Capítulo 18
Por qué muchos que viven ahora tienen la oportunidad de no morir nunca
SE HA acercado el tiempo en el cual el reino de Dios comenzará a administrar todos los asuntos de la Tierra. Usted puede estar entre los que serán testigos de las grandes bendiciones que le traerá a la humanidad. Esa no es una afirmación sin base. Hay mucha evidencia que la apoya, incluso evidencia que usted ha visto personalmente.
Hace muchos siglos Jehová Dios reveló el tiempo específico en que conferiría la gobernación al que él designaría para que fuera rey sobre el mundo de la humanidad. Usó símbolos para hacer eso y transmitió parte de la información por medio de un sueño.
El que Dios usara esos medios de comunicación para impartir esta vital información a los hombres no debería hacer que surgieran dudas. Considere lo que hacen los hombres modernos ahora al transmitir información. A través del espacio se envían mensajes enigmáticos en clave. Después estos mensajes en clave son “desenredados” por hombres o por máquinas. Esta manera de comunicar información tiene su propósito. Esconde el significado de la información de los que no tienen derecho a ella.
De manera similar, el que Dios haya usado simbolismos no se ha hecho sin propósito. El entendimiento de esos simbolismos exige estudio diligente. Pero muchas personas no están dispuestas a tomarse el tiempo necesario para entender, porque no tienen verdadero amor a Dios ni a la verdad. Por eso, los “secretos sagrados del reino” siguen ocultos para ellas.—Mateo 13:11-15.
UN ANTIGUO SUEÑO PROFÉTICO
Uno de esos “secretos sagrados” está en el libro bíblico de Daniel. Ese libro suministra puntos esenciales para determinar el tiempo en que se daría autoridad real al rey nombrado por Dios. En el capítulo cuatro de ese libro se halla la narración de un sueño que Dios envió al rey Nabucodonosor de Babilonia. ¿Qué intención o propósito tenían este sueño y su cumplimiento? El registro declara:
“Que sepan los vivientes que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad y que a quien él quiere dárselo se lo da, y coloca sobre él aun al de más humilde condición de la humanidad.”—Daniel 4:17.
El contenido del sueño, básicamente, fue éste: Se vio un árbol inmenso que fue cortado al mandato de un “santo,” un ángel. El tronco del árbol fue entonces cercado con ataduras para evitar que brotara. Había de permanecer atado así en medio de la “hierba del campo” por “siete tiempos.”—Daniel 4:13-16.
¿Qué significado tenía este sueño? La explicación inspirada del profeta Daniel a Nabucodonosor fue:
“El árbol que contemplaste, . . . eres tú, oh rey, porque te has hecho grande y has llegado a ser fuerte, y tu grandeza se ha hecho grande y ha alcanzado a los cielos, y tu gobernación hasta la extremidad de la tierra.
“Y porque el rey contempló a un vigilante, aun a un santo, que venía bajando de los cielos, que también decía: ‘Corten el árbol, y arruínenlo. No obstante, dejen su tronco mismo con las raíces en la tierra, pero con una atadura de hierro y de cobre, entre la hierba del campo, y con el rocío de los cielos sea mojado, y con las bestias del campo sea su porción hasta que siete tiempos mismos pasen sobre él,’ ésta es la interpretación, oh rey, y el decreto del Altísimo es lo que tiene que sucederle a mi señor el rey. Y te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo tu morada llegará a ser, y la vegetación es lo que te darán aun a ti a comer tal como a toros; y con el rocío de los cielos tú mismo estarás mojándote, y siete tiempos mismos pasarán sobre ti, hasta que sepas que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad, y que a quien él quiere dárselo se lo da.
“Y porque dijeron que se dejara el tronco con las raíces del árbol, tu reino te será seguro después que sepas que los cielos están gobernando.”—Daniel 4:20-26.
Como se ve, este sueño se cumplió de manera inicial en el rey Nabucodonosor. Por “siete tiempos,” o por siete años literales, Nabucodonosor estuvo demente. No obstante, su reino se le mantuvo seguro, de modo que, cuando recobró el juicio, de nuevo asumió su puesto real.—Daniel 4:29-37.
