Marzo
Domingo 1 de marzo
Tú lo estás dominando todo (1 Crón. 29:12).
Los dos primeros capítulos de Génesis nos indican claramente que en el Paraíso no había pobreza, miedo ni opresión. Adán y Eva tenían una libertad que para el hombre hoy solo es un sueño. No tenían que preocuparse del alimento, el trabajo, las enfermedades ni la muerte (Gén. 1:27-29; 2:8, 9, 15). Algo importante que debemos tener en cuenta es que solo Jehová tiene libertad absoluta, sin límites. Esto se debe a que es el Creador de todas las cosas, el Todopoderoso y el Rey del universo (1 Tim. 1:17; Rev. 4:11). En cambio, la libertad que tienen todos los demás seres del cielo y la Tierra es relativa. Debemos reconocer que Jehová tiene la autoridad máxima para imponer los límites que considera justos, necesarios y razonables. Y eso es lo que hizo desde el principio de la creación. w18.04 4 párrs. 4, 6
Lunes 2 de marzo
Cuán hermosos son los pies del que trae buenas nuevas (Is. 52:7).
En este mundo de Satanás, solo Jehová nos ayuda a aguantar (2 Cor. 4:7, 8). Pero pensemos en cómo es la vida de los que luchan por salir adelante sin la amistad de Dios. Igual que Jesús, no podemos menos que compadecernos de ellos y llevarles las “buenas nuevas de algo mejor”. Por lo tanto, seamos pacientes con nuestros estudiantes de la Biblia. Recordemos que quizá sea la primera vez que escuchan las enseñanzas bíblicas que tan bien conocemos nosotros. Además, muchos están muy apegados a sus creencias y es posible que consideren que estas los unen a su familia, su cultura y su comunidad. Antes de pedir a alguien que deje sus viejas creencias, es posible que tengamos que ayudarlo a valorar las enseñanzas de la Biblia, que para él son nuevas. Solo entonces estará dispuesto a renunciar a lo que antes creía. Este proceso puede llevar algún tiempo (Rom. 12:2). w19.03 22 párr. 10; 23 párrs. 12, 13
Martes 3 de marzo
Yo te he aprobado (Mar. 1:11).
Igual que Jehová le expresó su amor a Jesús y le dio ánimo, nosotros debemos buscar oportunidades de hacer lo mismo con los demás (Juan 5:20). Cuando alguien que nos importa nos muestra su cariño y nos felicita por algo bueno que hemos hecho, nos sentimos bien. Los miembros de la congregación y de nuestra familia también necesitan que les demostremos amor y los animemos. Si lo hacemos, los ayudaremos a fortalecer su fe y a ser leales a Jehová. Es especialmente importante que los padres animen y feliciten a sus hijos de corazón y les demuestren cariño. Así los ayudarán a dar lo mejor de sí mismos. Al decir “Yo te he aprobado”, Jehová demostró que estaba seguro de que Jesús haría su voluntad. Si él tenía tanta confianza en su Hijo, nosotros también podemos estar totalmente seguros de que Jesús hará realidad todas las promesas de Jehová (2 Cor. 1:20). Cuando pensamos en el ejemplo de fidelidad de Jesús, nos sentimos aún más decididos a aprender de él y seguir sus pasos (1 Ped. 2:21). w19.03 8 párr. 3; 9 párrs. 5, 6
Miércoles 4 de marzo
La ley de ese espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte (Rom. 8:2).
Cuando alguien nos hace un regalo valioso, se lo agradecemos mucho. Pues bien, Jehová les regaló la libertad a los israelitas cuando los sacó de Egipto. ¿Cómo reaccionaron? Pocos meses después de ser liberados de la esclavitud, comenzaron a anhelar la comida y la bebida de Egipto, y se quejaron de lo que les daba Jehová. Hasta dijeron que querían regresar a Egipto. Para ellos, eran más valiosos el pescado, los pepinos, las sandías, los puerros, las cebollas y los ajos que la libertad que tenían para adorar a Jehová. No nos sorprende que él se enojara tanto con ellos (Núm. 11:5, 6, 10; 14:3, 4). De esto aprendemos una lección muy importante. El apóstol Pablo animó a los cristianos a no dar por sentada la libertad que Jehová nos ha dado mediante su Hijo, Jesucristo (2 Cor. 6:1). w18.04 9, 10 párrs. 6, 7
Jueves 5 de marzo
Él es amador de justicia y derecho. De la bondad amorosa de Jehová está llena la tierra (Sal. 33:5).
