Manteniendo equilibrio en las relaciones humanas
“El que ama a Dios esté amando también a su hermano.”—1 Juan 4:21.
1. ¿Qué, además de amor a Dios, es esencial para el equilibrio cristiano, y cómo indicó esto el apóstol Juan?
AUNQUE el rendirle adoración exclusiva a nuestro Padre celestial, Jehová Dios, es esencial para tener equilibrio cristiano, inseparablemente enlazado a tal devoción a Dios está el amor a nuestros semejantes, y especialmente a los que están relacionados con nosotros en la fe cristiana. (Gál. 6:10) Esto significa que también se necesita una relación apropiada con nuestros hermanos cristianos para mantener equilibrio cristiano. El apóstol Juan indicó esto muy directamente cuando escribió: “Si alguno hace la declaración: ‘Yo amo a Dios,’ y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto. Y este mandamiento lo tenemos de él, que el que ama a Dios esté amando también a su hermano.”—1 Juan 4:20, 21.
2. ¿Cuál es a menudo el punto de vista mundano en cuanto a las relaciones humanas, pero cuál debe ser la actitud del cristiano para con sus semejantes?
2 ¿Qué, sin embargo, está envuelto en amar a los compañeros cristianos? ¿Cuál es la debida relación con ellos? ¿Cómo debemos considerar nuestra asociación de unos con otros en la congregación cristiana? Con frecuencia el punto de vista mundano es el ganarse amigos o asociados sobre la base de lo que puedan hacer para acrecentar el prestigio e imagen de uno. Es común que las personas mundanas se consideren superiores o más importantes que otros. Muchas veces su actitud es valerse de otros, defraudarlos o pisotearlos antes de que otros les hagan lo mismo a ellas. Pero, ¡cuán diferente es el punto de vista cristiano equilibrado! Note la exhortación inspirada de la Palabra de Dios: No hagan “nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino considerando con humildad de mente que los demás son superiores a ustedes, no vigilando con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás. Retengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien, aunque existía en la forma de Dios, . . . se despojó a sí mismo y tomó la forma de esclavo.”—Fili. 2:2-7.
3. ¿Cómo sería la vida si todos ejercieran la actitud que ejerció Cristo?
3 ¡Considere cuán agradable sería la vida si todos vivieran en armonía con este consejo bíblico e imitaran el ejemplo de Jesucristo! No se codiciarían egoístamente las posesiones o habilidades de otros; no se trataría de eclipsar a otros, de probar que uno es mejor que ellos. Tampoco habría esfuerzos por exponer las faltas de otros, por desconcertar a otros o avergonzarlos. Es la actitud mundana egoísta de pensar demasiado de sí mismo, de buscar prominencia y preeminencia, lo que resulta en el desequilibrio y crea relaciones desagradables. Por lo tanto, es muy importante que los cristianos presten atención a este consejo apostólico:
4, 5. ¿Qué consejo bíblico es importante que observemos? Pero ¿es siempre fácil hacerlo?
4 “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas, mas transfórmense rehaciendo su mente . . . Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que es necesario pensar . . . En amor fraternal ténganse tierno cariño los unos a los otros. En cuanto a mostrarse honra los unos a los otros lleven la delantera. Estén dispuestos para con otros del mismo modo que lo están para con ustedes mismos; no tengan la mente puesta en las cosas encumbradas, sino déjense llevar con las cosas humildes. No se hagan discretos a sus propios ojos.”—Rom. 12:2, 3, 10, 16.
5 Sin embargo, se reconoce que es mucho más fácil hablar acerca de amar a nuestros hermanos, acerca de tener humildad de mente, acerca de no hacer nada movidos por espíritu de contradicción o egoísmo, acerca de considerar que los otros son superiores, que el comportarnos en armonía con estas instrucciones inspiradas. Aun a los apóstoles de Jesucristo por un tiempo les faltó bastante el equilibrio debido a tener un punto de vista impropio. Se manifestó esto de nuevo durante la última cena de la Pascua, que celebraron con Jesús en un cuarto de un piso superior en Jerusalén la noche del 14 de Nisán de 33 E.C.
