Abril
Miércoles 1 de abril
Jesús le dijo a Pedro: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mat. 16:23).
¿Y nosotros? ¿Pensamos como Dios o como este mundo? Seguro que ya vivimos de acuerdo con las normas de Jehová. Pero ¿y nuestra forma de pensar? ¿Tratamos de ver las cosas como las ve Dios? Para lograrlo, es necesario un esfuerzo consciente. En cambio, no hay que esforzarse casi nada para pensar como el mundo, pues su espíritu está por todas partes (Efes. 2:2). Además, la forma de pensar del mundo puede ser muy tentadora, pues nos empuja a centrarnos en nosotros mismos. En efecto, es difícil pensar como Jehová, pero facilísimo pensar como el mundo. Si permitimos que el mundo moldee nuestra forma de pensar, tendremos la tendencia a ser egoístas y a querer decidir por nosotros mismos lo que está bien o mal (Mar. 7:21, 22). Por eso, es fundamental que aprendamos a pensar como Jehová, no como los hombres. w18.11 18 párr. 1; 19 párrs. 3, 4
Jueves 2 de abril
Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado (Mat. 3:17).
A Jesús debió animarlo mucho recibir el reconocimiento de Jehová en tres ocasiones, cuando Dios mismo habló desde los cielos. En el río Jordán, justo después de que se bautizara, Jehová dijo las palabras del texto de hoy. Por lo visto, aparte de Jesús, solo Juan el Bautista las oyó. Más o menos un año antes de la muerte de Jesús, tres de sus apóstoles oyeron a Dios decir: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle” (Mat. 17:5). Por último, Jehová volvió a hablarle a su Hijo desde el cielo unos días antes de que este muriera (Juan 12:28). Jesús sabía que iba a sufrir una muerte vergonzosa, acusado falsamente de blasfemia. Pese a ello, pidió en oración que se hiciera la voluntad de Dios, no la suya (Mat. 26:39, 42). “Aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza”, y no buscó el reconocimiento del mundo, sino solo el de su Padre (Heb. 12:2). w18.07 10, 11 párrs. 15, 16
Lectura bíblica para la Conmemoración: Marcos 14:3-9 (tras la puesta del Sol: 9 de nisán)
Viernes 3 de abril
Padre, si deseas, remueve de mí esta copa (Luc. 22:42).
Justo después de instituir la Cena del Señor, Jesús demostró una enorme valentía. ¿Cómo? Estuvo dispuesto a hacer la voluntad de Dios aunque sabía que eso implicaba sufrir la vergüenza de que lo acusaran de blasfemia y lo ejecutaran (Mat. 26:65, 66). Fue totalmente íntegro y honró el nombre de Dios, defendió su derecho a gobernar e hizo posible que tengan vida eterna los seres humanos que se arrepientan de sus pecados. Además, preparó a sus discípulos para las situaciones que pronto iban a enfrentar. Jesús también demostró valor dejando a un lado sus propias preocupaciones y centrándose en las necesidades de los apóstoles fieles. Después de pedirle a Judas que se fuera, instituyó una ceremonia sencilla que les recordaría a quienes serían sus discípulos ungidos los beneficios de la sangre derramada de Jesús y de formar parte del nuevo pacto (1 Cor. 10:16, 17). w19.01 22 párrs. 7, 8
Lectura bíblica para la Conmemoración: Marcos 11:1-11 (durante el día: 9 de nisán)
Sábado 4 de abril
Padre, glorifica tu nombre (Juan 12:28).
Jehová le respondió a su hijo desde el cielo: “Lo glorifiqué, y también lo glorificaré de nuevo”. A Jesús lo angustiaba pensar en la gran responsabilidad que tenía de ser fiel a Jehová. Sabía que lo azotarían y lo matarían (Mat. 26:38). Pero lo que más le importaba era glorificar el nombre de su Padre. Le preocupaba que su muerte manchara la reputación de Dios, porque lo habían acusado de blasfemia. Igual que a Jesús, puede que a nosotros nos preocupe que se manche el nombre de Jehová. Tal vez seamos víctimas de injusticias, como le pasó a él. O quizás nos inquieten las mentiras que los opositores difunden sobre nosotros. Puede que pensemos en cuánto afectan la reputación de Dios. En momentos así, lo que Jehová le dijo a Jesús nos tranquiliza mucho. Jehová siempre glorificará su nombre (Sal. 94:22, 23; Is. 65:17). w19.03 11, 12 párrs. 14-16
Lectura bíblica para la Conmemoración: Marcos 11:12-19 (durante el día: 10 de nisán)
Domingo 5 de abril
Jesucristo comenzó a mostrar a sus discípulos que él tenía que sufrir muchas cosas y ser muerto (Mat. 16:21).
