¿De veras quiere usted el reino de Dios?
NO TODA persona respondería “Sí” a esa pregunta, de ninguna manera. Hoy solo una de cada 3,6 personas de la Tierra afirma tener creencia cristiana o judía, y por eso ser de una religión que tácitamente reconozca las Sagradas Escrituras que hablan del reino de Dios. Además, ni siquiera todos los que pertenecen a las religiones de la cristiandad y el judaísmo aceptan verdaderamente la Biblia como la Palabra de Dios.
Pero tal vez usted sea una persona que sí la acepta... y esperamos que lo sea. Pues únicamente la Biblia suministra la base sólida para creer que pronto un gobierno justo controlará toda la Tierra. Ese gobierno es el reino de Dios. Por medio de éste Dios contestará la oración: “Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:10) ¿Cuándo será esto? Hace miles de años la Biblia señaló al mismísimo día en que vivimos, describiéndolo detalladamente y prediciendo que ésta sería la generación durante la cual el gobierno de Dios asumiría pleno control de todos los asuntos de la Tierra.—Dan. 2:44; Mat. 24:3, 7-14, 32-34.
Creemos que usted convendrá con nosotros cuando decimos que esta Tierra llena de dificultades, contaminada e infestada de crímenes necesita alivio, alivio de la clase que solo Dios puede traer, y lo necesita pronto.
Pero para que venga alivio, la Biblia muestra que es preciso que se efectúen grandes cambios por medio del reino de Dios, cambios que afectarán a todos los que vivimos en la Tierra. ¿Sabe usted cuáles son esos cambios? ¿Sabe usted lo que significarán para usted personalmente, cómo afectarán su vida y, de hecho, deberían estar afectándola aun ahora?
Ante todo, note que el reino de Dios viene para hacer —no la voluntad de los maestros religiosos de la cristiandad y el judaísmo, ni siquiera la voluntad de todas las personas que hayan orado por que venga el reino de Dios— sino para llevar a cabo la voluntad de Dios para la Tierra.
¡QUÉ CAMBIOS HABRÁN DE VENIR!
Tienen que venir y vendrán tremendos cambios. Las Escrituras inspiradas predicen que el dominio del reino de Dios habrá de ser uno en el cual “la justicia habrá de morar.” (2 Ped. 3:13) Es obvio que eso significa que habrá un gran cambio en comparación con lo que ahora existe. Para asegurar que se haga su voluntad, Dios ha dado poder a su Hijo Jesucristo como rey, y de él está escrito: “Amaste la justicia, y odiaste el desafuero. Por eso Dios, tu Dios, te ungió.” (Heb. 1:9) Como rey él se encargará de que la ley justa de Dios se aplique a grado cabal. ¿Qué significará eso, exactamente?
La Biblia nos dice cuáles son algunas de las cosas a las que se pondrá fin cuando se ponga en vigor la ley de Dios. En 1 Corintios 6:9, 10 dice: “¿No saben ustedes que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni avarientos, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios.” Todas esas prácticas son ilícitas desde el punto de vista de Dios. De modo que no se tolerarán bajo la gobernación del reino de Dios. Aunque Dios es paciente con las personas que intensa y sinceramente se esfuerzan por hacer su voluntad, los que insisten en practicar lo que él condena “no heredarán el reino de Dios.”—Gál. 5:19-21.
Se puede ver, pues, por qué muchas personas hoy día realmente no quieren que el reino de Dios las gobierne o rija. Es cierto, tal vez digan que quieren condiciones mejores... una vida que esté libre de guerra, inseguridad económica, enfermedades y crímenes violentos. Pero no quieren sentirse responsables ante Dios por su modo de vivir personal. No les atrae un mundo en el cual no se tolere la conducta inmoral. Quizás digan que no aprueban el desafuero, pero eso solo aplica a ciertas clases de desafuero. No son amadores de la justicia. Como resultado, realmente no quieren el reino de Dios.
VIVA AHORA COMO USTED VIVIRÁ ENTONCES
¿Qué piensa usted de estas cosas? ¿Realmente anhela usted ver que el reino de Dios quite toda injusticia de la Tierra? Si así es, le esperan grandes bendiciones. Pero, para asirse de esas bendiciones, usted tiene que mostrar su fe en lo que Dios provee para que alcancemos la vida y demostrar su amor a la justicia esforzándose sinceramente por vivir ahora en armonía con la Palabra de Dios. Aun ahora bajo el sistema de cosas actual tenemos que ‘amortiguar los miembros de nuestro cuerpo’ en lo que toca a prácticas malas. Aun ahora tenemos que ‘realmente desecharlas todas’ de nosotros... no solo inmoralidad sexual, sino también “ira, cólera, nocividad, habla injuriosa y habla obscena.” Es preciso que ‘no estemos mintiéndonos los unos a los otros.’ Tenemos que desnudarnos “de la vieja personalidad con sus prácticas.” Tenemos que vestirnos “de la nueva personalidad,” demostrando genuino amor a Dios y a nuestro prójimo.—Col. 3:5-14.
¿Es esto verdaderamente lo que usted quiere hacer? Si así es, ¿cómo podrá efectuarlo? Haciéndose ‘nuevo en la fuerza que impulsa su mente,’ como dice la Biblia. (Efe. 4:20-24) Esto no es simplemente asunto de determinar personalmente que será diferente de otras personas que lo rodean. Además de determinación, es necesario que llene su mente con regularidad de las verdades sanas y edificantes de la fe que se hallan en la Palabra de Dios, la Biblia. Proceda en armonía con Romanos 12:2, que dice: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas, mas transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.”
Si una persona de veras quiere el reino de Dios, ¿no es razonable que aprenda todo lo que pueda acerca de él, sus leyes y lo que se requiere a fin de conseguir vida bajo su justa administración? ¿Es eso lo que a usted le gustaría hacer? Los testigos de Jehová gustosamente le ayudarán. Gozosamente vendrán a su hogar, cada semana, gratuitamente, para ayudarle a conseguir esta información vital de la Palabra de Dios. ¿De veras quiere usted vida bajo el reino de Dios? Entonces, sin falta, dé a saber que es su deseo aprender más acerca de éste. Pregunte a cualquiera de los testigos de Jehová de su localidad, o escriba a los publicadores de esta revista.