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  • RESIDENCIA TEMPORAL EN CANAÁN
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ad págs. 21-24

ABRAHÁN

(“Padre de una Multitud”).

Así llamó Jehová a Abrán (que significa: “Padre de Ensalzamiento”) cuando a los noventa y nueve años de edad Dios le reafirmó Su promesa de que su descendencia se multiplicaría. (Gén. 17:5.)

SUS ANTECEDENTES Y LA PRIMERA ETAPA DE SU VIDA

Abrahán fue la décima generación desde Noé por medio de Sem y nació trescientos cincuenta y dos años después del Diluvio, aproximadamente en el 2018 a. E.C. Aunque en Génesis 11:26 consta como el primero de los tres hijos de Taré, Abrahán no era el primogénito. Las Escrituras muestran que Taré tenía setenta años de edad cuando nació su primer hijo y que Abrahán nació sesenta años después, cuando su padre Taré tenía ciento treinta años de edad (Gén. 11:32; 12:4), pero a Abrahán se le menciona en primer lugar entre sus hermanos debido a su sobresaliente fidelidad y prominencia en las Escrituras. Esta práctica también se sigue en el caso de otros hombres sobresalientes como Sem e Isaac. (Gén. 5:32; 11:10; 1 Cró. 1:28.)

Abrahán era natural de la ciudad caldea de Ur, una próspera metrópoli ubicada en la tierra de Sinar, cerca de la confluencia actual de los ríos Éufrates y Tigris. Estaba a unos 240 Km. al SE. de Babel o Babilonia, que en un tiempo fue la ciudad real de Nemrod, tan notoria por su inacabada Torre de Babel. En el tiempo de Abrahán, unos ciento setenta años después, la ciudad de Ur estaba impregnada de idolatría babilónica y de la adoración a su patrón, el dios-luna Sin. (Jos. 24:2, 14, 15.) No obstante, Abrahán resultó ser un hombre de fe en Jehová Dios, tal como lo habían sido sus antepasados Sem y Noé, y como consecuencia de ello, se ganó la reputación de ser “el padre de todos los que tienen fe”. (Rom. 4:11.) Puesto que la fe verdadera se basa en conocimiento exacto, Abrahán pudo haber conseguido su conocimiento por medio de Sem (sus vidas se traslaparon unos ciento cincuenta años). Abrahán conocía y usaba el nombre de Jehová, pues, por ejemplo, dijo: “Jehová el Dios Altísimo, Productor de cielo y tierra”, “Jehová, el Dios de los cielos y el Dios de la tierra”. (Gén. 14:22; 24:3.)

Mientras Abrahán todavía vivía en Ur, “antes que se domiciliara en Harán”, Jehová le mandó que se mudara a una tierra extranjera y dejara atrás a amigos y parientes. (Hech. 7:2-4; Gén. 15:7; Neh. 9:7.) Le dijo que en aquel país que le mostraría, haría de Abrahán una gran nación. En aquel tiempo Abrahán estaba casado con su medio hermana Sara, pero no tenían hijos y ambos eran de edad avanzada. Por eso, el obedecer aquel mandato exigiría gran fe; no obstante, obedeció.

Taré, quien para entonces tenía unos doscientos años de edad y todavía era el cabeza patriarcal de la familia, concordó en acompañar a Abrahán y Sara en este largo viaje, y debido a ello, es de Taré del que se dice que llevó a su familia hacia Canaán. (Gén. 11:31.) Parece que Lot, sobrino de Abrahán y huérfano de padre, fue adoptado por sus tíos, que para entonces no tenían hijos, y de ahí que los acompañara en su viaje. La caravana viajó hacia el NO. unos 965 Km. hasta llegar a Harán, una importante encrucijada en las rutas comerciales de este a oeste, a orillas del río Balij, más de 105 Km. al N. de su desembocadura en el Éufrates. Allí permaneció Abrahán hasta la muerte de su padre Taré.

RESIDENCIA TEMPORAL EN CANAÁN

A la edad de setenta y cinco años Abrahán salió de Harán junto con su casa hacia la tierra de Canaán, donde había de vivir los restantes cien años de su vida en tiendas de campaña como un residente temporal, un nómada. Fue en ese tiempo que entró en vigor el pacto entre Jehová y Abrahán y comenzó el período de cuatrocientos treinta años de residencia temporal hasta que se celebró el pacto de la Ley con Israel. (Éxo. 12:40-42; Gál. 3:17.)