GOBERNACIÓN REAL DEL “DE MÁS HUMILDE CONDICIÓN DE LA HUMANIDAD”
Pero este relato detallado acerca del árbol cortado no se limitó en su cumplimiento al rey Nabucodonosor. ¿Cómo sabemos esto? Porque, como se declara en la visión misma, tiene que ver con el reino de Dios y la gobernación por aquel a quien él designa. ¿Y a quién selecciona Dios para la gobernación real? La respuesta que se le dio al rey Nabucodonosor fue: “al de más humilde condición de la humanidad.”—Daniel 4:17.
Los hechos de la historia prueban innegablemente que los gobernantes políticos humanos no han desplegado la condición de humildad. Los gobiernos humanos y sus gobernantes se han ensalzado y han hecho un registro bestial para sí y han llevado a cabo guerras sanguinarias unos contra otros. Por lo tanto no debe venir como sorpresa el que la Biblia compare con bestias a los gobiernos o reinos humanos imperfectos y muestre que todos ellos al fin serán privados de su gobernación. (Daniel 7:2-8) En cuanto a quién los reemplazará, la Biblia tiene el registro de estas palabras del profeta Daniel:
“Seguí contemplando en las visiones de la noche, y, ¡pues vea! con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquél. Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación en una gobernación indefinidamente duradera que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas.”—Daniel 7:13, 14.
El que está descrito aquí no es otro sino Jesucristo, a quien las Escrituras designan el “Hijo del hombre” así como el “Rey de reyes y Señor de señores.” (Mateo 25:31; Revelación 19:16) Él abandonó voluntariamente su posición superior en los cielos y llegó a ser hombre, un “poco inferior a los ángeles.” (Hebreos 2:9; Filipenses 2:6-8) Como hombre, Jesucristo, aun bajo provocación extremada, demostró que era de “genio apacible y humilde de corazón.” (Mateo 11:29) “Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia.”—1 Pedro 2:23.
El mundo de la humanidad consideró a Jesucristo como de ninguna importancia, y rehusó darle el honor que legítimamente merecía. La situación fue como la Biblia había predicho por medio del profeta Isaías: “Fue despreciado y fue evitado por los hombres, un hombre que era para dolores y para estar familiarizado con enfermedad. Y hubo como si fuera el ocultar uno su rostro de nosotros. Fue despreciado, y lo consideramos como de ninguna importancia.”—Isaías 53:3.
No puede haber duda de que Jesús encaja en la descripción del “de más humilde condición de la humanidad.” Por eso, el drama profético acerca del árbol cortado tiene que señalar al tiempo en que él recibiría gobernación sobre el mundo de la humanidad. Esto sería al fin de “siete tiempos.” ¿Cuánto duran estos “tiempos”? ¿Cuándo comienzan? ¿Cuándo terminan?
LO QUE DURAN LOS “SIETE TIEMPOS”
Más de seis siglos después del sueño de Nabucodonosor, Jesucristo se presentó y declaró que “el reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 4:17) Podía decir esto porque él, como Rey-Designado, estaba presente. Pero no recibió en aquel tiempo la gobernación real sobre el mundo de la humanidad. Por eso, en cierta ocasión cuando otros concluyeron erróneamente que “el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente,” Jesucristo dio una ilustración que mostraba que un largo período estaría envuelto en la situación antes que él obtuviera ese poder real. (Lucas 19:11-27) Por lo tanto, está claro que en el cumplimiento mayor de la profecía de Daniel los “siete tiempos” no abarcan un período de solo siete años, sino de muchos siglos.
Lo que la evidencia muestra es que estos “siete tiempos” ascendieron a 2.520 días, es decir, siete años proféticos de 360 días cada uno. Esto se confirma en otras partes de la Biblia que mencionan “tiempos,” “meses” y “días.” Por ejemplo, Revelación 11:2 habla de un período de “cuarenta y dos meses,” o tres años y medio. En el versículo siguiente Rev 11:3 se menciona el mismo período y se dice que es “mil doscientos sesenta días.” Pues bien, si uno dividiera 1.260 días entre 42 meses, conseguiría 30 días por cada mes. Un año de 12 meses, por lo tanto, consistiría en 360 días. Con esto como base, “siete tiempos,” o siete años, durarían 2.520 días (7 x 360).
