Libertad del temor—¡Puede conseguirse!
¿TIENE miedo? Muchas personas tienen miedo hoy día. A veces llega a tal grado que con sólo leer el diario uno siente que el temor se apodera de su corazón. El escuchar el radio, conversar con amigos, o sólo pensar en la confusa situación mundial puede traer a flote el temor de la guerra y el horror de la bomba atómica. El mundo tiene nerviosidad bélica, no sólo por los grandes puntos en disputa entre Oriente y Occidente, sino también por otras diferencias entre Francia y Alemania, Italia y Yugoeslavia, Israel y los árabes, India y Pakistán. El mundo tiene miedo debido al fracaso de la paz, debido al aumento de la delincuencia. Los científicos están asustados y los clérigos sienten temor.
En Inglaterra el arzobispo de Cantérbury dijo: “No debemos ni por un momento permitirnos considerar la guerra como inevitable; pero el temor de ella se cierne pesadamente sobre la faz de la tierra.” Un presidente de la Universidad de Hárvard dijo que de algún modo “tiene que enseñárseles a los jóvenes a caminar con confianza a pesar de armas monstruosas . . . inflación . . . depresión.” El editor del New Statesman and Nation de Londres escribió: “Nada asombra más al visitante europeo [a los Estados Unidos] que la evidencia de temor las instrucciones para llegar a refugios subterráneos públicos en Nueva York, las prácticas periódicas de ataques aéreos.”
El hombre tiene miedo, no sólo de la guerra atómica, sino del crimen y la corrupción, de la burocracia inflada, de la enfermedad que pudiese mutilarlo y lisiarlo a él y a su familia, de pérdida de riqueza y fracaso financiero, y, no lo menos, de parecer inferior a otros hombres. Tiene miedo de tormentas y catástrofes naturales, de lo desconocido, de lo que “pudiera suceder,” de accidentes y muerte violenta. La predicción de Jesús ha resultado cierta: “Sobre la tierra angustia de naciones, no conociendo la salida . . . los hombres se desmayan debido al temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán sacudidos.”—Luc. 21:25, 26, NM.
¿Ha combatido el hombre este temor? Sí, hasta ha peleado guerras para vencerlo. Antes de nacer Cristo, el orador romano Cicerón dijo: “Las guerras han de emprenderse a fin de que sea posible vivir en paz sin molestia.” Dos mil años después las guerras todavía se emprenden, pero ¡el hombre todavía no vive en paz! La I Guerra Mundial no suprimió los temores que sentía la democracia; la II Guerra Mundial no estableció las cuatro libertades. El temor continúa.
Todos los esfuerzos humanos para acabar con él han fracasado, porque el mundo todavía ignora quién es el que está detrás de las crecientes causas del temor. Si no hay luz sobre el asunto todos los esfuerzos del hombre contra este adversario son en vano. Empe.ro, no hay por qué estar en esta ignorancia. Un brillante haz de luz señala directamente al responsable; luz menospreciada por la mayor parte de los hombres porque no es de su hechura. Es la luz de la Palabra de Dios, la Biblia. Esta es una guía para vencer al temor, pero el hombre moderno en esta engreída edad atómica frecuentemente considera impráctica la Palabra de Dios. El fracaso del hombre es obvio. Su temor lo conduce a gastar miles de millones de dólares en bombas atómicas, las cuales aumentan su terror, pero en su terquedad rara vez emplea unas cuantas horas para aprender de la esperanza que el Hacedor del átomo da al hombre hoy día.
EL INSTIGADOR DEL TEMOR
El comunismo, los políticos sin honradez, un sistema económico falto de equidad, las enfermedades, y hasta la muerte, éstas son causas del temor; pero el instigador es la inicua criatura espiritual misma, Satanás el Diablo, que desafió la supremacía del Todopoderoso Dios y fué condenado a la muerte, pero a quien se le ha permitido permanecer temporalmente para que su desafío contra Dios fracase y quede demostrado de una vez y por toda la eternidad que Jehová, el Todopoderoso Creador, es el supremo soberano.—Job 1:9-11; 2:3-5; Éxo. 9:16.