Abrahán viajó hacia el sur con sus rebaños y vacadas, probablemente pasando por Damasco, hasta llegar finalmente a Siquem (donde está la moderna Nablus), a 48 Km. al N. de Jerusalén, cerca de los árboles grandes de Moré. Allí fue donde Jehová se apareció de nuevo a Abrahán y le confirmó y amplió Su promesa y Su pacto con las palabras: “A tu descendencia voy a dar esta tierra”. (Gén. 12:7.) Abrahán construyó en ese lugar un altar para Jehová e hizo lo mismo en otros lugares del camino a medida que iba desplazándose hacia el sur de Palestina, y en ellos invocaba el nombre de Jehová. (Gén. 12:8, 9.) Con el tiempo, un hambre muy severa obligó a Abrahán a mudarse temporalmente a Egipto, donde, para proteger su vida, dijo que Sara era su hermana. Tal como Abrahán había temido, el faraón introdujo a la hermosa Sara en su casa para que fuera su esposa, pero Jehová hizo que el faraón la devolviera antes de que pudiera violarla. Abrahán entonces regresó a Canaán, al campamento que estaba entre Betel y Hai, y de nuevo invocó “el nombre de Jehová”. (Gén. 12:10-13:4.)

Entonces Abrahán y Lot tuvieron que separarse debido a que sus rebaños y sus vacadas habían aumentado mucho. Lot seleccionó la cuenca de la parte baja del Jordán, una región bien regada que era “como el jardín de Jehová”, y más tarde estableció su campamento cerca de Sodoma. (Gén. 13:5-13.) Abrahán, por su parte, después que se le hubo dicho que viajara a lo largo y ancho de la tierra, llegó a morar entre los árboles grandes de Mamré, en Hebrón, a unos 32 Km. al SO. de Jerusalén. (Gén. 13:14-18.)

Cuando cuatro reyes aliados, encabezados por el rey mesopotámico Kedorlaomer, lograron aplastar a cinco reyes cananeos que se habían rebelado, Sodoma y Gomorra fueron saqueadas y Lot fue llevado cautivo junto con todas sus propiedades. Al enterarse de esto, Abrahán rápidamente juntó en formación militar a sus hombres adiestrados, 318 esclavos de su casa. Con sus aliados, Aner, Escol y Mamré, emprendió una marcha forzada en intensa persecución por unos 240 Km. en dirección norte, hasta más allá de Damasco, y, con la ayuda de Jehová, derrotó a una fuerza muy superior a la suya. Así fue rescatado Lot y todo lo suyo. (Gén. 14:1-16, 23, 24.) Al regresar Abrahán de esta gran victoria, un “sacerdote del Dios Altísimo”, Melquisedec, quien también era rey de Salem, salió y bendijo a Abrahán, y este a su vez “le dio el décimo de todo”. (Gén. 14:17-20.)

APARECE LA DESCENDENCIA PROMETIDA

Puesto que Sara continuaba estéril, parecía que Eliezer, el fiel mayordomo procedente de Damasco, iba a ser el que recibiría la herencia de Abrahán. No obstante, Jehová volvió a asegurarle a Abrahán que su propia prole llegaría a ser incontable, como las estrellas del cielo, y Abrahán “puso fe en Jehová; y él procedió a contárselo por justicia”, aunque esto sucedió años antes de ser circuncidado. (Gén. 15:1-6; Rom. 4:11.) Jehová celebró entonces un pacto formal con Abrahán, acompañado de sacrificios animales, y al mismo tiempo reveló que la prole de Abrahán sería afligida durante un período de cuatrocientos años y que hasta sería llevada a la esclavitud. (Gén. 15:7-21; véase PACTO.)

Pasó el tiempo. Ya llevaban diez años en Canaán, pero Sara continuaba estéril. Por lo tanto ella propuso que su sierva egipcia Agar la sustituyera y de esa manera pudiera tener un hijo por medio de ella. Abrahán consintió, y en 1932 a. E.C. nació Ismael, cuando Abrahán tenía ochenta y seis años de edad. (Gén. 16:3, 15, 16.) Pasó más tiempo. En 1919 a. E.C., cuando Abrahán tenía noventa y nueve años de edad, Jehová ordenó que todos los varones de la casa de Abrahán fueran circuncidados, como señal o sello en testimonio de la especial relación de pacto que existía entre Él y Abrahán. Al mismo tiempo Jehová le cambió el nombre de Abrán a Abrahán, “porque padre de una muchedumbre de naciones de seguro te haré yo”. (Gén. 17:5, 9-27.) Poco después de aquello, tres ángeles materializados a quienes Abrahán recibió hospitalariamente en el nombre de Jehová prometieron que Sara concebiría y daría a luz un hijo, ¡sí, en el plazo de un año! (Gén. 18:1-15.)

