¿Qué se requiere para entender la Biblia?
El leer la Biblia con regularidad es una cosa buena. Pero para sacar pleno provecho de su lectura usted tiene que entenderla.
UN MINISTRO cristiano iba de casa en casa en una de las secciones más pobres de Brooklyn, Nueva York, estimulando al estudio de la Biblia. En una puerta una señora dijo: “¡Ya tenemos una Biblia!” y con eso inmediatamente procedió a sacar una caja de cartón hermosamente adornada. Orgullosamente la abrió y desplegó una Biblia Douay grande profusamente estampada en relieve y que contenía muchos cuadros a colores. “Pagué cuarenta dólares por ella,” le aseguró al ministro visitante. Pero, ¿la había estado leyendo?
¿De qué sirve la Palabra de Dios, la Biblia, en la casa a menos que se lea—más que eso, a menos que se entienda? Porque, ¿cómo puede la Biblia aumentar nuestra fe en Dios y Jesucristo cuando no entendemos lo que estamos leyendo? Y lo más importante de todo es el aplicar los principios de la Biblia a nuestra vida. ¿Cómo podemos hacer eso si no la entendemos?
Muchas personas piensan que basta con tener una Biblia en su casa y por eso piensan poco en leerla y familiarizarse con su contenido. O se encuentran tan ocupadas con sus inquietudes cotidianas que sus intenciones de leer la Biblia nunca se realizan. A menudo obtienen poco estímulo de parte de sus caudillos religiosos; ya sea porque éstos carezcan de fe en la Biblia como la Palabra inspirada de Dios o porque sepan que no pueden responder a las preguntas que sus feligreses quizás les harían si leyeran la Biblia.
Así, cuando cierta organización femenil de una iglesia anglicana del Canadá comenzó un grupo de estudio bíblico repetidamente puso en aprietos a su clérigo haciendo surgir preguntas que éste no pudo contestar. Al buscar él la ayuda de su obispo, primero se le dijo que la ‘Trinidad la fábula de la creación y el mito del nacimiento de Cristo no son para ser escudriñados demasiado cuidadosamente.’ Y cuando el clérigo hizo indagaciones adicionales de su obispo en cuanto a preguntas que sus feligreses hacían, se le dijo: “¡Clausure ese estudio o va a tener que clausurar su iglesia!”
¿A qué se debe toda esta falta de entendimiento de la Biblia? Una de las principales razones de ello es no comprender la importancia del espíritu santo de Dios. Este se necesita para entender la Biblia, así como, para empezar, Dios lo usó para inspirar a ciertos hombres a escribir Sus pensamientos. Dijo un escritor bíblico, David: “Fue el espíritu de Jehová lo que habló por mí, y su palabra estuvo sobre mi lengua.” Sí, “la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.” Este espíritu santo no es ninguna persona, pero puede asemejarse a una poderosa corriente eléctrica que no puede verse, o a la televisión, la radio o las señales de radar invisibles que envían información y que requieren alguna clase de receptor para ser reproducidas.—2 Sam. 23:2; 2 Ped. 1:20, 21.
SE NECESITA ESPÍRITU DE DIOS
Pero no se nos deja simplemente a raciocinar sobre el tema. La Palabra inspirada de Dios plenamente nos dice que su espíritu santo ayuda a entender su Palabra: “‘Ojo no ha visto, ni oído ha escuchado, ni se han concebido en el corazón del hombre las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman.’ Pues es a nosotros que Dios las ha revelado por medio de su espíritu, porque el espíritu escudriña todas las cosas, aun las cosas profundas de Dios.” (1 Cor. 2:9, 10) Así mismo Jesús, poco antes de dejar a sus apóstoles, les aseguró: “El ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les dije.” “El espíritu de la verdad . . . los guiará a toda la verdad.”—Juan 14:26; 16:13.
Muchos son los ejemplos de las Escrituras Griegas Cristianas que pudieran presentarse para mostrar que se necesita espíritu de Dios para un entendimiento de la verdad concerniente a Dios y Cristo. Pues, aun antes de que Dios derramara su espíritu santo para ungir a los seguidores de Cristo en el día de Pentecostés esto había sido cierto. Un caso a propósito es la ocasión en que Jesús les preguntó a sus apóstoles quién creían ellos que era él, y Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo.” ¿Había llegado Pedro a esta conclusión solo sobre la base de su propio estudio, raciocinio u observación? No, sino por medio de la ayuda del espíritu santo de Dios, así como Jesús indicó cuando le dijo: “Carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre que está en los cielos.”—Mat. 16:16, 17.
Por supuesto, el hecho de que el espíritu santo ayudaba a entender la Palabra de Dios se demostró inequívocamente el día del Pentecostés de 33 E.C. Allí Pedro pudo citar y aplicar correctamente algunas profecías que no habían sido entendidas previamente, como la que se encuentra en Joel 2:28-32, que dice que Jehová Dios derramaría algo de su espíritu sobre toda suerte de carne, y profecías de los Salmos que aplicaban a Jesucristo y se cumplieron mediante Jesucristo.—Hech. 2:17-21, 27, 34, 35.
