase de peces. Mi esposa y yo nos sentábamos frente a la pecera durante horas, observando los movimientos y costumbres de cada tipo de pez. Me puse a pintar sólo después de haberme familiarizado con ellos.
¿Qué se necesita para ser un buen decorador?
Mis amigos a veces me preguntan qué se necesita para ser un buen decorador de porcelana. Desde luego es imprescindible poseer talento artístico, ser observador y contar con buen pulso. Pero para triunfar, el artista, además, debe tener la actitud correcta hacia sí mismo, su obra y el prójimo. El buen decorador es un artesano que se esfuerza constantemente por mejorar su técnica. Es consciente de que o la usa, o la pierde. Nunca deja de aprender, ya que escucha lo que dicen los demás y acepta sus consejos.
Un último detalle: el artista experimentado es sensible a los deseos de la clientela. La persona que compra porcelana artesanal no quiere una figura corriente para tenerla una temporada y luego tirarla a la basura y comprar otra. Lo que el cliente desea es un objeto de arte, un artículo de valor cultural, que capte la atención, que conmueva, que enriquezca su vida. El decorador se complace en satisfacer esos deseos.
La decoración de porcelanas lleva a la fe en Dios
Mi oficio de decorador me dio el impulso para analizar más de cerca la Biblia y cultivar una fe sólida en Dios. ¿Cómo? Bueno, a veces he trabajado con ornitólogos expertos, dibujando y pintando ilustraciones para los libros que estaban preparando. Al principio creía en la evolución. Pero la relación estrecha con algunos de ellos propició conversaciones sobre el origen de la vida que me hicieron cambiar de opinión.
Me impresionó descubrir que, aunque todos creían en la evolución, cada cual tenía su teoría, en muchas ocasiones contraria a la de los demás. Parece ser que no existe una teoría única. Por consiguiente, concluí que si los entendidos no se ponen de acuerdo a la hora de explicar la evolución, ¿quién lo hará? Así que dejé de creer en ella. La única alternativa para el origen de la vida en la Tierra era la creación. A partir de entonces acepté la existencia del Creador.
Estoy muy contento de que mi obra proporcione satisfacción a los demás. Nunca perderé mi amor por la pintura y por la porcelana.
[Reconocimiento de la página 17]
Fotografías de las págs. 16, 17: Mit freundlicher Genehmigung der Staatlichen Porzellan-Manufaktur Meissen GmbH