La oración, una preciosa provisión amorosa
“No estén ansiosos por cosa alguna, sino que en todas las cosas por medio de oración y súplica junto con acción de gracias den a conocer sus peticiones a Dios.”—Fili. 4:6.
1. ¿Qué hechos ponen de relieve la naturaleza milagrosa de la oración?
AL SOLO reflexionar en cuanto a esta provisión de la oración no podemos menos de maravillarnos del milagro de todo ello. El hombre se sintió sumamente gozoso cuando el 10 de enero de 1946, después de extensos preparativos, estableció contacto por primera vez con la luna mediante señales de radar, regresando hasta él el eco sumamente débil de tales señales “después de un intervalo de entre 2.38 y 2.72 segundos, correspondiendo con la distancia a la luna de 355,666 a 407,166 kilómetros.” Puede que los rayos de radar del hombre lleguen a la luna con la velocidad de la luz, pero ¡qué es eso comparado con nuestras oraciones que llegan hasta el trono de Jehová, el cual, estando muy por encima del universo material, ha de estar a un sinnúmero de años luz, y llegan en sólo un instante de tiempo! ¡Y cuán fácilmente podemos ponernos en contacto con Jehová en oración!
2. ¿Cuál es el primer requisito para orar, y en qué dos respectos?
2 Sin embargo, para que se efectúe este milagro tenemos que orar al único Dios vivo y verdadero, Jehová. (Éxo. 6:3; Isa. 46:9) Las oraciones que se ofrecen a los dioses que sólo existen en la mente de los hombres jamás serán oídas, como llegaron a saber los sacerdotes de Baal en tiempo de Elías para disgusto de ellos. (1 Rey. 18:26-29; Sal. 115:4-8) Por lo tanto, el primer requisito para orar es la fe. “Sin fe es imposible lograr su buen agrado, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser el galardonador de los que con sinceridad le buscan.” Observe, tenemos que tener fe no sólo en que Dios existe, sino también en que él recompensará a los que con sinceridad le buscan, en que él contestará nuestras oraciones. Como Santiago recalca: “Pero que siga pidiendo en fe, absolutamente sin dudar, porque el que duda es como una ola del mar impelida por el viento y echada de un lado a otro. De hecho, que no piense ese hombre que recibirá algo de Jehová.” Y como Jesús dijo: “Si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, . . . nada les será imposible.”—Heb. 11:6; Sant. 1:6, 7; Mat. 17:20.
3. (a) ¿Qué ejemplos da la Palabra de Dios que muestran que él contesta la oración? (b) ¿Qué ejemplo moderno tenemos?
3 Y ¿no tenemos base sana para tal fe? ¿No puede Dios “hacer más que sobreabundantemente en exceso de todas las cosas que pedimos o concebimos”? Y dado que él nos ama, podemos estar seguros de que él tanto quiere como puede—tan diferente del hombre imperfecto, quien tan a menudo quiere pero no puede o puede pero no quiere. Sí, “si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¿cuánto más dará su Padre que está en los cielos cosas buenas a los que le piden?” ¿No contestó Dios la oración de Elías cuando se enfrentó a los 450 profetas de Baal? ¿la oración de Ezequías cuando el ejército de Senaquerib amenazaba a Jerusalén? ¿las oraciones a favor de Pedro cuando fué tomado preso por Herodes Agripa? Y la prosperidad de la sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová, y ésta a pesar de todos los obstáculos, es prueba de que Jehová Dios puede y quiere contestar la oración hoy día como siempre pudo y quiso en tiempos pasados. Cierto, tal vez no siempre entendamos por qué medios en particular Dios contesta la oración hoy día, pero sabemos que él usa su organización, que consta de criaturas invisibles y visibles, su Palabra y su espíritu santo o fuerza activa.—Efe. 3:20; Mat. 7:11; 1 Rey. 18:36-38; 2 Rey. 19:19, 35; Hech.12:5, 7.
RECONOCIENDO EL CONDUCTO DE DIOS
4. ¿Por medio de quién tenemos que venir en oración, y aparentemente por qué no se mencionó este requisito en la oración modelo de Jesús?
