Jehová provee abundancia en medio de hambre
¿HAMBRE? ¿Qué clase de hambre? Por supuesto, muchas personas ven poca evidencia de un hambre literal en sus propios países. Sin embargo, por todo el mundo hay una escasez alimenticia seria, un hambre en lo que toca a alimento espiritual. Hace más de 2.700 años un antiguo profeta hebreo inspirado predijo esta hambre: “‘¡Mira! Vienen días,’ es la expresión del Señor Jehová, ‘y ciertamente enviaré un hambre al país, un hambre, no de pan, y una sed, no de agua, sino de oír las palabras de Jehová.’”—Amós 8:11.
¿Por qué debería afligir un hambre de esa clase también a la cristiandad, donde año tras año la Palabra de Jehová, la Biblia, es el libro de mayor venta? Un factor prominente es la actitud de tantos de sus líderes religiosos para con la Biblia. Típica es la del profesor luterano Robert H. Smith, que alega que todo cristiano está tan inspirado como la Biblia. Y según dijo un profesor de ética cristiana, J. C. Hough, Jr.: “Los Diez Mandamientos no se dieron como declaraciones formales directas del Dios Todopoderoso; fueron las deliberaciones de un hombre muy brillante,” Moisés.—The Christian Century, 29 de enero de 1969.
Otros líderes de la cristiandad reconocen que tales opiniones son típicas y están ampliamente difundidas. En consecuencia, el director ejecutivo de Christianity Today (6 de junio de 1969) se quejó: “Al repasar los anuncios de los seminarios teológicos principales de los Estados Unidos, uno observa que con pocas excepciones se pudiera decir hoy que la educación teológica se especializa en las necesidades seglares y materiales del mundo. ¿Quién entrará para ayudar a las necesidades espirituales de la gente?” De manera parecida un director de periódico neoyorquino lamentó el hecho de que el Concilio Mundial de Iglesias en una reunión reciente había estado preocupado con las “cuestiones [mundanas] del día más bien que con un hambre humana mucho mayor... la inanición espiritual de la humanidad.”
Pero quizás alguien pregunte: Si el hambre se debe a las enseñanzas de esos hombres, ¿por qué dice la Biblia que Dios está enviando esta hambre? Se puede decir que la envía por el hecho de que no permite que estos líderes religiosos infieles entiendan y aprecien las verdades de la Biblia. Como Jesús les dijo a hombres de esa clase en su día: “¿Cómo pueden creer ustedes, cuando aceptan gloria unos de otros y no buscan la gloria que proviene del único Dios?”—Juan 5:44.
En medio de esta hambre espiritual Jehová ha provisto abundancia. ¿Dónde? Entre sus testigos cristianos fieles. Esto es tal como él predijo: “¡Miren! Mis propios siervos comerán, pero ustedes mismos padecerán hambre. ¡Miren! Mis propios siervos beberán, pero ustedes mismos padecerán sed.”—Isa. 65:13.
SE PREDIJO EN UN DRAMA PROFÉTICO
Esta situación de contraste se predijo con exactitud en un drama profético que se representó hace unos 3.700 años, y está registrado en el libro bíblico de Génesis, capítulos 37 a 47.
Por envidia, sus diez medio hermanos vendieron a José, el hijo especialmente amado del patriarca hebreo Jacob, a la esclavitud. Con el tiempo llegó a ser esclavo de Potifar, un oficial egipcio, que puso a José sobre toda su casa. Entonces, por no cooperar con los deseos inmorales de la esposa de Potifar, José fue acusado injustamente de inmoralidad y fue encarcelado. Fue mientras estaba encarcelado que Faraón, gobernante de Egipto, tuvo dos sueños, los cuales ninguno de sus ‘sabios’ pudo interpretar. Esta circunstancia hizo que el principal copero de Faraón recordara que mientras estaba en prisión José había interpretado correctamente dos sueños. De modo que el principal copero le dijo esto a Faraón. El gobernante egipcio prontamente mandó que José compareciera ante él.
Tal como José había observado algún tiempo antes que “pertenecen a Dios las interpretaciones,” así ahora, también, dirigió la honra a Dios, mostrando así que era testigo verdadero de su Hacedor. (Gén. 40:8; 41:16) Habiéndosele contado los sueños, José explicó que éstos predecían que habría siete años de abundancia que serían seguidos de siete años de hambre. Aconsejó a Faraón poner a un hombre encargado de almacenar grano durante los años de abundancia en preparación para los años de hambre. Impresionado por esta explicación obviamente correcta de sus sueños, Faraón constituyó a José primer ministro suyo y lo puso a cargo de aquel trabajo. Durante los siete años de abundancia “José continuó amontonando grano en grandísima cantidad.”—Gén. 41:49.
Con el tiempo los propios medio hermanos de José también descendieron de la tierra de Canaán a Egipto para obtener grano. Dado que unos veinte años habían pasado desde que habían vendido a José a la esclavitud, los diez hermanos no lo reconocieron. Además, José les habló por medio de un intérprete para ocultar su identidad.