Lo correcto de este cálculo lo verifica Revelación 12:6, 14, donde se dice que 1.260 días son “un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo,” o ‘tres tiempos y medio’ (“tres años y medio,” Versión Popular). Puesto que siete es el doble de tres y medio, “siete tiempos” serían igual a 2.520 días (2 x 1.260).
Por supuesto, con relación al hecho de que Jesús recibe la gobernación real sobre el mundo de la humanidad, los “siete tiempos” de la profecía de Daniel se extienden por un período de mucho más de 2.520 días de veinticuatro horas. ¿Hay alguna manera de determinar la duración de cada uno de estos “días”? Sí, la fórmula que da la Biblia para días proféticos es ésta: “Un día por un año.” (Números 14:34; Ezequiel 4:6) Aplicando esto a los “siete tiempos,” vemos que ascienden a 2.520 años.
EL COMIENZO DE LOS “SIETE TIEMPOS”
Sabiendo cuánto duran los “siete tiempos,” ahora podemos investigar cuándo empezaron. De nuevo dirigimos nuestra atención a lo que le sucedió a Nabucodonosor en cumplimiento del sueño profético acerca del árbol que fue cortado. Considere su situación:
Cuando Nabucodonosor perdió el juicio estaba ejerciendo dominación mundial, porque Babilonia era entonces la potencia número uno en la Tierra. En el caso de Nabucodonosor el cortamiento del árbol simbólico significó una interrupción temporaria en su gobernación como soberano mundial.
La intención misma de lo que Dios hizo en el caso de Nabucodonosor tenía que ver con gobernación por el rey que Dios mismo escogiera. El que Nabucodonosor perdiera su trono por “siete tiempos” tiene que haber sido por lo tanto un suceso simbólico. ¿De qué? De una interrupción temporaria en gobernación o soberanía por el arreglo de Dios, puesto que, en el caso de Nabucodonosor, era Jehová Dios quien le había permitido alcanzar el puesto de gobernante mundial y después fue quien le quitó ese puesto temporariamente, como el rey mismo reconoció. (Daniel 4:34-37) De manera que lo que le sucedió a Nabucodonosor tiene que haber sido símbolo de removerle la soberanía a un reino de Dios. Por lo tanto, el árbol mismo representaba dominación mundial con relación a la Tierra.
Hubo un tiempo en el cual el gobierno que tenía su sede en Jerusalén era un reino de Dios. De los gobernantes de la línea real de David se decía que se sentaban sobre “el trono de Jehová” y estaban bajo el mandato de reinar según Su ley. (1 Crónicas 29:23) Por lo tanto Jerusalén era la sede del gobierno de Dios en un sentido representativo.
Por eso, cuando los babilonios bajo Nabucodonosor destruyeron a Jerusalén, y la tierra que era dominio de ésta fue completamente desolada, la gobernación mundial pasó a manos gentiles sin ninguna interferencia de un reino que representara la soberanía de Jehová. El Soberano Supremo se restringió de ejercer su gobernación de esta manera. Esta restricción de sí mismo en cuanto a ejercer soberanía sobre la Tierra por un reino suyo se asemeja a poner ataduras al tronco que quedó. Al tiempo en que fue destruida y desolada totalmente, Jerusalén, como la ciudad capital que representaba la expresión gubernamental de la soberanía de Jehová, comenzó a ser “pisoteada.” Eso significa, por lo tanto, que los “siete tiempos” comenzaron cuando Nabucodonosor destruyó a Jerusalén y la tierra de Judá fue completamente desolada. ¿Cuándo ocurrió ese acontecimiento?