4 Además, si nuestras oraciones han de llegar a Dios tenemos que reconocer el camino que él ha señalado, pues Jehová es un Dios de orden. Dado que es el gran Soberano del universo, él no es una persona que permita que sus súbditos se introduzcan de cualquier manera en su presencia sin permiso, y eso es especialmente cierto de los que son sus enemigos a causa del pecado. Él tiene un conducto que tenemos que reconocer si queremos tener una audiencia con él, por decirlo así. Desde la primavera de 33 d. de J.C. ese conducto es Jesucristo, así como él dijo: “Nadie viene al Padre sino por mí.” Aunque muchos declaren que llegan a Dios por medio de María u otros llamados santos, yerran tristemente en esto; porque, busquemos donde queramos en la Palabra de Dios, ni una sola vez leemos acerca de que petición alguna fuera dirigida por medio de éstos ni acerca de que se diera mandamiento alguno de que hiciéramos tal cosa. “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, el cual se dió a sí mismo como rescate correspondiente para todos.” Dado que esto es así, pudiera preguntarse: ¿Por qué no incluyó Jesús este requisito en la oración modelo que dió a sus discípulos? Sin duda porque cuando dió esa oración él todavía no había probado su fidelidad plenamente. Pero para el último día de su ministerio él había ‘terminado la obra que su Padre le había dado para hacer,’ y por eso pudo decir: “Si ustedes le piden al Padre cualquier cosa él se la dará en mi nombre. Hasta este tiempo presente ustedes no han pedido una sola cosa en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su gozo sea hecho cabal.”—Juan 14:6; 1 Tim. 2:5, 6; Juan 17:4; 16:23, 24.
5. ¿Cuál debe ser nuestra actitud mental en la oración, y por qué?
5 Para que nuestras oraciones lleguen a Dios también tienen que ser expresadas con toda sinceridad. Los que oran simplemente “para ser visibles a los hombres” oran en vano, pues Dios odia a los hipócritas. El sólo oye a los que oran “con espíritu y verdad.” Sólo “la oración de los rectos le es un placer,” porque ellos “son los que verán su rostro.” Asimismo, tenemos que acercarnos a Dios con humildad. En vista de su grandeza y de nuestra insignificancia, el orgullo sería sumamente impropio. Además, al venir a Dios con peticiones venimos como mendigos, no como clientes. No podemos regatearle a Dios, porque no tenemos nada que ofrecer. Es sumamente adecuado, por lo tanto, el que Dios se oponga a los arrogantes y conceda su bondad inmerecida a los humildes.—Mat. 6:5; Juan 4:24; Pro. 15:8; Sal. 11:7; 1 Ped. 5:5.
6. ¿Qué hay de nuestra posición física al orar, y no obstante qué puede decirse a favor del arrodillarse?
6 Incidentalmente, no hay apoyo bíblico en lo absoluto para la práctica de cruzar uno las manos y asumir una postura santurrona en la oración. Como lo muestra la Palabra de Dios, nuestra posición física no es importante. Sin embargo, el arrodillarnos cuando ofrecemos oración privada se recomienda como una ayuda para que tengamos la correcta actitud mental de humildad delante de nuestro Hacedor. (Sal. 95:6; Dan. 6:10; Luc. 22:41; Efe. 3:14) También, el arrodillarnos nos ayuda a concentrar. Es tan fácil dormitar o dejar que la mente vague si oramos acostados en la cama. Sin duda por eso fué que Pablo nos aconsejó no sólo que fuéramos “perseverantes en la oración,” sino también que nos quedáramos “despiertos en ella con acción de gracias.”—Col. 4:2.
EN ARMONÍA CON LA VOLUNTAD DE DIOS
7-10. (a) Para ser contestadas, nuestras oraciones tienen que estar en armonía con ¿qué? (b) ¿Qué ejemplos bíblicos ilustran esto? (c) ¿Qué lección encontramos en esto?
7 Además, si queremos que Dios oiga nuestras oraciones ellas tienen que estar en armonía con su voluntad. Jesús nos enseñó a orar: “Cúmplase tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra,” y él mismo oró: “No como quiera yo, sino como quieras tú.” Hace referencia a este mismo requisito el apóstol Juan: “No importa qué sea lo que pidamos de acuerdo con su voluntad, él nos oye.” Ese requisito es tan lógico y tan obvio que parece raro el que la mayoría de las personas que oran lo pase por alto—no obstante, quizás no parezca tan raro cuando observamos cuán egoístas y mal pensadas son casi todas las oraciones. ¿No tienen prioridad los propósitos de Dios? ¿No son mucho más importantes que cualesquier intereses que tengamos personalmente? Además, ¿no están en pugna a menudo las oraciones de los hombres, como en tiempo de guerra cuando ambos lados oran por la victoria? Prescindiendo de su omnisciencia y omnipotencia, Dios no podría contestar las oraciones que están en pugna.—Mat. 6:10; 26:39; 1 Juan 5:14.
