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  • El Corán—¿de Dios o del hombre?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
w53 15/12 págs. 744-747

El Corán—¿de Dios o del hombre?

SEGÚN el islam ortodoxo el Corán “es increado y eterno [y] fué escrito desde el principio con rayos áureos sobre una tableta magnífica en el cielo y fué comunicado a Mahoma por el ángel Gabriel . . .” (Ed. de 1942 de la Ency. Amer., vol. 16, bajo “Koran”) En el esfuerzo por colocar al Corán por encima de todo lo demás y como igual a Dios mismo, la tradición musulmana tiene que hacerle frente a una paradoja; porque ¿cómo podría ser eterno e increado el Corán y no obstante ser escrito sobre una tableta magnífica? ¿Escrito por quién—si fuese coeterno con Dios?

En los artículos anteriores de esta serie hemos visto que el acto de dar el Corán no fué acompañado de milagros, como fué el caso cuando se dió la Ley y el evangelio, y hemos encontrado que es insostenible la posición adoptada por los escribas musulmanes de que el Corán es un milagro literario. También encontramos que su pretensión de que sea confirmatorio de Escritura previa no tiene fundamento y que la culpa por esto no puede echarse a la Biblia sino que tiene que yacer en el Corán. Además, hemos visto que el mensaje mismo no puede usarse para probar su origen divino, ya que ante todo la verdad divina tiene que ser consistente consigo misma, pero hallamos muchas discrepancias en el Corán. Todo lo cual arguye contra el que el Corán sea de Dios.

¿PREDICE LA BIBLIA LA OBRA DE MAHOMA?

Entre otros argumentos que los escribas musulmanes usan para probar la inspiración del Corán está el de que Mahoma y su obra fueron predichos en la Biblia. Según una nota al pie de la página sobre Sura 46:10, Alí, (nota 4783) “en el Corán y su Profeta [se halla] una confirmación verdadera de las escrituras previas . . . ¡El islam [siendo] un cumplimiento de la revelación de Moisés mismo! (Vea Deu. XVIII, 18-19)”

Pero ¿cómo podría ser eso? En el monte Sinaí Jehová dijo a Moisés: “Profeta les he de levantar, de en medio de sus hermanos, semejante a ti; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo cuanto yo le mandare. Y sucederá que el hombre que no obedeciere a mis palabras que él hablare en mi nombre, yo mismo le pediré cuenta de ello.”—Deu. 18:15-19.

Ciertamente no puede argüirse justamente que Mahoma, quien fué descendiente de Ismael, era de los hermanos de Moisés. Ni habló Mahoma en el nombre de Jehová Dios, como lo hizo Moisés. El hecho es que siglos antes de que naciera Mahoma el apóstol Pedro, al dirigirse a los hermanos genuinos de Moisés, los judíos, aplicó este texto a Cristo Jesús, y los hechos manifiestan que esta profecía aplica a él.—Hech. 3:20-23.

Otra profecía que los escribas musulmanes aplican a Mahoma es la de Jesús tocante a la venida de un “ayudador” o “consolador.” Dice Alí, en su comentario al pie de la página sobre Sura 3:81: “En el Nuevo Testamento según existe ahora se predice a Muhammad en el Evangelio de San Juan 14:16; 15:26; 16:7. El consolador futuro no puede ser el Espíritu Santo según entienden los cristianos, porque ya estaba presente el Espíritu Santo ayudando y guiando a Jesús.”

Sin embargo, note que Jesús dijo que su ida haría a sus apóstoles huérfanos, pero no por mucho, ya que el “espíritu de verdad,” el paracleto, el “ayudador” o “consolador,” iba a venir. Además les dijo que serían bautizados con este espíritu de verdad “de aquí a muy pocos días” y que habían de permanecer en Jerusalén hasta que este espíritu viniera. ¡Seguramente todas estas promesas y mandamientos no tendrían sentido si los apóstoles habían de esperar seis siglos hasta que Mahoma viniera!