Los discípulos de Jesús no podían creer lo que acababan de oír. Confiaban en que Jesús restablecería el reino de Israel, pero él les comunicó que iba a sufrir y morir. El apóstol Pedro le dijo: “Sé bondadoso contigo mismo, Señor; tú absolutamente no tendrás este destino”. Jesús le respondió: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres un tropiezo, porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mat. 16:22, 23; Hech. 1:6). De esta manera, Jesús hizo una diferencia entre las ideas que proceden de Dios y las que proceden de este mundo de Satanás (1 Juan 5:19). Lo que Pedro le dijo reflejaba el egoísmo del mundo. Pero Jesús sabía que Jehová pensaba de otro modo. Las palabras de Jesús demostraron que rechazaba sin dudarlo el modo de pensar del mundo porque veía las cosas como su Padre. w18.11 18 párrs. 1, 2
Lectura bíblica para la Conmemoración: Marcos 11:20-12:27, 41-44 (durante el día: 11 de nisán)
Lunes 6 de abril
Siguen proclamando la muerte del Señor, hasta que él llegue (1 Cor. 11:26).
¿Qué ve Jehová cuando millones de personas se reúnen en todo el mundo con motivo de la Cena del Señor? Ve más que un grupo grande de gente; se fija en cada uno de los presentes. Por ejemplo, ve a quienes asisten todos los años. Entre ellos tal vez haya algunos que lo hacen pese a que afrontan dura persecución. Otros no asisten semanalmente a las reuniones, pero consideran una obligación ir a la Conmemoración. Jehová también se fija en los que asisten por primera vez, quizás movidos por la curiosidad. De seguro que a Jehová le complace que tantas personas vayan a la Conmemoración (Luc. 22:19). Sin embargo, su principal interés es por qué asisten. ¿Deseamos que Jehová y su organización nos enseñen? (Is. 30:20; Juan 6:45). w19.01 26 párrs. 1-3
Lectura bíblica para la Conmemoración: Marcos 14:1, 2, 10, 11; Mateo 26:1-5, 14-16 (durante el día: 12 de nisán)
Fecha de la Conmemoración
(tras la puesta del sol)
Martes 7 de abril
Cristo murió por nosotros (Rom. 5:8).
Jesús no solo estuvo dispuesto a morir por sus seguidores, sino que todos los días puso los intereses de ellos por encima de los suyos propios. Por ejemplo, se reunió con ellos a pesar de que estaba cansado y angustiado (Luc. 22:39-46). Y se centró en lo que podía dar a los demás, no en lo que podía recibir de ellos (Mat. 20:28). Pertenecemos a la única hermandad cristiana verdadera y con mucho gusto dedicamos el mayor tiempo posible a invitar a las personas a formar parte de ella. No obstante, queremos ayudar en especial a “los que están relacionados con nosotros en la fe” pero se han hecho inactivos (Gál. 6:10). Les demostramos nuestro amor animándolos a venir a las reuniones, sobre todo a la Conmemoración. Igual que a Jehová y Jesús, a nosotros nos causa una inmensa alegría que alguien que ha estado inactivo regrese a Jehová (Mat. 18:14). w19.01 29 párrs. 12, 14; 30 párr. 15
Lectura bíblica para la Conmemoración: Marcos 14:12-16; Mateo 26:17-19 (durante el día: 13 de nisán) Marcos 14:17-72 (tras la puesta del Sol: 14 de nisán)
Miércoles 8 de abril
Esto significa mi cuerpo, esto significa mi “sangre del pacto” (Mat. 26:26-28).