Todos deseamos sentir que se nos ama y que se nos trata con justicia. Cuando una y otra vez se nos niega el amor y sufrimos injusticias, puede que nos sintamos desesperados y que pensemos que no servimos para nada. Jehová sabe que este es un deseo intenso de todo ser humano (Sal. 33:5). Podemos estar seguros de que él nos ama profundamente y desea que se nos trate con justicia. Lo vemos con claridad en la Ley que Jehová le dio a la nación de Israel mediante Moisés. Al estudiar la Ley mosaica, descubrimos lo mucho que nos ama nuestro Dios (Rom. 13:8-10). ¿Por qué podemos decir que la Ley mosaica se basaba en el amor? Porque Jehová hace todas las cosas movido por este sentimiento (1 Juan 4:8). Los más de seiscientos mandamientos que componían la Ley descansaban sobre dos mandatos básicos: amar a Dios y amar al prójimo (Lev. 19:18; Deut. 6:5; Mat. 22:36-40). Cada uno de ellos revela una faceta del amor de Jehová. w19.02 20, 21 párrs. 1-4
Viernes 6 de marzo
Donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón (Mat. 6:21).
Job fue muy cuidadoso en su forma de tratar a las mujeres (Job 31:1). Sabía que no estaba bien mostrar interés romántico en una mujer que no fuera su esposa. Hoy día, vivimos en un mundo que nos bombardea con tentaciones sexuales. ¿Haremos como Job y evitaremos mostrar interés romántico en cualquier persona que no sea nuestro cónyuge? ¿Nos negaremos a mirar cualquier tipo de imágenes sensuales o pornográficas donde sea que estén? (Mat. 5:28). Si todos los días ejercemos autodominio, fortaleceremos nuestro deseo de ser íntegros. Job también fue obediente a Jehová en su forma de ver las cosas materiales. Dijo que poner su confianza en sus posesiones habría sido un grave error que merecería el castigo de los jueces (Job 31:24, 25, 28). Hoy día, el mundo en el que vivimos es muy materialista. Si llegamos a tener un criterio equilibrado sobre el dinero y lo material, tal como nos aconseja la Biblia, fortaleceremos nuestro deseo de ser íntegros (Prov. 30:8, 9; Mat. 6:19, 20). w19.02 6 párrs. 13, 14
Sábado 7 de marzo
Así como me ha amado el Padre y yo los he amado a ustedes (Juan 15:9).
En todo lo que hizo, Jesús reflejó a la perfección el profundo amor que Jehová siente por nosotros (1 Juan 4:8-10). Por encima de todo, el amor lo impulsó a dar su vida a favor nuestro. Seamos ungidos o de las “otras ovejas”, nos beneficia el amor que Jehová y su Hijo nos han mostrado mediante ese sacrificio (Juan 10:16; 1 Juan 2:2). Veamos también cómo se perciben el amor y la consideración de Jesús por sus discípulos en la propia celebración de la Cena del Señor. Jesús no les mandó a sus seguidores ungidos celebrar un complicado ritual, sino una cena sencilla. A lo largo del tiempo, han tenido que conmemorar su muerte todos los años en diferentes circunstancias, a veces incluso en prisión (Rev. 2:10). ¿Han logrado obedecer el mandato de Jesús? Por supuesto que sí. Los cristianos verdaderos siempre han hecho lo posible por conmemorar la muerte de Jesús. w19.01 24 párrs. 13-15
Domingo 8 de marzo
Conocerán la verdad, y la verdad los libertará (Juan 8:32).
Esta verdad nos liberta de la religión falsa, la ignorancia y las supersticiones. Y no solo eso. En el futuro nos dará “la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rom. 8:21). Pero incluso ahora podemos disfrutar de un poco de esa libertad. ¿Cómo? Permaneciendo en la palabra de Cristo, es decir, obedeciendo sus enseñanzas (Juan 8:31). Así conoceremos la verdad, no solo porque la estemos aprendiendo, sino porque la estaremos poniendo en práctica en nuestra vida. En este viejo mundo, hasta la llamada “buena vida” no dura mucho tiempo. Nadie sabe lo que pasará mañana (Sant. 4:13, 14). Por eso, lo mejor es permanecer en el camino que lleva a “la vida que realmente” es vida, es decir, la vida eterna (1 Tim. 6:19). Claro, Dios no nos obliga a ir por ahí. Cada uno tiene que decidir. Así pues, hagamos que Jehová sea nuestra “porción” (Sal. 16:5). Valoremos todas las cosas buenas que nos da (Sal. 103:5). Y confiemos en que él nos dará una vida plena y feliz para siempre (Sal. 16:11). w18.12 28 párrs. 19, 21
Lunes 9 de marzo
El esposo no debe dejar a su esposa (1 Cor. 7:11).