Cierto, el espíritu santo estaba sobre Jesús, pero es muy aparente que, hasta que les fué dado en el Pentecostés, sin Jesús sus apóstoles se parecieron mucho a hijos abandonados. Regresaron a su negocio pesquero; se atrevieron a elegir un apóstol para ocupar el lugar de Judas; no tuvieron mensaje para los judíos. ¡Con el derramamiento del espíritu en el Pentecostés todo esto cambió! De allí en adelante los apóstoles confiadamente siguieron adelante en la obra de predicar, haciendo conversos por miles. (Juan 21:3; Hech. 1:4, 5, 15-26; 2:32-36, 41; 4:4) ¡Claramente tal mala aplicación de la Escritura no puede probar el origen divino del Corán!

¿EL CORÁN PROFÉTICO?

Esforzándose de nuevo por probar que el Corán fué inspirado, los escribas musulmanes señalan a su elemento profético. No hay duda acerca de ello, eso les daría fuerte razón para decir que es de origen divino, ya que la más fuerte evidencia circunstancial de que la Biblia verdaderamente es la Palabra de Dios es el cumplimiento de sus muchas profecías. Moisés predijo muchísimas cosas respecto a Egipto y su pueblo que se cumplieron. (Vea Éxodo, capítulos 7-14; Levítico, capítulo 26; Deuteronomio 17:14, 15; 31:6-8.) Con doscientos años de anticipación Isaías predijo la liberación de los judíos del cautiverio y hasta dió el nombre del que los iba a libertar, a saber, Ciro. (Isa. 44:28; 45:1-7) Jeremías predijo con exactitud que la tierra yacería desolada setenta años. (Jer. 25:11; Dan. 9:2) Daniel correctamente predijo la sucesión de los imperios mundiales, y también dió el año exacto en que vendría Mesías el príncipe. (Daniel, capítulos 8 y 9) Más de treinta acontecimientos sobresalientes en la vida de Jesús fueron predichos con exactitud; e indisputablemente la propia profecía de Jesús, registrada en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21, está teniendo su cumplimiento hoy. Y todas éstas son específicas en cuanto a detalles.

Pero ¿cuáles son las profecías del Corán, los cumplimientos de las cuales lo marcarían como inspirado? La principal a la que se refieren los teólogos musulmanes es la que se encuentra en Sura 30:1-3: “El [Imperio Romano ha sido] derrotado por una tierra inmediata. Pero después de su derrota él derrotará a sus enemigos en unos cuantos años.” (Alí; Ródwell) Esto se considera que predijo la derrota que los romanos administraron a los persas unos diez años después de haber sido derrotados por ellos. Sin embargo, cualquier observador sagaz pudiera haber arriesgado la conjetura de que el Imperio romano triunfaría con el tiempo. Además, cuando el Corán fué escrito originalmente, no se usaban puntos vocales y por eso el pasaje pudo igualmente haber sido traducido “será derrotado” como “derrotará.” Y esto generalmente se cita como el ejemplo principal de profecía en el Corán.

Por otra parte, una profecía coránica que ha fracasado señaladamente es la que declara que el islam será “victorioso sobre toda otra religión.” (Sura 9:33, Ródwell) Los musulmanes sólo pueden contar con el 11 por ciento de la población del mundo, mientras que los hindúes dicen tener el 12 por ciento, los así llamados cristianos el 30 por ciento, etc. El islam ha participado en una guerra santa, Jihad (Alghihed) tras otra, en obediencia al mandato: “Luchen por lo tanto contra ellos hasta que . . . la única adoración sea la de Dios.” (Sura 2:189, Ródwell) No obstante, aun así el islam no ha triunfado, no ha sido victorioso sobre todas las otras religiones. Sus ejércitos fueron detenidos en Francia en 732 d. de J.C. por Carlos Martel, y a las puertas de Viena por última vez en 1683. Por eso vemos que si basa su pretensión en el elemento profético el Corán no puede decir que es de origen divino.

