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  • ¿Cuál es la voluntad de Dios para usted?

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  • ¿Cuál es la voluntad de Dios para usted?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 15/6 págs. 355-357

¿Cuál es la voluntad de Dios para usted?

¿ES USTED el Sr. o la Sra. Persona de Término Medio?

Si así es, está muy consciente de los problemas que afronta esta generación.

Por dondequiera la gente está sumamente alarmada por el derrumbe que está aconteciendo en las relaciones humanas, tanto en sus vecindarios inmediatos como en todas partes del mundo. Los que viven en las ciudades están horrorizados ante el crimen y la violencia en las calles. Los agricultores que se hallan muy alejados de la iniquidad de las ciudades grandes están preocupados por el incremento en los costos y las incertidumbres del futuro. Los hombres de negocios están intensamente perturbados debido a las dificultades del obrerismo, las guerras internacionales y las presiones económicas. En todas partes los padres temen que sus hijos acudan a las drogas y acaben siendo adictos degenerados.

Ante estas realidades, Sr. o Sra. Persona de Término Medio, ¿ha pensado usted recientemente respecto a cuál es la voluntad de Dios para usted? ¿O ha estado usted demasiado ocupado con sus actividades cotidianas, sus problemas personales del momento y sus planes para el futuro para pensar en esto?

A veces no nos damos cuenta de ello, pero los mismísimos asuntos que más nos envuelven —nuestros problemas cotidianos y planes para el futuro— están directa e inseparablemente relacionados con la voluntad de Dios para nosotros.

Después de todo, ¿de dónde vinieron originalmente el agua que bebemos, el alimento que comemos, el aire que inhalamos? ¿A quién le debemos este hogar planetario que llamamos Tierra, con su rotación regular que nos da días iluminados por el Sol y noches iluminadas por la Luna, y con su eje inclinado y su órbita solar que nos dan nuestras estaciones variadas? ¿A quién daremos gracias por el Sol que calienta la Tierra y hace que crezca la vegetación, por los océanos y la atmósfera que regulan la temperatura? ¿Quién hizo todas estas cosas y mil más, y entonces hizo a los humanos muy superiores a los animales y capaces de reproducir su propio género? Solo puede haber una respuesta: ¡nuestro magnífico Creador, el Dios Todopoderoso, cuyo nombre es Jehová!

Quizás nos inclinemos a dar por sentadas estas cosas, a olvidar su Fuente, pero nuestro magnífico Creador hizo todas estas cosas maravillosas por unas razones muy buenas. La Biblia muestra claramente que él es un Dios de determinación y propósito. Y lo que él tiene resuelto lo logra; nadie puede detener su mano, hacerlo cambiar de parecer o frustrar sus propósitos.—Sal. 33:11; Isa. 14:24; 46:10, 11.

¿Y cuáles fueron las muy buenas razones y el propósito de Dios al producir este conjunto de obras de creación? Ciertamente no fue su voluntad que el hombre usara mal sus magníficas provisiones y abusara de ellas, o que la Tierra estuviera llena del caos que hay ahora en ella. La Biblia nos dice que la confusión que existe hoy en la Tierra es el resultado del pecado del hombre y de su desatención completa a las leyes de Dios. (Rom. 5:12; Sant. 3:13-18) Pero, afortunadamente, la Biblia también revela que seis mil años de pecado y desobediencia están acercándose a su fin, y por lo tanto existe la expectativa esperanzada de que pronto acontezcan cambios grandes tanto en la condición de la Tierra como de la humanidad sobre ella. Usted ciertamente concordará en que lo que esto significará para nosotros es asunto que debe interesarnos muchísimo.

LA VOLUNTAD DE DIOS PARA TODA LA HUMANIDAD

La voluntad de Dios en cuanto a este globo terráqueo está estrechamente enlazada con su prometido régimen del Reino. Por eso, en su oración modelo, después de decir: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre,” enseguida Jesús dijo: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:9-13) De modo que se necesita la venida del reino glorioso de Dios si la voluntad y el propósito de Dios con respecto a esta Tierra se han de llevar a cabo como se efectúan en los cielos invisibles. Ese gobierno divino está bajo la administración directa del Hijo amado de Dios, el glorificado Señor Jesucristo, a quien “toda autoridad . . . ha sido dada en el cielo y sobre la tierra.”—Mat. 28:18; vea también Daniel 7:13, 14.

¿De qué otra manera podrían eliminarse las miríadas de males que este sistema mundial ha acumulado salvo reemplazando al entero sistema? Reformadores de toda clase han venido y se han ido, pero cuando examinamos la condición lamentable de las cosas en toda la Tierra, ¿no es patente que el sistema actual es realmente irreformable? ¿Qué más puede hacerse, pues? En realidad, el único remedio es eliminar al presente sistema inicuo y reemplazarlo con un justo sistema nuevo. Pero como muestra la profecía registrada por Daniel en la Biblia, solo Dios puede hacer y hará precisamente esto.—Dan. 2:44.