Todos los cristianos debemos esforzarnos por honrar el matrimonio, tal como Jehová y Jesús. Pero a veces algunos no lo hacen, pues somos imperfectos (Rom. 7:18-23). Por eso, no debe sorprendernos que algunos matrimonios cristianos del siglo primero tuvieran problemas. Pablo escribió que “la esposa no debe irse de su esposo”, pero hubo casos en los que ocurrió (1 Cor. 7:10). Pablo no dijo por qué se produjeron esas separaciones. El problema no era que el esposo, por ejemplo, hubiera sido inmoral, pues en ese caso la esposa tendría base para divorciarse y casarse de nuevo. Pablo escribió que la esposa que estaba separada debía o bien permanecer sin casarse, o bien reconciliarse con su marido. Los dos seguían unidos para Dios. El apóstol aconsejó a los cónyuges que, si no había habido inmoralidad sexual, trataran de reconciliarse, no importa cuáles fueran los problemas. La pareja podía pedir ayuda a los ancianos. w18.12 13 párrs. 14, 15
Martes 10 de marzo
Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios (Mat. 6:33).
Hoy día, Jehová desea que seamos sus amigos y hagamos lo máximo posible en su obra (Mat. 28:19, 20; Sant. 4:8). Puede que alguien con buenas intenciones trate de desviarnos. Por ejemplo, imaginemos que nuestro jefe nos ofrece un ascenso en el trabajo con un sueldo mucho mayor. El problema es que el nuevo puesto va a interferir con nuestro servicio a Jehová. O, si eres un joven, supón que te dan la oportunidad de seguir tus estudios, pero para ello tienes que irte de casa. ¿Sería ese el momento de pedir la guía de Jehová, investigar en las publicaciones y hablar con otros a fin de tomar una decisión? ¿No sería mejor investigar ahora lo que piensa Jehová y esforzarnos por hacer nuestros sus pensamientos? De ese modo, si alguna vez se nos presentan este tipo de ofertas, no serán para nosotros una tentación. Tendremos claras nuestras metas espirituales y estaremos resueltos a seguir tras ellas. Solo nos quedará hacer lo que sabemos que es correcto. w18.11 27 párr. 18
Miércoles 11 de marzo
Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón (Prov. 4:23).
Salomón era muy joven cuando llegó a ser rey de Israel. Al principio de su reinado, Jehová se le apareció en un sueño y le dijo: “Solicita lo que debo darte”. Salomón le respondió que solo era un joven inexperto, así que le pidió “un corazón obediente” (1 Rey. 3:5-10). Esa petición demostró que era muy modesto. No es de extrañar que Jehová lo amara tanto (2 Sam. 12:24). Como le agradó mucho lo que Salomón le pidió, le concedió “un corazón sabio y entendido” (1 Rey. 3:12). Mientras fue fiel, Salomón recibió muchas bendiciones. Tuvo el honor de construir un templo para el “nombre de Jehová el Dios de Israel” (1 Rey. 8:20). Fue famoso por la sabiduría que Dios le concedió. Y hasta escribió por inspiración divina tres libros de la Biblia, entre ellos el de Proverbios. w19.01 14 párrs. 1, 2
Jueves 12 de marzo
Cesen de amoldarse a este sistema (Rom. 12:2).
