Dando estímulo a otros
1. ¿Por qué es una obligación cristiana el dar estímulo a otros, y qué ejemplos excelentes tenemos en cuanto a esto?
TODOS tenemos oportunidades de dar estímulo a otros, y, ¡cuánto se aprecia el que usemos esas oportunidades con buen provecho! Más que cualquier otro, Jehová es un Dador de estímulo; él perdona nuestras faltas, edifica nuestra esperanza, y nos fortalece para las pruebas y trabajo que yacen delante de nosotros. Igualmente, su Hijo Jesucristo mostró ser estimulador de los que tenían buen corazón, mostrando compasión a los enfermos y afligidos, poniendo el ejemplo a sus discípulos por medio de trabajar junto con ellos en predicar las buenas nuevas, sí, aun entregando su vida a favor de ellos. (Juan 15:13) Los apóstoles también apreciaron que el llevar a cabo su comisión requería, no solo eficacia para efectuar la obra de predicación, sino también estímulo amoroso a sus compañeros trabajadores, y esto lo proveyeron por medio de cartas edificativas, visitas personales y discursos inspiradores a las congregaciones. (1 Ped. 5:12; Heb. 13:22; Hech. 11:23; 20:2) ¡Qué ejemplos excelentes para que los sigamos nosotros! Y tenemos que seguirlos, pues las Escrituras nos instan a hacernos imitadores de Dios, a andar en las pisadas de su Hijo, y a imitar a los apóstoles como ellos imitaban a Cristo. Por eso, se deduce que estamos bajo la obligación de estimularnos unos a otros.—Efe. 5:1; 1 Ped. 2:21; 1 Cor. 11:1.
2. ¿Qué prácticas desalentadoras vemos en el mundo alrededor de nosotros, y por qué están tan generalizadas?
2 No obstante, en el mundo alrededor de nosotros los hombres están dispuestos a hacerse añicos unos a otros, a condenar las normas y prácticas de otros solo para obtener prominencia para ellos mismos. Derriban al otro semejante para que no sea competencia para ellos. Muy a menudo no hay palabras de elogio para los trabajadores aun cuando trabajan bien; pero que cometan un error, y rápidamente se les llama a rendir cuentas. Las esposas, también, quedan descorazonadas cuando sus esposos las dan por supuesto. Tal espíritu, sea en casa o en el mundo de los negocios, le quita a la gente cualquier placer que pudiera haber tenido en su trabajo, dejándola desanimada, abatida y triste. Como resultado, se informa, más de diez mil personas a través del mundo se suicidan diariamente. ¡Qué manera vergonzosa y egoísta de tratar al prójimo de uno, sea que se haga deliberadamente o solo por indiferencia! ¿Qué pasa? ¿Qué falta? Estímulo, sí; pero ¿por qué? Porque el dar estimulo se funda en el amor, y éste es un mundo desamorado. De estos últimos días en que vivimos se predijo hace mucho que los hombres serían “amadores de sí mismos,” pero que en sus relaciones con otros serían “desagradecidos desleales, sin tener cariño natural.”—2 Tim. 3:1-3.
PIENSE EN TÉRMINOS DE DAR
3, 4. ¿Cómo debemos reaccionar cuando otros dejan de ofrecer estímulo?
3 Es obvio que no todas las personas con quienes tratemos serán estimuladoras. Algunas van a estar tan interesadas en sí mismas que no verán las oportunidades de mostrar bondad; otras no tienen escrúpulo en cuanto a causar angustia a otros. Si son inconsideradas para con nosotros, ¿debemos rehacernos a su imagen desamorada? ¡Cuán insensato sería eso! El modelo a seguir no lo son los hombres egoístas, sino Cristo. Cuando estaba siendo maltratado, él no se puso a maltratar a su vez. Aun cuando sus propios discípulos, aquellos a quienes había enseñado y estimulado, sus compañeros adoradores, lo abandonaron, ¿los denunció y desistió? No. Él sabía que la cosa importante era hacer la voluntad de su Padre celestial, y fue a él que él mismo se encomendó.