DISPUTA SOBRE QUIÉN ES EL MAYOR
6. (a) ¿Qué disputa perturbadora se desarrolló entre los apóstoles de Jesús la noche de la Pascua de 33 E.C. y qué hizo surgir una controversia semejante unos días antes? (b) ¿Qué dijo Jesús en cuanto a la relación apropiada de sus seguidores entre unos y otros?
6 Después de terminarse la cena del Señor, se desarrolló una controversia perturbadora entre los apóstoles sobre la cuestión de posición o rango, “sobre quién de ellos parecía ser el mayor.” (Luc. 22:24) Solo unos cuantos días atrás, cuando estaban a punto de ir a Jerusalén para la semana final del ministerio terrestre de Jesús tan llena de acontecimientos, había surgido este mismo asunto. En aquella ocasión la madre de los apóstoles Santiago y Juan vino a Jesús y pidió una posición prominente para sus hijos en su reino. “Cuando los otros diez oyeron de esto,” dice el registro bíblico, “se indignaron con los dos hermanos.” Sin embargo, Jesús intervino para calmar su ira indicando que el arreglo en la organización de Dios era totalmente diferente de aquel que conocían en el mundo. Las personas que ocuparan puestos responsables entre ellos, dijo Jesús, deberían ser siervos de sus semejantes. Sí, “el que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser esclavo de ustedes. Así como el Hijo del hombre no vino para que se le sirviera, sino para servir y para dar su alma en rescate en cambio por muchos.”—Mat. 20:17, 20-28.
7. ¿Qué dificultó el que los apóstoles comprendieran la importancia del consejo de Jesús?
7 Pero, aparentemente los apóstoles no pudieron comprender lo que Jesús quiso decir con eso. Lo que él dijo evidentemente era tan nuevo y tan diferente de lo que estaban acostumbrados a ver practicado que no desarraigó de su mente la idea mundana. Mantuvieron un punto de vista falto de equilibrio de la relación entre unos y otros. Quizás pensaron en el tiempo en que gobernaban los reyes israelitas de la línea de David, y asumieron que el rey mesiánico Jesucristo igualmente tendría un gobierno terrestre con hombres de posición y rango encumbrados. Quizás hayan tenido ambiciones personales de servir en aquellas capacidades oficiales encumbradas. Por eso, después de haberse instituido la cena del Señor, registra el discípulo Lucas que “también se suscitó entre ellos una disputa acalorada sobre quién de ellos parecía ser el mayor.”—Luc. 22:24.
8. (a) ¿Cómo debe haber afectado a Jesús esta disputa? (b) ¿Qué ilustra?
8 Note que ésta no fue simplemente una controversia menor; más bien, fue una “disputa acalorada.” El asunto evidentemente era algo en que habían estado pensando los apóstoles, y ahora estalló en un argumento grande. ¡Cómo debe haber contristado esto a Jesús! ¡Después de todos los meses que había estado con ellos y les había puesto un ejemplo de humildad! ¡Y ahora, en un tiempo como éste, tener tales altercaciones! Esta era la última noche de la vida terrestre de Jesús, cuando se proponía dar a los apóstoles palabras de despedida de instrucción y estímulo. Sin duda las referencias de Jesús al reino de Dios aquella noche colocaron la base para este argumento entre los apóstoles. Esto simplemente ilustra cuán profundamente arraigado puede estar dentro de los hombres imperfectos el deseo de distinción, de tener puestos prominentes y prestigio.
CONSEJO Y EJEMPLO AMOROSOS DE JESÚS
9. ¿Cómo trató esta disputa Jesús?