Algunas personas rechazan la idea de que alguien moldee su forma de pensar o influya en ella. Dicen: “No quiero que nadie piense por mí”. Probablemente, lo que quieren decir es que toman sus propias decisiones, y eso no tiene nada de malo. No quieren sentir que se las controla ni que se les roba lo que las diferencia del resto de la gente. Sin embargo, podemos tener la seguridad de que aprender a pensar como Jehová no significa renunciar a nuestras opiniones o a nuestro modo de ser. Como dice 2 Corintios 3:17, “donde está el espíritu de Jehová, hay libertad”. Somos libres para desarrollar nuestra propia personalidad y para tener nuestros intereses y preferencias. Así nos hizo Dios. Lo que no podemos hacer es actuar como si nuestra libertad no tuviera límites (1 Ped. 2:16). Cuando debemos decidir si algo está bien o mal, Jehová quiere que sigamos la guía que nos da en su Palabra. w18.11 19 párrs. 5, 6
Viernes 13 de marzo
Demas me ha abandonado porque ha amado el presente sistema (2 Tim. 4:10).
Cuando aprendimos de Jehová, nuestro interés por lo material pasó a un segundo lugar, por detrás de los asuntos espirituales. Hicimos con gusto sacrificios a fin de andar en la verdad. Pero, al pasar el tiempo, tal vez veamos que otros se compran los últimos aparatos electrónicos o disfrutan de otras ventajas materiales, y quizás sintamos que nos estamos perdiendo algo. Si ya no estamos satisfechos con las cosas básicas, podemos dejar a un lado los asuntos espirituales a fin de acumular más cosas. Esto nos recuerda el caso de Demas. Su amor por “el presente sistema de cosas” lo llevó a abandonar una vida de servicio junto al apóstol Pablo. La Biblia no aclara si es que Demas amó las cosas materiales más que su servicio a Dios, o si es que ya no quiso sacrificarse para servir con Pablo. En cualquier caso, esto nos enseña que no debemos reavivar el amor por las cosas materiales, pues eso puede enfriar nuestro amor por la verdad. w18.11 10 párr. 9
Sábado 14 de marzo
Positivamente no morirán (Gén. 3:4).
La mentira de Satanás era malévola, pues él sabía muy bien que Eva moriría si le creía y comía el fruto prohibido. Tanto ella como su esposo desobedecieron a Jehová y con el tiempo murieron (Gén. 3:6; 5:5). Lo que es peor, “la muerte se extendió a todos los hombres” mediante el pecado y “reinó [...] aun sobre los que no habían pecado a la semejanza de la transgresión de Adán” (Rom. 5:12, 14). Los seres humanos no pueden vivir perfectos para siempre, como Dios quería en un principio, sino que tienen que contentarse con alcanzar los 70 años o llegar a los 80 si tienen una fortaleza especial. Y aun en ese caso la vida está llena de “penoso afán y cosas perjudiciales” (Sal. 90:10). ¡Qué tragedia! Y todo como consecuencia de la mentira del Diablo. Al explicar cómo actúa Satanás, Jesús dijo: “No permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él” (Juan 8:44). Y sigue siendo así. El Diablo continúa engañando “a toda la tierra habitada” con sus mentiras (Rev. 12:9). Pero nosotros no queremos caer en sus garras. w18.10 6, 7 párrs. 1-4
Domingo 15 de marzo
Felices son los pacíficos, puesto que a ellos se les llamará “hijos de Dios” (Mat. 5:9).
Los que fomentan la paz tienen buenos motivos para ser felices, pues el discípulo Santiago escribió: “En cuanto al fruto de la justicia, su semilla se siembra en condiciones pacíficas para los que están haciendo la paz” (Sant. 3:18). Si tenemos algún conflicto con alguien de la congregación o de nuestra familia, podemos rogarle a Jehová que nos ayude a hacer las paces. Él nos dará su espíritu santo y nos ayudará a mostrar cualidades cristianas y a ser más felices. Jesús recalcó la importancia de ser los primeros en buscar la paz cuando dijo: “Si estás llevando tu dádiva al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu dádiva allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dádiva” (Mat. 5:23, 24). w18.09 21 párr. 17
Lunes 16 de marzo
Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros (Juan 13:34).
La última noche que Jesús estuvo con sus discípulos, mencionó el amor casi treinta veces. Les dijo con claridad que debían amarse unos a otros (Juan 15:12, 17). Ese amor sería tan sobresaliente que los distinguiría como sus verdaderos seguidores (Juan 13:35). El amor del que habló Jesús no es solo una emoción, sino una cualidad poderosa que se demuestra con actos desinteresados. Dijo: “Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando” (Juan 15:13, 14). A los siervos de Dios de la actualidad los distingue un amor auténtico y desinteresado, así como una unidad inquebrantable (1 Juan 3:10, 11). Nos esforzamos por tener esa clase de amor sin importar cuál sea nuestra nacionalidad, tribu, idioma o crianza. w18.09 12 párrs. 1, 2
Martes 17 de marzo
Si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe (1 Tim. 5:8).