4 Jesús recomendó que nosotros también pensemos en términos de dar en vez de recibir: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” (Hech. 20:35) Eso es cierto de muchas cosas, y ciertamente es verdad del estímulo. Si estamos demasiado preocupados porque otros dejan de darnos estímulo cuando pensamos que deberían hacerlo, vamos a desalentarnos. ¿Por qué no, por el contrario, buscar oportunidades de dar estímulo, y dejar que el estímulo que usted recibe de otros sea solo un dividendo añadido? Considere que aun los que dejan de dar estimulo cuando podrían darlo, a menudo proceden así porque ellos mismos están desalentados; ellos necesitan estímulo. En vez de desanimarnos y vernos contrariados con ellos, ¡cuánto mejor sería hacernos compasivos, fortaleciendo aun a los que nos decepcionan! Seguramente que nos hace felices el recibir estímulo, pero mucha más felicidad es nuestra cuando lo damos.
5. ¿Cuáles son algunas de las maneras de dar estímulo?
5 Hay tantas maneras en que puede darse estímulo. Palabras sinceras de encomio pueden significar mucho para un trabajador. El simplemente decir una palabra de aprecio afectuoso por una bondad mostrada o un servicio desempeñado estimula a uno a seguir haciendo más de lo mismo y a hacerlo mejor. A menudo un acto de bondad habla más elocuentemente que las palabras y refuerza el estado de ánimo de todos los que están envueltos. Su compañerismo, también, estimulará a los que quizás estén descorazonados o tristes, y el compartir con ellos algunas buenas nuevas alegrará su perspectiva. Sí, solo una sonrisa amigable entusiasma el corazón de otros. Pero mejor que todos éstos son el impartir la esperanza de parte de la Palabra de Dios y la exhortación que podamos proveer tanto por palabra como por ejemplo para dar a otros la fortaleza y el valor para hacer lo que es correcto. Si solo pensamos en términos de dar estímulo, hallaremos oportunidades que sobrepasarán por mucho nuestras expectativas.
DENTRO DE LA FAMILIA
6. ¿Dónde debemos comenzar a hacer una práctica de estimular a otros, y por qué?
6 Un buen lugar para comenzar a buscar oportunidades es en el mismo hogar. Si hacemos un hábito de ello allí, aparecerá naturalmente en otros lugares. Por supuesto, el amor es la base para el estímulo; también es lo que mantiene junta a la familia, y concerniente a él Pablo escribió a los colosenses: “De consiguiente, como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de los tiernos cariños de compasión, de bondad, humildad de mente, apacibilidad y gran paciencia. Continúen soportándose los unos a los otros y perdonándose sin reserva los unos a los otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó sin reserva a ustedes, así también háganlo ustedes. Pero, además de todas estas cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión.” (Col. 3:12-14) ¡Cuán mutuamente fortalecedor es para las personas que aplican este consejo divino el estar juntas!
7, 8. ¿Qué oportunidades hay de que un hombre dé estímulo a su esposa, y por qué es importante?
7 Es solo natural que el hombre quiera agradar a su esposa y que la mujer esté ansiosa de agradar a su esposo. (1 Cor. 7:33, 34) No obstante, hay pocas cosas que pueden ser más desalentadoras que el fracaso repetido en algo que significa tanto. Cuando la mujer trabaja duro para mantener limpia la casa, preparar alimento para la familia y de otras maneras agradar a su esposo y esto simplemente se da por supuesto, ella tal vez se desaliente. Pero, quizás usted pregunte, ¿hay necesidad de decirle que ella ha hecho buen trabajo, cuando se supone que eso es lo que ella debe hacer? La Biblia contesta cuando dice: “Sus hijos se han levantado y han procedido a pronunciarla feliz; su dueño se levanta, y la alaba. Hay muchas hijas que han demostrado capacidad, pero tú—tú has ascendido por encima de todas ellas.”—Pro. 31:28, 29.