9 ¿Cómo trató esta disputa Jesús? ¿Corrigió severamente a sus discípulos? ¿Los humilló con crítica severa? No, sino que amorosamente, y sin duda con un tono suplicante en su voz, pacientemente les indicó de nuevo que el arreglo cristiano era totalmente diferente del arreglo del mundo. Dijo: “Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y a los que tienen autoridad sobre ellas se les llama Benefactores. Ustedes, sin embargo, no han de ser así. Antes el que sea mayor entre ustedes hágase como el más joven, y el que actúe como principal como el que sirve.” Entonces Jesús les preguntó: “Porque, ¿cuál es mayor, el que se reclina a la mesa o el que sirve?” Obviamente aquel que se reclina a la mesa y al que se le sirve es al que se considera el mayor. Sin embargo, indicó Jesús: “Mas yo estoy en medio de ustedes como el que sirve.”—Luc. 22:25-27.
10. ¿Qué preguntas surgen en cuanto a si los apóstoles comprendieron las palabras de Jesús o no?
10 ¿Comprenderían esta vez lo que Jesús les estaba enseñando? ¿Podrían comprender a grado cabal que todos los cristianos son hermanos, y que aquel que recibe responsabilidades más pesadas en la organización cristiana debe ser como el “más joven,” teniendo humildad de mente y considerando que los otros son superiores a él? (Mat. 23:8-12) ¿Apreciarían que en la organización cristiana habría una inversión completa del procedimiento que generalmente se observa en el mundo? Los discípulos aceptaban el hecho de que Jesús era su maestro y caudillo, realmente el mayor entre ellos; no había ninguna disputa en cuanto a eso. Pero un poco antes en aquella noche Jesús había lavado los pies de sus discípulos. (Juan 13:1-12) ¡Jesús allí realmente estuvo sirviéndoles!
11. ¿De qué manera sirvió Jesús a sus seguidores?
11 Cuando Jesús indicó: “Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve,” evidentemente no estaba refiriéndose simplemente al hecho de que les servía de manera espiritual, como su maestro. No, sino que Jesús realmente les atendía y les servía también de manera física, participando en actividad que comúnmente se reservaba para personas de menos importancia. Pero en aquel día final con ellos en la carne, Jesús envió a Pedro y a Juan delante de él a Jerusalén, “y prepararon las cosas para la pascua.”—Mat. 26:17-19; Luc. 22:7-16; Mar. 14:12-18.
12. Antes de esta disputa y de sus palabras de consejo, ¿de qué manera significativa sirvió Jesús a los doce apóstoles?
12 El apóstol Juan, que fue testigo presencial de los acontecimientos de aquella noche, describe lo que sucedió allí: Jesús “se levantó de la cena y puso a un lado sus prendas exteriores de vestir. Y, tomando una toalla, se ciñó. Después de eso echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido.” (Juan 13:2-5) ¿Se puede usted imaginar eso? ¡El que Jesús realmente pasara de uno a otro de sus apóstoles, se arrodillara delante de ellos, les lavara los pies y se los secara! ¡Hasta los de Judas Iscariote!
SIGNIFICADO DE SU ACTO
13. ¿Qué ejemplos bíblicos ilustran la costumbre antigua de lavarle los pies a otra persona, y a quién por lo general se le asignaba esta tarea?
13 El lavarle los pies a otra persona en aquellos tiempos no era en sí una cosa rara. En los países orientales los caminos con frecuencia eran polvorientos, y puesto que la gente por lo general usaba sandalias o andaba descalza, se les ensuciaban los pies. Por eso cuando entraba en una casa, era una muestra de hospitalidad de parte del anfitrión el hacer que le lavaran los pies a su visitante. Tanto Abrahán como Lot extendieron esta hospitalidad a extraños, que resultaron ser ángeles materializados. (Gén. 18:4; 19:2; Heb. 13:2) Pero un fariseo que agasajó a Jesús desatendió esta acción. (Luc. 7:44) Se consideraba que esta tarea estaba entre las más serviles, y por lo general se le asignaba al criado ínfimo de la casa. Así, la joven Abigaíl mostró verdadera humildad cuando, dirigiéndose a los siervos de David, dijo: “Aquí está tu esclava como sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.”—1 Sam. 25:41; 1 Tim. 5:10.
