El camino de la verdadera felicidad
Todo el mundo lo desea, todo el mundo se esfuerza por tenerla; sin embargo, muy pocos realmente la hallan. ¿Qué, entonces, realmente es la fuente de la verdadera felicidad?
¿QUÉ porción de su vida ha pasado usted buscando la verdadera felicidad? No obstante, ¿cuánto éxito verdaderamente ha tenido en lograr esa meta? En la búsqueda de la felicidad están envueltos nuestro tiempo, nuestras labores, nuestro dinero; ella llena nuestra vida privada y ocupa la mayor parte de nuestra actividad cotidiana. Los hombres tratan de lograr la felicidad por medio de riquezas o puestos, mediante el amor de sus familias, o a través de aficiones, la música, el arte o alguna otra actividad que les es de interés especial. Algunas personas aun tratan de lograr la felicidad a costo de otros, y al tratar de hacerlo o pierden su propia paz mental o endurecen su propio corazón. Pero sea como fuere que busquen los hombres la felicidad, pocos pueden decir que son verdaderamente felices hoy día.
Hay un libro que muestra por qué estos hombres no son felices y cuál es el proceder que realmente conduce a la felicidad verdadera, aun en este día. Ese libro, la Biblia, da ejemplos sobresalientes de hombres que disfrutaron de varios grados de felicidad y de los que fueron muy infelices. También explica la fuente genuina de la verdadera felicidad. ¿Qué puede aprenderse de los ejemplos registrados en ella?
La Biblia de usted muestra que el primer hombre tenía la verdadera felicidad, pero que la desperdició. Tuvo la oportunidad de tener un arreglo glorioso de familia, habiéndosele instruído: “Sean fecundos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla.” Tenía un lugar hermoso en que vivir, un jardín que Jehová Dios plantó. Nunca hubiera experimentado la escasez, porque Dios había dicho: “Aquí les he dado toda vegetación que produce semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual está el fruto de un árbol que produce semilla. Que les sirva a ustedes de alimento.” Él nunca se aburriría, porque se le dió la oportunidad de ocupar su mente y usar sus manos en el cultivo del hermoso jardín que era su hogar y en cuidar de él. ¿Podría hombre alguno desear más? Sí, quedaba una cosa más, y ésta también la tenía ese hombre. Tenía la bendición de su Creador, que pronunció “muy bueno” al hombre y también a la creación en la cual éste fué colocado.—Gén. 1:28, 29, 31; 2:15, NM.
A pesar de que tenían bendiciones, seguridad, contentamiento y felicidad mayor que la que cualquier hombre pudiera esperar, nuestros primeros padres desobedecieron la instrucción sencilla que les dió su Creador, y al hacerlo huyó de ellos la felicidad. Descubrieron que su paraíso se había desvanecido, que la tierra estaba maldita, y esta familia a la cual se le había dado tan gloriosas perspectivas vivió aun para ver a su hijo primogénito cometer el terrible crimen de hacerse el asesino de uno de sus propios hermanos menores. ¡Qué fin más triste le acarreó a esta familia su desobediencia a Dios! Desde el tiempo de ellos los hombres han gozado de variados grados de felicidad, pero ningún hombre imperfecto ha disfrutado alguna vez de ella al grado que disfrutó de ella esta primera pareja humana. La experiencia de ellos, sin embargo, señala cuán importante es que todos los que desean la verdadera felicidad obedezcan a Dios.—Gén. 3:17-19.
La vida de otros hombres ha ilustrado la misma cosa. Aun el hijo de Adán, Abel, que fué asesinado, y quien verdaderamente sirvió a Dios, fué más feliz que Caín su hermano, el asesino, quien dijo: “Mi castigo por la culpa es demasiado grande para llevarlo.” Noé el hombre justo ciertamente fué más feliz que la gente de vida desenfrenada que vivió en su tiempo y que Dios destruyó. Considere, también, el ejemplo de Abrahán. Debido a su fe en Dios se le dió el privilegio sobresaliente de ser un antepasado terrenal del Mesías. Y después de la larga y bendita vida de este hombre fiel, leemos: “Abrahán expiró y murió en buena vejez, anciano y satisfecho.” ¿A qué se debió la felicidad excepcional de estos hombres? Queda manifiesto que se debió a su obediencia a las instrucciones de Jehová.—Gén. 4:13; 6:9; 25:8, NM.
La experiencia de la entera nación de Israel también ilustra este punto. Cuando los israelitas servían correctamente a su Dios, Jehová, eran las personas más felices. Pero cuando escogían rechazar la adoración verdadera, ¡exactamente lo contrario les sucedía! En los libros bíblicos de Jueces, Samuel, los Reyes, las Crónicas y en muchas de las escrituras proféticas usted puede leer acerca de cómo el intimar con la adoración demoníaca les ocasionó males divinos, mientras que un regreso sincero a la adoración verdadera les traía bendiciones abundantes. La lección que aquí se enseña de nuevo es que la verdadera felicidad va de consuno con la obediencia al Soberano Supremo del universo.