8 Aun cuando haya faltas, el vínculo del amor de la familia no va a ser fortalecido por medio de engrandecerlas fuera de toda proporción. Si hay la necesidad, dé atención al asunto, pero particularmente vea y exprese aprecio por el buen trabajo que se haya hecho. El encomio aun por las cosas pequeñas puede darle a uno el espíritu y la fortaleza para seguir adelante y efectuar más y hacer mejor las cosas en los días venideros. Igualmente cuando acontecen accidentes hay oportunidad de dar estímulo. El hombre que aprecia lo que significa “que ya no son dos, sino una sola carne,” no va a retroceder y regañar a su esposa con expresiones como: “¿Por qué eres tan torpe?” Ella probablemente ya se siente bastante mal en cuanto a ello. ¿Por qué empeorar el asunto? ¿Por qué no hacer el amor propio de ella tan importante para usted como el suyo propio? Una palabra bondadosa y un poco de ayuda producirán verdadero estímulo. Es una cosa pequeña, pero demuestra amor, y es el amor lo que es el vínculo perfecto de la unidad.—Mat. 19:5,6.
9. ¿De qué maneras puede una esposa cristiana edificar a su esposo?
9 Por medio de su mismísima diligencia una buena esposa también edifica a su esposo. “En ella el corazón de su dueño ha depositado confianza, y no falta ninguna ganancia. Ella le ha recompensado con bien, y no mal, todos los días de su vida. Ella está vigilando los sucesos de su casa, y no come el pan de la ociosidad.” (Pro. 31:11, 12, 27) Tal esposa no es una competidora, una que trata de evadir la jefatura de él, sino que coopera y trabaja voluntariamente bajo la dirección de él. Ella considera, no solo su bien inmediato, sino su bienestar duradero. Ella es una “mujer que teme a Jehová.” (Efe. 5:22, 23; Pro. 31:30) Siendo de tal disposición, ella pone primero el bienestar espiritual de la familia, y en cuanto a las cosas materiales ella adopta el punto de vista: “Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.” Así ella ayuda a evitar los lazos del materialismo y a impedir la ansiedad que se debe a excesivas obligaciones financieras que pudieran echar fuera el servicio a Dios. (1 Tim. 6:6-8; Mat. 13:22) Por medio de mantener los otros intereses en posición de menos importantes y por medio de su propio interés entusiástico en los asuntos espirituales ella puede estimular a su esposo a dar a estos asuntos espirituales la atención que merecen.
10. ¿A qué se debe estimular a los hijos a dedicar sus esfuerzos, y por qué?
10 Aun en lo que toca a los hijos de uno, ¿qué podría ser una fuente de mayor estímulo para ellos que ayudarlos a aprender el valor de las cosas espirituales? Si no se les da instrucción cabal en los principios divinos, las ansiedades y las frustraciones que los acosarán en la vida causarán irritación y aflicción constantes. (Col. 3:21; Efe. 6:4) No va a ser una bendición para ellos si se les ha enseñado a seguir tras las posesiones materiales, dedicando todas sus energías a trabajar en el campo comercial. ¡Qué frustración para cualquiera es el gastar todo su esfuerzo edificando en un mundo que Dios va a destruir a causa de su iniquidad! ¡Cuánto mejor es, y cuánto más recompensa, cuánto más estimula, el dedicar uno su vida al servicio de Dios, si es posible, como ministro precursor de tiempo cabal! Como el salmista dijo a Dios: “Un día en tus atrios mejor es que mil en otro lugar. He escogido estar de pie al umbral de la casa de mi Dios más bien que moverme de acá para allá en las tiendas de la maldad.” (Sal. 84:10) Muestra amor a los hijos de uno el estimularlos a seguir tras esa vida. Por supuesto, los niños también deben aprender a dar estímulo.
11, 12. ¿Hay oportunidades para que los jóvenes estimulen a sus padres? ¿De qué maneras?