Cuando instituyó la Conmemoración de su muerte, Jesús solo usó el pan de la Pascua y el vino que había sobrado. Les dijo a los apóstoles que estos dos sencillos productos eran símbolos que representaban su cuerpo perfecto y su sangre, que poco después ofrecería por ellos. A los apóstoles no debió sorprenderles que esta nueva cena fuera tan sencilla. ¿Por qué no? Unos meses antes, mientras estaba en casa de sus amigos Lázaro, Marta y María, Jesús comenzó a enseñarles. Aunque Marta se encontraba en la casa, estaba distraída preparando una complicada comida para aquel invitado tan importante. Pero Jesús la corrigió con cariño diciéndole que no siempre era necesario hacer una comida elaborada (Luc. 10:40-42). Tiempo después, cuando solo quedaban horas para que diera su vida, hizo lo mismo que le había dicho a Marta. Preparó una ceremonia sencilla. w19.01 20, 21 párrs. 3, 4
Lectura bíblica para la Conmemoración: Marcos 15:1-47 (durante el día: 14 de nisán)
Jueves 9 de abril
Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía (Juan 17:5).
Jehová honró a Jesús de una manera inesperada. Lo resucitó y le dio “un puesto superior”. Además, le concedió algo que no había recibido nadie hasta ese momento: vida espiritual inmortal (Filip. 2:9; 1 Tim. 6:16). ¡Qué extraordinario reconocimiento por su fidelidad! ¿Qué nos ayudará a no buscar el reconocimiento de este mundo? Tener muy presente que Jehová siempre les muestra reconocimiento a sus siervos fieles y que a menudo los recompensa de maneras inesperadas. ¡Y quién sabe cómo nos premiará en el futuro! Pero, por el momento, mientras soportamos los problemas de este mundo malvado, recordemos siempre que este mundo tiene los días contados (1 Juan 2:17). Nuestro cariñoso Padre, Jehová, no es injusto y no se olvida de nuestras obras ni del amor que mostramos por su nombre (Heb. 6:10). w18.07 11 párrs. 17, 18
Lectura bíblica para la Conmemoración: Mateo 27:62-66 (durante el día: 15 de nisán) Marcos 16:1 (tras la puesta del Sol: 16 de nisán)
Viernes 10 de abril
Hago petición para que todos ellos sean uno (Juan 17:20, 21).
Durante su última cena con los apóstoles, Jesús estaba preocupado por la unidad. Mientras oraba con ellos, expresó su deseo de que todos sus discípulos fueran uno, o estuvieran unidos, así como él y su Padre lo están. La unidad de los discípulos demostraría con claridad que Jehová había enviado a Jesús a la Tierra. El amor los identificaría como los verdaderos seguidores de Jesús y contribuiría a su unidad (Juan 13:34, 35). Es normal que Jesús recalcara esa noche la importancia de la unidad, porque había notado falta de armonía entre los apóstoles. Habían discutido “sobre quién de ellos parecía ser el mayor”, y no era la primera vez (Luc. 22:24-27; Mar. 9:33, 34). En otra ocasión, Santiago y Juan le habían pedido a Jesús que les concediera lugares importantes a su lado en su Reino (Mar. 10:35-40). w18.06 8 párrs. 1, 2
Lectura bíblica para la Conmemoración: Marcos 16:2-8 (durante el día: 16 de nisán)
Sábado 11 de abril
Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne (Gén. 2:24).
Jehová quiere que los matrimonios cultiven un amor tan fuerte que dure toda la vida (Mat. 19:3-6). El adulterio es uno de los actos más crueles que alguien puede cometer. No es de extrañar que el séptimo mandamiento lo prohibiera (Deut. 5:18). Cometer adulterio supone “pecar contra Dios” y puede causarle profundas heridas al cónyuge inocente (Gén. 39:7-9). A este, el dolor por la traición puede durarle décadas. Jehová también está muy interesado en el bienestar de los niños. Él no solo les mandó a los padres que atendieran sus necesidades físicas, sino también las espirituales. Tenían que aprovechar toda ocasión para enseñarles a valorar las leyes divinas y para inculcarles amor a Dios (Deut. 6:6-9; 7:13). El israelita no debía ver a sus hijos como una simple propiedad que podía descuidar o maltratar, sino como una herencia, un regalo de Jehová que debía cuidar con amor (Sal. 127:3). w19.02 21 párrs. 5, 7
Domingo 12 de abril
Dios llegará a conocer mi integridad (Job 31:6).