Los Salmos y Proverbios dicen mucho acerca de la fuente de la verdadera felicidad. “¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es Jehová!” “¡Dichoso aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está puesta en Jehová su Dios!” “Quien pone atención en la palabra divina, hallará el bien; y el que confía en Jehová es feliz.” Pero ¿es posible que tales declaraciones apliquen al mundo afligido de hoy? ¡Certísimamente que sí! En realidad, hay aun mayor razón para felicidad hoy en día que al tiempo en que se escribieron estas declaraciones por primera vez.—Sal. 144:15; 146:5; Pro. 16:20.
AÚN MAYOR FELICIDAD AHORA
Hay varias razones por las cuales los verdaderos cristianos pueden tener aun mayor felicidad que la que tenían los hombres fieles de antes de la era cristiana. La primera razón es que Jesús proveyó mucho más conocimiento que fortalece a uno espiritualmente, conocimiento que ni siquiera los hombres fieles de la antigüedad tuvieron. Además, Jesús suministró el rescate, comprando de nuevo lo que Adán había perdido para la raza humana y de este modo verdaderamente abriendo el camino para que el hombre recibiera las bendiciones de Dios y la vida eterna. En adición a eso, ahora tenemos el ejemplo adicional que Jesús y sus apóstoles pusieron respecto al proceder que realmente conduce a la verdadera felicidad—el de obedecer las instrucciones divinas y hacer uno que su propósito principal en la vida sea el de ayudar a otros a comprenderlas. Jesús dijo: “Si ustedes saben estas cosas, felices son si las hacen.” Y él dijo además: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”—Juan 13:17; Hech. 20:35, NM.
Por lo tanto, la verdadera felicidad viene por medio de la obra constructiva y fructífera que Dios nos ha asignado. Adán era feliz en la obra que Dios le había asignado. También lo fué Jesús. Y, aunque le cause asombro al mundo, ¡también lo son sus seguidores hoy en día! La obra que se ha mandado para este día es una que requiere que los que la desempeñan tengan conocimiento firme, y substancioso de la Palabra de Dios, y eso les da la gran recompensa de poder dárselo felizmente a otros que están necesitados. Esta es la obra a la que se refirió Jesús cuando dijo concerniente a nuestro mismísimo día: “Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin consumado.”—Mat. 24:14, NM.
Sí, una razón principal por la cual se puede tener aun mayor felicidad ahora que la que era posible tener hace largos siglos es que el tiempo en que nosotros vivimos es el tiempo que esperaban todos los fieles hombres de Dios. La actualidad es el tiempo en que el reino de Dios se ha establecido, en que las noticias de él se están predicando a través de la tierra habitada, y en que el fin consumado del dominio inicuo de Satanás se ha acercado. Hoy día el mundo teme al futuro, y a menos que cambie su manera de proceder y se conforme a la Palabra de Dios tiene buen motivo para ello.
Pero hoy día la gente que tiene conocimiento firme y substancioso de la Palabra de Dios, que por medio de ella entiende el porqué de las presentes angustias del mundo, cómo llegarán a su fin estas angustias y lo que ella debiera hacer acerca de ello ahora, no se acongoja por los temores del mundo. Se siente feliz al saber que estamos viviendo en los días a los cuales la Biblia hizo referencia cuando dijo que Satanás sabría que él tiene sólo “un corto período de tiempo.” Más bien que afligirse por causa de las condiciones trastornadas de la tierra, esta gente que tiene el verdadero conocimiento de la Palabra de Dios ve en estas condiciones la señal que marca el fin cercano del dominio inicuo de Satanás y el establecimiento de condiciones justas por toda la tierra.—Apo. 12:12; Mateo 24, NM.
¿Le haría a usted feliz tener la prueba de que tales buenas nuevas son verídicas? ¿Aumentaría su gozo la oportunidad de contar estas buenas nuevas a otros? Los testigos de Jehová han visto esa prueba. Tienen esta felicidad. Y estiman que es un privilegio inefable y gozoso el poder contar estas buenas nuevas a otros. La felicidad de ellos frecuentemente provoca comentarios de los de afuera, como cuando el periódico World Telegram and Sun de Nueva York encabezó un artículo acerca de ellos: “Son hermanos y hermanas en una gigantesca familia de fe.” Esta felicidad extraordinaria proviene de su conocimiento de la Palabra de Dios, su obediencia a las instrucciones de él y la actividad de ellos al contar a otros las cosas buenas que han aprendido.
Saben que aunque la rebelión de Adán aparentemente postergó el propósito de Jehová de tener esta tierra poblada de criaturas justas, pacíficas y felices, ese propósito no ha sido frustrado. ¿Le suena imposible el que aquí mismo sobre esta tierra usted todavía podría tener la oportunidad de gozar de las bendiciones que Adán perdió? Los testigos de Jehová, cuyas filas van engrosándose constantemente, han visto la prueba bíblica positiva de que esas condiciones pronto serán restauradas.
¿Investigará usted para aprender por qué están tan convencidos ellos en este asunto, y por qué este conocimiento les da tan grande gozo y contentamiento hoy en día? Ciertamente le vale a usted la pena emplear su tiempo y esfuerzo en enterarse de cómo usted, también, puede disfrutar de esta verdadera felicidad ahora y de la promesa de gozo eterno en el futuro. ¿Examinará usted las evidencias respecto a este tema importantísimo? Los testigos de Jehová sinceramente le instan a que lo haga.