Movidos por una conciencia piadosa
HACE algún tiempo que a un testigo de Jehová en Palm Springs, California, lo vino a visitar su hermano junto con su novia. Al acercarse la noche, el Testigo pudo ver que su hermano no Testigo planeaba pasar la noche allí, y dormir con su novia. ¿Qué habría hecho usted?
Era una situación embarazosa. Pero el Testigo le dijo a su hermano que no podía, en su casa, dormir con una mujer con quien no estaba casado. Esto sorprendió a su hermano. Se indignó bastante, opinando que el Testigo era de miras muy estrechas. Después de todo, tanto él como su novia tenían suficiente edad como para tener nietos, e iban a casarse en unos cuantos días.
¿Por qué adoptó el Testigo esta posición, sabiendo como sabía que esto causaría relaciones tirantes y desavenencia? Su conciencia estaba envuelta.
¿QUÉ ES CONCIENCIA?
¿Ha dicho usted alguna vez: “Sabía en el corazón que eso no estaba bien”? ¿O: “No puedo hacer lo que pides, porque algo dentro de mí me dice que no es correcto”?
Esa era su conciencia que hablaba. La conciencia es la comprensión o sentido interior que tenemos de lo correcto y lo incorrecto. Dios creó a la primera pareja humana con esta facultad de la conciencia, y todos la hemos heredado de ellos. Es prudente el nunca obrar deliberadamente contra los dictados de una conciencia entrenada apropiadamente. ¿Por qué?
Porque nuestro sentido moral o conciencia puede, como resultado, ser dañado o hasta arruinado. Puede llegar a estar cauterizado “como si fuera con hierro de marcar.” (1 Tim. 4:2) Cuando sucede esto, nuestro sentido interior de lo correcto y lo incorrecto cesa de funcionar apropiadamente. Entonces ya no nos dirigirá apropiadamente. Pero podemos evitar que suceda esto.
SENSITIVOS A LAS LEYES MORALES DE DIOS
Jehová Dios ha hecho provisión para fortificar nuestra conciencia dándonos leyes y principios justos en la Biblia, y tenemos buena razón para estar agradecidos por esta provisión. Podemos estudiar estos, y luego nuestra conciencia puede aplicarlos a las diversas circunstancias que surgen. Así seremos movidos por nuestra conciencia a hacer lo que le agrada a Dios.
A medida que una persona estudia la Biblia, aprende que la ley de Dios prohíbe la fornicación y el adulterio. (Heb. 13:4; 1 Cor. 6:9, 10) El Testigo que se mencionó antes era sensitivo a esa ley. Su conciencia no le permitía cooperar de manera alguna en un acto de fornicación... de condonarla, de hecho, al permitirla en su casa. Así es como ven el asunto las personas que realmente llegan a amar la ley de Dios.
Hace unos años una señora de Honduras, América Central, que era dueña de una casa de huéspedes empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Con el tiempo, dijo que su conciencia le molestaba. ¿Por qué? Porque hombres comúnmente usaban su casa de huéspedes como lugar adonde traer prostitutas. Como resultado de su recién adquirido amor a la ley de Dios, la mujer lamentaba dejar que su casa fuera usada con propósitos inmorales.
De modo que empezó a rehusar el permitir que las personas pasaran la noche allí si era para cometer inmoralidad. En cada una de las habitaciones colocó letreros pequeños que decían: “Señor, sírvase cooperar con esta Casa de Huéspedes Familiar. No traiga a mujeres indecentes. Gracias.” Los clientes anteriores cesaron de venir. Sin embargo, la pérdida de negocio solo fue temporal; pronto tuvo una clientela de familias respetables.
¿Qué hay, sin embargo, si uno está empleado en un lugar que se usa comúnmente con propósitos inmorales? Por supuesto, en el mundo la fornicación y el adulterio son muy comunes, y las Escrituras muestran que es imposible cesar de mezclarse enteramente con fornicadores. (1 Cor. 5:9, 10) Sin embargo, ¿qué hay si la inmoralidad donde uno trabaja llega a ser obvia, aun crasa, y le parece a uno que esto está poniendo su conciencia y espiritualidad en peligro?
En tales casos los testigos de Jehová han efectuado ajustes en su empleo. En abril de 1972, tres mujeres empezaron a trabajar como criadas en un motel recién inaugurado en Oakford, Pensilvania. Con el tiempo, notaron que los mismos hombres traían diferentes mujeres al motel sobre una base regular. “Nuestras conciencias empezaron a molestarnos,” informa una de las Testigos. De modo que todas dejaron ese lugar de empleo.
¿Qué opina usted personalmente acerca de las leyes morales de Dios? ¿Cuán sensitiva es su conciencia sobre estos asuntos?
ANUENCIA A SUFRIR PÉRDIDA
¿Estaría usted dispuesto a sufrir pérdida material para mantener una conciencia limpia? Una joven actriz de cine y televisión lo estuvo.
Con el tiempo renunció a su carrera después de llegar a ser testigo de Jehová. Los papeles de la actuación con frecuencia requerían que ella abrazara y besara a hombres con quienes no estaba casada. “No podía continuar haciendo esto,” dijo ella. “¿Cómo podía enseñar a otros los elevados principios de la Palabra de Dios y sin embargo aparecer en la pantalla haciendo el amor a hombres que no eran mi esposo?”