Jehová espera que sus siervos cuiden de sus familias. Por ejemplo, hay quienes tienen que trabajar para llevar el sustento. Muchas madres se quedan en casa para criar a sus hijos pequeños. Y algunos cristianos deben cuidar de sus padres envejecidos. Estas son cosas que es necesario atender. Si tenemos algunas de estas obligaciones, es probable que no podamos dedicar a las actividades espirituales todo el tiempo que nos gustaría. Pero no nos desanimemos. A Dios le agrada que cuidemos de nuestra familia (1 Cor. 10:31). ¿Qué podemos hacer si no tenemos responsabilidades familiares apremiantes? Tal vez podamos ayudar a hermanos mayores, enfermos o que tienen otras necesidades. También podríamos colaborar con los cuidadores de estos hermanos. ¿Por qué no echamos un vistazo a la congregación y pensamos en alguien a quien ayudar? De esta manera, podríamos estar cooperando con Jehová en responder las oraciones de estos hermanos (1 Cor. 10:24). w18.08 24 párrs. 3, 5
Miércoles 18 de marzo
Dios estaba con él, y lo libró de todas sus tribulaciones (Hech. 7:9, 10).
José era el hijo favorito de Jacob. Por ello, sus hermanos tuvieron tanta envidia de él que lo vendieron como esclavo cuando tenía unos 17 años (Gén. 37:2-4, 23-28). Tuvo que soportar durante unos trece años la esclavitud y la prisión en Egipto, muy lejos de su querido padre. ¿Qué lo ayudó a no desesperarse y amargarse? Mientras sufría en la cárcel, seguro que José se concentró en las pruebas de que Jehová lo cuidaba (Gén. 39:21; Sal. 105:17-19). Además, los sueños proféticos que tuvo cuando era más joven reforzaron esa confianza (Gén. 37:5-11). Y sin duda le abrió su corazón a Jehová en más de una ocasión (Sal. 145:18). Jehová le respondió ayudándolo a estar convencido de que estaría a su lado pasara lo que pasara. w18.10 28 párrs. 3, 4
Jueves 19 de marzo
El que es de escasos recursos es objeto de odio hasta a su semejante, pero son muchos los amigos del rico (Prov. 14:20).
Un factor que puede afectar nuestra forma de ver a los demás es el dinero. ¿Cómo podría la riqueza o pobreza de una persona condicionar la opinión que tenemos de ella? Movido por el espíritu santo, Salomón escribió esta lamentable verdad sobre los seres humanos imperfectos registrada en el texto de hoy. ¿Qué aprendemos de este proverbio? Que, si no tenemos cuidado, podemos buscar la amistad de los hermanos que tienen mucho dinero y evitar relacionarnos con los que tienen poco. ¿Por qué es tan peligroso valorar a los demás solo por lo que tienen? Porque al hacerlo podríamos crear divisiones en la congregación. En el siglo primero, el discípulo Santiago advirtió que este problema estaba dividiendo a algunas congregaciones (Sant. 2:1-4). No podemos permitir que esto suceda en nuestra congregación. Tenemos que asegurarnos de luchar contra esta tendencia. w18.08 10 párrs. 8-10
Viernes 20 de marzo
Tengan amor intenso unos para con otros (1 Ped. 4:8).
Nuestra gratitud por la amistad especial con Jehová se refleja asimismo en el trato que damos a nuestros hermanos. Ellos también le pertenecen a Dios. Si nunca perdemos de vista este hecho, siempre seremos amables y cariñosos con ellos (1 Tes. 5:15). Jesús les dijo a sus seguidores: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Juan 13:35). Es de interés que Malaquías dice que Jehová presta atención y escucha cuando sus siervos se relacionan los unos con los otros (Mal. 3:16). Sin duda, Dios “conoce a los que le pertenecen” (2 Tim. 2:19). Está muy interesado en todas y cada una de las cosas que decimos y hacemos (Heb. 4:13). Cuando no somos bondadosos con nuestros hermanos, Jehová se da cuenta de ello. Pero podemos estar seguros de que también toma nota cuando nos perdonamos y somos hospitalarios, generosos y bondadosos unos con otros (Heb. 13:16). w18.07 26 párrs. 15, 17
Sábado 21 de marzo
A Jehová tu Dios debes adherirte (Deut. 10:20).
