La desastrosa historia de Masada
LOS judíos del tiempo de Cristo que aceptaron a Jesús como el Mesías pudieron esperar el futuro con confianza, sabiendo que tenían la aprobación de Jehová. En contraste, las inmutables profecías de la Biblia dieron al resto de la gente buena razón para esperar su futuro horrendo con ansiedad.
Siglos antes el profeta Daniel había predicho que algún tiempo después de que el Mesías fuera cortado por la muerte habría guerra y desolación. (Dan. 9:26) Juan el Bautista señaló hacia “la ira venidera” de la destrucción ardiente. (Mat. 3:7, 11, 12) Los “días para hacer justicia” habrían de venir pronto, Jesús aun les dijo a las hijas de Jerusalén que “lloren por ustedes mismas y por sus hijos” a causa de lo que iba a sobrevenirles. (Luc. 21:22; 23:28) Aquellas advertencias trataron particularmente de la destrucción ardiente que le sobrevino a Jerusalén en 70 E.C., cuando fue asolada por un diluvio de romanos bajo el acaudillamiento del general romano Tito.
Aunque debido a eso Jerusalén a menudo se considera el punto focal de la historia judía durante los turbulentos años después de su revuelta de 66 E.C., otra ubicación de Judea tuvo importancia trágica en ese período funesto. Esa ubicación fue la voluminosa fortaleza de roca que se llamaba Masada. Pues allí, en el año 66 E.C., una partida de patriotas fanáticos se apoderó de la guarnición romana y los mató atrozmente. El historiador Flavio Josefo llamó a la matanza violenta “el verdadero principio de nuestra guerra con los romanos.” Esa partida de celotes, que se llamaban sicarii debido a las dagas cortas (sicae) que llevaban, desafió a los poderosos romanos hasta que se enfrentaron al desastre en 73 E.C.
EL ESPLENDOR DE MASADA
Recientes expediciones arqueológicas están arrancando del polvo y de las piedras muchos de los secretos de la historia y esplendor de Masada, cuyo nombre significa “fortaleza.” De interés particular para los estudiantes de la Biblia es el hecho de que se han hallado allí rollos de Salmos, Génesis y Levítico, obviamente escritos antes de la caída de Masada.
Viajando al sur de Jerusalén hasta la costa occidental desolada del mar Muerto, uno puede ver la colina de cumbre plana o mesa que se eleva a más de 300 metros por encima de las barrancas circunstantes. Difiere poco de la descripción que Josefo escribió hace más de 1.800 años:
“Una roca muy grande y redonda, muy alta, cerrada de valles muy hondos cortados de la misma roca, y en lo hondo que era imposible verse: tiene algunos riscos, y es imposible que animales algunos por ella puedan andar, sino que de dos maneras se pueda subir por esta roca, aunque muy dificultosamente. . . . El uno se llama la culebra, por ser muy angosto y por las muchas vueltas que da a manera de culebra: . . . la altura de las rocas está enhiesta por entrambas partes, de tal manera que el que más atrevido fuere, quedará en este paso muy espantado. . . . Aquí edificó en esta roca el pontífice Jonatán el primero de todos un castillo y llamólo Masada.”—Guerras de los Judíos, Libro VII, cap. XXVIII, §§11-13.
Se ha entendido que este Jonatán se refiere al hermano más joven de Judas Macabeo, pero la investigación moderna indica que Alejandro Janneo, que gobernó de 104 a 78 a. de la E.C., realmente pudo haber sido el que fortificó por primera vez la colina, colocando así el fundamento para la tragedia que habría de venir.
Herodes el Grande apreció la seguridad de esta fortaleza casi inexpugnable, dejando confiadamente a su familia allí cuando fue obligado a huir del país. Después de regresar de Roma y obtener control de la tierra, Herodes comenzó un programa de edificación para mejorar las defensas naturales de Masada.