Job se concentró en la esperanza de que Dios lo recompensaría. Él estaba convencido de que a Dios sí le importaba si era íntegro o no. Pese a sus pruebas, confiaba en que Jehová al final lo recompensaría, y esto de seguro lo ayudó a permanecer íntegro. Jehová se sintió tan complacido con Job que lo bendijo con una recompensa extraordinaria mientras todavía era imperfecto (Job 42:12-17; Sant. 5:11). Y en el futuro recibirá bendiciones aún mayores. Nuestro Dios no ha cambiado (Mal. 3:6). Recordar que él valora nuestra integridad mantendrá viva en nuestro corazón la esperanza de un futuro maravilloso (1 Tes. 5:8, 9). Puede que a veces sintamos que somos los únicos que queremos mantener nuestra integridad. Pero no estamos solos. En todo el mundo, hay millones de hermanos que también se esfuerzan por ser íntegros. Además, estaremos entre todos los hombres y mujeres de fe que fueron íntegros en el pasado incluso ante la amenaza de muerte (Heb. 11:36-38; 12:1). w19.02 7 párrs. 15, 16
Lunes 13 de abril
Sean de un mismo ánimo y parecer, compartiendo sentimientos como compañeros, teniendo cariño fraternal, siendo tiernamente compasivos, de mente humilde (1 Ped. 3:8).
Cuando pasa la temporada de la Conmemoración, es conveniente que nos preguntemos: “¿Cómo puedo imitar mejor el amor de Jesús? ¿Pienso más en las necesidades de mis hermanos que en las mías? ¿Espero demasiado de ellos, o tomo en cuenta sus límites?”. Copiemos siempre el ejemplo de Jesús y mostremos empatía. Dentro de poco, ya no será necesario volver a conmemorar la muerte de Cristo. Cuando Jesús “llegue” durante la gran tribulación, llevará al cielo a “los escogidos” que aún estén en la Tierra. A partir de ese momento, dejará de celebrarse la Conmemoración (1 Cor. 11:26; Mat. 24:31). Podemos estar seguros de que, incluso cuando ya no se celebre la Cena del Señor, recordaremos con cariño esta sencilla ceremonia como un símbolo del mayor ejemplo de humildad, valentía y amor que jamás haya mostrado un ser humano. w19.01 25 párrs. 17-19
Martes 14 de abril
Te has deleitado en la veracidad misma en lo interior; y en el yo secreto quieras hacerme conocer sabiduría pura (Sal. 51:6).
Cuidar lo que somos por dentro se parece a cuidar nuestra salud física. Por ejemplo, si queremos estar sanos, tenemos que nutrirnos bien y hacer ejercicio con regularidad. De manera parecida, si queremos estar saludables en sentido espiritual, tenemos que nutrir bien nuestra fe y “ejercitarla” con regularidad poniendo en práctica lo que aprendemos y hablando de nuestras creencias (Rom. 10:8-10; Sant. 2:26). Por otra parte, nuestro aspecto puede hacernos creer que estamos saludables, aunque en realidad estemos enfermos. De manera parecida, nuestra actividad espiritual puede hacernos creer que nuestra fe está fuerte, aunque por dentro estén creciendo malos deseos (1 Cor. 10:12; Sant. 1:14, 15). Recordemos que Satanás quiere contagiarnos sus ideas. w19.01 15 párrs. 4, 5
Miércoles 15 de abril
Ve y haz tú lo mismo (Luc. 10:37).
Preguntémonos: “¿Hago yo lo mismo que el samaritano? ¿Soy igual de compasivo? (Luc. 10:30-35). Cuando veo que otros sufren, ¿les muestro misericordia? ¿Puedo hacer más para ayudarlos? Por ejemplo, ¿les ofrezco ayuda práctica a los hermanos mayores, las viudas y los jóvenes que no tienen a sus padres en la verdad? ¿Puedo tomar la iniciativa en consolar a los que están deprimidos?” (1 Tes. 5:14; Sant. 1:27). Cuando hacemos cosas por otros, vemos que “hay más felicidad en dar que en recibir”. Además, sabemos que así agradamos a Jehová (Hech. 20:35; Heb. 13:16). El rey David dijo sobre el que muestra misericordia: “Jehová mismo lo guardará y lo conservará vivo. Será pronunciado feliz en la tierra” (Sal. 41:1, 2). Si les mostramos compasión a los demás, Jehová nos mostrará misericordia, y esto nos dará felicidad eterna (Sant. 2:13). w18.09 19 párrs. 11, 12
Jueves 16 de abril
No tengas miedo, porque estoy contigo. No mires por todos lados, porque soy tu Dios. Yo ciertamente te fortificaré. Yo cierta y verdaderamente te ayudaré (Is. 41:10).