14. ¿Por qué, en esta ocasión, lavó Jesús los pies de sus apóstoles? Pero, ¿cómo reaccionó al principio Pedro?
14 Para asegurar que entendieran perfectamente bien su instrucción, Jesús optó por desempeñar este servicio sumamente servil y no obstante necesario. Comenzó a lavar los pies de sus apóstoles. El apóstol Pedro no entendió por qué Jesús hacía esto, y por eso se opuso a que su Amo actuara como un esclavo tan servil al servirle a él. Pero Jesús le dijo a Pedro: “Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo entenderás después de estas cosas.” Entonces, cuando hubo terminado de lavarles los pies y se hubo puesto de nuevo sus prendas exteriores de vestir y recostado a la mesa, les explicó:
15. ¿De qué manera explicó Jesús por qué les lavó los pies a sus seguidores?
15 “¿Saben lo que les he hecho? Ustedes me llaman: ‘Maestro,’ y, ‘Señor,’ y hablan correctamente, porque lo soy. Por eso, si yo, aunque soy Señor y Maestro, les lavé los pies a ustedes, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Porque yo les puse el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo. Muy verdaderamente les digo: El esclavo no es mayor que su amo, ni es el enviado mayor que el que lo envió. Si saben estas cosas, felices son si las hacen.”—Juan 13:6-17.
16. ¿Qué lección estaba enseñando Jesús mediante este acto?
16 ¡De qué manera admirable inculcó Jesús en sus apóstoles la necesidad de tener humildad de mente! ¡Cuán eficazmente les mostró que no debían aspirar a posiciones de honor y prestigio, sino que debían estar anuentes a desempeñar los servicios más humildes entre unos y otros! Jesús no instituyó allí un ritual de lavar los pies, cosa que se ha practicado con mucha hipocresía en ciertas religiones de la cristiandad. No, sino que les estaba enseñando una actitud de la mente... una actitud de humildad, una actitud de interesarse en otros y de estar dispuestos a llevar a cabo de buena gana las tareas más serviles a favor de sus hermanos. Esta es la actitud equilibrada que deben mantener los cristianos unos para con los otros.
17. ¿Qué evidencia hay de que los apóstoles entendieron perfectamente bien la instrucción de Jesús?
17 Pedro y los otros apóstoles entendieron perfectamente bien el propósito. (1 Ped. 3:8) Fue una lección que aprendieron cabalmente los fieles, pues el registro bíblico revela que mantuvieron este punto de vista equilibrado y trabajaron juntos en unidad para edificar la congregación cristiana. Ninguno de ellos se esforzó ambiciosamente por conseguir prominencia o prestigio. De hecho, unos años después cuando surgió la cuestión polemística de la circuncisión, “los apóstoles y los hombres de mayor edad se reunieron” en Jerusalén y la consideraron de manera ordenada. Y evidentemente no fue uno de los apóstoles quien presidió, sino el discípulo Santiago, hermanastro de Jesús.—Hech. 15:6-29; 12:1,2.
UN NUEVO MANDAMIENTO
18. ¿Cómo llamó de nuevo la atención más tarde Jesús al ejemplo que les había puesto a sus seguidores?
18 Más tarde, después de lavarles los pies a sus apóstoles y de despedir a Judas Iscariote, Jesús de nuevo llamó atención al ejemplo que había puesto, diciendo a los once restantes: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.” (Juan 13:34, 35) Como judíos circuncisos bajo el pacto de la Ley, los apóstoles ya estaban bajo el mandato de amar a su prójimo como a sí mismos. (Mat. 22:39; Lev. 19:18) Pero ahora Jesús dijo que sus seguidores verdaderos serían reconocidos por demostrar un amor más extenso, superior... imitando el ejemplo que él les puso.
19. ¿Qué ejemplo singular de demostrar amor puso Jesús?
