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  • Los cielos y la tierra declaran: ‘¡Dios está vivo!’
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1967
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1967
w67 15/6 págs. 357-360

Los cielos y la tierra declaran: ‘¡Dios está vivo!’

¿Cuán convincente es su mensaje? ¿Realmente refutan la pretensión de que Dios está muerto?

PROMINENTES teólogos y clérigos de hoy día aseveran: ‘Dios está muerto.’ Algunos creen que él realmente ha muerto; que ya no existe. “El Dios de la Biblia vivió en un tiempo,” declaró Tomás J. J. Altizer, profesor de religión de una escuela metodista en los Estados Unidos, “luego murió.”

Otros teólogos evidentemente quieren decir que Dios está ausente, que no ve, que ha abandonado la tierra y ya no le interesa el hombre ni la Tierra. Explicó Guillermo Hamilton de la Escuela Teológica Colgate de Rochester: “No estamos hablando en cuanto a la ausencia de la experiencia de Dios sino en cuanto a la experiencia de la ausencia de Dios.”

Aunque tales puntos de vista de que ‘Dios está muerto’ se consideran revolucionarios, resultando en mucha discusión y debate, de ninguna manera son originales. Hace más de 2.500 años, exactamente antes de la caída del reino de Judá ante Babilonia, muchos estaban diciendo prácticamente la misma cosa. Note cómo la Biblia enlaza estrechamente su filosofía de que ‘Dios está muerto’ con la inmoralidad e iniquidad que se practicaban entonces: “El error de la casa de Israel y Judá es muy, muy grande, y el país está lleno de derramamiento de sangre y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: ‘Jehová ha dejado la tierra, y Jehová no está viendo.’”—Eze. 9:9.

Años más tarde, mientras Roma todavía estaba en el zenit del poder, sostenían puntos de vista y actitudes semejantes que eran populares entre la gente de aquella ciudad inmoral e inicua. Por lo tanto, el apóstol cristiano Pablo fue impulsado a condenar la detestable inmoralidad sexual y otras formas de injusticia que aquella gente practicaba. Y, al mismo tiempo, arguyó en contra de su filosofía de que ‘Dios está muerto,’ diciendo: “Porque sus cualidades invisibles [las de Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que son inexcusables.”—Rom. 1:20-32.

DECLARACIÓN DE LOS CIELOS

¿Está en lo correcto la Biblia? ¿Declaran “las cosas hechas,” por ejemplo, los cielos, con sus miles de millones de estrellas brillantes, semejantes a joyas, que Dios está vivo? Hace mucho tiempo contestó el apreciativo salmista de la Biblia: Sí. “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando. Un día tras otro día hace salir burbujeando el habla, y una noche tras otra noche manifiesta conocimiento.”—Sal. 19:1, 2.

Pero quizás los escépticos arguyan que el salmista David no era un científico adiestrado y que, por lo tanto, no estaba capacitado para interpretar apropiadamente la evidencia de los cielos. No obstante, uno de los científicos más sobresalientes en la historia, sir Isaac Newton, convino con el salmista, al decir: “Este elegantísimo sistema de soles, planetas y cometas solo pudo surgir del propósito y soberanía de un iluminado y poderoso ser.”

Hoy un gran número de científicos adiestrados, equipados de mucho más conocimiento de los cielos, también se maravillan del orden y la precisión con que se mueven los cuerpos siderales. Cecilio Boyce Hamann, un sobresaliente científico y participante de la investigación en el Instituto de Estudios Nucleares de Oak Ridge, comentó:

“Al levantar los ojos a los cielos, ciertamente tenemos que exclamar maravillados ante el movimiento ordenado de las estrellas. Noche tras noche, estación tras estación, año tras año, siglo tras siglo los mundos del espacio exterior han seguido su rumbo a través del cielo. Regresan tan regularmente a su órbita que se pueden predecir eclipses con siglos de anticipación. . . . Si no estuviesen sujetos a leyes, ¿cifrarían los hombres su fe en ellos para que los guíen a través de los siete mares o a lo largo de órbitas no marcadas en el cielo?”

Otro científico, Marlin Books Kreider, miembro de la Sociedad Americana de Biólogos Profesionales, raciocinó sanamente respecto del testimonio de los cielos, diciendo:

“Se pueden hallar evidencias de la existencia de Dios igualmente de sólidas como aquellas que a menudo se aceptan como prueba en muchos campos de pensamiento racional y científico . . . Nuestro primer cuerpo de evidencia se halla en la cosmología, en la existencia de un universo que se gobierna por fuerzas precisas de la Naturaleza y por un orden que sugiere un arreglador u organizador. Esta precisión es tan grande que la senda de los planetas y, más recientemente, de los satélites artificiales se puede predecir con anticipación. . . . Tal orden, según la experiencia humana común, es resultado de una mente ordenada. El caos más bien que el orden brota a menos que esté funcionando una fuerza diseñadora o determinante.”