Una cristiana fiel llamada Yoshiko recibió malas noticias. Su doctora le dijo que le quedaban meses de vida. ¿Cómo reaccionó esta querida hermana? Enseguida recordó uno de sus textos favoritos, el texto de hoy. Con mucha tranquilidad, le dijo a la doctora que no sentía miedo, porque Jehová la tenía agarrada de la mano. Este versículo la consoló y la ayudó a confiar en Jehová con todo el corazón. Y lo mismo puede hacer con nosotros cuando suframos problemas graves. En un principio, Jehová le dio este mensaje a Isaías para consolar a los judíos que serían llevados cautivos a Babilonia. Pero también hizo que quedara registrado para que ayudara a todos sus siervos que han vivido desde entonces (Is. 40:8; Rom. 15:4). Los tiempos en los que vivimos son “críticos, difíciles de manejar”, y necesitamos más que nunca el ánimo que nos ofrece el libro de Isaías (2 Tim. 3:1). w19.01 2 párrs. 1, 2
Viernes 17 de abril
Si el incrédulo procede a irse, que se vaya (1 Cor. 7:15).
La pareja que se separa sigue estando casada y se enfrentará a problemas. El apóstol Pablo dio el siguiente motivo para seguir juntos: “El esposo incrédulo es santificado con relación a su esposa, y la esposa incrédula es santificada con relación al hermano; de otra manera, sus hijos verdaderamente serían inmundos, pero ahora son santos” (1 Cor. 7:14). Muchos cristianos leales que han decidido seguir al lado de un cónyuge no Testigo en circunstancias muy difíciles se alegraron de haber hecho ese sacrificio en especial porque su cónyuge llegó a servir a Jehová (1 Cor. 7:16; 1 Ped. 3:1, 2). Hoy, en las congregaciones de todo el mundo hay muchos buenos matrimonios. Es probable que en la nuestra haya muchas parejas felices, en las que el esposo es leal y ama a su esposa y ella ama y respeta a su marido. Todos ellos son una prueba de que se puede honrar y respetar el matrimonio (Heb. 13:4). w18.12 14 párrs. 18, 19
Sábado 18 de abril
Jehová Dios plantó un jardín en Edén y allí puso al hombre que había formado (Gén. 2:8).
La palabra Edén significa “Placer” o “Deleite”, un nombre muy adecuado para aquel lugar. Había comida abundante, hermosos paisajes y paz entre los hombres y los animales (Gén. 1:29-31). Cuando el texto hebreo se tradujo al griego, la palabra hebrea para jardín se tradujo usando el término griego parádeisos. Cierta enciclopedia dice que, cuando un griego escuchaba esta palabra, se imaginaba un parque amplio y hermoso protegido de todo mal, con árboles impresionantes que producían diversos frutos, así como arroyos de agua cristalina en cuyas riberas cubiertas de hierba pastaban grandes rebaños de antílopes y ovejas (Cyclopaedia, de M’Clintock y Strong; compare con Génesis 2:15, 16). Esto nos ayuda a entender por qué podemos llamar paraíso al jardín de Edén. Dios puso a Adán y Eva en un jardín como ese, pero después los expulsó porque le desobedecieron. Así, tanto ellos como sus descendientes perdieron el Paraíso (Gén. 3:23, 24). Ese hermoso lugar quedó deshabitado hasta que desapareció, al parecer en el Diluvio. w18.12 3, 4 párrs. 3-5
Domingo 19 de abril
Yo, Jehová, soy Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo (Is. 48:17).
