CAPÍTULO 1
Organizados para hacer la voluntad de Jehová
POR todo el mundo, hay organizaciones religiosas, políticas, comerciales y sociales, cada una con sus propias características, objetivos, criterios e ideologías. Ahora bien, hay una organización que no se parece a ninguna otra. Lo que la distingue es que todo lo que hace está basado en las enseñanzas de la Biblia. Se trata de los testigos de Jehová.
2 Estamos contentos de que usted forme parte de la organización de Jehová. Ha comprobado por usted mismo cuál es la voluntad de Dios y la está haciendo (Sal. 143:10; Rom. 12:2). Es un ministro de Dios que sirve junto con sus hermanos de todo el mundo (2 Cor. 6:4; 1 Ped. 2:17; 5:9). Cuenta con la bendición de Jehová y se siente feliz, tal como promete la Biblia (Prov. 10:22; Mar. 10:30). Además, al hacer la voluntad divina, se está preparando para un futuro maravilloso y eterno (1 Tim. 6:18, 19; 1 Juan 2:17).
3 Nuestro Gran Creador tiene una organización mundial única porque está dirigida de forma teocrática. Eso significa que Dios la gobierna, que él es su máxima autoridad. Es nuestro Juez, Legislador y Rey, y nosotros confiamos completamente en él (Is. 33:22). Jehová también es un Dios ordenado y ha organizado todo para que colaboremos con él (2 Cor. 6:1, 2).
4 El fin de este mundo corrupto está más cerca que nunca, y es imprescindible que sigamos la dirección de Jesucristo, el Rey que Dios ha nombrado (Is. 55:4; Apoc. 6:2; 11:15). Jesús mismo dijo que sus seguidores harían obras más grandes que las que él hizo (Juan 14:12). Eso sería posible porque ellos predicarían a más gente, por más tiempo y en más lugares. Llevarían las buenas noticias del Reino a todos los rincones del planeta (Mat. 24:14; 28:19, 20; Hech. 1:8).
5 El mensaje del Reino ya se está anunciando por toda la Tierra, pero esta labor no durará para siempre. Jesús dejó claro que acabará en el momento establecido por Jehová. Las profecías bíblicas indican que está muy cerca “el grande e impresionante día de Jehová” (Joel 2:31; Sof. 1:14-18; 2:2, 3; 1 Ped. 4:7).
Debemos esforzarnos cada vez más por cumplir con la voluntad de Dios. Por lo tanto, necesitamos conocer bien cómo funciona su organización
6 Puesto que sabemos cuál es la voluntad de Jehová en estos últimos días, debemos esforzarnos cada vez más por cumplirla. Por lo tanto, necesitamos conocer bien cómo funciona la organización de Dios y cooperar al máximo con ella. El fundamento de todo lo que hace esta organización son los principios, mandatos, leyes, órdenes, normas y enseñanzas de la Palabra de Dios (Sal. 19:7-9).
7 Cuando los siervos de Dios obedecemos las instrucciones basadas en la Biblia, vivimos y trabajamos en paz y unidad (Sal. 133:1; Is. 60:17; Rom. 14:19). ¿Qué fortalece los lazos de amistad entre los hermanos de todo el mundo? El amor. Hacemos las cosas por amor y tratamos a los demás con amor (Juan 13:34, 35; Col. 3:14). Gracias a Jehová, su pueblo está unido. Y solo así podemos seguir el ritmo de la parte celestial de su organización.
LA PARTE CELESTIAL DE LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ
8 Los profetas Isaías, Ezequiel y Daniel tuvieron visiones de la parte celestial de la organización de Jehová (Is., cap. 6; Ezeq., cap. 1; Dan. 7:9, 10). El apóstol Juan tuvo ese mismo privilegio, y lo que escribió en el libro de Apocalipsis nos ayuda a hacernos una idea de cómo es la parte celestial de la organización de Dios. Él contempló a Jehová en su glorioso trono y a ángeles que proclamaban: “Santo, santo, santo es Jehová Dios, el Todopoderoso, que era y que es y que viene” (Apoc. 4:8). Y “en medio del trono” también vio “de pie un cordero”, el Cordero de Dios, Jesucristo (Apoc. 5:6, 13, 14; Juan 1:29).
9 En esta visión, se representa a Jehová sentado en un trono. Eso indica que él es la Cabeza de esta parte de su organización. Las Escrituras dicen sobre él y el puesto supremo que ocupa: “Tuyos, oh, Jehová, son la grandeza, el poder, la hermosura, el esplendor y la majestad, porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh, Jehová. Tú te elevas a ti mismo como cabeza de todo. Las riquezas y la gloria provienen de ti, y tú lo gobiernas todo. En tus manos hay fuerza y poder, y tus manos son capaces de engrandecer y fortalecer a todos” (1 Crón. 29:11, 12).