8 Note cómo obró este principio en la vida de Moisés. Cuando él invocó a Jehová al tiempo en que Faraón y sus ejércitos tenían arrinconados a los israelitas, Dios ejecutó un milagro y abrió el mar Rojo, porque esa oración estaba en armonía con el propósito de Jehová de engrandecer su nombre y librar a su pueblo de la esclavitud egipcia. Asimismo, cuando la nación de Israel merecía ser destruída a causa de haber hecho el becerro de oro y más tarde otra vez a causa de haberse rebelado al oír el informe de los espías infieles, Jehová no obstante perdonó a los israelitas porque Moisés le suplicó sobre la base de Su nombre y Su pacto con los antepasados de ellos. Jehová también oyó y contestó las oraciones de Moisés a favor de su pueblo en otras ocasiones.—Éxo. 14:15-28; 32:7-14; Núm. 11:1, 2; 12:l-15; 14:11-20; 21:5-9.
9 Pero no fué así cuando Moisés oró que se le permitiera entrar en la Tierra de Promesa. Moisés había perdido su derecho porque permitió que los ‘israelitas quejumbrosos lo amargaran tanto que habló y obró imprudentemente en Meriba,’ y Jehová no iba a mudar de opinión. Y por eso aunque Moisés alabó a Jehová y le dió gracias por su bondad y siguió pidiendo: “Déjame pasar, por favor, y ver la buena tierra que está al otro lado del Jordán, esta buena región montañosa y el Líbano,” Moisés oró en vano. En vez de concedérsele su deseo fué reprendido con: “¡Bástete! Nunca me hables más de este asunto.” Obviamente Moisés había llegado al fin de la gran paciencia de Jehová. Las razones de Moisés eran puramente sentimentales, pues su presencia en la Tierra Prometida de ninguna manera era esencial para que se llevasen a cabo los propósitos de Jehová. ¿No había sido nombrado Josué para conducir al pueblo? Sí.—Sal. 106:32, 33; Deu. 3:24-28.
10 Hay algunas lecciones sobrias para nosotros en las experiencias de Moisés. Entre otras cosas, hay más probabilidad de que nuestras peticiones sean contestadas si tienen que ver con el nombre de Jehová. Y, además, un pensamiento sobrio es que Jehová de ninguna manera es influído por el sentimentalismo, sino que es impulsado y guiado por sabiduría, justicia y amor. Algo que ayuda a alejarnos de todo ese sentimentalismo concentrado en uno mismo es la oración modelo que Jesús nos dió, pues pone en primer lugar las cosas primeras. ¿Y qué viene primero? “Nuestro Padre en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Cúmplase tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” El dejar que el triunfo universal de la justicia y la vindicación del nombre y soberanía de Jehová sean lo de interés principal en nuestras oraciones nos ayudará a hacer de estas mismas cosas asunto de interés principal en nuestra vida cotidiana.—Mat. 6:9, 10.
INTERESES PERSONALES
11. ¿Qué textos bíblicos muestran que los intereses personales son temas adecuados sobre los cuales orar?
11 Que los intereses personales, espirituales y materiales, aunque son secundarios, también son temas adecuados sobre los cuales orar lo indican las Escrituras, pues ellas nos dicen: “No estén ansiosos por cosa alguna, sino que en todas las cosas por medio de oración y súplica junto con acción de gracias den a conocer sus peticiones a Dios.” Y otra vez: ‘Arrojen toda su ansiedad sobre él, porque él los cuida.’ Cualquier cosa en que estemos interesados, o cualquier cosa que nos afecte o sea para nosotros un problema difícil y agobie nuestra mente, es un tema adecuado sobre el cual orar, sea de índole espiritual o física. ‘¡Dígaselo al Padre!’ Y habiendo descargado nuestra preocupación debemos dejar de preocuparnos y tener fe en que “Dios hace que todas sus obras cooperen juntas para el bien de los que aman a Dios.”—Fili. 4:6; 1 Ped. 5:7; Rom. 8:28.