11 Sí, los jóvenes también pueden aprender a pensar en términos de dar. No deben adoptar el punto de vista de que se supone que todos han de servirles. Necesitan aprender a mostrar aprecio por el trabajo duro de sus padres, a escuchar y obedecer cuando se les habla, y a ser trabajadores anuentes bajo la dirección de sus padres, ayudando con las tareas domésticas que hay que hacer; más que eso, tomando la iniciativa y ofreciendo ser de ayuda cuando ven que hay trabajos que necesitan atención. Mediante su conducta cuando están fuera de la casa, también, pueden ser una bendición para ellos mismos y para otros. Las Escrituras aconsejan sabiamente: “Escucha a tu padre que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre solo porque ha envejecido. . . . El padre de un justo sin falta estará gozoso; el que llega a ser padre de un sabio también se regocijará en él. Tu padre y tu madre se regocijarán, y la que te dio a luz estará gozosa.”—Pro. 23:22-25; 10:1; 15:20; 19:13.
12 Cuando los hijos aplican este consejo no dejan de mostrar aprecio al amor de sus padres aun cuando hayan envejecido. En 1 Timoteo 5:4, 8 se registra el consejo: “Si alguna viuda tiene hijos o nietos, que éstos aprendan primero a practicar devoción piadosa en su propia casa y a seguir pagando la debida recompensa a sus padres y abuelos, porque esto es acepto a la vista de Dios. Ciertamente si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe.” ¡Cuán estimulador es para los padres saber que no han sido olvidados por sus hijos solo porque ellos han envejecido!
RESPONSABILIDAD DE SUPERINTENDENTES
13. (a) ¿Por qué tienen los superintendentes una responsabilidad especial en cuanto a dar estímulo? (b) En conexión con esto, ¿cuáles son algunos de los puntos a los que bien puede darse consideración?
13 Aunque todos pueden ser una fuente de estímulo para su prójimo, aparte de los compañeros allegados de uno y los miembros de su propia familia, los que se encuentran en puestos de superintendencia tienen la mayor influencia sobre otros ya sea para estimular o desalentar. Esto coloca sobre ellos la obligación de estar conscientes de las oportunidades, sí, de la responsabilidad que tienen en este respecto. En esto pueden aprender mucho de los grandes superintendentes, Jehová Dios y Jesucristo. Mediante su Palabra de verdad Jehová nos da esperanza, nos edifica; no hace que nos esforcemos más allá de nuestra capacidad, sino que muestra interés amoroso para su pueblo. ¿Usa usted como superintendente sus palabras para edificar a las personas con quienes trabaja? ¿Muestra usted consideración por sus limitaciones físicas y mentales individuales? ¿De veras se alegran de verlo a usted cuando se detiene a hablarles en cuanto a su trabajo, o están recelosos, preguntándose qué pasa esta vez? Los discípulos de Jesús estuvieron agradecidos por su compañerismo. Aunque lo llamaban Señor y Maestro, él mostró ser un colaborador. Él fue su superintendente, pero uno que les puso el ejemplo participando junto con ellos en el trabajo que había de hacerse. (1 Ped. 2:25) Sabía que sus discípulos tenían que aprender humildad, y él también les enseñó esta lección, no por medio de humillarlos constantemente, sino por medio de demostrar humildad en su propia vida. (Juan 13:1-17) Los que trabajaron con él no encontraron que él fuera severo ni mordaz en sus expresiones ni estuviera muy de prisa para escucharlos, sino “de genio apacible y humilde de corazón,” y en su asociación con él hallaron “refrigerio para sus almas.”—Mat. 11:29.
14. (a) ¿Cómo muestra el superintendente mismo que es un maestro, y con qué efecto en sus hermanos? (b) Cuando la eficacia está templada con amor, ¿qué efecto tiene en los tratos de uno con otros?
14 Por eso es que el superintendente que imita a Cristo no solo dice a otros qué hacer, sino que como maestro capacitado les enseña, participando en el trabajo junto con ellos. Es un ejemplo al rebaño. (1 Tim. 3:2) Porque no se considera como estando por encima de sus hermanos cristianos, ellos son atraídos a él y tienen confianza en que pueden acudir a él por ayuda. (Mat. 23:8) Saben que él reconoce la importancia de que se haga el trabajo y se esfuerza por eficacia, pero saben también que el amor lo hará paciente y comprensivo al tratar con sus colaboradores.