19 Jesús de veras puso un ejemplo singular tocante a mostrar amor. Incansablemente se gastó en servir a otros, considerando los intereses de ellos antes que los de él. Debido a absorberse completamente en ayudar a la gente en el camino que lleva a la vida a menudo sacrificó las comodidades normales a las cuales están acostumbrados los humanos. (Luc. 9:58) Esto fue demostrar amor a un grado mayor que el amor al prójimo que requería el pacto de la Ley. Usted recordará que, cuando los dos apóstoles persuadieron a su madre a pedir a favor de ellos puestos principales en el Reino, Jesús dijo: “Porque aun el Hijo del hombre no vino para que se le sirviese, sino para servir [a otros] y para dar su alma en rescate en cambio por muchos.” (Mar. 10:35-45; Mat. 20:20-28) Jesús nunca buscó autoglorificación, sino que humildemente sirvió a sus seguidores, hasta que finalmente se humilló al grado de dar su vida a favor de ellos. ¡Qué amor superior, ejemplar!—Fili. 2:8; Juan 15:12, 13.
20. ¿Cómo afectará a nuestra relación con nuestros hermanos cristianos el imitar el ejemplo de Jesús de mostrar amor?
20 Como cristianos, estamos obligados a copiar este ejemplo de Jesús. No solo tenemos que amar a Jehová Dios como él lo hizo, sino también tenemos que imitar el amor altruista que él mostró a sus seguidores. (1 Juan 4:20, 21) ¿Tiene usted amor de la clase que él demostró? ¿Entregaría usted su vida por sus compañeros cristianos? Es verdad, posiblemente no se nos pida que sacrifiquemos literalmente nuestra vida a favor de ellos, pero nuestro amor tiene que ser de tal calidad que lo haríamos de buena gana si surgiera la necesidad. “Nosotros estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos,” explicó el apóstol Juan. (1 Juan 3:16; Rom. 16:3, 4) Piense ahora: Si tenemos ese grado de amor, ¿no debemos estar dispuestos a servir humildemente en el interés de nuestros hermanos? ¿No debemos ser tiernos, bondadosos y considerados para con estos por quienes de buena gana entregaríamos nuestras almas? ¿No fue esto una lección que Jesús se esforzó por inculcar en sus seguidores?
REHACIENDO LA MENTE
21. ¿Por qué es preciso que los cristianos se transformen rehaciendo su mente?
21 ¡Cuán evidente es que para mantener una relación apropiada con sus hermanos cristianos uno tiene que ‘cesar de amoldarse a este sistema de cosas, mas transformarse rehaciendo su mente’! (Rom. 12:2) La actitud mental del cristiano es muy diferente de la actitud de la gente mundana. ¡Cuán común es que personas que tienen educación especial, como el clero, los médicos, científicos o abogados, tengan una actitud de superioridad y piensen que son mejores que otros! Lo mismo aplica a personas que tienen talentos especiales, como las personalidades de los deportes o de la cinematografía, o los que poseen atributos de notable belleza física o inteligencia excepcional. La admiración que reciben éstos con frecuencia hace que tengan un estado de ánimo de quien se considera superior. Pero recuerde que la actitud del cristiano equilibrado es la de estar “considerando con humildad de mente que los demás son superiores a ustedes.”—Fili. 2:3.
22. ¿Qué significa tener humildad de mente y considerar que otros son superiores a uno?
22 Sin embargo, ¿qué significa tener humildad de mente y considerar que otros son superiores a uno? No significa, por ejemplo, que un violinista experto piense que un compañero que jamás ha tocado ese instrumento puede tocarlo mejor que él. Obviamente no se trata de esto. Muchas personas han recibido entrenamiento o tienen talentos que las hacen sobresalir entre otros que no han recibido entrenamiento semejante ni poseen talentos comparables. Pero esto no los hace personas superiores. Tampoco debe hacerlos altivos, de modo que consideren que otros son inferiores a ellos. La Biblia se refiere aquí a la actitud mental de uno, y la actitud mental sincera del cristiano debe ser la de que otros son superiores a él. Nunca debe pensar que de alguna manera es una persona superior, y que por lo tanto otros deben servirle. Sin duda no hubo una actividad en la que los apóstoles de Jesús pusieran la mano o mente que Jesús no pudiera haber hecho muchísimo mejor. No obstante, Jesús humildemente les sirvió, ¡hasta arrodillándose y lavándoles los pies!
