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  • El juez Jefté y su voto

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  • El juez Jefté y su voto
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
w66 15/11 págs. 699-702

El juez Jefté y su voto

Jefté fue tanto general como juez. Vivió en la última parte del período cuando jueces gobernaban al Israel antiguo. A causa de un voto que hizo que implicó el derrotero de la vida de su hija, él y su hija han llegado a ser tema favorito de autores, poetas y compositores. Más de 300 poemas, dramas y novelas se han basado en él y su hija desde el siglo dieciséis hasta la década presente. Y también más de 170 composiciones musicales, entre las cuales se hallan 100 oratorios incluso uno por Handel.

Como sucede con tantos otros temas bíblicos, hay una amplia diferencia de opinión en cuanto al juez Jefté y su voto y lo que le sucedió a su hija. El entendimiento correcto resultará ser tanto esclarecedor como fortalecedor de la fe.

Jefté vivió en un tiempo cuando los israelitas de nuevo habían apostatado de la adoración pura de Jehová Dios y él había permitido que sus enemigos, esta vez los amonitas, los oprimieran por dieciocho años. Como el juez Gedeón, se sabía que Jefté era “un hombre poderoso, valiente.” Su padre tuvo el honroso nombre de Galaad, pero su madre había sido una ramera. Aparentemente Galaad se había casado con esta ramera cuando llegó a estar encinta y así la hizo su esposa legítima. De otra manera Jefté habría sido hijo ilegítimo, y como tal no se le habría permitido entrar en la congregación de Israel, sin mencionar el llegar a ser juez.—Jue. 11:1; Deu. 23:2.

Galaad, el padre de Jefté, también tuvo otra esposa con la cual tuvo varios hijos. Estos se arrogaron el echar a Jefté, sin duda después de la muerte de su padre, y muy probablemente para impedir que Jefté recibiera la doble herencia del primogénito. Pero la excusa de ellos fue: “Tú eres hijo de otra mujer.”—Jue. 11:2.

“De modo que Jefté huyó a causa de sus hermanos y se estableció en la tierra de Tob,” que yacía fuera del territorio de Israel. Allí varios hombres “desocupados” se unieron a él, así como años después muchos “hombres angustiados” se unieron a David después de que él había huido de la ira del rey Saúl.—Jue. 11:3; 1 Sam. 22:2.

Parece que poco antes de esto los amonitas invadieron nuevamente la tierra de Galaad, siendo ésta la región fértil al lado oriental del río Jordán. Los príncipes y el pueblo de Galaad habían proclamado: “¿Quién es el hombre que tomará la delantera para pelear contra los hijos de Amón? Que llegue a ser el cabeza de todos los habitantes de Galaad.” (Jue. 10:18) Es patente que nadie estuvo disponible ni se ofreció voluntariamente. Sin embargo, cuando los amonitas se pusieron a atacar a los israelitas, la situación llegó a ser desesperada y por eso “los hombres de mayor edad de Galaad inmediatamente fueron a sacar a Jefté de la tierra de Tob,” diciéndole: “Ven y sirve como nuestro comandante, y peleemos contra los hijos de Amón.” Cuando Jefté objetó debido a la manera en que lo habían tratado, prometieron hacerlo su cabeza.—Jue. 11:4-8.

JEFTE LLEGA A SER CABEZA

La respuesta de Jefté reveló un rasgo excelente suyo, el ‘tomar en cuenta a Jehová en todos sus caminos.’ (Pro. 3:6) De modo que contestó: “Si . . . Jehová ciertamente abandona [al enemigo] a mí, ¡yo, de mi parte, llegaré a ser cabeza de ustedes!” No estaba contando con la victoria separadamente de Jehová. Los hombres de Galaad no habían mencionado a Jehová en sus declaraciones previas, pero cuando discernieron cómo se orientaba Jefté, siempre tomando a Jehová en consideración, respondieron: “Que Jehová resulte ser el oyente entre nosotros si el modo en que actuamos no está de acuerdo con tu palabra.” Conviniendo, Jefté regresó con ellos y luego “procedió a hablar todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa.”—Jue. 11:9-11.

Aunque Jefté fue “un hombre poderoso, valiente,” no estaba ansioso de pelear. Más bien, primero trató de negociar un convenio pacífico. Envió a preguntar al rey de Amón por qué había venido a pelear contra Israel. El rey de Amón contestó que esta tierra originalmente les había pertenecido y que Israel la había tomado cuando salió de Egipto.—Jue. 11:12, 13.

Plenamente familiarizado con la historia de su pueblo, Jefté recordó al rey de Amón que los israelitas habían tomado esta tierra de los amorreos (no de los amonitas), y que solo hicieron esto debido a que los amorreos se pusieron a atacar a los israelitas, y que Jehová le había dado a su pueblo la victoria y esta tierra. Por 300 años ya, Israel había tenido esta tierra, y tal como el rey de Amón querría poseer la tierra que su dios Kemós le diera así Israel poseerá la tierra que Jehová les había dado. Otra vez incluyendo a Jehová en el cuadro, Jefté continuó: “En cuanto a mí, no he pecado contra ti, pero estás tratando mal conmigo al pelear contra mí. Que Jehová el Juez juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.”—Jue. 11:14-28.