La existencia de Satanás no es simplemente legendaria, no es algo que los hombres simplemente se han imaginado, no es simplemente una personificación del mal. El hecho de que Satanás es una verdadera criatura viviente se manifestó por Pablo, quien dijo: “El dios de este sistema de cosas ha cegado la mente de los incrédulos.” Y por Pedro: “Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, tratando de devorar a alguien.” Y por el relato de la tentación de Jesús: “El Tentador vino y le dijo . . . Entonces el Diablo lo llevó consigo dentro de la ciudad santa . . . De nuevo el Diablo lo llevó consigo a una montaña extraordinariamente elevada, . . . y le dijo a él: ‘Todas estas cosas se las daré si postrándose me hace un acto de adoración.’ Entonces Jesús le dijo: ‘¡Márchese, Satanás!’” Es debido al inicuo dominio de Satanás sobre la tierra que Jesús dijo: “Mi reino no es parte de este mundo.” Por lo tanto, Satanás es una criatura que verdaderamente existe, y en sus esfuerzos para apartar a los hombres de Dios está dando ímpetu a la iniquidad de la tierra hoy día.—2 Cor. 4:4; 1 Ped. 5:8; Mat. 4:1-11; Juan 18:36, NM.
Sin embargo, el dominio de Satanás no es permanente. La Biblia promete que terminará. Jesús manifestó que, justamente antes de terminar, el temor y la perplejidad aumentarían y que todas estas cosas serían “el principio de dolores de angustia.” Su aumento es a instigación de Satanás: “Ayes para la tierra y para el mar, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran ira, sabiendo que tiene un corto período de tiempo.” ¿Debe esto aumentar el temor que uno siente? No: “Al empezar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se está acercando.” ¿Liberación? Sí, porque así como cuando brotan las hojas de la higuera se indica que el verano se acerca, así las condiciones espantosas que Jesús describió en Mateo 24 y Lucas 21 indican que la destrucción de Satanás se acerca, y que “esta generación [que ve los ayes presentes] de ningún modo pasará hasta que sucedan todas estas cosas [incluyendo el fin del sistema de Satanás].”—Mat. 24:8; Apo. 12:12; Luc. 21:28; Mat. 24:3, 34, NM.
Obviamente, Satanás no puede ser derrotado por las armas del hombre, porque no hay ninguna evidencia de que aun las estimadas bombas atómicas o de hidrógeno del hombre puedan afectar a una criatura espiritual. Pero, aunque el hombre no puede remover a Satanás de su inicuo señorío y encarcelarlo y ejecutarlo, Dios sí puede. Él no entra en discusiones en cuanto a si esto es posible o no; ¡el instigador de la iniquidad tiene que desaparecer! La Palabra de Jehová promete: “Porque todavía un poco, y el malo no será.” Y otra vez: “Destruirá a todos los inicuos.” Además, definitivamente declara que Jehová hará lo que el hombre no puede hacer—hará que Satanás sea prendido, atado, abismado, y hará que el abismo sea cerrado y sellado sobre él. (Sals. 37:10; 145:20; Apo. 20:1-3) El inicuo dominio de Satanás será reemplazado entonces por un dominio justo, el “cielo nuevo y una tierra nueva” del Apocalipsis 21:1-4.
Ese nuevo dominio traerá a la tierra libertad del temor, porque completamente cumplirá la oración del cristiano de que la voluntad de Dios sea hecha por toda la tierra como se hace en el cielo. Entonces no habrá temor de guerra, ni de animales, ni de enfermedad, ni siquiera de muerte.
¡SIN TEMOR AHORA!
Pero aun ahora, antes de que Satanás sea destruído, es posible vencer el temor. Cuando el Post de Nueva York preguntó a personas en la calle: “¿Qué es lo que más lo asusta a usted?”, una persona dijo: “La bomba atómica”; otra: “El pensar que una gran pestilencia hiera a nuestro país alguna vez.” Pero un testigo de Jehová dijo: “No hay nada que me asuste. La Biblia indica que habrá un nuevo mundo con condiciones perfectas.... Y prescindiendo de lo que suceda, viviré en armonía y contentamiento perfectos.” ¿Ignoraba él las condiciones mundiales? No, pero con la ayuda de la penetrante verdad de la Palabra de Dios veía a través de las tinieblas presentes y entendía el grado de protección que tiene como siervo de Jehová.
Para tener tal confianza se necesita un conocimiento acertado de la Palabra de Dios. Es esa Palabra, la Biblia, la suprema fuente de información, la que manifiesta cómo Satanás trabaja, los peligros que coloca delante del hombre, y cómo contrarrestar sus embestidas. Un conocimiento de ella remueve el temor de guerras, porque Mateo 24 manifiesta que aunque ellas de repente se empeorarían esto indica que su fin se acerca y señala el último esfuerzo desesperado de Satanás para impedir que el hombre tome tiempo para ponerse de parte de Cristo. Jesús no dijo palabras vacías cuando expresó la declaración frecuentemente citada: “Si permanecen en mi palabra, ustedes verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.” (Juan 8:31, 32, NM) ¡Esa verdad sí suministra libertad del temor!
