Sea demasiado grande para la ojeriza
HAY un dicho que dice: ‘Se puede medir al hombre por el tamaño de las cosas que se necesitan para perturbarlo.’ Según esta norma, ¿a qué altura se eleva usted?
Prescindiendo del tamaño físico, el individuo que rehúsa perturbarse por molestias u ofensas leves es un individuo de verdadera estatura. Sea hombre o mujer, este individuo no muestra una actitud mezquina, sino grandeza de ánimo y espíritu. Pero el que se perturba fácilmente a causa de cualquier cosita es culpable de pequeñez de ánimo. Y a menudo esa pequeñez de ánimo se revela adicionalmente por actos de ojeriza.
¿Qué es ojeriza? Ojeriza, se nos dice, ‘aplica al enojo o mala voluntad que se demuestra haciendo cosas despreciables que dañan o molestan.’ Puede nacer de la envidia, el resentimiento, o simplemente de una disposición mala.
¿No es verdad que cuando un niño siente que ha sido ofendido a menudo quiere desquitarse inmediatamente por acciones pequeñas? ¿Por qué? Porque un niño no solo es pequeño de cuerpo sino también inmaturo de mente y emociones. Por eso cuando los adultos obran de manera igualmente pueril muestran lo pequeños que son emocionalmente. No han “crecido” en un sentido completo; realmente no son “grandes.”
Muy a menudo la ojeriza brota entre cónyuges. Los psiquiatras dicen que las esposas a veces se ponen a efectuar pequeños actos de ojeriza (y algunos no tan pequeños), debido a que sus esposos no concuerdan con ellas en alguna idea que tienen o quizás porque se les ha negado este o aquel lujo que a los esposos no les parece que su situación económica les permite comprar. Por otra parte, algunos esposos manifiestan ojeriza porque su orgullo ha sido herido por alguna observación imprudente o algún olvido de parte de su cónyuge. El rehusar hablarse el uno al otro o el hablar en un tono de voz frío o helado es una forma común de ojeriza que manifiestan los cónyuges que todavía son pequeños, es decir, inmaturos en lo que toca a controlar sus emociones.
La ojeriza puede tener consecuencias muy serias. Puede impeler a los vecinos o cónyuges a actos de violencia. En una ocasión un señor que vivía en la ciudad de Nueva York le dijo a un amigo que iba a matar a uno de sus vecinos porque este vecino le trataba mal, siempre con ojeriza. El amigo, que era testigo de Jehová, le explicó que eso sería una tontería. “¿Qué le sucederá a su familia si usted recibe una condena larga en la cárcel por haber obrado tan imprudentemente? ¿Por qué no se muda del vecindario más bien?” preguntó el amigo. El señor reconoció lo sensato que era ese consejo.
Además del daño que otros le puedan causar al individuo que comete actos de ojeriza, hay el daño que éste mismo puede acarrearse. El guardar rencor o resentimiento que produce actos de ojeriza ha sido llamado apropiadamente “autoenvenenamiento.” Es uno de los principales enemigos del hombre, porque no es posible abrigar hostilidad sin segar efectos psicosomáticos perjudiciales. Es decir, lo que afecta adversamente a la mente afecta adversamente al cuerpo y a los procesos corporales. En realidad, el que da rienda suelta a la ojeriza se perjudica gravemente a sí mismo, pues por hacer daño a otro se lastima más a sí mismo. ¡Sencillamente no vale la pena!
El cometer actos de ojeriza ciertamente no es amar uno a su prójimo como a sí mismo, como manda la Biblia. (Mar. 12:31) La ojeriza no permite que se muestre tolerancia; no da lugar a concesiones. La ojeriza paga con la misma moneda, y frecuentemente con interés. El tener ojeriza es odiar a los enemigos de uno, mientras que Jesucristo nos dice que amemos a nuestros enemigos. Debemos querer ayudar a la gente para que mejore, no aguijonearla para que empeore. Por eso guárdese de tener ojeriza, porque es destructiva para uno mismo y también para otros.—Mat. 5:44, 45; Luc. 6:31.
Lo más importante de todo: uno debería desear guardarse de la ojeriza porque el tenerla desagrada a su Creador. Casi invariablemente la persona que tiene ojeriza está tratando de vengarse, rindiendo mal por mal. No puede haber duda de que esto desagrada al Creador, pues su Palabra manda: “No devuelvan mal por mal a nadie. . . . No se venguen.” También: “No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien.” A Dios no le agrada el que nos rebajemos al nivel de los que nos han hecho algún mal.—Rom. 12:17-21.
¿Cómo puede uno reprimir la tendencia caída de expresar la ojeriza o dar rienda suelta a ella? El simplemente razonar sobre sus frutos malos debería ayudar a uno. No vale la pena ceder al deseo de “vengarse” de otro a costa de desagradar al mejor Amigo y mayor Benefactor de uno, Jehová Dios, ¿verdad?
La humildad también le ayudará a evitar esto, pues el individuo que se deja llevar por la ojeriza está obrando presuntuosamente, orgullosamente, arrogándose tanto el papel de juez como el papel de ejecutor. Desprecia al que lo ofendió y se atreve a juzgarlo y castigarlo. La Biblia dice que la venganza pertenece a Jehová Dios. Verdaderamente, un individuo humilde es un individuo grande... Jesucristo, el mayor hombre que jamás vivió, también fue el hombre más humilde.—Fili. 2:5-8.
La empatía, el poder ponerse uno en la situación de la otra persona, también le ayudará a uno a guardarse de tener ojeriza. Trate de ver los asuntos desde el punto de vista del otro individuo. Quizás esto lo ayude a no tomar tan en serio las ofensas que él cometa contra usted, y, más bien, lo ayude a mostrarle tolerancia. De nuevo, la empatía es una cualidad que posee la gente madura, los que son grandes en un sentido emocional y espiritual.
Por otra parte, el poder ver el lado cómico de la situación puede ayudarlo a guardarse de tener ojeriza. El poder despedir de buen humor acciones despreciables de poca importancia de parte de otros a menudo es el proceder más sabio y de nuevo demuestra la madurez de uno.
Pero más que todo, el amor ayuda a uno a no mostrar ojeriza, si uno llega a ser objeto de pequeñeces de parte de otros. El amor “no lleva cuenta del daño.” El amor ‘soporta todas las cosas, espera y aguanta todas las cosas.’ Verdaderamente el amor sirve para medir lo grande que uno es en asuntos espirituales.—1 Cor. 13:4-7.
Por eso sea demasiado grande para la ojeriza. Como dijo Jesús: “Demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos.” Sí, sea como el Gran Dios, que perdona “en gran manera.” Por medio de perdonar en vez de recurrir a la ojeriza uno está aplicando este consejo de Jesús.—Isa. 55:7; Mat. 5:45-48.