Los padres tratan de inculcar buenos principios en sus hijos. Si los hijos deciden seguir los principios que les enseñaron sus padres, será más probable que no se lamenten de las decisiones que tomen y, como consecuencia, se libren de muchos problemas y preocupaciones. Como buen padre que es, Jehová quiere que a sus hijos les vaya lo mejor posible en la vida (Is. 48:18). Por eso, nos inculca principios fundamentales sobre cómo comportarnos y cómo tratar al prójimo. En temas como estos, nos invita a pensar como él y tener sus mismos valores. ¿Limita eso nuestra capacidad de pensar por nosotros mismos? Al contrario, la aumenta y la agudiza (Sal. 92:5; Prov. 2:1-5; Is. 55:9). Nos ayuda a tomar decisiones que nos hacen felices y nos deja espacio para nuestras preferencias personales (Sal. 1:2, 3). No hay duda de que pensar como Jehová nos beneficia. w18.11 19, 20 párrs. 7, 8
Lunes 20 de abril
Ellos siguen hablando injuriosamente de ustedes (1 Ped. 4:4).
Para continuar andando en la verdad, no debemos ceder a la presión de los demás. Cuando conocimos la verdad, nuestra relación con amigos y familiares no Testigos cambió. Algunos respetaron nuestras nuevas creencias, pero otros las rechazaron de plano. Puede que nuestros familiares y los compañeros de clase o trabajo nos inviten a celebrar con ellos ciertas festividades. ¿Qué nos ayudará a resistir la presión de participar en costumbres y fiestas que Jehová odia? Tener claro por qué las ve así. También es útil repasar lo que han dicho nuestras publicaciones sobre el origen de esas celebraciones. Cuando nos recordamos los motivos bíblicos por los que no participamos en ellas, nos convencemos de que andamos en el camino que le agrada a Dios (Efes. 5:10). Confiar en Jehová y en su Palabra nos protegerá del miedo al qué dirán (Prov. 29:25). w18.11 11 párrs. 10, 12
Martes 21 de abril
Jehová estaba con José, y lo que él efectuaba, Jehová hacía que tuviera éxito (Gén. 39:23).
Es muy fácil que los cambios inesperados hagan que miremos al futuro con miedo y nos paralicen. Eso podría haberle ocurrido a José. Pero todo indica que él decidió hacer cuanto estaba en su mano a fin de que Jehová tuviera algo que bendecir. Por eso, aun estando en prisión, trató de cumplir bien con todo lo que le encargó el oficial principal, igual que había hecho cuando trabajaba para Potifar (Gén. 39:21, 22). Igual que José, puede que nos encontremos en una situación sobre la que tengamos poco o ningún control. Pero, si somos pacientes y nos esforzamos por hacer cuanto esté en nuestra mano, le daremos a Jehová algo que pueda bendecir (Sal. 37:5). Sí, es posible que a veces nos sintamos confundidos, pero nunca estaremos “absolutamente sin salida” o desesperados, como dijo el apóstol Pablo (2 Cor. 4:8). Y así será sobre todo si nos mantenemos centrados en el ministerio cristiano. w18.10 29 párrs. 11, 13
Miércoles 22 de abril
Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre (Heb. 6:10).
Imaginemos que nos encontramos con alguien a quien conocemos y respetamos, pero esa persona no recuerda cómo nos llamamos o, peor aún, ni siquiera nos reconoce. ¿Cómo nos sentiremos? Seguro que nos pondremos muy tristes, pues todos tenemos el deseo natural de que se nos reconozca. Pero no queremos solo que se sepa quiénes somos, sino que se valore la clase de personas que somos y lo que hemos hecho (Núm. 11:16; Job 31:6). Sin embargo, igual que ocurre con otros deseos naturales, nuestro deseo de tener reconocimiento puede distorsionarse debido a la imperfección. Además, el mundo de Satanás puede hacer que deseemos ser importantes y famosos. Cuando eso ocurre, no le damos a Jehová, nuestro Padre celestial, la honra y la adoración que merece (Rev. 4:11). w18.07 7 párrs. 1, 2
Jueves 23 de abril
El mundo entero yace en el poder del inicuo (1 Juan 5:19).