15. En caso de que alguien yerre en su trabajo o realmente cometa algo incorrecto, ¿Cómo amonestan las Escrituras al superintendente en cuanto a manejar la situación, y con qué objetivo presente?
15 Es cierto que a veces la gente va a errar o hacer cosas que son incorrectas, y el superintendente es el que debe ver que a la situación se le dé atención apropiada. ¿Es ésta la ocasión para llamar a cuentas al transgresor y darle una reprensión dura? ¿Es necesario eso? Quizás el error fue involuntario. Note cómo dicen las Escrituras que se ha de manejar la situación: “Hermanos, aun cuando un hombre da algún paso en falso antes de darse cuenta de ello, ustedes que tienen las debidas cualidades espirituales traten de restaurar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, a la vez que cada uno de ustedes se vigila a sí mismo por temor de que también sea tentado.” (Gál. 6:1) La meta es restaurar al que ha errado, no azotarlo. Esto requiere un espíritu de apacibilidad. El resultado será edificar al que ha errado.
16. ¿Cómo manifestó Eliú el punto de vista correcto al aconsejar a Job?
16 En conexión con esto, note cómo Eliú introdujo su consejo a Job: “Oh Job, por favor escucha mis palabras, y presta oídos, sí, a todo mi hablar. ¡Mira, por favor! Tengo que abrir la boca; mi lengua con el paladar tiene que hablar. Mis dichos son la rectitud de mi corazón, y conocimiento es lo que mis labios si expresan sinceramente. . . . Si puedes, contéstame, despliega palabras delante de mí; toma tu puesto, sí. ¡Mira! Soy para el Dios verdadero exactamente lo que tú eres; del barro fui formado, yo también. ¡Mira! Ningún horror en mí te aterrorizará, y ninguna presión de parte mía será pesada sobre ti.” Y luego pasó a razonar sobre la situación con Job. Pero observe cómo Eliú abordó el problema. Le suplicó a Job. Aclaró que ante Dios no se sentía de ninguna manera superior a Job y que no había causa para que Job se aterrorizara por lo que iba a decir. ¡Qué manera excelente de manejar la situación!—Job 33:1-7.
17. ¿Qué consejo dio el apóstol Pablo a Timoteo sobre amonestar a otros, y cómo había de ser manejada la situación cuando se hallaba que una persona hacía una práctica deliberada del pecado?
17 Es exactamente tal modo el que Pablo recomendó a Timoteo cuando dijo: “No critiques severamente a un hombre de mayor edad. Por lo contrario, instale como a padre, a los de menos edad como a hermanos, a las mujeres de mayor edad como a madres, a las de menos edad como a hermanas con toda castidad.” (1 Tim. 5:1, 2) No obstante, cuando los pecadores hacen una práctica del pecado y no muestran arrepentimiento sincero, lo que hay que estimular es la conducta correcta, no al pecador. Cuando tal transgresión voluntariosa ha sido probada cabalmente, es hora de aplicar el consejo que se halla después en el mismo capítulo, en 1 Timoteo 5:20: “Censura delante de todos los presentes a las personas que practican el pecado, para que los demás también tengan temor.”—Heb. 12:7-11.
OPORTUNIDADES PARA TODOS
18. (a) ¿Cuántas personas influyen realmente en la vida de otros, por eso, cómo debe usarse esa influencia? (b) Cuando se habla acerca de los superintendentes cristianos o a los que están deseosos de ensanchar sus privilegios de servicio, ¿cómo podemos ser edificativos, y qué ejemplos muestran la importancia de esto?