12, 13. ¿Por qué cosas podemos hacer petición, según lo manifiestan las Escrituras?
12 En conexión con esto bien pudiera decirse que lo que pedimos al orar indica el grado de nuestra madurez espiritual. Si estamos dando a Jehová “devoción exclusiva” y estamos “buscando primero el reino y su justicia,” las cosas personales por las que oramos principalmente serán de índole espiritual y por lo tanto también muy probablemente estarán en armonía con la voluntad de Dios. Entre tales cosas por las que podemos y debemos orar para nosotros mismos se halla una porción aun mayor del espíritu santo o fuerza activa de Dios, que a Dios le agrada darnos, así como Jesús muestra en Lucas 11:13. La sabiduría es otra dádiva que Dios obsequia generosamente a todos los que la piden y por lo cual debemos orar. (Sant. 1:5) E, igual que David, siempre debemos orar: “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios.” Puede que oremos en vano si pedimos que se nos quite una prueba, pero no oraremos en vano si pedimos sabiduría para hacerle frente y fuerza para soportarla. Esa fué la experiencia de Pablo, pues, después de pedir tres veces en vano a Dios tocante a una dolorosa “espina en la carne,” Dios lo consoló con: “Mi bondad inmerecida es suficiente para ti; porque mi poder se está haciendo perfecto en la flaqueza.”—Sal. 143:10; 2 Cor.12:7-10.
13 Y dado que ‘nuestra madre nos concibió en pecado’ necesitamos orar continuamente: “Perdónanos nuestros pecados,” implorando sobre la base del sacrificio de Cristo, como ya se hizo notar. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.” Dado que éste es el caso, ¡cuán insensato es llevar la carga de la culpa del pecado cuando podemos ser exonerados de ella mediante la oración, determinándonos a mejorar en el futuro!—Sal. 51:5; Luc. 11:4; 1 Juan 1:9.
14. Según se manifiesta en 1 Timoteo 2:1, 2, ¿concerniente a quiénes debemos orar y por qué razón?
14 También está en armonía con la voluntad de Dios el que oremos “respecto a hombres de toda clase, respecto a reyes y a todos los que están en puestos encumbrados, para que podamos continuar llevando una vida tranquila y sosegada con plena devoción piadosa y seriedad.” No quiere decir esto que hemos de orar para que éstos se conviertan a la adoración pura de Jehová a pesar de sus inclinaciones, sino simplemente orar que no se opongan a nuestro ministerio. Por lo tanto tales oraciones no son egoístas. Incluídas estarían peticiones de que sea hecha la voluntad de Dios en los casos jurídicos que están siendo vistos o que están pendientes.—1 Tim. 2:1, 2.a
15. ¿Qué cosas materiales podemos pedir?
15 Que también podemos orar por las cosas materiales Jesús lo mostró al incluir en su oración modelo la petición: “Danos hoy nuestro pan para este día.” No lujos, no más de lo que necesitamos, sino contentándonos con “alimento y con qué cubrirnos.” Como leemos en otra parte: “Dos cosas te he pedido. No me las niegues antes de morir. La falsedad y la palabra mentirosa ponlas muy lejos de mí. No me des ni pobreza ni riquezas. Permíteme devorar el alimento prescrito para mí, para que no esté demasiado lleno y realmente [te] niegue y diga: ‘¿Quién es Jehová?’ y para que no empobrezca y realmente robe y asalte el nombre de mi Dios.” Incidentalmente, ¡note que aquí otra vez lo material es hecho incidental a lo espiritual!—Mat. 6:11; 1 Tim. 6:8; Pro. 30:7-9.
ORANDO POR LA BENDICIÓN DE DIOS Y OBRANDO EN CONFORMIDAD
16, 17. (a) ¿Qué cosa manifiesta la experiencia de Nehemías que debemos pedir en oración? (b) ¿Cómo manifiesta Pablo que él a preció lo mismo?