23. ¿De qué manera son diferentes de muchas personas del mundo los cristianos que tienen un punto de vista equilibrado?
23 ¡Cuán refrescantes y agradables son los que verdaderamente demuestran esta actitud de humildad de mente! ¡Qué excelente punto de vista equilibrado tienen éstos tocante a su relación con sus hermanos cristianos! Son completamente diferentes de las personas de este sistema de cosas. El solo hecho de que algunos quizás tengan más dinero o más posesiones materiales no los hace pensar que deben recibir consideración especial por encima de las personas de menos recursos. Reconocen que el dinero no los hace personas superiores, y obran de acuerdo con esto. (1 Tim. 6:17) Así mismo, personas que pertenecen a una raza o nacionalidad en particular comprenden que esto de ninguna manera las hace superiores a otros. Por lo tanto, siguen teniendo humildad de mente, considerando sinceramente que hasta personas de una raza o nacionalidad menos popular son superiores a ellas.—Rom. 10:12.
24, 25. ¿Quiénes especialmente deben llevar la delantera en ejercer amor y demostrar humildad de mente?
24 Este mismo estado de ánimo de humildad es algo que especialmente deben ejercer los que han sido nombrados superintendentes, siervos ministeriales y otros que disfrutan de privilegios especiales de servicio en la organización cristiana. Es verdad que a otros de la congregación se les insta a cooperar con tales individuos e imitar su fe, pero ninguno de estos que lleva la delantera jamás debe pensar que es superior porque preside en las reuniones, posiblemente tenga mayores habilidades para discursar u organizar, o pueda dedicar más tiempo al servicio de Jehová. (Heb. 13:7, 17) Note que después de instar a los hombres más jóvenes a estar en sujeción a los hombres de mayor edad que son responsables de pastorear el rebaño de Dios, el apóstol Pedro mandó: “Todos ustedes cíñanse con humildad de mente los unos para con los otros, porque Dios se opone a los altivos, pero da bondad inmerecida a los humildes.” (1 Ped. 5:5) Ninguno está omitido. Todos, incluso el que lleva la delantera, han de ceñirse con humildad de mente. “Estén en sujeción los unos a los otros en temor de Cristo,” manda la Biblia.—Efe. 5:21.
25 De hecho, el superintendente debe ser el que ponga el ejemplo tocante a ser humilde y tocante a tener humildad de mente. Eso es lo que hizo el Pastor Excelente Jesucristo. No escatimó esfuerzo para inculcar mediante ejemplo la necesidad de que sus seguidores tengan amor y humildad. Así, también, debe tenerlos el superintendente. No es capataz, sino siervo de sus hermanos. (Mat. 20:25-27) Esto es algo importante que él debe recordar. Sí, es un asunto que todo cristiano debe aprender bien, porque para mantener equilibrio en nuestra relación de unos con otros, es preciso que estemos amando a nuestros hermanos y jamás pensemos que somos superiores a ellos.—1 Juan 4:21; Fili. 2:2-4.
26. ¿Cuál es un verdadero aliciente para mantener equilibrio cristiano ahora?
26 Mirando adelante, ¡piense en el tiempo cuando todos los que vivan en la Tierra tengan esta misma actitud mental refrescante! ¡Qué agradable lugar será éste en el cual vivir! Entonces todos los que vivan estarán vestidos perfectamente de los “tiernos cariños de compasión, de bondad, humildad de mente, apacibilidad,” y especialmente de amor. (Col. 3:12-14) Sí, todos amarán a Jehová Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerzas; y amarán a sus hermanos con un amor semejante al de Cristo. ¡Qué magnífico aliciente para mantener equilibrio ahora, a fin de vivir entonces!
[Ilustración de la página 182]
Jesús enseñó humildad a su apóstoles