La Biblia y la historia seglar se pueden usar para establecer 607 a. de la E.C. como la fecha de este acontecimiento.a He aquí la evidencia:
Los historiadores seglares concuerdan en que Babilonia cayó ante Ciro el Persa en el año 539 a. de la E.C. Esta fecha está apoyada por todos los registros históricos disponibles de tiempos antiguos. La Biblia revela que Ciro, en su primer año de gobernación, emitió un decreto que permitió a los israelitas exilados o desterrados regresar a Jerusalén y reedificar el templo. Puesto que primero hubo la gobernación breve de Darío el Medo sobre Babilonia, el primer año de gobernación de Ciro para con Babilonia evidentemente se extendió de 538 a 537 a. de la E.C. (Daniel 5:30, 31) Puesto que había considerable distancia que viajar envuelta en la situación, tiene que haber sido para el “séptimo mes” de 537 a. de la E.C. (más bien que 538 a. de la E.C.) cuando los israelitas estuvieron de regreso en sus ciudades, y terminó la desolación de Jerusalén y de la tierra de Judá. (Esdras 3:1, 6) No obstante, permanecieron bajo dominación gentil, y por lo tanto dijeron de sí mismos que eran ‘esclavos sobre su propia tierra.’—Nehemías 9:36, 37.
El libro bíblico de Segundo de las Crónicas (36:19-21) muestra que pasó un período de setenta años desde el tiempo de la destrucción de Jerusalén y la desolación de su dominio hasta la restauración. Dice:
“[Nabucodonosor] procedió a quemar la casa del Dios verdadero y a demoler el muro de Jerusalén; y todas sus torres de habitación las quemaron con fuego y también todos sus objetos deseables, a fin de causar ruina. Además, a los que quedaron de la espada se los llevó cautivos a Babilonia, y llegaron a ser siervos para él y sus hijos hasta que la realeza de Persia empezó a reinar; para cumplir la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo pagado sus sábados. Todos los días de yacer desolada guardó sábado, para cumplir setenta años.”
Al contar setenta años hacia el pasado desde cuando los israelitas estuvieron de regreso en sus ciudades, es decir, desde 537 a. de la E.C., llegamos a 607 a. de la E.C. Fue en ese año, por lo tanto, que Jerusalén, la sede del gobierno de Dios en sentido representativo, comenzó a ser pisoteada por naciones gentiles.
EL FIN DE LOS “SIETE TIEMPOS”
Jesucristo se refirió a este pisotear de Jerusalén cuando dijo a sus discípulos: “Jerusalén será pisoteada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones.” (Lucas 21:24) Esos “tiempos señalados” habían de terminar 2.520 años después de 607 a. de la E.C. Esto sería en el año 1914 E.C. ¿Cesó entonces el pisoteo de Jerusalén?
Es verdad que en la ciudad terrestre de Jerusalén no hubo la restauración de un rey en la línea real de David en 1914 E.C. Pero no era de esperarse tal cosa. ¿Por qué no? La ciudad terrestre de Jerusalén ya no tenía ningún significado santo desde el punto de vista de Dios. Jesucristo, mientras estuvo en la Tierra, declaró: “Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella... ¡cuántas veces quise reunir a tus hijos de la manera que la gallina junta su pollada debajo de las alas, pero ustedes no quisieron! ¡Miren! Su casa se les deja abandonada a ustedes.” (Lucas 13:34, 35) Además, el reino en las manos de Jesucristo no es un gobierno terrestre con Jerusalén o ninguna otra ciudad como capital. Es un reino celestial.
Por eso, fue en los cielos invisibles que se produjo en el año 1914 E.C. el cumplimiento de Revelación 11:15: “El reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él gobernará como rey para siempre jamás.” Lo que Jerusalén representó, es decir, el gobierno mesiánico gobernando con aprobación divina, ya no estaba siendo pisoteado más. De nuevo había un rey de la dinastía davídica que, por nombramiento divino, ejercía gobernación sobre los asuntos de la humanidad. Los sucesos visibles que han acontecido aquí en la Tierra en cumplimiento de la profecía bíblica desde 1914 E.C. comprueban que esto es realidad.
Una de estas profecías se encuentra en el sexto capítulo del libro bíblico de Revelación 6. Allí se describe en términos simbólicos la entrega de autoridad real a Jesucristo y los acontecimientos que siguen a eso.
En cuanto a que Jesús recibe la gobernación real, el relato dice: “¡Miren! un caballo blanco; y el que iba sentado sobre él tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo y para completar su victoria.” (Revelación 6:2) Más tarde, el libro de Revelación identifica inequívocamente al que monta ese caballo, diciendo: “¡Miren! un caballo blanco. Y el que iba sentado sobre él se llama Fiel y Verdadero, y juzga y lleva a cabo guerra en justicia. . . . Y sobre su prenda exterior de vestir, aun sobre su muslo, tiene un nombre escrito: Rey de reyes y Señor de señores.”—Revelación 19:11-16.
