Nuestro recuerdo de los que han muerto
¿Es Dios quien se lleva a nuestros amados?
¿Qué dice la propia palabra de Dios?
LA MUERTE no es natural para los humanos por la razón de que el hombre no fue creado para morir. El Creador no se propuso que el hombre muriera. Por lo tanto la muerte causa pesar debido a la intensa pérdida que sienten los parientes y amigos sobrevivientes. Nos acordamos de nuestros amados, de su personalidad, de su calor de amistad, de su amor y esperanzas, y eso nos entristece.
Cuando muere una persona, ¿sufrimos pérdida permanente? ¿Debe la tristeza ocasionada por la muerte ser causa de pesar abyecto y desesperanza? Las Escrituras contestan que los que creen en Dios no deben ‘apesadumbrarse como lo hacen los demás que no tienen esperanza.’ ¿Por qué? Porque Dios ha hecho una provisión amorosa que nos consuela en gran manera.—1 Tes. 4:13, 14; 2 Cor. 1:3, 4.
Pues bien, ¿podemos decir apropiadamente que Dios se “llevó” al que ha muerto? No, porque a la muerte la Biblia la llama un “enemigo,” y Dios no coopera con los enemigos de la humanidad. Al contrario, él promete destruir a la muerte así como a todos los otros enemigos del hombre.—1 Cor. 15:26.
ORIGEN Y DESTRUCCIÓN DE LA MUERTE
¿Cómo llegó a existir la muerte? A causa de la propia desobediencia del hombre a Dios, en la cual el Diablo tuvo parte activa. Adán se rebeló contra Dios. Por lo tanto “por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.”—Rom. 5:12; Gén. 2:17; 3:19.
Es natural estar ansioso por la condición de los que han muerto. Ahora bien, ¿dónde están? quizás pregunte usted. La Biblia dice que están en el Seol o Hades. Estas dos palabras, en las Escrituras Hebreas y Griegas, respectivamente, significan la misma cosa: el sepulcro común de la humanidad. Los que están en el Seol (Hades) realmente están muertos, no están sufriendo. “No están conscientes de nada en absoluto.” “No hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol,” dicen las Escrituras. (Ecl. 9:5, 10; Gén. 42:38) Jesús mismo estuvo allí durante partes de tres días. El apóstol Pedro dijo que Jesús estuvo en el Hades, pero que Dios no lo abandonó, porque Dios lo resucitó.—Hech. 2:31, 32.
Jesús asemejó la condición de su amigo Lázaro en la muerte a la inconsciencia del sueño. Dijo a sus discípulos: “Yo me voy allá para despertarlo del sueño.” Al ver que no entendieron sus discípulos, “Jesús les dijo francamente: ‘Lázaro ha muerto.’” No hay registro de que Lázaro haya descrito el haber estado consciente durante los cuatro días que estuvo muerto.—Juan 11:11-14.
La prometida destrucción de la muerte por medio del sacrificio de rescate de Jesucristo nos ofrece esperanza a todos nosotros los que hemos perdido a amados. Por supuesto, se requiere más que la destrucción de la muerte para ayudar a los que han muerto. Envuelve también el traerlos de vuelta y darles la vida. Puesto que el sacrificio de Cristo es “por todos,” tiene que beneficiar de alguna manera a los miles de millones de humanos muertos. (1 Tim. 2:5, 6) Los beneficiará. ¡Dios promete destruir, no solo a la muerte, sino también al Seol-Hades, el sepulcro común!
Esto significa la destrucción de los cementerios. ¿Cómo puede hacerse esto? Vaciándolos de los muertos, que están implacablemente aprisionados en el sepulcro. Dios promete: “De la mano del Seol los redimiré; de la muerte los recobraré. ¿Dónde están tus aguijones, oh Muerte? ¿Dónde está tu poder destructor, oh Seol?” (Ose. 13:14; 1 Cor. 15:55) El apóstol Juan, al describir su visión, dijo: “El mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados individualmente según sus hechos. Y la muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego.”—Rev. 20:13, 14.