Puesto que Jefté tomó en cuenta a Jehová en todos sus caminos, solo habría de esperarse que Jehová pondría su espíritu sobre él, y por eso leemos: “Ahora el espíritu de Jehová vino sobre Jefté,” con lo cual atravesó el territorio de Galaad y Manasés reclutando a su ejército, al mismo tiempo pidiendo ayuda a los efraimitas. Otra vez Jefté muestra que es una persona que ‘toma en cuenta a Jehová en todos sus caminos,’ porque ahora “hizo un voto a Jehová y dijo: ‘Si entregas sin falta a los hijos de Amón en mi mano, entonces debe acontecer que el que salga, que salga de las puertas de mi casa para recibirme cuando regrese en paz desde los hijos de Amón, debe llegar entonces a ser de Jehová y debo ofrecer a ése como ofrenda quemada.’”—Jue. 11:29-31.

Después de hacer este voto, Jefté y sus fuerzas pelearon contra los amonitas “y Jehová procedió a entregarlos en su mano.” Arrolló totalmente a los invasores paganos, tomando veinte ciudades y destruyendo al enemigo “con una matanza atroz muy grande. Así fueron subyugados los hijos de Amón.”—Jue. 11:32, 33.

Pero la lucha de Jefté no había terminado. Su victoria despertó la envidia de la orgullosa y poderosa tribu de Efraín, así como la victoria de Gedeón lo había hecho previamente. Sus hombres amenazaron ahora con quemar la casa de Jefté sobre su cabeza porque lo acusaron de que él no los había llamado para ayudarle. Pero mentían, así como Jefté les recordó, y luego otra vez atribuyó a Jehová el crédito por la victoria: “Cuando comprendí que tú no eras salvador, entonces determiné poner mi alma en mi propia palma de la mano e ir contra los hijos de Amón. Entonces Jehová los entregó en mi mano. Por eso, ¿por qué has subido contra mí este día para pelear contra mí?”—Jue. 12:1-3.

Los efraimitas, habiendo cruzado el Jordán para guerrear con Jefté, no le dejaron alternativa salvo pelear con ellos, con el resultado de que él y sus hombres derrotaron completamente a los efraimitas, matando violentamente a 42.000. Después Jefté sirvió a Israel como juez por seis años, después de lo cual murió y fue enterrado en Mizpa.—Jue. 12:4-7.

VOTO DE JEFTE

Cuando Jefté hubo regresado más temprano victoriosamente de la batalla con los hijos de Amón a su hogar en Mizpa, ¡la primera en encontrarlo de su propia casa era nada menos que su hija, “tocando pandereta y con baile!” Ella era absolutamente su única hija, se nos dice. Cuando su padre alcanzó a verla exclamó: “¡Ay, hija mía! Tú de veras me has hecho pandear . . . He abierto mi boca a Jehová, y no puedo volver atrás.”—Jue. 11:34, 35.

Respetuosamente, su hija contestó: “Padre mío, si has abierto tu boca a Jehová, haz conmigo de acuerdo con lo que ha salido de tu boca, dado que Jehová ha ejecutado actos de venganza para ti sobre tus enemigos.” ¡Cuán semejante a su padre era ella! Todo lo que pidió fue un período de dos meses para lamentar su virginidad en las montañas con sus compañeras, lo cual le concedió y después de lo cual Jefté llevó a cabo su voto en cuanto a ella.—Jue. 11:36-39.

¿Qué hay de este voto? ¿Por qué lo hizo Jefté? ¿Qué quiso decir con ello, y ofreció literalmente a su hija como sacrificio quemado? Para contestar estas preguntas será útil contestar primeramente otra: ¿Exactamente qué clase de hombre fue Jefté?

Muchos críticos hablan del voto de Jefté como precipitado, impío, necio, no bien pensado, e invariablemente éstos también sostienen que literalmente ofreció a su hija como ofrenda quemada sobre un altar. También se inclinan a describir a Jefté como hombre tosco e ignorante. Pero en todo esto están grandemente equivocados, como veremos.

En primer lugar, nótese que Jefté recibe mención honrosa entre otros paladines de la fe tanto por el profeta Samuel como por el escritor del libro de Hebreos. Si hubiera sido un hombre ignorante, tosco, que hubiese llevado a cabo un voto necio, ciertamente no habría sido mencionado con estos otros.—1 Sam. 12:11; Heb. 11:32.

Además, hemos visto cómo siguió tomando en cuenta a Jehová. Esta cualidad nos ayuda a entender por qué hizo este voto. ¿Por qué? Sin duda porque tenía tan grande deseo de que la causa de Jehová resultara victoriosa que estuvo anuente a sacrificar cualquier cosa por ello, fuese lo que fuere. ¡Ciertamente Jehová fue muy real para él! Además, ¿no leemos que ‘el espíritu de Jehová vino sobre Jefté’ poco antes de haber hecho este voto? Por lo tanto, es razonable concluir que lo que Jefté prometió en voto estuvo enteramente en armonía con el espíritu santo de Dios.