En cuanto a lo que sucedería aquí en la Tierra después que Jesús recibiera la “corona” de la gobernación real activa sobre el mundo de la humanidad, el capítulo 6 de Revelación pasa a decir:
“Salió otro, un caballo de color de fuego; y al que iba sentado sobre él se le concedió quitar de la tierra la paz para que se mataran atrozmente los unos a los otros; y le fue dada una gran espada. Y cuando abrió el tercer sello, oí a la tercera criatura viviente decir: ‘¡Ven!’ Y vi, y, ¡miren! un caballo negro; y el que iba sentado sobre él tenía en su mano una balanza. . . . Y cuando abrió el cuarto sello, oí la voz de la cuarta criatura viviente decir: ‘¡Ven!’ Y vi, y, ¡miren! un caballo pálido; y el que iba sentado sobre él tenía el nombre Muerte. Y el Hades venía siguiéndolo de cerca. Y se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con una espada larga y con escasez de alimento y con plaga mortífera y por las bestias salvajes de la tierra.”—Rev. 6 Vss. 4-8.
¿No se han cumplido estas palabras? ¿No rabió desde 1914 en adelante la espada de la guerra global? ¡Ciertamente que sí! En la I Guerra Mundial hubo matanza de criaturas humanas en una escala desconocida antes. Más de nueve millones de combatientes murieron de heridas, enfermedades y otras causas. Las muertes civiles que fueron resultado directo o indirecto de la guerra también ascendieron a millones. La segunda guerra mundial apagó un número todavía mayor de vidas. Se quitó la vida, según cálculos, a cincuenta y cinco millones de civiles y combatientes.
¿No acechó por la Tierra, como un caballo negro, la escasez de alimentos? Sí, en muchas partes de Europa hubo hambre durante el período de la I Guerra Mundial y después. En Rusia millones de personas murieron. Después de la segunda guerra mundial vino lo que The World Book Encyclopedia (1973) describe como “la mayor escasez mundial de alimento de la historia.” Y hoy la sombría realidad es que una de cada tres personas en la Tierra está muriéndose de hambre lentamente o sufriendo de mala alimentación.
La peste mortífera también mató a muchos. En unos meses, durante 1918-1919, tan solo la epidemia de gripe española mató a aproximadamente 20.000.000 de personas. Ningún desastre por sí solo había causado en ningún tiempo antes una tan inmensa destrucción de vida entre la humanidad.
En verdad estas cosas han sido demasiado grandes para que no hayan sido notadas. Dice Joseph Carter, en su libro 1918 Year of Crisis, Year of Change: “En aquel otoño [de 1918], se apiló horror sobre horror, porque tres de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis —la guerra, el hambre y la pestilencia— realmente habían salido.” Hasta este día los jinetes simbólicos no han detenido su marcha.
Así, existe evidencia visible de que en 1914 E.C. las ataduras restringentes fueron removidas del tronco simbólico del sueño de Nabucodonosor. Jehová Dios empezó a ejercer autoridad por medio del reino de su Hijo, el Señor Jesucristo. Pero, ¿por qué no mejoró esto las condiciones en la Tierra? ¿Por qué ha estado asociado con dificultades el tiempo en que Cristo recibe autoridad para gobernar sobre la humanidad?
Esto se debe a que Satanás el Diablo está contra el reino de Dios por Cristo. Él peleó contra el reino cuando se le dio autoridad sobre la humanidad. Pero perdió la batalla y fue echado de los santos cielos junto con sus demonios. Encolerizado, él y sus demonios están agitando toda la dificultad que pueden entre la humanidad para causar la ruina de todos y todo. Es por eso por lo que, después de describir la guerra en el cielo y su resultado, el relato de la Biblia continúa así: “¡Alégrense, cielos y los que residen en ellos! Ay de la tierra y del mar, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto período de tiempo.”—Revelación 12:7-12.
¿Cuán corto es ese período de tiempo que le queda al adversario del Reino? Jesucristo reveló que el tiempo de Su venida en la gloria del Reino y la remoción del sistema de cosas impío caería dentro de la duración de la vida de una generación de personas. Dijo: “En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas.”—Mateo 24:3-42.
