“Observen atentamente las aves”
ADONDEQUIERA que vayamos, veremos aves, pues están entre las criaturas que más abundan en el planeta. Hacen tantas travesuras y tienen tal variedad de formas, colores, cantos y costumbres que mucha gente las observa por pasatiempo.
Quizás usted pueda admirar desde la ventana de su cocina algún pajarillo realizando sus labores diarias. Tal vez vea un mirlo buscando lombrices en la tierra o un tirano atrapamoscas cazando insectos. O puede que se trate de un palomo cortejando a una hembra, una golondrina construyendo su nido o un jilguero alimentando a sus hambrientos polluelos.
Algunas aves son impresionantes cuando patrullan los cielos, como el águila, el halcón o el gavilán. Otras son divertidas, como los gorriones cuando tratan de arrebatarse un pedacito de comida, el pichón cuando hincha el pecho para conquistar a una hembra que se hace de rogar o las escandalosas cacatúas rosa cuando pierden el equilibrio y quedan colgadas boca abajo de los alambres de luz. Y otras más nos maravillan cuando pasan volando sobre nosotros en sus viajes migratorios, como los gansos, las cigüeñas y las grullas. Por milenios, la gente ha quedado asombrada al verlas viajar largas distancias y orientarse con sorprendente precisión. El Creador mismo lo dijo: “La cigüeña en los cielos... bien conoce sus tiempos señalados; y la tórtola y el vencejo y el bulbul... observan bien el tiempo [de su regreso]” (Jeremías 8:7).
Las aves en tiempos bíblicos
Con frecuencia, la Biblia habla de las aves, sobre todo para enseñarnos lecciones. Por ejemplo, Dios le habló sobre el avestruz a un hombre llamado Job. Le dijo que es tan veloz que cuando extiende las alas, “se ríe del caballo y de su jinete” (Job 39:13, 18).a Además, Dios le preguntó a Job: “¿Se debe al entendimiento tuyo que el halcón se remonte [...]? ¿O es por orden tuya que un águila vuela hacia arriba[?]” (Job 39:26, 27). ¿Qué lección quería transmitirle? Que las aves hacen cosas extraordinarias sin la ayuda del ser humano y que su capacidad se debe a la sabiduría de Dios, no a la nuestra.
En una de sus canciones, el rey Salomón habló sobre “la voz de la tórtola”, que anuncia la llegada de la primavera (El Cantar de los Cantares 2:12). Otro escritor bíblico mencionó a la golondrina en uno de los salmos. Él quería servir a Dios en su templo y sentía envidia del ave porque ella había hecho un nido para sus polluelos cerca del altar de Jehová (Salmo 84:1-3).
“Su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas?” (Mateo 6:26)
Algunas de las palabras más hermosas que se han dicho sobre las aves son de Jesucristo. Por ejemplo, en Mateo 6:26 dijo: “Observen atentamente las aves del cielo, porque ellas no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; no obstante, su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas?”. Esa conmovedora ilustración les enseña a los cristianos que son muy valiosos para Dios y que no tienen por qué preocuparse, pues él les dará lo necesario para vivir (Mateo 6:31-33).
Hoy día, observar aves se ha convertido en un pasatiempo muy popular. Y es lógico; las aves nos fascinan con su belleza, sus rituales de cortejo, sus cantos y sus travesuras. Pero además, pueden enseñarnos lecciones importantes sobre la vida. ¿Observará usted atentamente a las aves?
a El avestruz es el ave más grande que existe hoy en día y la que corre más rápido. Alcanza velocidades de hasta 70 kilómetros por hora (45 millas por hora).