LA MEMORIA DE DIOS Y LA RESURRECCIÓN
Esto significa una resurrección de entre los muertos para nuestros amados. ¡Qué bendición! ¡Qué maravillosa esperanza y consuelo! Esto se hace por medio de la memoria y poder de Dios. Job pidió a Dios en oración que lo ocultara en el Seol y después de un límite de tiempo se acordara de él. (Job 14:13) Así reveló que consideraba que los muertos han de ser resucitados, que no han sido olvidados ni han desaparecido para siempre. Sin duda fue por tener este entendimiento que el malhechor que fue muerto al lado de Jesús pidió que Jesús se acordara de él cuando entrara en su reino.—Luc. 23:42.
Ahora bien, puede que nosotros nos hayamos afligido por la muerte de unos cuantos, pero piense en cuánto más entristecido Dios ha estado por la condición lastimosa de pecado y muerte en que la raza humana ha estado por casi 6.000 años. (Lam. 3:33; Eze. 18:32) Y cuánto más profundamente le importan los que han muerto y los ama se demuestra por el hecho de que los recuerda en todo detalle, y por la cualidad duradera de su memoria de ellos. Si ni un solo gorrión queda olvidado delante de Dios, ni cae al suelo sin que él lo note, ciertamente recuerda cabalmente a los humanos a quienes resucitará.—Mat. 10:29, 30; Luc. 12:6, 7.
Para nosotros, el recuerdo de los que han muerto va haciéndose gradualmente más borroso, pero no sucede así con Dios. Sin embargo, por muchos años podemos retener en nuestra memoria suficientes detalles de las personalidades para recordar cómo eran, y desear verlas nuevamente. ¡Cuánto más Dios, que ama tanto a los humanos que dio a su Hijo unigénito para suministrarles una resurrección! (Juan 3:16) Dios lo recuerda todo, y puede hacer que la persona, la misma personalidad, vuelva a vivir real y tangiblemente en esta Tierra. Puesto que Dios puede, si opta por hacerlo, saber antes que nazca un niño exactamente cuáles son todos los rasgos de su personalidad —y la Biblia habla de casos en que lo ha hecho— ¡qué fácil le es a Dios reconstruir el modelo de vida de esa persona después que ésta ha vivido y manifestado estos rasgos!—Gén. 16:11, 12; 25:23.
Jesucristo demostró esta habilidad de hacer volver a una persona de entre los muertos con todas sus características —su identidad completa— cuando llamó a Lázaro del sepulcro. Ciertamente las células cerebrales de Lázaro se habían desintegrado para entonces, de hecho, su cuerpo mismo ya había entrado en el estado de descomposición. Su hermana Marta dijo: “Señor, ya debe heder, porque hace cuatro días que está muerto.” De modo que se requirió la reconstrucción de la personalidad y el cuerpo para hacer volver a Lázaro.—Juan 11:39-44.
EL INTERÉS DE DIOS EN LOS MUERTOS
Por eso nunca crea que a Dios no le interesa. Ciertamente no demostró falta de interés en la humanidad cuando envió a su Hijo unigénito para que sufriera a manos de hombres rebeldes y muriera como rescate. Tampoco es injusto Dios, de modo que deje que los beneficios del rescate solo sean para unos cuantos... desperdiciados en gran manera. De otro modo no habría inspirado a su apóstol a escribir: “Porque así como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así mismo también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos. . . . así como el pecado gobernó como rey con la muerte, así mismo también la bondad inmerecida gobernase como rey por medio de justicia con vida eterna en mira por medio de Jesucristo nuestro Señor.”—Rom. 5:19-21.
¿Por qué, pues, no ejerce Dios su poder ahora para hacer volver a los que han muerto? Aun en esto queda demostrada su bondad amorosa. Pues no los hace volver, para pasar de nuevo por las terribles aflicciones que ahora oprimen a la humanidad, con el peligro de morir que diariamente afrontamos. Más bien, se propone restaurarlos cuando el reinado justo de su Rey Mesiánico Jesucristo esté en vigencia sobre toda la Tierra. Entonces el ambiente será ideal para la vida verdadera en felicidad. ¡Cómo deben esperar ese tiempo Jehová y su Hijo aun con mayor expectación y deleite que nosotros!—Hech. 17:31; 24:15.