No obstante algunos teóricos prominentes de que ‘Dios está muerto’ pretenden que eso solo prueba que el “Dios de la Biblia vivió en un tiempo”; creó los cielos, pero “luego murió.” Arguyen que los cielos simplemente declaran que Dios vivió en un tiempo. ¿Se basa esta conclusión en razonamiento sano?

LOS CIELOS DECLARAN QUE DIOS TODAVÍA VIVE

Piense por un instante en el significado de esto. Ellos dicen que Aquel que creó los miles de millones de sistemas galácticos con sus incontables estrellas y los organizó para que se mantuvieran en órbitas con tal precisión de fracción de segundo que el hombre los utiliza para sincronizar sus cronómetros... que Este murió. ¿Es razonable que alguien tan poderoso pudiese morir? ¿Qué cree usted?

Sin duda usted estará de acuerdo con el profeta de la antigüedad que, bajo inspiración de Dios, declaró: “¿No eres tú desde antiguo, Yavé, mi Dios, mi santo? ¡No puedes tú morir!” (Hab. 1:12, BC; NM) ¡Sí, Dios no puede morir! Es inmortal, el “Rey de la eternidad.” (1 Tim. 1:17) El salmista Moisés exclamó: “¡Antes que naciesen las montañas, o tú produjeras la tierra y el mundo, y desde la eternidad hasta la eternidad, tú eres Dios!” (Sal. 90:2, Mod) ¡Es simplemente irrazonable, así como antibíblico, creer que el Dios que creó este maravilloso universo murió hace algún tiempo en la historia reciente!

La ley y el orden que continúan gobernando el movimiento de los cuerpos celestes da testimonio de que Dios aún existe, de que ahora él vive. Esto se debe a que, cuando están en vigor las leyes y están haciéndose observar, un soberano o gobierno tiene que estar operando aún. Considere, por ejemplo, las leyes del tráfico que controlan y dirigen el movimiento de los vehículos por las calles de una ciudad. ¿Qué prueba la existencia de ellas? ¡Pues que existe una autoridad civil que estableció y está manteniendo o poniendo en vigor estas leyes!

Bueno, entonces, ¿está Aquel que estableció las leyes que gobiernan el movimiento de los cuerpos celestiales todavía manteniendo y poniendo en vigor estas leyes? ¡Definitivamente sí! Cada vez que los científicos lanzan un cohete al espacio están confiando en el hecho de que estas leyes serán mantenidas y observadas con arreglo a las especificaciones exactas de su Hacedor. Y cuando un cohete se desvía, siempre se debe a alguna falla humana, nunca debido a que las leyes que gobiernan el universo no funcionaron consistentemente. ¡Certísimamente los cielos declaran: ‘Dios está vivo’!

DECLARACIÓN DE LAS COSAS TERRENALES

Pero, ¿qué hay de las cosas sobre la Tierra? ¿También declaran que Dios está vivo? ¿Indican que se interesa en la humanidad y que se interesa en su bienestar?

¡De veras que sí! El apóstol cristiano Pablo fue impulsado a exclamar: “Dios . . ., que hizo el cielo y la tierra y el mar y todas las cosas que hay en ellos . . . no se dejó a sí mismo sin testimonio por cuanto hizo bien, dándoles lluvias desde el cielo y épocas fructíferas, llenando sus corazones por completo de alimento y de alegría.” (Hech. 14:15-17) También, Jesucristo dijo que Dios “hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.”—Mat. 5:45.

La provisión de Dios de la luz del sol, la lluvia, los deliciosos alimentos, y aun “vida y aliento y todas las cosas,” da testimonio de que está vivo. (Hech. 17:25) Diariamente está suministrando cosas para el sustento y alegría de la humanidad. No está ausente de la Tierra ni del hombre; no se halla sin testimonio de que él es un Dios vivo.

Considere la manera maravillosa en que Él alimenta y sustenta la vida en la Tierra. Todo nuestro alimento proviene como resultado de Su maravilloso proceso de hacer el alimento que el hombre llama fotosíntesis. Aunque parece ser tan básico, tan sencillo, los científicos humanos más doctos se asombran por ello. Las plantas verdes combinan la energía de la luz con el agua y el anhídrido carbónico, y así producen milagrosamente alimento. Leyes maravillosas imperceptibles e incomprensibles para los humanos rigen el proceso. La Science News Letter del 6 de abril de 1957 describe los pasos envueltos así:

“El anhídrido carbónico que está en el aire entra por una hoja u otra parte verde de una planta a través de aperturas diminutas. Una vez que está adentro, el anhídrido carbónico se disuelve en el agua que yace entre las paredes celulares de la planta. Ahora la solución pasa sin demora a través de las paredes celulares a cuerpos pequeños que están dentro de las células que contienen clorofila, la sustancia que da a las plantas su color verde.