Nadie es más poderoso, sabio y cariñoso que nuestro Dios. Por eso, es lógico que nos adhiramos o aferremos a él y que estemos de su lado (Sal. 96:4-6). Aun así, algunos siervos de Jehová han cedido ante una situación que exigía que se pusieran de su parte. Veamos el caso de Caín. Él no se consideraba adorador de ningún otro dios, sino de Jehová. Sin embargo, Jehová no aprobaba su adoración, pues vio malas tendencias en su interior (1 Juan 3:12). Así que le dijo a Caín que recuperaría su favor si cambiaba y hacía lo que estaba bien. Pero le advirtió que, si no cambiaba, el pecado seguiría acechándolo para dominarlo. Luego le preguntó: “Y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?” (Gén. 4:6, 7). En otras palabras, Jehová le estaba diciendo que, si se arrepentía y se ponía de su lado, él estaría del suyo. Pero Caín no escuchó el consejo de Jehová. w18.07 17 párrs. 1, 3; 18 párr. 4
Domingo 22 de marzo
Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres (Mat. 5:16).
Predicar el mensaje del Reino y hacer discípulos es una manera de hacer brillar nuestra luz (Mat. 28:19, 20). También nuestra conducta cristiana sirve para que demos gloria a Jehová. Cuando predicamos, las personas se fijan en cómo nos comportamos. Una sonrisa y un saludo afectuosos dan una buena imagen de nosotros y del Dios al que servimos. Jesús les dijo a sus discípulos: “Al entrar en la casa, salúdenla” (Mat. 10:12). En la zona donde ellos predicaban, era común que la gente invitara a pasar a su casa a un desconocido. Claro, es posible que no exista esta costumbre donde nosotros vivimos. De hecho, muchas personas se ponen nerviosas o hasta se irritan cuando un extraño llama a su puerta. Pero, si somos cordiales y educados, quizá se sientan más tranquilas. Muchas veces, la mejor presentación es una amplia sonrisa. Lo mismo ocurre en la predicación pública con los carritos. Quienes participan en este tipo de predicación seguramente han visto que muchas personas reaccionan bien cuando las saludamos con una sonrisa. w18.06 22 párrs. 4, 5
Lunes 23 de marzo
Dios no es parcial (Hech. 10:34).
El apóstol Pedro estaba acostumbrado a relacionarse solo con judíos. Pero, cuando Dios dejó claro que los cristianos deben ser imparciales, Pedro le predicó a un soldado romano llamado Cornelio (Hech. 10:28, 35). A partir de entonces, empezó a comer y a pasar tiempo con creyentes gentiles, es decir, de origen no judío. Sin embargo, años después, dejó de comer con unos cristianos no judíos en la ciudad de Antioquía (Gál. 2:11-14). En aquella ocasión, Pablo lo reprendió, y Pedro aceptó la corrección. ¿Por qué lo sabemos? Porque, cuando les escribió su primera carta a los cristianos judíos y gentiles de Asia Menor, habló con cariño de “toda la asociación de hermanos” (1 Ped. 1:1; 2:17). Está claro que, gracias al ejemplo de Jesús, los apóstoles aprendieron a amar “a hombres de toda clase” (Juan 12:32; 1 Tim. 4:10). Aunque les llevó algún tiempo, cambiaron su manera de pensar. Al ponerse “la nueva personalidad”, los primeros cristianos llegaron a ver a todas las personas tal y como las ve Dios: como iguales (Col. 3:10, 11). w18.06 11 párrs. 15, 16
Martes 24 de marzo
Estén firmes teniendo puesta la coraza de la justicia (Efes. 6:14).