ENSEÑANZAS FALSAS QUITAN EL CONSUELO
En vista de las provisiones amorosas de Dios tanto para los que viven como para los que han muerto, qué blasfemo el que los clérigos afirmen que Dios atormenta a las personas muertas en un purgatorio o “fuego del infierno.” Y qué cruel y despiadado el que estos hombres perciban dinero de parientes y amigos afligidos so pretexto de ayudar a las personas o almas en uno de estos lugares imaginarios.
Como ejemplo de lo poco que les importan los que han perdido a personas amadas citamos un tratado editado por la Liga de Misas Franciscanas, circulado por el Convento de Frailes de San Francisco en la ciudad de Nueva York. En éste se anima al lector a “Matricularse ahora en la Liga de Misas para los Vivos.” “No dependa demasiado de los que deje atrás pensando que le ayudarán, cuando caiga en las Manos del Señor en juicio,” dice el folleto, “‘Alejados de la vista, alejados de la mente,’ será la porción de la mayoría de nosotros.”
Entonces el folleto insta a matricular a los parientes y amigos “difuntos” en una Liga de Misas y menciona que “las ofrendas acostumbradas para ser miembro” son “Para los vivos, 5,00 dólares. Esta calidad de miembro continúa perpetuamente después de la vida; Para los difuntos, 2,00 dólares.” “Puede que los amados difuntos de usted estén sufriendo en el Purgatorio por causa de usted,” dice el tratado. Se hace una cita de un libro apócrifo, que no forma parte de las Escrituras inspiradas: “‘Es un pensamiento santo y saludable orar por los difuntos, para que sean librados de los pecados’ (2 Mac. xii, 46).”
Sin embargo, debería notarse que Judas Macabeo, a quien se cita en el texto, no estaba orando por almas que sufrían en un supuesto purgatorio, sino concerniente a la esperanza que tenían de una resurrección de entre los muertos, como lo muestra el contexto. (Versículos 43, 44) Y en el versículo 45 se dice que los que habían muerto, no están en el purgatorio o en alguna condición consciente, sino que “duermen.”
El clero, por medio de enseñar falsedades respecto a la condición de los muertos y aprovecharse del pesar que sienten las personas por sus amados que han muerto, ha tomado dinero valiéndose de los temores y los sentimientos de impotencia de los sobrevivientes. Por lo tanto realmente es culpable de extorsión. Está mintiendo, representando falsamente a Dios y quitando a los vivos la esperanza y el consuelo que suministran las Escrituras.
Según la promesa y las garantías seguras de Dios, los vivos pueden esperar con plena seguridad que sus amados muertos volverán y recibirán una plena oportunidad para conseguir vida. Entonces, bajo el régimen del reino de Cristo que el malhechor al lado de Jesús esperaba con anhelo, podrán demostrar si son personas que aman y obedecen las instrucciones de Dios.
Por consiguiente, ¿qué debemos hacer nosotros los que estamos vivos en la actualidad para asegurarnos de estar vivos y poder darles la bienvenida de entre los muertos y realmente servirles de ayuda? Debemos estudiar ahora la Palabra de Dios, la Biblia, con la mira de obedecer plenamente sus justos principios. Al proceder así, es posible que sobrevivamos a la destrucción del sistema de cosas actual, destrucción que, según todas las evidencias, está muy cerca. (Mat. 24:7-14, 34; Sof. 2:3) ¡Qué excelente será dar la bienvenida a los muertos y participar en ayudar a estos resucitados a obtener un mayor conocimiento de Dios, conocimiento que lleva a vida eterna!—Juan 17:3.
[Ilustración de la página 325]
¿Hay base sólida para creer que los muertos volverán a vivir?