SERPIENTE DE COBRE
La figura o representación de cobre que Moisés hizo de una serpiente mientras Israel viajaba por el desierto. Cerca de la frontera de Edom el pueblo mostró un espíritu rebelde, quejándose del maná y del suministro de agua que les había sido provisto milagrosamente. Por consiguiente, Jehová los castigó enviándoles serpientes venenosas y muchas personas murieron a consecuencia de sus mordeduras. Cuando el pueblo mostró arrepentimiento y Moisés intercedió a favor de ellos, Jehová le dijo a Moisés que hiciese una figura con forma de serpiente y la colocase sobre un poste-señal. Moisés obedeció y “sucedió que si una serpiente había mordido a un hombre, y él fijaba la vista en la serpiente de cobre, entonces se mantenía vivo”. (Núm. 21:4-9; 1 Cor. 10:9.)
Los israelitas conservaron la serpiente de cobre y con el tiempo empezaron a utilizarla impropiamente, adorándola y haciéndole humo de sacrificio. De ahí que, como parte de sus reformas religiosas, el rey judaíta Ezequías (745-716 a. E.C.) hiciera machacar y reducir a pedazos la serpiente de cobre —que ya tenía más de setecientos años—, pues el pueblo la había convertido en un ídolo. (2 Rey. 18:4.)
Jesucristo dejó claro el significado profético de ese acontecimiento en el desierto relacionado con la serpiente de cobre cuando le dijo a Nicodemo: “Además, ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre. Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”. (Juan 3:13-15.) Tal como Moisés colocó la serpiente de cobre sobre un poste en el desierto, el Hijo de Dios fue fijado en un madero, dando así ante muchos la apariencia de ser un malhechor y un pecador despreciable como una serpiente, alguien maldito. (Deu. 21:22, 23; Gál. 3:13; 1 Ped. 2:24.) En el desierto, cualquier persona que hubiera sido mordida por una de las serpientes venenosas que Jehová envió entre los israelitas tenía que mirar a la serpiente de cobre con fe. De manera similar, para obtener la vida eterna mediante Jesucristo es necesario ejercer fe en él.