16 Además, siempre necesitamos pedir que Jehová bendiga nuestros esfuerzos, pues a menos que Jehová edifique la casa y vigile la ciudad edificamos y vigilamos en vano. (Sal. 127:1) Entre los siervos de Jehová que apreciaron esta verdad estuvo Nehemías. Cuando el rey Artajerjes le preguntó qué quería, ¿qué hizo Nehemías ante todo? “Inmediatamente oré al Dios de los cielos.” Y Jehová al instante contestó su oración. En un abrir y cerrar de ojos la oración había llegado al trono de Jehová y se obró de acuerdo con ella, pues el rey concedió todas sus peticiones y Nehemías realizó el principal deseo de su corazón: la reedificación de los muros de Jerusalén a pesar de oposición violenta, y eso en sólo cincuenta y dos días.—Neh. 2:1-8; 6:15.
17 El apóstol Pablo también apreció esta verdad. Repetidamente da énfasis a la oración en sus cartas, mencionándola veintenas de veces. Él no dependía de sus habilidades naturales o de sus poderes sobrenaturales para obtener resultados. Él sabía que era la bendición de Dios, no el plantar de Pablo ni el regar de Apolos, lo que hacía crecer las cosas. El termina cada una de sus catorce cartas con lo que en realidad es una oración de que la bondad inmerecida esté con aquellos a quienes les escribía. (1 Tes. 5:28) Esto también se ve en el hecho de que repetidamente pide a las diferentes congregaciones que oren por él y por su trabajo, como cuando escribió: “Finalmente, hermanos, continúen orando por nosotros, para que la palabra de Jehová siga moviéndose rápidamente y siendo glorificada tal como lo es de hecho con ustedes.” Si el apóstol Pablo, que poseía muchos dones, reconoció lo necesario que es tener la bendición de Dios sobre su ministerio, ¡aun más debernos reconocerlo nosotros!—2 Tes. 3:1; Efe. 6:18-20.
18, 19. ¿Qué obligaciones asumimos por nuestras mismísimas oraciones?
18 Naturalmente, el orar que Jehová bendiga nuestros esfuerzos denota que nosotros mismos estarnos haciendo todo lo que podemos, empleando nuestros mejores esfuerzos. El que nosotros oráramos sin obrar en armonía con nuestras oraciones equivaldría a ser hipócritas. Dios no hace para nosotros lo que podemos hacer para nosotros mismos. Podemos esperar segar sólo ‘si no nos rendirnos en hacer lo que es recto.’ Aunque es “Dios que lo hace crecer,” no debemos olvidar que no habría nada que Dios hiciera crecer si Pablo no hubiera plantado primero ni Apolos regado. Ni podemos esperar que Dios conteste nuestras oraciones cuando obramos de manera contraria a la manera en que oramos. ¿Cómo puede contestar Dios nuestra oración: “No nos metas en tentación,” si nos hacemos descuidados en cuanto a ‘hacer sendas rectas para nuestros pies’ o, peor todavía, si entramos deliberadamente en la tentación? Cualquiera que sea la importancia exacta de esas palabras de Jesús, una cosa es segura: nos obligan a un derrotero de evitar las tentaciones. Por eso, sea lo que fuere que pidamos, sabiduría, espíritu santo, paz, prosperidad espiritual, nuestro pan del día, por nuestra mismísima petición nos obligamos a hacer nuestra parte.—Gál. 6:9; 1 Cor. 3:7; Mat. 6:13; Heb. 12:13.
19 Otro aspecto de este principio de obrar en conformidad con lo que pedimos en oración es la obligación de que obremos, hasta el grado que nos sea posible, de la manera que pedimos que Dios obre. Tenemos que tratar con otros de la manera que queremos que Dios trate con nosotros. ¿Queremos que se nos muestre misericordia? Entonces nosotros tenemos que mostrar misericordia. (Mat. 5:7) Sólo si mostramos misericordia a otros podemos pedir misericordia sinceramente. Eso explica por qué Jesús redactó su oración modelo de la manera que lo hizo (Traducción del Nuevo Mundo): “Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.” Note el tiempo pretérito—no simplemente como intentamos perdonar a otros cuando pedimos perdón para nosotros mismos, sólo para olvidar todo acerca de perdonarlos después que nosotros recibamos perdón, ¡sino al practicar nosotros el perdón!—Mat. 6:12.
ORACIÓN Y AMOR
20, 21. (a) ¿De qué maneras es la oración una expresión de amor? (b) ¿Cómo puede ser ilustrado esto?