El amor del cristiano echa fuera el temor, porque incluye sinceridad de acción, ayudando a otros a aprender, una altruísta devoción a la verdad. Los testigos de Jehová, llenos de celo por esto, tienen poco tiempo para preocuparse acerca de cosas que pudieran suceder, pero raramente suceden. Tienen la mente llena de cosas gozosas, como la Palabra de Dios y sus propósitos, el crecimiento de nuevas personas en la organización cristiana, las promesas de un nuevo mundo y el privilegio gozoso de ayudar a otros a ver las bendiciones del nuevo mundo y vivir para su justicia.
La inflación, la represión u otras dificultades económicas no los aterrorizan. Confían en que no se morirán de inanición, y aunque el valor menguante del dinero puede molestarles, no les causa angustia desmedida. El dinero no es su dios. Sus tesoros son verdaderos, guardados en el cielo “donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran y roban.” Por eso la pérdida de riqueza material, o el tener menos que el vecino, no es para ellos temor que los corroa como lo es para tantos hoy día.—Mat. 6:20, NM.
No temen la pérdida de posición mundana, o el parecer inferiores a otros hombres, porque ellos no se consideran dioses que deban ser adorados. Más bien que considerar que ellos son tan importantes, saben que “es a Jehová tu Dios que tienes que adorar,” que él es a quien se ha de complacer. Su interés está en lo que él piensa de ellos, no en lo que los hombres piensan de ellos.—Mat. 4:10, NM.
No temen la corrupción gubernamental, porque saben que mientras Satanás domine, la corrupción es inevitable, pero saben que ésta terminará pronto. Saben que bajo el dominio justo de Cristo la enfermedad será curada, que tanto literal como espiritualmente Dios cumplirá la promesa: “He aquí que yo le traeré a esta ciudad sanidad y curación; y a sus habitantes yo los sanaré, y les revelaré la abundancia de mi paz y fidelidad.” Aun la muerte, aunque causa aflicción a personas amadas, no suministra temor, porque, como los apóstoles, ellos creen en una resurrección. Después que el Apocalipsis dice cómo Satanás será atado, declara proféticamente: “Y el mar entregó a los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron a los muertos que había en ellos, y fueron juzgados individualmente según sus obras.”—Jer. 33:6; Apo. 20:13, NM.
¡Los testigos de Jehová verdaderamente tienen tal confianza! Bajo amenaza directa de muerte miles de ellos se han mantenido firmes en su fe, sin doblegarse. Cuando, como ante los nazis de Hítler, la determinación de mantener su fe traía ejecución, se mantuvieron resueltos. Escuche muestras de lo que escribieron a personas amadas: “Tengo una meta radiante ante los ojos, y para alcanzarla considero mi vida como escoria, y me coloco en esas Manos, y encomiendo mi espíritu a Su cuidado. Pelearé por el honor de Jehová y la gloria de Su nombre. Pelearé por Él con el valor y arrojo de un león rugiente.” ¿Suena eso como temor? O esto: “Sean fuertes, porque yo no estoy perdido, sino que puedo decir con Pablo: ‘He peleado la buena pelea, he acabado la carrera, he guardado la fe.’” ¿Por qué fué que estos testigos no temblaron y transigieron, como lo hicieron los de otras religiones, cuyos clérigos y sacerdotes se alinearon con los nazis? ¿Por qué permanecen firmes y sin temor hoy en tierras donde los gobernantes comunistas atacan su fe? Porque han participado del alimento espiritual de la Palabra de Dios, alimento sano, fortalecedor y edificador de fe. Han conseguido conocimiento que es fortalecedor de la fe. ¡Es debido a su fuerza espiritual y debido a la confianza que tienen en que el Poder que los apoya es mayor que todos los enemigos que hay delante de ellos que los testigos de Jehová están libres del temor, cosa que le es imposible comprender al viejo mundo de hoy!
¿Desea usted tener dicha fe? Entonces consiga conocimiento. La fe de ellos no es ciega, sino una fe informada basada en hechos. Si usted consigue el conocimiento y sigue los mandamientos de Dios, usted también puede fortalecerse con la fe informada que resulta en dicha libertad. Cuando uno tiene la protección de Dios, sabe las promesas definitivas de Jehová, entiende el porqué de las dificultades de hoy, sabe su resultado, tiene la mente activa con el más importante de todos los trabajos, confía en Aquel que tiene poder infinito, y cuando se enfrenta a la muerte tiene confianza en la promesa de una resurrección en el nuevo mundo, entonces ¿qué queda para que uno tema?