18 Sea en el hogar o en otro lugar, sea el individuo superintendente de congregación o no, hay oportunidades para que todos se edifiquen y se estimulen mutuamente. Todo individuo influye en los que están a su alrededor. Puede edificar o puede derribar; puede estimular o puede crear indiferencia. Sea que lo quiera o no, tiene influencia. Que esa influencia sea para el bien. Tal será el caso con nuestra habla si seguimos el consejo excelente registrado en Colosenses 3:8, 9: “Deséchenlas todas de ustedes, ira, cólera, nocividad, habla injuriosa y habla obscena de su boca. No estén mintiéndose los unos a los otros.” Si hemos introducido cosas buenas en nuestra mente, si nuestro corazón está lleno de deseos saludables, lo que hablemos será edificativo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. (Mar. 12:34, 35) Si nuestro corazón es bueno, no hablaremos irrespetuosamente ni con desprecio de los superintendentes cristianos ni del consejo recibido por medio de la organización de Jehová, como lo hizo Diótrefes, sino que estimaremos que son “de doble honra” los que fielmente están presidiendo la congregación de Dios. (3 Juan 9; 1 Tim. 5:17) Ni hablaremos con desaliento a los que están deseosos de ensanchar sus privilegios de servicio, quizás emprendiendo el servicio de precursor de tiempo cabal o mudándose a alguna localidad donde hay gran necesidad de ministros del Reino. No seremos como los espías sin fe que desalentaron a los israelitas con informes derrotistas de modo que ellos quisieron regresar a Egipto y no proseguir a la Tierra Prometida. Más bien, como los fieles Josué y Caleb, los instaremos a mostrar valor por medio de asirse de los privilegios de servicio que están disponibles para ellos.—Núm. 13:27–14:9.
19. ¿Cuáles son algunas otras maneras en que podemos estimularnos unos a otros?
19 Por medio de nuestro mismísimo celo y nuestra mismísima fidelidad en el servicio de Dios podemos ser una fuente de fortaleza unos a otros. Por medio de nuestro ejemplo de participación celosa en el ministerio ayudamos a otros a hacer lo mismo. Al contar a otros las experiencias excelentes de que disfrutamos en el ministerio, al compartir con ellos las gemas de conocimiento que recogemos de nuestro estudio bíblico, nos estimulamos unos a otros, así como lo hacían los apóstoles cuando visitaban a sus hermanos cristianos. (Hech. 15:3, 30, 31) Por medio de nuestro interés en los que están enfermos y afligidos, y en los que están en prisión por causa de la justicia, por medio de mantenernos en comunicación con ellos y visitándolos donde esto es posible, fortalecemos su corazón. (2 Cor. 7:6, 7; Hech. 28:15) Por medio de rehusar transigir con el mundo de Satanás ayudamos a otros a permanecer firmes. Y por medio de nuestra anuencia, no solo a molestarnos nosotros mismos, sino aun a arriesgar nuestra vida y libertad donde sea necesario a fin de edificarnos unos a otros, nos damos estímulo unos a otros para hablar la Palabra de Dios sin temor. Que todos los testigos dedicados de Jehová continúen usando plenamente tales oportunidades de estimularse unos a otros.
20. En cuanto a ‘edificarse los unos a los otros,’ ¿qué consejo se encuentra en 1 Tesalonicenses 5:11-15?
20 Por eso, consideremos las necesidades de los que nos rodean, copiemos el ejemplo de nuestro Padre en el cielo y de su Hijo por medio de estimular a otros. “Por lo tanto sigan consolándose los unos a los otros y edificándose los unos a los otros, así como de hecho lo están haciendo.” Al hablar acerca de sus superintendentes cristianos y trabajar con ellos, edifíquelos y edifique el punto de vista de otros para con ellos. “Les solicitamos, hermanos, que respeten a los que están trabajando duro entre ustedes y presidiéndolos en el Señor y amonestándolos; y que les den consideración más que extraordinaria en amor por causa de su trabajo. Sean pacíficos los unos con los otros.” Por otra parte, ustedes que son superintendentes, no desanimen, sino más bien estimulen a sus hermanos. “Amonesten a los desordenados, hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, sean sufridos para con todos.” Prescindiendo de quiénes seamos o quién sea la persona con quien tratemos, sea en la casa, en la congregación cristiana o en nuestro trabajo seglar, “vean que nadie devuelva daño por daño a ningún otro, antes bien sigan siempre tras lo que es bueno los unos para con los otros y para con todos los demás.” (1 Tes. 5:11-15) Sí, estimulémonos unos a otros.