20 Tampoco queremos pasar por alto cuán estrechamente relacionados están una con el otro la oración y el amor. ¿No revela la preciosa provisión de la oración el amor que Dios nos tiene a nosotros? El que el gran Soberano del universo hiciese provisión para que criaturas de polvo débiles, imperfectas y pecaminosas vengan a su presencia en cualquier tiempo que quieran y con cualquier cosa que tengan en el corazón y la mente ciertamente es otra prueba de que “Dios es amor.” Y, a la inversa, ¿no es la oración una expresión de amor por parte nuestra, amor a Jehová, a nuestros hermanos, sí, y amor a nosotros mismos, a causa de estar conscientes de nuestra necesidad espiritual?
21 Como previamente se ha hecho notar bien en esta revista, al hacer una dedicación no nos dedicamos a una causa impersonal, sino a una persona, a nuestro amoroso Padre celestial, Jehová Dios. Por lo tanto nuestras oraciones pudieran compararse a llamadas telefónicas de larga distancia que un niño, mientras está ausente de su casa internado en la escuela, hace a su padre que está en casa. Nuestro Padre celestial ha hecho todas las provisiones, se ha encargado de todos los gastos— y no crea usted que no le costó nada. Sí le costó, la vida de su Hijo unigénito—y le alegra el corazón el que nosotros lo invoquemos o llamemos en oración, porque él verdaderamente nos ama. Nos gusta conversar con las personas a quienes amamos, ¿no es verdad? Si amamos a nuestro Padre celestial conversaremos con él a menudo. ¿Conversamos con él tanto como podemos, o nos falta aprecio?
22. ¿De qué otra manera influirá en nuestras oraciones el amor a Dios?
22 El amor hace que apreciemos lo que Dios continuamente está haciendo para nosotros y hará que deseemos ir a él frecuentemente con el espíritu de alabanza y acción de gracias y que nos quedemos por algún tiempo ante su presencia. Así como la mente de los enamorados sigue volviéndose al objeto de su amor, así, como personas que amamos a Jehová, nuestra mente debe seguir volviéndose hacia él y hacia su bondad siempre que no estemos ocupados con cosas que requieran atención y aplicación. Y especialmente, cuando estamos conmovidos profundamente a causa de alguna bendición que hayamos recibido, el amor hará que nuestro corazón rebose de espontáneas expresiones de alabanza. Por eso ‘en conexión con todo demos gracias. Pues ésta es la voluntad de Dios tocante a nosotros.’ Como Job lo expresa: ‘Si en el Todopoderoso hallamos deleite exquisito, llamaremos a Dios a todo tiempo.’ Entonces estaremos alabando continuamente a Jehová, ‘siete veces al día.’—1 Tes. 5:18; Job 27:10; Sal. 119:164.
23, 24. (a) ¿Cuál es otra manera en que podemos mostrar amor mediante nuestras oraciones, según se desprende de qué ejemplos bíblicos? (b) ¿Qué privilegios en particular tenemos en conexión con esto hoy día?
23 ¿Amamos a nuestros hermanos? Una manera en que podemos mostrar esto es orando por ellos. Además del ejemplo excelente que Jesús nos dió acerca de esto, como ya se hizo notar, tenemos el ejemplo de Pablo. El no sólo ministraba a sus hermanos públicamente y en sus hogares y les escribía cartas amorosas de instrucción y estímulo cuando no podía estar con ellos personalmente, sino que también seguía orando por ellos. Mencionemos sólo dos ejemplos: “Yo . . . no ceso de dar gracias por ustedes. Continúo mencionándolos en mis oraciones.” “Sigo orando: que el amor de ustedes abunde aun más y más con conocimiento acertado y pleno discernimiento.” En este respecto también imitemos a Pablo así como él imitó a Cristo.—Efe. 1:15, 16; Fili. 1:9; 1 Cor. 11:1.
24 Especialmente debemos recordar orar por nuestros hermanos que llevan las responsabilidades mayores, y por los que estén sufriendo persecución. Perseveremos en tales oraciones, como Jesús nos instó a hacerlo en su ilustración de la viuda insistente: “De seguro, entonces, ¿no hará Dios que se haga justicia a sus escogidos que claman a él en alta voz día y noche, aun cuando es longánimo con ellos? Yo les digo: Él hará que se les haga justicia rápidamente.” Si nuestro corazón verdaderamente compadece a estos hermanos, ‘seguiremos pidiendo’ a favor de ellos.—Luc. 18:7, 8; Mat. 7:7.