Entonces José hábilmente se las ingenió para imponer una verdadera prueba a sus hermanos. Sin embargo, estos hombres ahora demostraron que se habían arrepentido de los males que les habían hecho a José y a su padre. Entonces él se reveló a ellos e hizo arreglos para que su padre y toda su casa grande vinieran a vivir en Egipto. A medida que continuaba el hambre, pueblos de muchos países venían a Egipto por grano, y los egipcios gradualmente efectuaron un intercambio de todas sus pertenencias y hasta se vendieron ellos mismos y su tierra a Faraón por grano.
¿Fueron registrados todos estos sucesos detallados solo para darnos historia bíblica y para ilustrar principios bíblicos? No, también se registraron porque constituían un drama profético de cosas que habrían de suceder muchos siglos después. El hecho de que aquellos sucesos de tiempos antiguos podían tener significado profético se hace notar repetidas veces en las Escrituras cristianas.—1 Cor. 10:11.
Por ejemplo, el apóstol inspirado Pablo muestra que las dos esposas de Abrahán, Sara y Agar, sirvieron como símbolos proféticos. Agar, la esclava, y su hijo simbolizaron a la nación carnal de Israel, que estaba en esclavitud por no poder guardar el pacto de la Ley. Sara y su hijo fueron símbolos de la organización celestial de Jehová y Jesucristo, junto con los seguidores ungidos de sus pasos, que, como Sara y su hijo, son personas libres.—Gál. 3:16, 29; 4:21-26.
EL REPARTO
En el drama hubo ciertos personajes que desempeñaron los papeles más prominentes, y también hubo muchos papeles proféticos secundarios. Puesto que José fue un hijo fiel y obediente que sirvió para salvar las vidas de tantas personas, ¿a quién representaría José? Representaría bien a Jesucristo, el Hijo más fiel y obediente de Dios y quien es el Salvador de la humanidad. (1 Juan 4:14) Y puesto que Jesús declaró que lo que se les hacía a sus seguidores era como si se le hiciera a él, encontramos que a veces en este drama José representa a los seguidores ungidos de los pasos de Cristo.—Mat. 25:40.
¿A quién representaría Jacob, el patriarca hebreo y padre de José y de sus hermanos? Él representaría bien al gran Padre de Jesucristo y de los seguidores de Cristo, a saber, Jehová Dios.—Juan 20:17; Rom. 8:15, 16.
¿Y qué hay de Faraón, el gobernante de Egipto? Él representaría bien a Jehová Dios. ¿Por qué? Porque él fue el que facultó o autorizó a José para servir de primer ministro y administrador de alimento, tal como Jehová Dios autorizó y facultó a Jesucristo para ser el Administrador de Alimento espiritual, dando vida a la gente. ¿Y no proveyó también Faraón una hija de una familia sacerdotal para ser esposa de José, tal como Jehová está suministrando una novia sacerdotal para su Hijo, el José Mayor, Jesucristo? ¡Muy ciertamente!—1 Ped. 2:5, 9; Rev. 14:1, 3; 20:4, 6.
¿Qué hay de los diez medio hermanos de José que le tenían un odio envidioso y que le acarrearon tanto sufrimiento a su padre? ¿No representarían bien a los que en un tiempo persiguieron al José Mayor mismo o a los seguidores ungidos de sus pasos, pero que después tuvieron un cambio de actitud? Esa también sería una conclusión razonable.
SE DESARROLLA EL DRAMA
El drama se desarrolla cuando Jacob envía a José para ver cómo les va a sus medio hermanos en el trabajo de cuidar los rebaños de su padre. Así también Jehová Dios envió al José Mayor, Jesucristo, a la Tierra para atender los intereses de su Padre. De manera semejante, en tiempos modernos Dios ha enviado a los seguidores ungidos de Cristo a todas partes del mundo para cuidar de los intereses de Dios.—2 Cor. 5:20; Mat. 24:14.
Los diez medio hermanos envidiosos conspiraron para darle muerte a José, pero luego lo vendieron a la esclavitud. Pensaron haberse librado de José para siempre. Pudiera decirse que aquellos a quienes Jesús vino eran sus medio hermanos porque Jesús nació de una madre judía, aunque Dios era su Padre. Se comportaron para con Jesús de una manera semejante a la de los medio hermanos de José. Por envidia los líderes religiosos judíos conspiraron y lograron hacer que se le diera muerte a Jesús y por eso pensaron que se habían librado de Jesús para siempre.—Mar. 15:10.
De manera semejante, en tiempos modernos muchos de la cristiandad envidiaron el favor con que Jehová colmó a sus siervos ungidos fieles y conspiraron para librarse de ellos. Cuando estos opositores religiosos lograron hacer, allá en 1918, que los principales seguidores verdaderos de Cristo fueran encarcelados y su trabajo fuera detenido, pensaron que se habían librado de los siervos verdaderos de Jehová y que jamás volverían a saber de ellos.—Rev. 11:7-10.