10 Jesucristo también tiene un puesto elevado en el cielo. Colabora con Jehová, que le ha dado gran autoridad. Dios “sometió todas las cosas bajo sus pies y lo hizo cabeza sobre todas las cosas relacionadas con la congregación” (Efes. 1:22). El apóstol Pablo dijo sobre Jesús: “Dios lo elevó a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doblen todas las rodillas —las de quienes están en el cielo, en la tierra y bajo el suelo— y toda lengua reconozca públicamente que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre” (Filip. 2:9-11). Por tanto, podemos tener plena confianza en la dirección justa de Jesucristo.
11 En una visión, el profeta Daniel vio al Anciano de Días sentado en su trono celestial. Vio también “mil millares [de ángeles] que le servían y diez mil veces diez mil que estaban de pie ante él” (Dan. 7:10). La Biblia dice que los ángeles que componen este ejército son “espíritus que ofrecen un servicio santo, enviados para servir a favor de los que van a heredar la salvación” (Heb. 1:14). También dice que están organizados en tronos, dominios, gobiernos y autoridades (Col. 1:16).
12 Cuando sacamos tiempo para reflexionar en estos detalles sobre la parte celestial de la organización de Dios, podemos entender la reacción que tuvo Isaías al ver “a Jehová sentado en un trono alto y elevado”, y a “serafines de pie por encima de él”. Dijo: “¡Ay de mí! ¡Puedo darme por muerto, porque soy un hombre de labios impuros y vivo entre un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al Rey, al mismo Jehová de los ejércitos!”. Esta maravillosa visión lo ayudó a comprender la grandeza de esta organización y lo hizo más humilde. Isaías quedó tan impresionado que, cuando desde el cielo se le invitó a anunciar los mensajes de juicio de Jehová, respondió: “¡Aquí estoy yo! ¡Envíame a mí!” (Is. 6:1-5, 8).
13 Lo mismo nos ocurre a nosotros. El agradecimiento que sentimos al conocer la organización de Jehová nos impulsa a responder con entusiasmo. Así pues, nos esforzamos por seguir el ritmo que marca esta organización y demostrar que confiamos en ella.
LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ AVANZA
14 En el capítulo 1 de Ezequiel se describe a Jehová dirigiendo un enorme carruaje celestial. Este deslumbrante vehículo representa la parte invisible de su organización. Jehová está al mando del carruaje en el sentido de que dirige su organización con amor y la utiliza para cumplir su propósito (Sal. 103:20).
15 Cada rueda del carro tiene en su interior otra rueda, que es del mismo diámetro y encaja transversalmente en la rueda que le sirve de base. Solo así puede ir el carro “en cualquiera de las cuatro direcciones” (Ezeq. 1:17). Aunque las ruedas pueden cambiar de dirección en un instante, el carro no avanza sin control. Jehová supervisa su organización y no permite que esta decida por sí misma adónde ir. Según Ezequiel 1:20, las ruedas van adonde el espíritu santo las impulsa. Dicho de otro modo, Jehová usa su espíritu para indicar la dirección que debe tomar su organización. Por tanto, hacemos bien en preguntarnos: “¿Avanzo en la dirección que Jehová indica y al ritmo de su organización?”.
16 Para avanzar al ritmo de la organización de Jehová, no basta con ir a las reuniones y predicar. Es necesario seguir madurando espiritualmente. Por eso queremos asegurarnos “de qué cosas son las más importantes” y mantenernos al día con el programa de alimentación espiritual (Filip. 1:10; 4:8, 9; Juan 17:3). Para hacer la voluntad de Jehová, también tenemos que usar bien todo lo que él nos ha dado: recursos materiales, cualidades espirituales y habilidades personales. Es importante cooperar con la organización de Dios, pues una organización solo funciona si hay coordinación y cooperación. En realidad, avanzar al ritmo del carruaje celestial de Jehová implica vivir de acuerdo con el mensaje que predicamos.
17 Gracias a la ayuda que nos da la organización, podemos seguir haciendo la voluntad de Jehová. No olvidemos que es él quien dirige el carruaje celestial. Por tanto, cuando avanzamos al ritmo de ese carro, demostramos que confiamos en Jehová, nuestra Roca, y lo respetamos (Sal. 18:31). La Biblia hace esta promesa: “Jehová le dará fuerzas a su pueblo. Jehová bendecirá a su pueblo con paz” (Sal. 29:11). Como pertenecemos a la organización de Dios, disfrutamos de ambas cosas. No cabe duda, si hacemos su voluntad, siempre contaremos con su bendición.