25. ¿Qué efecto tendrá en nuestras oraciones el amarnos apropiadamente nosotros mismos?
25 Asimismo el amarnos de manera apropiada nosotros mismos significa estar conscientes de nuestra necesidad espiritual; y eso nos hará querer dirigirnos a Dios en oración, como lo hemos hecho notar previamente. Nos hará querer conversar con Dios regularmente, cada mañana al levantarnos, y cada noche antes de acostarnos, y a la hora de las comidas. Luego también tendremos presente el orar antes de participar en el ministerio y mientras participamos en él, y especialmente si tenemos el privilegio de predicar la Palabra desde la plataforma pública. Luego también escucharemos cuidadosamente y nos imbuiremos con el espíritu de las oraciones que otros ofrecen a oídos nuestros, como en las reuniones de congregación, en vez de dejar que nuestra mente vague. Y si tenemos el privilegio de ofrecer oración pública eso nos impulsará a hablar clara, coherente y sinceramente, para que todo el que oiga pueda decir desde el corazón: “¡Amén!”
26. ¿Por qué y cómo hace la oración que el amor crezca?
26 Y, finalmente, notemos que la oración no sólo es una expresión de amor, sino que la oración nos hace crecer en amor. La oración audible expresada sinceramente en presencia de nuestros hermanos nos une en amor; los sentimientos del corazón que oímos expresados son nuestros sentimientos; pensamos y sentimos de la misma manera. ¡Qué privilegio tuvieron los apóstoles al oír a Jesús expresar la oración registrada en Juan 17! Lo mismo pudiera decirse concerniente a los que oyeron las oraciones registradas en 1 Reyes 8:15-54; Esdras 9:6-15; Nehemías 9:5-38; Isaías 37:14-20. La oración en la familia une a la familia más estrechamente, y la oración en las diferentes reuniones de congregación une más estrechamente a los miembros de la congregación. Al asociarnos con nuestro semejante en nuestra familia o congregación a veces algo sucede que nos hace resentirnos y a causa de ello abrigamos algún resentimiento. Pero cuando oímos a éste representarnos en oración a Dios humilde y sinceramente y con la simplicidad de un niño todo el resentimiento se disipa.
27, 28. ¿Qué indica que la oración es una preciosa provisión amorosa de Jehová para nosotros?
27 La oración verdaderamente es un milagro asombroso, una preciosa provisión amorosa. No podemos retener integridad para con Dios sin su ayuda. Los hombres inicuos pueden quitarnos nuestras Biblias, nuestras oportunidades de asociarnos con nuestros hermanos y de participar en el ministerio del campo, pero jamás pueden quitarnos la preciosa provisión de orar. Y sabemos por qué cosas orar, ante todo por el triunfo de la justicia en el universo y luego por cualquier cosa que esté en armonía con la voluntad de Jehová para nosotros, su espíritu, sabiduría, perdón de pecados, el que bendiga nuestros esfuerzos, y nuestras necesidades diarias. Y el hecho de que Jehová contesta la oración hoy día lo podemos ver por la expansión de la adoración pura, por la felicidad de su pueblo, así como por sus siervos que retienen integridad a pesar de la oposición y persecución más enconadas.
28 A causa de que vivimos en tiempos críticos y difíciles de manejar tenemos más necesidad que nunca antes de ser vigilantes, de evitar el lazo de la demasiada confianza, de estar conscientes de nuestra necesidad espiritual, lo cual requiere estudio aumentado de Su Palabra, meditación, asociación con nuestros hermanos, ministerio del campo y especialmente oración. Y en vista de la prosperidad espiritual de la sociedad del nuevo mundo y la luz aumentada que brilla sobre nuestra senda, ¿no tenemos más razón que nunca antes de ofrecer alabanza y acción de gracias a nuestro Padre celestial? Verdaderamente el precioso privilegio de la oración es prueba de que Dios es amor, y por medio de usar ese privilegio damos prueba de que lo amamos a él y a nuestro prójimo.
[Notas]