Por eso, algunos de la generación que estaba viva en 1914 E.C. tienen que estar entre las personas que serán testigos de que Jesús completa su victoria y se apodera por completo del control de los asuntos de la Tierra. Eso también significa que muchos que están vivos ahora tienen la oportunidad de no morir nunca. ¿Por qué?
POR QUÉ MUCHOS QUE VIVEN AHORA NO CONOCERÁN LA MUERTE
Al completar su victoria, Jesucristo como rey obrará solamente contra los que rehúsan someterse a su gobernación. Pablo el apóstol inspirado, al consolar a compañeros de creencia que sufrían persecución, escribió lo siguiente acerca de esto: “Es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación a ustedes, pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.”—2 Tesalonicenses 1:6-9.
Ciertamente no todas las personas rehúsan ‘conocer’ o reconocer la autoridad de Dios en su vida. No todos son desobedientes a las ‘buenas nuevas acerca de Jesucristo.’ Aunque son pocos, al comparárseles con la población del mundo, hay un cuerpo de cristianos que están esforzándose vigorosamente por demostrar que son siervos devotos de Dios y discípulos leales de Jesucristo. Aquellos que en el día de ejecución divina estén exclusivamente dedicados a Jehová Dios pueden estar seguros de que no serán barridos a la destrucción por ese juicio. La Biblia dice:
“Estos son los que salen de la grande tribulación, y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por eso es que están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo; y El que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, ni los batirá el sol ni ningún calor abrasador, porque el Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de sus ojos.”—Revelación 7:14-17.
La expectativa que tiene la grande muchedumbre de sobrevivientes de la “tribulación” no es de muerte, sino de vida. El “Cordero,” es decir, el Señor Jesucristo, los estará guiando a “fuentes de aguas de vida.” Esta no es vida por meramente setenta u ochenta años, sino para siempre. Él les estará aplicando los beneficios de Su sacrificio expiador de pecados, y los librará del pecado y de sus efectos mortíferos. A medida que respondan obedientemente a su ayuda, alcanzarán la perfección humana y no tendrán que morir.
No habrá interferencia procedente de Satanás y su hueste demoníaca que estorbe el progreso de ellos. Después que la “grande tribulación” haya puesto fin al inicuo sistema de cosas terrestre, Satanás será encerrado en el abismo por mil años. La descripción simbólica que da la Biblia de este acontecimiento dice: “Vi a un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en su mano. Y prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años. Y lo arrojó al abismo y lo cerró y lo selló sobre él, para que no extraviase más a las naciones.” (Revelación 20:1-3) Así, como si estuvieran muertos, Satanás y sus demonios no estarán en condición de causar dificultades a la humanidad.
La Biblia señala claramente que la generación que estaba viva en 1914 E.C. será la que verá la introducción de la gobernación del Reino, eliminada ya la interferencia satánica. Por eso, muchas personas que viven hoy tendrán la oportunidad de no morir nunca. Sobrevivirán a la destrucción del sistema impío actual y después de eso serán gradualmente libradas del pecado y llevadas a la perfección humana. Como criaturas humanas sin pecado entonces estarán exentas del salario del pecado... la muerte.—Romanos 6:23.
Esto hace que sea urgente que usted se coloque del lado del Rey Jesucristo, si todavía no lo ha hecho, y que viva ahora como uno de sus súbditos leales. Eso es lo que los testigos cristianos de Jehová están esforzándose por hacer, y están muy deseosos de ayudar a otros a hacer lo mismo.
[Nota]
a Los historiadores seglares modernos no presentan por lo general 607 a. de la E.C. como la fecha de este acontecimiento, pero ellos dependen de los escritos de hombres que vivieron siglos después del suceso. Por otra parte, la Biblia contiene testimonio de testigos oculares, y da factores que los escritores seglares pasan por alto. Además, el cumplimiento de la profecía bíblica al fin de los “siete tiempos” establece la fecha fuera de duda. En cuanto a por qué la cronología de la Biblia es más confiable que la historia seglar, vea el libro Aid to Bible Understanding, págs. 322-348.