Una de las obras de principal importancia de Herodes en Masada fue un ingenioso sistema de por lo menos una docena de enormes cisternas. Estas inmensas cavernas, hechas en la roca sólida, podían contener 30.280.000 litros de agua, suficiente para que mil hombres aguantaran un sitio de un año. Algunas de las cisternas se llenaban represando un cercano wadi o lecho de río. Cuando caía una de las lluvias infrecuentes, el agua se dirigía a través de un acueducto a las cisternas más bajas, y luego se transportaba a mano hasta los depósitos de agua más altos.
La cima de la colina plana, rudamente en forma de barco se cultivaba para suministrar alimento adicional en tiempos de sitio. Alrededor del perímetro de la cima había dos muros de piedra, entre los cuales se construyeron cuartos para alojamientos. Otros edificios sobre la cima incluyeron barracas para los soldados, un complejo de almacenes y hasta una sinagoga, aunque esta quizás haya sido edificada más tarde por los celotes.
Sin embargo, Herodes no restringió su construcción a instalaciones militares. En el risco del punto septentrional de Masada edificó un elegante palacio colgante de tres pisos escalonados. Consistía en una casa de nueve habitaciones con terraza o patio, piscinas, y un pabellón lujoso o “cúpula de placer.” El palacio casi estaba bajo sombra constante y estaba decorado con mosaicos llenos de colorido, pinturas y columnas de piedra esculpidas de manera intrincada. Era posible pasar fácilmente de un nivel a otro por medio de una escalinata escondida en la roca.
Otro edificio notable es lo que se llama el “palacio occidental.” Situado en la cima, fue casi tan detallado como el palacio principal. Probablemente Herodes alojaba a sus invitados allí. La excavación de él ha revelado el baño romano más grande que se ha descubierto en Israel. Contenía cuartos calientes con tubería para calefacción en las paredes, asemejándose a los baños turcos modernos, cuartos fríos y vestidores. Hasta tenía un retrete con asiento y un depósito de agua con un sistema de hacer bajar el agua, el más antiguo que se conoce.
EL FIN DESASTROSO
Sin embargo, duró poco este esplendor porque dos años después de la caída de Jerusalén, el gobernador romano Flavio Silva marchó con su Décima Legión para sitiar a Masada. Era el último sitio de resistencia entre los judíos. Con 9.000 esclavos judíos que llevaban alimento y agua al campamento, 6.000 legionarios cortaron todo medio de escape desde la colina desde diciembre de 72 E.C. hasta fines de la primavera de 73 E.C. Junto a la ladera occidental de la colina construyeron un terraplén para sitiar de 91 metros encima de las rocas ya existentes. Entonces colocaron encima una plataforma de piedra de 23 metros de altura y una torre de sitiar de 27 metros de altura con la cual atacar los muros.
Cuando los romanos derribaron los muros de piedra, se enfrentaron a un muro construido de prisa hecho de dos hileras de vigas de madera rellenadas de tierra. Puesto que el golpear solo aumentaba la fuerza de este muro, los romanos le prendieron fuego. Conscientes de que al día siguiente sería tomada la fortaleza, los soldados romanos se retiraron durante la noche. Adentro, los judíos vieron que su situación era desesperanzada. Su comandante, Eleazar, convenció a los hombres de que la muerte era mejor que la esclavitud. Cada hombre casado se dirigió a su familia, con lágrimas en los ojos se despidió de su esposa e hijos y luego los mató. Diez hombres escogidos por suerte procedieron a matar violentamente a los demás y, a su vez, fueron muertos hasta que solo quedó un hombre. Después de prenderle fuego a la fortaleza, se suicidó lanzándose contra su espada, culminando el desastre de Masada.
Los romanos regresaron por la mañana esperando enfrentarse a una pelea dura, pero solo hallaron vivos a dos mujeres y cinco niños que se habían escondido en una cueva y así sobrevivieron para describir la matanza suicida de 960 hombres, mujeres y niños. La historia desastrosa de Masada subraya trágicamente la veracidad de las palabras de Jesús en cuanto a los “días para hacer justicia” que habrían de venir sobre los judíos que rehusaron prestar atención a su advertencia profética.
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Masada
Jerusalén
Mar Muerto