No nos sorprende, por tanto, que Satanás y sus demonios influyan en quienes ocupan puestos importantes para que digan mentiras (1 Tim. 4:1, 2). Los guías de las religiones falsas son especialmente culpables. ¿Por qué? Porque quienes creen sus mentiras y practican lo que Dios odia pueden perder la oportunidad de vivir para siempre (Os. 4:9). Jesús sabía que los líderes religiosos de su día engañaban a las personas. Les dijo en la cara: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!, porque atraviesan mar y tierra seca para hacer un solo converso, y cuando este llega a serlo, lo hacen merecedor del Gehena [la destrucción eterna] dos veces más que ustedes” (Mat. 23:15, nota). Jesús los condenó y les dijo con toda la razón: “Ustedes proceden de su padre el Diablo”, que era un “homicida” (Juan 8:44). w18.10 7 párrs. 5, 6
Viernes 24 de abril
Felices son ustedes cuando los vituperen y los persigan por mi causa (Mat. 5:11).
¿Por qué dijo Jesús esto? Él mismo respondió: “Regocíjense y salten de gozo, puesto que grande es su galardón en los cielos; porque de esa manera persiguieron a los profetas antes de ustedes” (Mat. 5:12). Cuando golpearon a los apóstoles y les ordenaron que dejaran de predicar, estos “se fueron de delante del Sanedrín, regocijándose”. Claro, a ellos no les agradó que los azotaran, pero se alegraron “porque se les había considerado dignos de sufrir deshonra a favor del nombre” de Jesús (Hech. 5:41). En nuestros días, los siervos de Jehová también aguantamos con gozo cuando sufrimos por el nombre de Jesús o cuando afrontamos problemas graves (Sant. 1:2-4). A nosotros tampoco nos gusta sufrir. Pero, si somos leales durante las pruebas, Jehová nos ayudará a aguantar con valor. Cuando tenemos la aprobación del “Dios feliz”, somos felices aunque suframos persecución religiosa o se opongan nuestros familiares (1 Tim. 1:11). w18.09 21 párrs. 18-20
Sábado 25 de abril
Su insistencia está en penoso afán y cosas perjudiciales (Sal. 90:10).
Como en estos “tiempos críticos” la vida está llena de “penoso afán y cosas perjudiciales”, una gran cantidad de personas sufren angustia emocional. Muchas pierden las ganas de vivir (2 Tim. 3:1-5). Se calcula que todos los años se suicidan más de 800.000 personas, es decir, 1 cada 40 segundos. Tristemente, incluso algunos hermanos se han sentido así y se han quitado la vida. Aunque la mayor parte de nuestros hermanos no se dan por vencidos, muchos tienen que lidiar con situaciones muy tensas y necesitan nuestro cariño y consuelo. Algunos sufren persecución y son objeto de burlas. Otros tienen que aguantar que sus compañeros de trabajo hablen mal de ellos. O puede que estén agotados por tener que trabajar horas extras o porque su empleo es muy estresante. Y hay quienes sufren problemas familiares graves, pues quizá tienen un cónyuge no creyente que no deja de criticarlos. Como consecuencia de estas y otras presiones, muchos cristianos se sienten agotados en sentido físico y emocional. w18.09 13 párrs. 3, 5
Domingo 26 de abril
No tengo mayor causa de sentir agradecimiento que estas cosas: que oiga yo que mis hijos siguen andando en la verdad (3 Juan 4).
Los padres trabajan con Jehová cuando animan a sus hijos a ponerse metas espirituales. Con los años, muchos de esos niños se hacen siervos de tiempo completo y sirven lejos de su familia. Algunos son misioneros, otros son precursores en lugares donde hacen falta predicadores del Reino y algunos sirven en Betel. Claro, como viven lejos, sus familias no pueden verlos tanto como les gustaría. A pesar de ello, los padres abnegados animan a sus hijos a continuar en sus asignaciones. ¿Por qué? Porque les hace muy felices saber que sus hijos están poniendo el Reino en primer lugar. Muchos de esos padres tal vez se sientan como Ana, que dijo que le había prestado su hijo Samuel a Jehová. Esos padres hacen bien en ver esta manera de colaborar con Dios como un privilegio maravilloso que no cambiarían por nada (1 Sam. 1:28). w18.08 24 párr. 4
Lunes 27 de abril
Será cosa difícil el que un rico entre en el reino de los cielos (Mat. 19:23).