Es difícil imaginarnos lo maravillosas que serán las condiciones bajo la administración del reino de Dios. Sin embargo, podemos obtener pequeños vistazos de estas bendiciones por medio de las páginas de la Biblia. Por eso, emplee un poco de tiempo en investigar estos puntos en su propia Biblia: No habrá más crimen ni violencia, porque “solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será.” (Sal. 37:10) No habrá más dolencia, enfermedad ni muerte, porque Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento, ni clamor, ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:3, 4) No habrá más revoluciones ni guerras, puesto que “no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Isa. 2:4; Miq. 4:3) No habrá más escaseces de alimento ni de agua, porque con la bendición de Dios la tierra producirá una sobreabundancia, para satisfacción completa de todos.—Isa. 35:1, 2, 6, 7; Eze. 34:26, 27; Zac. 8:12.

¡Qué feliz expectativa! En vez de las condiciones actuales que hacen imposible el gozo o lo turban, la gente vivirá en paz y tranquilidad, sin que los hombres ni los animales los asusten. (Isa. 11:6-9; Eze. 34:25; Miq. 4:4) Gradualmente se hará que la Tierra llegue a una condición de perfección, a la de un paraíso restaurado. Lo que Jehová ha hecho para su pueblo en el pasado también lo hará para el entero dominio de la Tierra sobre el cual rija su reino celestial... “hará que su desierto sea como Edén y su llanura desértica como el jardín de Jehová.”—Isa. 51:3.

Aun los que están en sus sepulcros serán resucitados y recibirán la oportunidad de vivir para siempre. (Juan 5:28, 29; Hech. 24:15) ¡Qué unidad habrá también cuando todo el mundo esté adorando y alabando al único Dios verdadero y vivo, Jehová!

No hay obediencia obligada en los tratos de Dios con la humanidad. Cuando creó a Adán y Eva les dio libertad de escoger, fuera obedecer o desobedecer a su Creador. Por eso, también, como descendientes de Adán y Eva todos nosotros tenemos libertad para escoger la gobernación del reino de Dios sobre nosotros o para rechazarla. En hacer esa selección no entra la suerte; no es juego de azar. Se nos dice claramente con anticipación cuáles serán los resultados de nuestras decisiones. La obediencia trae bendiciones y vida; la desobediencia, maldiciones y muerte.—Deu. 30:15-20; Jos. 24:15.

¿Qué, pues, escoge usted? El camino fácil, por supuesto, sería compartir la suerte de la mayoría; pero “el seguir a la muchedumbre” realmente es hacer una selección de poco mérito. La historia muestra que en lo que tiene que ver con servir a Dios la mayoría por lo regular ha estado en lo incorrecto. La mayoría murió en el diluvio del día de Noé. La mayoría estuvo equivocada en sus esfuerzos unidos por edificar la torre de Babel. Lo mismo fue cierto cuando les sobrevino la destrucción a Sodoma y a Jerusalén, a esta última ciudad tanto en el siglo séptimo a. de la E.C. como de nuevo en el primer siglo E.C. Como Jesús dijo, el camino ancho, fácil, que toma la mayoría lleva a la destrucción. Es el camino angosto, estrecho, que solo siguen los pocos fieles, el que lleva a la vida eterna y la felicidad verdadera.—Mat. 7:13, 14.

Por lo tanto el raciocinio y la lógica sanos le instan a usted a hacer la misma selección sabia que hizo Jesús. De él se escribió: “En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado.” (Sal. 40:8; 143:10; Heb. 10:7) Por eso cuando emprendió su ministerio dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió.” “No busco mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió.”—Juan 4:34; 5:30.

Por supuesto, Sr. o Sra. Persona de Término Medio, el hacer esta selección significa un cambio grande en su mismísimo pensar. Pero usted será feliz si hace ese cambio, ya que sabe que solo por medio de transformar su mente del punto de vista mundano de las cosas puede usted ‘probar para usted mismo cuál es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.’ (Rom. 12:2) Entonces apreciará aun más el consejo adicional del apóstol de vigilar estrechamente su manera de andar, tomando en cuenta la iniquidad de los tiempos, y de seguir “percibiendo cuál es la voluntad de Jehová.”—Efe. 5:15-17.

Usted ciertamente convendrá, entonces, en que no le conviene a uno ocuparse en sus actividades diarias estando inseguro, o peor, indiferente en cuanto a cuál es la voluntad de Dios. “El mundo va pasando y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17) Considerando esto, si todavía no tiene un estudio bíblico gratis en su hogar, pida hoy a un testigo de Jehová que haga los arreglos necesarios. ¡Al hacer la voluntad divina usted también podrá vivir para siempre bajo la feliz gobernación del reino de Dios!

[Ilustración de la página 356]

La voluntad de Dios es que la Tierra sea hecha un paraíso. Usted puede beneficiarse a causa de ello

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