INTERESANTES PARALELOS

En vista de todo lo susodicho, ¿qué alternativa nos queda tocante a la pregunta: “El Corán—¿de Dios o del hombre?” Sin embargo, en vez de contestar específicamente esta pregunta, consideremos algunos paralelos muy interesantes que la historia ha registrado entre el mensaje del islam y las costumbres y creencias de la gente con quien se puso en contacto Mahoma al fin del siglo seis y al principio del siglo siete d. de J.C.

El Corán proclama que Alá es el único Dios verdadero, que los fieles serán recompensados después de la muerte mediante el ser llevados al paraíso y que los inicuos serán castigados mediante tormento. También condena repetidamente la práctica arábiga de enterrar vivas a sus niñas pequeñas. Todo esto se predicó igualmente por un grupo de reformadores en la ciudad natal de Mahoma, Meca, los hanifes, a quienes él conoció bien.

El Corán ordena la adoración de la piedra Kaaba, la peregrinación a Meca, el ayuno durante el mes de ramadhan, y también enseña un fatalismo tocante a la vida presente. Todo esto era parte de la religión pagana de los árabes en el día de Mahoma.

Las descripciones gráficas del Corán del cielo y el infierno; sus instrucciones concernientes a una kebla o dirección en la cual uno debe volverse cuando ora; sus reglas concernientes a la oración y purificación; la idea del uso de balanzas en el día del juicio y del Al Araf o purgatorio; la oración de apertura de todos los suras salvo el noveno: “En el nombre de Dios, Bondadosísimo, Compasivísimo”; su angelismo y demonología, todos encuentran una correspondencia estrecha en el Talmud del judaísmo y el Avesta del zoroastrismo.

El Corán cuenta que Jesús hablaba cuando todavía era bebé. Este relato igualmente se encuentra en el apócrifo Evangelio del infante. También cuenta que siendo niñito Jesús hizo pájaros de arcilla e hizo que cobraran vida. El mismo cuento se encuentra en el Evangelio de Tomás, el israelita, así como en el Evangelio del infante. El Corán alega que Jesús no fué clavado a un madero, “crucificado,” y que no fué ejecutado a ruego de los judíos (y a mano de los romanos). Esta creencia también fué sostenida por la secta de los “Manichaeanes” y otros, y se encuentra en ciertos escritos apócrifos, tales como los Viajes de los apóstoles.

El Corán se produjo en Arabia. Hace apelación a las preferencias y prejuicios de los árabes. Repetidamente da énfasis al hecho de que fué enviado en árabe puro y a los árabes. “Un libro cuyos versículos (signos) son HECHOS CLAROS—un Corán arábigo, para hombres de conocimiento” (Sura 41:2, Ródwell. Vea también Sura 12:2; 13:37; 16:105; 42:5, Ródwell.) Si el Corán fuese de Dios y para los pueblos de toda lengua, ¿qué importaría cuál fuera su lengua original?

Lo mismo puede decirse también tocante a la prohibición que el Corán hace del vino por una parte y el permiso que da para “casarse con mujeres de su selección, dos, o tres o cuatro”; ambas cosas contrarias a lo que ha sido la experiencia del hombre en el resto del mundo tocante a lo que es mejor para la sociedad, aunque aparentemente son prácticas para los habitantes de la península árabe.

Finalmente, note los muchos interesantes paralelos entre las circunstancias locales inmediatas y el contenido de ciertos suras. Los tíos de Mahoma fueron muy escépticos a la pretensión de Mahoma de ser el profeta de Alá. Sura 111 se dedica a pronunciar una maldición contra ellos. A medida que el islam creció en fuerza y participó en guerras por botín o conquista encontramos suras como los núms. 2, 3, 8, etc., que contienen amonestación de que se participe en la guerra, reprimenda para los que no lo hagan, y explicaciones sobre el resultado de ciertas batallas.