“Es aquí donde las ‘deidades’ llevan a cabo su milagro. La luz del sol provee energía para el gran cambio químico, y la clorofila desempeña el papel del ‘interruptor’ que controla la reacción. Bajo la influencia de estas dos, el anhídrido carbónico y el agua se combinan ahora para crear la base de todo el alimento, una azúcar sencilla. Todas las numerosas grasas, proteínas y carbohidratos que utilizan las plantas y los animales tienen que ser creados más tarde de esta azúcar.”

¡Cuán increíble! ¡De qué manera sencilla, y no obstante maravillosa y eficaz hace provisión Dios! Considere también que en este milagroso proceso de formación de alimento, el oxígeno se produce en las plantas y se despide a la atmósfera. El hombre y la bestia inhalan este oxígeno —lo requieren para ‘vivir y moverse y existir’— y, a su vez, despiden anhídrido carbónico, una sustancia indispensable que funciona en las plantas para la formación del alimento. ¡Qué maravilloso cielo en el cual cooperan tanto las plantas como los animales!—Hech. 17:28.

Dios ha provisto muchos otros procesos maravillosos para sustentar la vida para provecho de la humanidad. Por ejemplo, el cielo de nitrógeno.

El nitrógeno es una de las sustancias que se necesitan para la vida de las plantas y los animales. Es un gas que comprende aproximadamente el 78 por ciento del aire que inhalamos, pero, diferente al oxígeno, no podemos asimilarlo del aire a nuestros cuerpos. Sin embargo, en el ciclo de nitrógeno, tempestades de truenos, así como ciertas bacterias, introducen el nitrógeno en el suelo en forma de nitratos que las plantas pueden absorber. Luego obtenemos el nitrógeno necesario al comer las plantas, o al comer animales que se las han comido. Mientras se pudre la materia vegetal y animal, se descarga nitrógeno a la atmósfera, completándose así el ciclo.

¡DIOS VIVE!

¿De qué da testimonio este asombroso orden y armonía que vemos en torno de nosotros? Merlin Grant Smith, un prominente matemático y profesor universitario, señaló las maravillas de la creación que confunden a los escépticos y observó:

“Toda la Naturaleza funciona de acuerdo con leyes establecidas. Se están descubriendo nuevas leyes continuamente. . . . ¿Aceptaremos la teoría de que son de origen material? La multitud de ellas, la armonía de ellas, la mismísima naturaleza de ellas, hacen completamente imposible eso. Estas leyes son de origen superior al universo en el que operan. Solo hay para mi mente ordinaria, que usa el sentido común, una respuesta plausible, y ésa es que estas leyes exigen creer en un Legislador, que otra vez llamo Dios.”

Muchos teóricos de que ‘Dios está muerto’ quizás convengan en que Dios ciertamente inició estas leyes, pero pretenden que ahora o no existe o completamente no se interesa en la humanidad. No obstante, ¿cómo pudiera ser esto? Si está muerto, entonces, ¿qué fuerza o poder está sustentando las intrincadas leyes e incomprensibles procesos para producir alimento? Pues para que estas leyes y procesos continúen funcionando, lógicamente debe haber alguien que esté haciéndolas cumplir y sustentándolas.

Aunque es popular aseverar que Dios está muerto, toda la evidencia, en cambio, apoya las declaraciones de la Biblia de que Dios vive, que él es “Rey de la eternidad,” que él no muere, que es “desde la eternidad hasta la eternidad.”—1 Tim. 1:17; Hab. 1:12; Sal. 90:2, Mod.

¿A QUÉ SE DEBE EL ESCEPTICISMO DE ELLOS?

¿Cuál, entonces, es la razón de la pretensión necia de que Dios está muerto? Sin duda hay varios factores implicados. Un factor prominente es que tales personas no desean cumplir con las leyes de Dios. Quieren estar libres para seguir tras su derrotero egoísta, independiente, sin las restricciones que las leyes de Dios les impondrían. Como los inicuos pueblos inmorales de tiempos pasados, dicen: ‘Dios ha abandonado la tierra, no está viendo,’ sí, está muerto. (Eze. 9:9) Pero al adoptar esta posición ellos mismos muestran ser necios. “El insensato ha dicho en su corazón: ¡No hay Dios!”—Sal. 14:1, Mod.

Otro factor es que los escépticos, en su orgullo, por lo general quieren que Dios obre según ellos lo creen conveniente. Y cuando él no lo hace, presuntuosamente critican, desaprueban a Dios, y hasta atacan su existencia. No están anuentes a aprender pacientemente cómo, y cuándo remediará Dios los males del hombre, o sea a Su propio tiempo y a Su propia manera. Por su falta de fe y conocimiento bíblico, ellos mismos revelan ser las partes correspondientes de los caudillos religiosos a quienes Jesucristo dijo: “No conocen ni las Escrituras ni el poder de Dios.”—Mat. 22:29.

No obstante, prescindiendo de cuántas personas pasen por alto la evidencia de las Escrituras y el poder y la majestad de Dios tan evidentes en sus creaciones materiales, subsiste el hecho: ÉL VIVE. Los cielos y la Tierra de veras declaran: ‘Dios está vivo.’

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