Jesús no dijo que sea imposible. Él también dijo: “Felices son ustedes, los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios” (Luc. 6:20). Claro, con eso no quiso decir que todos los pobres lo escucharían y recibirían bendiciones especiales. De hecho, hubo muchos pobres que nunca se hicieron discípulos suyos. La idea es que no podemos decir si una persona es o no amiga de Jehová solo por lo que tiene en sentido material. El pueblo de Jehová está compuesto por muchos hermanos y hermanas que lo aman y le sirven de todo corazón. Algunos son ricos y otros son pobres. La Biblia les da este mandato a los ricos: “Cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios” (1 Tim. 6:17-19). Al mismo tiempo, les dice a todos los siervos de Dios —sean ricos o pobres— que es peligroso amar el dinero (1 Tim. 6:9, 10). Si abrimos los ojos y vemos a los hermanos como los ve Jehová, no cederemos a la tentación de juzgarlos por sus posesiones materiales. w18.08 10, 11 párrs. 11, 12
Martes 28 de abril
Sujétense a Dios (Sant. 4:7).
Desde luego, estamos deseosos de demostrar nuestra gratitud a Jehová por el honor de ser su pueblo. Sabemos que la mejor decisión que pudimos tomar fue dedicarle nuestra vida a él. Rechazamos por completo la maldad. Y amamos y respetamos a nuestros hermanos, pues reconocemos que también le pertenecen a Jehová (Rom. 12:10). La Biblia nos da esta garantía: “Jehová no desamparará a su pueblo” (Sal. 94:14). Esta promesa es segura no importa lo que nos pase. Ni siquiera la muerte puede impedir que Dios nos ame (Rom. 8:38, 39). “Por consiguiente, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos a Jehová” (Rom. 14:8). Estamos deseando que llegue el día en que Jehová devuelva la vida a todos sus amigos leales que han muerto (Mat. 22:32). Incluso ahora disfrutamos de muchas bendiciones. Como dice la Biblia, “feliz es la nación cuyo Dios es Jehová, el pueblo a quien él ha escogido por herencia suya” (Sal. 33:12). w18.07 26 párrs. 18, 19
Miércoles 29 de abril
Todas las cosas son lícitas; pero no todas las cosas son ventajosas. Todas las cosas son lícitas; pero no todas las cosas edifican (1 Cor. 10:23).
Algunas personas quizá crean que, puesto que algunas decisiones son personales, como las que tienen que ver con la educación o el empleo, deben tener la libertad de elegir lo que deseen siempre que su conciencia se lo permita. Tal vez piensen en lo que Pablo les dijo a los corintios sobre los alimentos: “¿Por qué debería mi libertad ser juzgada por la conciencia de otra persona?” (1 Cor. 10:29). Es verdad que somos libres de tomar este tipo de decisiones. Sin embargo, debemos recordar que nuestra libertad es relativa y que todas las decisiones tienen consecuencias. Por tal razón, Pablo dijo las palabras del texto de hoy. Esto sin duda nos ayuda a entender que nuestras preferencias personales no son en absoluto lo más importante a la hora de tomar decisiones. w18.04 10 párr. 10
Jueves 30 de abril
Vuelvan a mí, y yo ciertamente volveré a ustedes (Mal. 3:7).
Un cristiano quizá diga que adora a Dios pero en realidad esté haciendo cosas malas (Jud. 11). Tal vez predique mucho y asista a todas las reuniones, pero al mismo tiempo alimente las fantasías sexuales, la avaricia o hasta el odio a algún hermano (1 Juan 2:15-17; 3:15). Esto puede llevarlo a pecar. Es posible que los demás no sepan lo que pensamos o hacemos, pero Jehová lo ve todo y sabe si estamos totalmente de su lado o no (Jer. 17:9, 10). Aun así, Jehová no nos da enseguida por perdidos. Si ve que nos estamos alejando de él, nos hace esta invitación: “Vuelvan a mí”. Él quiere que nos pongamos en contra de la maldad, sobre todo cuando luchamos contra nuestras debilidades (Is. 55:7). Si lo hacemos, nos apoyará y nos dará las fuerzas espirituales, emocionales y físicas que necesitemos para dominar la inclinación al pecado (Gén. 4:7). w18.07 18 párrs. 5, 6