En la antigüedad Jehová Dios maniobró de tal manera las cosas que José fue ensalzado para llegar a ser el primer ministro de Egipto, segundo solo a Faraón. Así mismo, en el primer siglo de nuestra era común Jehová Dios hizo que Jesús fuera levantado de entre los muertos y ensalzado al lugar más elevado del universo, segundo solo a Jehová mismo. (Fili. 2:9-11) Y de manera semejante en tiempos modernos Dios hizo que el resto ungido de seguidores de Cristo se levantara de su condición semejante a muerte y de cautiverio para quedar en libertad y ser ensalzado a una posición de favor con Dios para que todos lo vieran.—Rev. 11:11-13.
En el drama profético los siete años de abundancia fueron seguidos de siete años de hambre. Sin embargo, en el cumplimiento los años de abundancia y hambre corren contemporáneamente. ¿A qué se debe esta diferencia? Se debe a que mientras que toda la gente que padece de hambre literal está vivamente consciente de su falta de alimento, no sucede así con la mayoría de los que padecen de un hambre espiritual. Solo unos cuantos, en términos de comparación, de todos los miles de millones de personas de la Tierra que padecen de hambre espiritual están conscientes de su necesidad espiritual.—Mat. 5:3.
Para los que están conscientes de su necesidad de alimento espiritual Jehová Dios ha provisto abundancia en medio del hambre extendida por toda la Tierra. El José Mayor, Jesucristo, tiene en la Tierra una organización que él llama el “esclavo fiel y discreto” por medio de la cual está distribuyendo “víveres a su debido tiempo,” tal como se predijo.—Mat. 24:45-47; Luc. 12:42-44.
Y tal como en el drama profético, “de toda la tierra vinieron a Egipto a comprarle [grano] a José,” así hoy una “grande muchedumbre, . . . de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas” ha venido a Jesucristo el José Mayor para obtener grano o pan espiritual. Como resultado, lo siguiente es verdad acerca de ellos, justamente como se predijo: “Ya no tendrán hambre, ni tendrán más sed, . . . porque el Cordero [el José Mayor], que está en medio del trono, los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida.”—Rev. 7:9-17.
Y tal como los diez medio hermanos de José fueron restaurados a su favor al manifestar arrepentimiento verdadero y se les proveyó abundancia de alimento, así también sucedió en tiempos apostólicos. Algunos que en un tiempo habían perseguido a Jesús y sus seguidores llegaron a ser creyentes, tal como “una gran muchedumbre de sacerdotes” y Saulo de Tarso. Y de manera semejante en tiempos modernos, algunos de los que habían perseguido en otro tiempo a los siervos fieles de Jehová se han arrepentido de sus fechorías y han sido introducidos en el favor de Jesucristo. Ahora ellos, también, ya no tienen hambre espiritual, sino que se regocijan en la abundancia de alimento espiritual.—Hech. 6:7; Juan 10:16; Gál. 1:23; Rev. 7:9.
El hecho de que a fin de obtener alimento de José los egipcios finalmente vendieron su tierra y se vendieron ellos mismos, comprándolos José para Faraón, es de notable significado profético. (Gén. 47:23) Así todos los que hoy quieren obtener alimento espiritual sustentador de vida de parte del José Mayor tienen que dedicarse ellos mismos y dedicar todo lo que tienen a Jehová Dios. Es preciso que formulen un voto completo e inequívoco de hacer la voluntad de Dios y de andar en los pasos de Jesucristo. De ese modo llegan a ser los esclavos de Jehová tal como los egipcios en aquel entonces llegaron a ser esclavos de Faraón.
¿Significa el hecho de venir al José Mayor para dedicar su todo a Jehová que los que vienen serán para siempre alimentados espiritualmente sin ningún esfuerzo de su parte? ¡De ninguna manera! El principio de Jehová siempre es: “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.” (2 Tes. 3:10) De hecho, Dios hizo provisión para que Adán trabajara.—Gén. 2:15.
Y así es en este drama profético que muestra cómo Jehová provee abundancia en medio de hambre. En aquel entonces José dio semilla a los egipcios para que pudieran plantar y cultivar su tierra. Al recoger su cosecha se les permitía quedarse con las cuatro quintas partes de ella y entrenar solo una quinta parte por la semilla y el uso de la tierra... un arreglo sumamente equitativo. Igualmente sucede en la actualidad; los que han sido alimentados espiritualmente por el José Mayor tienen la obligación de ayudar a otros que también están conscientes de su necesidad espiritual.
No cabe duda, en la actualidad hay un hambre espiritual por todo el mundo. Pero Jehová ha provisto una abundancia de alimento espiritual por medio de sus siervos dedicados y fieles, la clase ungida de José y sus compañeros devotos. ¡Felices son todos los que vienen a ellos para satisfacer su hambre y sed espirituales! ¡Más felices todavía son los que sirven a los que tienen hambre y sed!—Hech. 20:35; Isa. 25:6.