En el siglo primero, uno de los tipos de coraza que llevaban los soldados romanos estaba hecho con bandas de hierro superpuestas. Esto impedía que las espadas y las flechas les hirieran el corazón u otros órganos vitales. Por eso era tan importante que el soldado revisara con frecuencia que las bandas estuvieran bien sujetas y colocadas. La coraza representa muy bien la forma en que las justas normas de Dios protegen nuestro corazón simbólico (Prov. 4:23). Tal como un soldado no cambiaría una coraza de hierro por otra de menos calidad, nosotros tampoco cambiaremos las normas divinas por nuestras propias ideas. Nuestro criterio es muy limitado y no puede ofrecernos la protección necesaria (Prov. 3:5, 6). Por eso es tan importante que revisemos con frecuencia que las bandas de la coraza cristiana estén bien sujetas sobre nuestro corazón. Cuanto más amemos las verdades bíblicas, más fácil será llevar nuestra “coraza de la justicia”, es decir, vivir de acuerdo con las justas normas de Dios (Sal. 111:7, 8; 1 Juan 5:3). w18.05 28 párrs. 3, 4, 6, 7
Miércoles 25 de marzo
El pueblo se puso a reñir con Moisés (Núm. 20:3).
A pesar de que Moisés llevaba tantos años siendo un buen líder para los israelitas, protestaban por la falta de agua. Y se quejaban también de Moisés, como si él tuviera la culpa de que no hubiera agua (Núm. 20:1-5, 9-11). En aquel momento tan tenso, la ira hizo que Moisés perdiera la calma. En vez de hablarle con fe al peñasco, como Jehová le había mandado, les habló con amargura a los israelitas y les dijo que iba a hacer un milagro. Entonces, golpeó dos veces la roca, y salió una gran cantidad de agua. El orgullo y la cólera lo llevaron a cometer un lamentable error (Sal. 106:32, 33). Por haber perdido la mansedumbre durante unos instantes, Jehová no le permitió entrar en la Tierra Prometida (Núm. 20:12). ¿Qué valiosas lecciones aprendemos de lo que le pasó a Moisés? Primero, que debemos hacer un esfuerzo constante por seguir siendo mansos. Si nos descuidamos, aunque sea por un momento, el orgullo puede asomar y hacer que hablemos y actuemos de manera imprudente. Segundo, que el estrés puede debilitarnos, así que esforcémonos por ser mansos incluso cuando estamos bajo presión. w19.02 12, 13 párrs. 19-21
Jueves 26 de marzo
Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada (Mat. 24:14).
¿Será una carga para nosotros obedecer el mandato de Jesús de predicar? Al contrario. Después de hablar de la vid, Jesús nos aseguró que tendremos el mismo gozo que él si predicamos el Reino (Juan 15:11). ¿Por qué? Él se comparó a una vid y dijo que sus discípulos eran las ramas (Juan 15:5). Las ramas reciben el agua y los nutrientes de la planta mientras forman parte de ella. De igual modo, nosotros sentiremos el mismo gozo que Jesús siente al hacer la voluntad de su Padre siempre y cuando nos mantengamos unidos a él y sigamos sus pasos con atención (Juan 4:34; 17:13; 1 Ped. 2:21). Hanne, que lleva sirviendo de precursora más de cuarenta años, dice: “El gozo que siempre siento después de salir al ministerio me anima a seguir sirviendo a Jehová”. Así es, este profundo gozo nos da la fuerza para seguir predicando, incluso en territorios difíciles (Mat. 5:10-12). w18.05 17 párr. 2; 20 párr. 14
Viernes 27 de marzo
Fui nombrado maestro de naciones en el asunto de la fe y la verdad (1 Tim. 2:7).
El apóstol que más hizo para animar a sus hermanos tal vez fue Pablo. El espíritu santo lo envió a predicar a los habitantes del mundo grecorromano, quienes adoraban a muchos dioses (Gál. 2:7-9). Pablo viajó a lo largo y ancho de lo que hoy es Turquía, así como por Grecia e Italia, y formó congregaciones entre los no judíos. Aquellos nuevos cristianos necesitaban mucho ánimo porque los perseguían “sus propios compatriotas” (1 Tes. 2:14). En la carta que le escribió hacia el año 50 a la joven congregación de Tesalónica, Pablo les dijo a sus hermanos: “Siempre damos gracias a Dios cuando hacemos mención respecto a todos ustedes en nuestras oraciones, porque incesantemente tenemos presentes su fiel obra y su amorosa labor y su aguante” (1 Tes. 1:2, 3). Además, les dio este mandato: “Sigan consolándose unos a otros y edificándose unos a otros” (1 Tes. 5:11). w18.04 18, 19 párrs. 16, 17
Sábado 28 de marzo
Primero tienen que predicarse las buenas nuevas (Mar. 13:10).