Una escritora de una agencia de publicidad de Nueva York rehusó trabajar en anuncios sobre cigarrillos. Luego se introdujeron minipuros, y se le pidió que escribiera un anuncio diseñado para estimular a las mujeres a fumar éstos. Pero tampoco quiso hacer esto. “Mi conciencia no me permite participar de ninguna manera en anunciar productos que son perjudiciales a la salud,” explica ella, “aunque esta negativa resulte en que pierda mi trabajo.”
En una situación algo diferente, una vendedora que trabajaba en una tienda grande de departamentos en la ciudad de Nueva York rehusó ponerse un ramillete de Navidad, decorado con símbolos del día festivo. El gerente del piso dijo que a menos que se lo pusiera él se encargaría de que fuera despedida. La vendedora fue a la oficina y explicó por qué su conciencia no le permitía ponerse el ramillete, y así participar del espíritu de un día festivo manchado de paganismo. La administración entendió, y no fue despedida.
¿Cuán importante le es a usted hacer lo que le agrada a Dios? ¿Es usted movido por una conciencia piadosa?
HONRADOS EN TODO
Los cristianos verdaderos expresan los mismos sentimientos que el apóstol Pablo, quien dijo: “Confiamos en que tenemos conciencia honrada, puesto que deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas.” (Heb. 13:18) ¿Lo mueve a usted su conciencia a comportarse honradamente?
Hace unos años un director de arte de una agencia grande de anuncios de Nueva York se hizo testigo de Jehová. Anteriormente había aumentado su cuenta de gastos, incluyendo cosas que no eran gastos directos del negocio. “Esto es común, se supone que casi todos acostumbran hacerlo,” comentó. “Pero después de aprender los principios de la Biblia mi conciencia ya no me permitía hacerlo. Esto ha querido decir, de hecho, el reducir voluntariamente mi paga,” explica. ¿De qué manera consideraría usted este asunto?
A veces las presiones para que uno muestre falta de honradez son grandes. Una Testigo de veintisiete años de edad empezó a trabajar a principios del año pasado en la oficina de seguros de un agente de la Compañía de Seguros sobre la Vida de Nueva York. Al fin del primer mes de estar empleada recibió un papel para que lo firmara en el cual se informaba su salario del mes. Pero la cifra ¡era 25 por ciento más de lo que realmente había recibido! Quedó perpleja.
Sin embargo, pronto se enteró de que su patrón recibía reembolso por gastos de secretaria. Así el informar un salario más alto significaba más dinero en el bolsillo de su patrón. ¿Qué podría hacer ella? Al firmar el papel mostraría falta de honradez; violaría su conciencia entrenada en la Biblia. Y sin embargo si no firmaba, podría perder su trabajo, el cual necesitaba mucho para sostenerse en el ministerio cristiano. ¿Qué habría hecho usted?
La muchacha cobró valor, abordó a su patrón, y dijo: “Señor, no puedo firmar este papel.”
“¿Por qué no?” interrogó él.
“No es honrado. Yo no gané todo ese dinero,” contestó ella.
“Oh, pero es práctica comercial normal. Todo el mundo lo hace,” alegó él.
“No puedo evitarlo. Sencillamente no puedo firmar,” contestó ella.
El hombre se indignó en gran manera, reprendiendo a la muchacha por la posición que había adoptado. Pero luego se recargó en su silla por largo tiempo, al parecer pensando profundamente. Al fin habló: “Tiene usted razón. Tiene usted razón. Lo haremos de la manera correcta,” dijo él.
Otra práctica común es que los vendedores de autos regresen los odómetros en los autos usados para que muestren menos kilómetros viajados que lo que realmente es el caso. Sin embargo, cuando el patrón de un testigo de Jehová en Albany, Georgia, le dijo que hiciera esto, la conciencia del Testigo no se lo permitió. Perdió su trabajo, pero mantuvo una buena conciencia. ¿Significaría tanto para usted el mantener una conciencia limpia?
La falta de honradez también es común en el trabajo de reparación de automóviles. Cuando estaba recién empleado como gerente de servicio de un garaje Cadillac-Oldsmobile en Ogden, Utah, un testigo de Jehová tuvo que tratar con prácticas de esa clase. Como explica él: “El mecánico estaba haciendo un trabajo en una transmisión y, a fin de ganar dinero extra por el trabajo, cobró mano de obra adicional. Lo interrogué acerca de ello, pero dijo que nadie notaría la diferencia y que la compañía sacaría provecho de ello. Le dije que yo no podía tolerar tal falta de honradez.
“El mecánico se preocupó y por eso fue a ver al dueño y le relató lo que había sucedido. Me llamaron a la oficina y fui interrogado en cuanto al asunto enfrente del mecánico. Le dije al dueño que yo no participaría en asuntos como éste, y que, aunque este hombre podía hurtar para la compañía, también hurtaría de ella. El dueño se sonrió y dijo: ‘Apreciamos su honradez y principios elevados. Por eso lo queríamos a usted para este trabajo.’”
¿Qué clase de conciencia tiene usted? ¿Lo mueve a usted una conciencia sensitiva a las enseñanzas de la Palabra de Dios? Si es así, no será afligido de continuo por sentimientos de culpabilidad, sino que disfrutará de verdadero contentamiento y tranquilidad de ánimo. Siempre será guiado a hacer lo que le agrada a Dios. Con el tiempo esto significará para usted la bendición de Dios de vida sin fin en su justo nuevo sistema de cosas.