¿Por qué dar gracias?
ALGUNAS personas tal vez les parezca que existe poco motivo por el cual dar gracias hoy día. La terrible amenaza de guerra atómica se cierne sobre la humanidad como un manto mortuorio, la ciencia sigue produciendo más y más armas para destrucción en masa, los comunistas persisten en debilitar las instables relaciones entre Oriente y Occidente, el costo de la vida sigue subiendo, el crimen aumenta, y así sucesivamente. El mundo presenta un cuadro lóbrego a la persona que quisiera vivir en felicidad, paz y seguridad. Bien puede contemplar el mundo con sus frutos malos y preguntar: ¿Por qué dar gracias por esto?
Pero hay otras cosas por las cuales uno puede estar profundamente agradecido. Tal vez las tome por sentado, pero exceden en valor todo cuanto puede dar el mundo. La vida, por ejemplo, es de tanto valor que sería imposible ponerle precio, no obstante fue un don gratuito de Dios. ¿La toma usted por sentado insensiblemente como si él se la debiera? ¿No se le debe dar gracias por ella, no sólo un día del año, sino diariamente?
¿Toma usted por sentado el alimento que come, pensando que no se le debe gracias a nadie porque usted ganó el dinero que lo compró? Si así piensa se olvida de que su existencia fue hecha posible por el Creador, no por el dinero de usted. Él le dio al hombre como don gratuito el grano que le abastece de pan, de cereales y de otros productos alimenticios. Él también creó los vegetales y frutas. Él los diseñó todos para que reprodujeran su clase, para que el hombre siempre pudiese tener un abastecimiento de alimento. “Aquí les he dado toda vegetación que produce semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual está el fruto de un árbol que produce semilla. Que les sirva a ustedes de alimento.”—Gén. 1:29.
¿Debería un don como éste, el cual es tan vital a la existencia, aceptarse día tras día indiferentemente sin ninguna expresión de gratitud al Dador de él? No es sino justo que usted dé gracias a Jehová Dios por el alimento que come. Al hacerlo no sólo expresa aprecio sino que le da reconocimiento como el verdadero Dador. El apóstol Pablo señala correctamente que se debe participar “con acción de gracias” de los alimentos que uno come. (1 Tim. 4:3) Esta siempre fue la costumbre de Cristo y de sus apóstoles. Nunca comían una comida sin primero expresar gracias a Dios. “De modo que tomó Jesús los panes y, después de dar gracias, los distribuyó a los que estaban recostados.” (Juan 6:11) En el libro de los Hechos se menciona que el apóstol Pablo dio gracias antes de comer: “También tomó un pan, dio gracias a Dios ante todos ellos y lo partió y empezó a comer.” (Hech. 27:35) Los dos agradecían a Dios su provisión para la nutrición del hombre.
Tal vez parezca cosa insignificante el dar gracias antes de la comida, pero es lo que debe hacerse. Es una expresión constante de aprecio y reconocimiento que se le debe a Dios.
Cuando consideramos el sol y la lluvia y las muchas otras cosas en conexión con la tierra de las cuales depende nuestra vida, hallamos muchos motivos por los cuales dar gracias a Dios. El aceptar todas estas dádivas materiales de él sin expresar aprecio es el colmo de la ingratitud. Cuando se le da a usted un regalo de gran valor por otro humano, sin duda usted se conmueve profundamente de gratitud y no deja de expresarla. Pero, ¿se conmueve usted así por los regalos superiores que Dios da, o es usted insensiblemente indiferente?
Una vez al año la gente tal vez aparte un día. para dar gracias, como por ejemplo la fiesta nacional del día de acción de gracias que se celebra en los Estados Unidos de Norteamérica. Pero aun así, ¿cuántos de los observadores de esta fiesta realmente dan gracias a Dios? ¿No están sus pensamientos más entregados al banqueteo y al gozar de un tiempo alegre que a los muchos dones que Dios ha dado? ¿Podrá decirse que se dan gracias a Dios por medio de gustar de una comida excepcionalmente copiosa? El dar gracias a Dios no proviene del estómago sino de la mente. Se expresan verbalmente. “Alabaré el nombre de Dios con cántico, y lo magnificaré a él con acciones de gracias.” (Sal. 69:30) “En todas las cosas por medio de oración y súplica junto con acción de gracias den a conocer sus peticiones a Dios.”—Fili. 4:6.
Aparte de dones materiales de Dios por los cuales el hombre debería expresar gracias diariamente, hay dones espirituales que deberían provocar expresiones de gratitud. Dios nos ha provisto de una expresión escrita de sus pensamientos, propósitos, principios y leyes. Este libro de verdad, la Santa Biblia, es un don espiritual inapreciable que puede guiar al hombre en un camino que es para sus mejores intereses. Conduce a la vida eterna. Pero, ¿cuántas personas le dan gracias a Dios por él, sin mencionar el estudiarlo?
El sacrificio de rescate fue un acto de la bondad inmerecida de Dios hacia el género humano para que personas de devoción piadosa pudieran ser libradas al debido tiempo de la imperfección humana y de la maldición de la muerte. Hasta abrió el camino para que personas que han muerto vuelvan a vivir. Seguramente una provisión tan amorosa de parte del Creador del hombre merece frecuentes expresiones de gracias. Lo mismo puede decirse de la promesa divina de librar la tierra de personas inicuas y dejar que los mansos la posean en paz bajo el dominio justo del reino de Dios. “Pues los malhechores mismos serán arrasados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra.”—Sal. 37:9-11.
Dios ha provisto amorosamente para la nutrición espiritual del hombre por medio de su Palabra y de su organización de fieles testigos. Por este medio miles de personas están siendo libradas regularmente del hambre espiritual del mundo. En gratitud están ofreciendo “a Dios sacrificio de alabanza, esto es, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre.” (Heb. 13:15) Su provisión para alimentar espiritualmente a los mansos de la tierra es motivo adicional por el cual darle gracias.
Aunque el mundo ofrece poquísimo por lo cual uno pueda sentirse inclinado a dar gracias, Jehová ofrece mucho por lo cual se puede estar agradecido. No sea usted desagradecido aceptando sus dones sin gratitud. Manifieste aprecio dando gracias diariamente.