Si un joven desea centrarse en agradar a Jehová, debe darle atención especial a la predicación. Como esta obra es muy urgente, debe ser una de nuestras mayores prioridades. Por eso, joven, ¿has pensado en ponerte la meta de predicar más a menudo o incluso hacer el precursorado? Ahora bien, ¿qué puedes hacer si no disfrutas mucho de la predicación? Y ¿qué te ayudará a tener mejores resultados al hablar de Jehová? Haz estas dos cosas básicas: prepárate bien y no dejes de contarles a los demás lo que sabes. Puede que te sorprendas al ver lo mucho que disfrutas. Para empezar, prueba a prepararte para responder alguna pregunta que pudieran hacerte tus compañeros de escuela, como por qué crees en Dios. El sitio jw.org contiene artículos que ayudan a los jóvenes a dar una respuesta. Allí encontrarás una hoja de ejercicios titulada “¿Qué razones tengo para creer en Dios?”. Esta hoja te ayudará a preparar la respuesta. w18.04 27 párrs. 10, 11
Domingo 29 de marzo
Sean fructíferos y háganse muchos (Gén. 1:28).
Aunque Adán y Eva disfrutaban al principio de mucha libertad, Jehová les impuso ciertos límites. Algunos les resultaban naturales, pero eran límites al fin y al cabo. Por ejemplo, para vivir tenían que respirar, comer y dormir, entre otras cosas. Pero no pensaban que esto les quitaba libertad. De hecho, Jehová se aseguró de que disfrutaran de la vida incluso al hacer estas cosas rutinarias (Sal. 104:14, 15; Ecl. 3:12, 13). Jehová les mandó a Adán y Eva que poblaran y cuidaran la Tierra. ¿Les robó algo de libertad este mandato? Claro que no. Les dio la oportunidad a todos los seres humanos de participar en el propósito del Creador de convertir la Tierra en un paraíso donde los seres humanos vivan para siempre (Sal. 127:3; Is. 45:18). Como vemos, Adán y Eva podían haber disfrutado de su matrimonio y sus hijos por toda la eternidad. w18.04 4, 5 párrs. 7, 8
Lunes 30 de marzo
Todos los que estaban correctamente dispuestos para vida eterna se hicieron creyentes (Hech. 13:48).
Si somos pacientes con las personas, no esperaremos que comprendan o acepten las verdades bíblicas la primera vez que las escuchan. Por ejemplo, pensemos en la promesa bíblica de vivir para siempre en un Paraíso en la Tierra. Muchos creen que la muerte es el fin de todo. Y otros piensan que todos los buenos van al cielo. Un hermano explica lo que hace él. Primero, lee Génesis 1:28 y pregunta dónde y cómo quería Dios que vivieran los seres humanos. La mayoría de las personas contestan que en la Tierra y felices. A continuación, el hermano lee Isaías 55:11 y pregunta si el propósito de Dios ha cambiado. Las personas suelen decir que no. Por último, lee Salmo 37:10, 11 y pregunta: “Según la Biblia, ¿cómo vivirán los seres humanos en el futuro?”. Con este razonamiento, ha logrado que varias personas entiendan que Dios sigue queriendo que la gente buena viva para siempre en un Paraíso en la Tierra. w19.03 24 párrs. 14, 15; 25 párr. 19
Martes 31 de marzo
Escúchenle (Mat. 17:5).
Jehová dejó claro que desea que escuchemos y obedezcamos las palabras de su Hijo. Jesús enseñó a sus seguidores a predicar las buenas noticias del Reino y les recordó vez tras vez que se mantuvieran alerta (Mat. 24:42; 28:19, 20). También les pidió con insistencia que se esforzaran al máximo y los animó a no rendirse (Luc. 13:24). Además, les recalcó la necesidad de que se amaran unos a otros, permanecieran unidos y obedecieran sus mandamientos (Juan 15:10, 12, 13). Los consejos que les dio eran muy prácticos entonces y lo siguen siendo hoy día. Jesús dijo: “Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz” (Juan 18:37). Demostramos que escuchamos su voz cuando seguimos este consejo: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros” (Col. 3:13; Luc. 17:3, 4). También lo demostramos cuando predicamos nuestro mensaje con entusiasmo en tiempos buenos y en tiempos difíciles (2 Tim. 4:2). w19.03 10 párrs. 9, 10