Así mismo, con la ayuda de espíritu santo de Dios se supo que no solo los judíos, sino también los gentiles que llegaban a ser creyentes, podrían esperar el honor de estar asociados con el Mesías: “En otras generaciones este secreto no fue dado a conocer a los hijos de los hombres como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por espíritu, a saber, que gentes de las naciones hubiesen de ser coherederos . . . con Cristo Jesús.”—Efe. 3:5, 6.
Un ejemplo particularmente notable que muestra cómo el espíritu de Dios ayuda a los cristianos a entender la Palabra de Dios se ve en el registro de una reunión que celebraron los apóstoles y hombres de mayor edad en Jerusalén. Estos, que constituían la junta administrativa visible de la congregación cristiana primitiva en todo el mundo, se reunieron para considerar la cuestión en cuanto a si los creyentes gentiles necesitaban ser circuncidados o no. Después de considerar lo que las Escrituras decían y escuchar el testimonio de los apóstoles en cuanto a cómo Dios había estado dando su espíritu santo a los creyentes gentiles, enviaron una carta en la que se decía lo siguiente: “Porque al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias,” etc. Aquí, entonces, tenemos un ejemplo del esclarecimiento del espíritu santo de Dios, el cual espíritu escudriña las cosas profundas de Dios porque hizo que estos cristianos primitivos efectuaran una búsqueda cabal en las Escrituras y los hechos y luego los ayudó a llegar a la conclusión correcta.—Hech. 15:1-29.
La realidad es que ni siquiera los hombres que fueron inspirados a escribir las profecías, ni siquiera los ángeles, pudieron entenderlas hasta el debido tiempo de Dios, cuando fueron aclaradas con la ayuda del espíritu santo de Dios: “A ellos les fue revelado que, no a sí mismos, sino a ustedes, servían ellos las cosas que ahora han sido anunciadas a ustedes por medio de los que les han declarado las buenas nuevas con espíritu santo enviado desde el cielo. En estas mismas cosas los ángeles desean mirar con cuidado.”—1 Ped. 1:10-12.
¿CÓMO SE PUEDE OBTENER LA AYUDA DEL ESPÍRITU DE DIOS?
Puesto que es importante que entendamos la Palabra de Dios y es necesario que tengamos espíritu de Dios para entenderla, ¿cómo podemos obtener espíritu de Dios? Ante todo orando por él, así como mostró Jesús: “Si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos dones a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!”—Luc. 11:13.
Obviamente eso entraña el tener la actitud mental correcta cuando abordamos el estudio de la Palabra de Dios. No podemos estar llenos del espíritu del mundo, que es voraz, sensual, materialista, crítico, capcioso, superficial e irreverente, y esperar entender la Biblia. De hecho, la Biblia nos asegura que ninguno de ellos “entenderá en absoluto.” Solo por medio de acercarnos a la Palabra de Dios con el espíritu de humildad y reverencia, seriamente, con la mente no predispuesta y estando conscientes de nuestra necesidad espiritual podemos esperar entenderla y apreciarla.—Dan. 12:10; Mat. 5:3.
Pero al acudir a Dios por su espíritu santo no podemos pasar por alto la manera en que Dios imparte su espíritu. No solo tenemos que estudiar la Palabra de Dios, tener la correcta actitud mental y orar por espíritu de Dios, sino que tenemos que reconocer la organización visible de Dios. Dios es consistente, un Dios de orden, no un Dios de desorden, así como nos asegura su Palabra. (1 Cor. 14:33) Él no imparte su espíritu santo y un entendimiento y aprecio de su Palabra sin conexión alguna con su organización visible. Así, Cornelio, el primer converso gentil, no obtuvo un entendimiento en cuanto a que Jesús era el Mesías y no recibió el espíritu santo solo como resultado de sus propias oraciones, lectura cuidadosa de la Palabra de Dios y dones de misericordia, sino que necesitó ponerse en comunicación con la congregación cristiana, que Dios estaba usando como agencia suya; y por esa razón Dios envió a Pedro donde Cornelio. Solo entonces recibieron Cornelio y su casa espíritu santo y entendimiento de Dios.—Hech. 10:1-48.
¿Deberíamos esperar lo mismo hoy en día? Sí, porque Jesús profetizó que tendría una agencia visible en la Tierra al tiempo del fin de este sistema de cosas donde estamos ahora: “¿Quién es verdaderamente el esclavo fiel y discreto a quien su amo nombró sobre sus domésticos, para darles su alimento a su debido tiempo? Feliz es aquel esclavo si al llegar su amo lo hallare haciéndolo así. En verdad les digo: Lo nombrará sobre todo lo suyo.” La revista que usted está leyendo es parte del alimento espiritual que ese “esclavo” está suministrando en la actualidad.—Mat. 24:45-47.
Por eso, podemos ver que no basta con tener una Biblia hermosa guardada en una caja de cartón, ni siquiera con solo leerla. La Biblia tiene que entenderse si ha de darnos fe y si hemos de poder aplicarla en nuestra vida. Y para poder entenderla necesitamos la ayuda del espíritu santo de Dios, por el cual se nos dice que oremos. Sin embargo, para que Dios conteste nuestras oraciones por su espíritu tenemos que cumplir sus condiciones, entre las cuales está el que reconozcamos el conducto visible que está usando con ese mismísimo propósito.