Por lo tanto, no parece razonable concluir que Jefté se propuso ofrecer literalmente a quienquiera que saliera a encontrarlo como ofrenda quemada. Tal derrotero violaría la ley de Dios respecto a la santidad de la vida humana y sería el único caso en toda la Biblia en que un humano realmente fue sacrificado por otra persona que recibió la aprobación de Dios. Más bien, parece razonable concluir que lo que Jefté se propuso, y lo que hizo, fue que quienquiera que saliera a encontrarlo habría de ser dedicado al servicio de Dios y que él simplemente usó la expresión “ofrenda quemada” como lenguaje figurado.—Gén. 9:6.

No podía haber pensado que algún animal vendría a encontrarlo, como pretenden algunos, porque él dijo que “el que salga . . . de las puertas de mi casa para recibirme” lo ofrecería, y los israelitas no mantenían animales inferiores en sus casas—ni siquiera perros, ¡que algunas personas hoy día mantienen como animales domésticos! De modo que ha de haber tenido presente a un sirviente o pariente y que ése hasta pudiera ser su única hija, su hija amada. Pero cualquiera que fuese el costo, estaba anuente a pagarlo ¡si Jehová solo le concedía la victoria!

Además, lejos de que Jefté fuese un hombre tosco e ignorante, podemos discernir de sus tratos con los amonitas y los efraimitas que fue un hombre razonable, no impetuoso, sino uno que abordaba con calma una situación difícil. Es más, mostró que estaba muy familiarizado con la historia de Israel y por lo tanto también debe haber estado familiarizado con los mandatos de Dios que prohibían el ofrecer la prole de uno como ofrendas quemadas: “No debería hallarse en ti nadie que haga pasar por el fuego a su hijo o su hija.”—Deu. 18:10; Jer. 7:31.

Por otra parte, la actitud muy sumisa de su hija habla de manera elocuente a favor de Jefté. Ella no pensó que fue necio el voto ni censuró a su padre por hacerlo. Sin embargo, si ella se hubiese estado enfrentando a muerte segura, ¿habría querido lamentar simplemente su virginidad? Por eso notamos también que, después de expresar el registro que su padre llevó a cabo su voto respecto a ella, dice: “En cuanto a ella, nunca tuvo relaciones con hombre.” ¿Habría sido ésa la cosa sobresaliente en cuanto a ella si ella hubiera sido la única humana que realmente hubiese sido sacrificada como ofrenda quemada en un altar por uno de los siervos de Dios? Ese comentario no parece tener sentido a menos que entendamos que siguió viviendo, pero como virgen.—Jue. 11:39.

Hay también la declaración: “Llegó a ser un reglamento en Israel: De año en año las hijas de Israel iban a dar encomio a la hija de Jefté el galaadita, cuatro días en el año.”a ¿Podrían éstas darle encomio si hubiera estado muerta? Además, no se dice nada acerca de este reglamento en otra parte de las Escrituras. ¿Por qué no? Sin duda porque solo duró mientras ella estuvo viva, después de lo cual cesó.—Jue. 11:39, 40.

MODELO PROFETICO

Este entendimiento correcto del asunto coloca a Jefté en la luz correcta y es consistente con el resto del registro en cuanto a él. También encaja con los hechos que tienen que ver con el pueblo de Dios en nuestro día, de lo cual fue un modelo profético, porque es parte de todas las cosas escritas para nuestra instrucción.—1 Cor. 10:11.

Sí, así como sucede con muchos otros sucesos antiguos registrados en la Biblia, hallamos paralelos en nuestro día. Tal como fue Jefté, así la organización de Dios, representada en la Tierra por los seguidores dedicados y ungidos de los pasos de Jesús, es una luchadora madura a favor de la causa de Dios, éstos sirviendo como el “esclavo fiel y discreto.” (Mat. 24:45-47) Tal como Jefté dedicó su posesión más selecta al servicio de Dios, así éstos tienen una clase hija, por decirlo así, la “grande muchedumbre” de “otras ovejas” que han dedicado al servicio de Jehová, no queriendo galardón para sí sino solo que éstas sirvan a Jehová así como ellos lo están haciendo.—Rev. 7:9; Juan 10:16.

He aquí, entonces, la lección de Jefté y su voto para todos los siervos de Jehová Dios hoy en día: Tomen en cuenta a Jehová en todos sus caminos, pongan el triunfo de sus causas por encima de todo lo demás, paguen lo que hayan prometido en voto y dediquen a Jehová y a su causa cualesquier frutos que reciban de su servicio.

[Nota]

a Traducciones que dicen “lamentar” aquí, como VA, NR, yerran, pues la palabra hebrea es tanah, que significa “alabar.”

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