Un rumor desagradable implicó a la esposa favorita de Mahoma, Ayesha, en un asunto con un joven guerrero musulmán. El sura 24 trata de este incidente y condena a los murmuradores. Mahoma estuvo en perplejidad en cuanto a casarse con la esposa divorciada de su hijo adoptivo Zaid. El sura 33 le concede una excepción para que se case con ella aunque entre los árabes un hijo adoptivo era considerado igual a un hijo verdadero y el Corán había prohibido que la esposa de uno jamás llegara a ser la esposa de otro. En otro caso una de las esposas de Mahoma le había descubierto en el apartamiento de ella con su concubina cóptica. Esto produjo tal furor entre sus esposas que Mahoma voluntariamente se negó a sí mismo el tener relación alguna con esta concubina. El sura 66 le asegura que no tiene que considerar las objeciones de sus esposas respecto a sus relaciones con la concubina cóptica.

Sin embargo todo esto, se nos asegura seriamente, ¡existió coeternamente con Dios mismo, en su presencia, esperando el tiempo cuando la necesidad haría que el ángel Gabriel lo bajara y lo transmitiera a Mahoma! ¿Podría esperarse más de la credulidad?

Entonces ¿cuál es nuestra conclusión? Esto: Sin duda alguna la religión que Mahoma trajo a sus compatriotas en el Corán y los obligó a aceptar era muy superior a lo que la mayoría de ellos practicaba; y sin duda Mahoma principió plenamente convencido de que tenía un mensaje de Dios (Alá) para la gente de su día. No obstante su mensaje no provino de Dios. Quizás no haya tenido enteramente fuentes humanas; su temor de que las voces que oyó eran las de espíritus malos, inicuos “Jinns,” puede haber estado más cerca de la verdad que las palabras aseguradoras de su esposa de que eran de espíritus buenos.

Y no debe sorprendernos esto, porque la Biblia nos dice que “Satanás mismo sigue transformándose en un ángel de luz” y que como “el dios de este sistema de cosas [él] ha cegado la mente de los incrédulos, para que la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios, no penetre a través.”—2 Cor. 11:14; 4:4, NM.

¿Parece dicha observación demasiado severa? Entonces pregunte: ¿Es razonable concluir que después que Jehová Dios usó a Cristo Jesús para introducir un sistema de cosas muy superior al arreglo de la ley bajo Moisés, siete siglos después usaría a Mahoma para regresar a Moisés y aun más lejos con limpiamientos ceremoniales, ayunos y prohibición de ciertos alimentos, sin decir nada acerca de la adoración del Kaaba?—Jer. 31:31-34; Mat. 5:21-48; Heb., caps. 9 y 10.

En un respecto, sin embargo, Mahoma puso un buen ejemplo a ser seguido por todos. Bajo la convicción de que su mensaje era cierto lo proclamó, aunque, por algunos años por lo menos, esto lo hizo muy impopular, lo sujetó a ridículo, castigo severo y hasta hizo que su vida quedara bajo amenaza. Y respecto a la doctrina cardinal del Corán, de que sólo hay un Dios verdadero, él no cambió.

La Biblia nos dice: “Venid pues, y razonemos juntos.” (Isa. 1:18 VA) Y también se nos amonesta: “Compra la verdad, y no la vendas.” (Pro. 23:23) Para llegar a la verdad tenemos que estar dispuestos a razonar sobre los hechos presentados y pagar el precio por ella, porque la verdad no es más popular hoy que en tiempos pasados. Verifique los argumentos anteriores con el Corán, la Biblia y los hechos de la historia, y luego convénzase en su propia mente en cuanto a qué libro es la revelación divina. Préstese a recibir instrucción tocante a lo que constituye la verdad divina y lo que Dios requiere de los que quieren conseguir salvación, vida eterna con felicidad. Y luego obre en conformidad con ello.

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