¡Cuántas cosas pasaron en ese año! Sodoma y Gomorra fueron destruidas y el sobrino de Abrahán y sus dos hijas escaparon por muy poco. Debido a un hambre Abrahán y su esposa, que quizás ya estaba encinta, se mudaron a Guerar, donde el rey de esa ciudad filistea tomó a Sara para su harén. Jehová intervino, Sara fue puesta en libertad y al tiempo señalado, en 1918 a. E.C., cuando Abrahán tenía cien años de edad y Sara noventa, nació Isaac, el heredero que había sido prometido tanto tiempo atrás. (Gén. 18:16-21:7.) Cinco años después, cuando el medio hermano de Isaac, Ismael, que ya tenía diecinueve años, se burló de Isaac, Abrahán se vio obligado a despedir a Ismael y a su madre Agar. Fue entonces, en 1913 a. E.C., cuando empezaron los cuatrocientos años de aflicción para la prole de Abrahán. (Gén. 21:8-21; 15:13.)

La prueba suprema de fe a la que tuvo que enfrentarse Abrahán vino unos veinte años después. Según la tradición judía, Isaac era ahora un hombre joven y fuerte de unos veinticinco años de edad. Obedeciendo las instrucciones de Jehová, Abrahán tomó consigo a Isaac y viajó hacia el norte desde Beer-seba, en el Négueb, hasta el monte Moria, al norte de Salem. Allí edificó un altar e hizo los preparativos para ofrecer a Isaac, la descendencia prometida, como sacrificio quemado. Y de hecho, Abrahán “ofreció, por decirlo así, a Isaac”, porque “estimó que Dios podía levantarlo hasta de entre los muertos”. Fue precisamente en el último momento que Jehová intervino y suministró un carnero para sustituir a Isaac en el altar del sacrificio. Por lo tanto, fue esta fe incondicional respaldada por una completa obediencia lo que movió a Jehová a reforzar su pacto con Abrahán jurando por sí mismo como una garantía legal especial. (Gén. 22:1-18; Heb. 6:13-18; 11:17-19.)

Sara murió en Hebrón en el año 1881 a. E.C. a la edad de ciento veintisiete años, y a Abrahán se le hizo necesario comprar una porción de terreno para sepultarla porque solo era un residente temporal y no poseía tierras en Canaán. Así que les compró a los hijos de Het un campo con una cueva en Macpelá cerca de Mamré. (Gén. 23:1-20.) Tres años después, cuando Isaac llegó a la edad de cuarenta años, Abrahán envió a Eliezer de regreso a Mesopotamia para conseguir para su hijo una esposa adecuada, que también fuera adoradora verdadera de Jehová. Rebeca, la sobrina nieta de Abrahán, resultó ser la que Jehová escogió. (Gén. 24:1-67.)

“Además, Abrahán volvió a tomar esposa”, a Queturá, y engendró a otros seis hijos, de modo que de Abrahán no solo descendieron los israelitas, los ismaelitas y los edomitas, sino también los medanitas, los madianitas y otros pueblos. (Gén. 25:1, 2; 1 Cró. 1:28, 32, 34.) Así, Abrahán vio cumplida la expresión profética de Jehová: “Padre de una muchedumbre de naciones de seguro te haré yo”. (Gén. 17:5.) Finalmente, en 1843 a. E.C., murió Abrahán a la avanzada edad de ciento setenta y cinco años y fue enterrado por sus hijos Isaac e Ismael en la cueva de Macpelá. (Gén. 25:7-10.) Antes de su muerte, Abrahán dio regalos a los hijos de sus esposas secundarias y los despidió, de modo que Isaac fuera el único heredero de “todo cuanto tenía”. (Gén. 25:5, 6.)

CABEZA PATRIARCAL Y PROFETA

Abrahán fue un hombre muy acaudalado, con grandes rebaños y vacadas, mucha plata y oro, y una casa muy grande que contaba con muchos centenares de siervos. (Gén. 12:5, 16; 13:2, 6, 7; 17:23, 27; 20:14; 24:35.) Por esta razón los reyes de Canaán lo consideraban un poderoso “principal” y una persona con quien se debería hacer pactos de paz. (Gén. 23:6; 14:13; 21:22, 23.) Pero en ningún tiempo permitió Abrahán que el materialismo cegara la visión que tenía de Jehová y de Sus promesas, ni que le convirtiera en un orgulloso, altanero o egoísta. (Gén. 13:9; 14:21-23.)

La primera vez que aparece la palabra “profeta” en las Escrituras Hebreas se refiere a Abrahán, aunque hubo otros profetas, como por ejemplo Enoc, que vivieron antes que él. (Gén. 20:7; Jud. 14.) La primera persona a quien se identifica en las Escrituras como “hebreo” es Abrahán. (Gén. 14:13.) Abrahán, tal como Abel, Enoc y Noé, fue un hombre de fe. (Heb. 11:4-9.) Pero la primera vez que aparece la expresión “puso fe en Jehová” es con referencia a Abrahán (Gén. 15:6), en concordancia con lo registrado en Romanos 4:11, que dice de él: “[Abrahán es] el padre de todos los que tienen fe”.

Ciertamente este hombre de extraordinaria fe anduvo con Dios y estuvo en comunicación constante con Él por medio de visiones y sueños, hasta hospedando a los mensajeros angélicos de Jehová. (Gén. 12:1-3, 7; 15:1-8, 12-21; 18:1-15; 22:11, 12, 15-18.) Estuvo bien familiarizado con el nombre de Dios, aunque Jehová en aquel tiempo no había revelado el significado pleno del nombre más grande del universo. (Éxo. 6:2, 3.) Vez tras vez Abrahán edificó altares y ofreció sacrificios en el nombre de su Dios Jehová y para Su alabanza y gloria. (Gén. 12:8; 13:4, 18; 21:33; 24:40; 48:15.)

En calidad de cabeza patriarcal, Abrahán no permitió que en su casa se practicase la idolatría ni la impiedad, sino que constantemente enseñó a todos sus hijos y siervos a ‘guardar el camino de Jehová para hacer justicia y juicio’. (Gén. 18:19.) Todo miembro varón de la casa de Abrahán estaba bajo la obligación de someterse a la ley de Jehová tocante a la circuncisión. La esclava egipcia Agar invocó el nombre de Jehová en oración y Eliezer, el siervo de Abrahán procedente de Damasco, en una oración muy conmovedora a Jehová demostró su propia fe en el Dios de Abrahán. Isaac también probó su fe y obediencia a Jehová siendo un hombre joven al permitir que se le atara de pies y manos y se le colocara sobre el altar para ser sacrificado. (Gén. 17:10-14, 23-27; 16:13; 24:2-56.)

HISTORICIDAD

Jesús y sus discípulos se refirieron a Abrahán más de setenta veces en sus conversaciones y escritos. En su ilustración del hombre rico y Lázaro, Jesús se refirió a Abrahán en sentido simbólico. (Luc. 16:19-31.) Cuando sus opositores se jactaron de que eran prole de Abrahán, Jesús en seguida hizo notar su hipocresía al decir: “Si son hijos de Abrahán, hagan las obras de Abrahán”. (Juan 8:31-58; Mat. 3:9, 10.) No es evidentemente el linaje carnal lo que cuenta, sino que, como dijo el apóstol Pablo, la persona ha de tener una fe como la de Abrahán para ser declarada justa. (Rom. 9:6-8; 4:1-12.) Pablo también identificó a la verdadera descendencia de Abrahán diciendo que es Cristo, junto con los que le pertenecen como “herederos respecto a una promesa”. (Gál. 3:16, 29.) Él también menciona la bondad y hospitalidad de Abrahán para con los extraños, y, en su larga lista de ilustres testigos de Jehová del capítulo 11 de Hebreos, Pablo no pasa por alto a Abrahán. Pablo también indica que las dos mujeres de Abrahán, Sara y Agar, en realidad representaron un drama simbólico que ilustró los dos pactos de Jehová. (Gál. 4:22-31; Heb. 11:8.) Por otra parte, el escritor bíblico Santiago añade que Abrahán apoyó su fe con obras justas y, por lo tanto, fue conocido como “amigo de Jehová”. (Sant. 2:21-23.)

Se han hecho descubrimientos arqueológicos que han confirmado muchos asuntos que se relatan en la historia bíblica sobre Abrahán: las ubicaciones geográficas de muchos lugares, las muchas costumbres de aquel tiempo, como la compra del campo a los hititas, la selección de Eliezer como heredero, la manera en que se trató a Agar, etcétera.

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