Obteniendo riqueza para el nuevo Rey de la Tierra
“El placer de un rey está con el siervo que está actuando con perspicacia, pero su furor llega a estar hacia el que actúa vergonzosamente.”—Pro. 14:35.
1. ¿Qué clase de hombre puso en la boca del rey de la parábola profética las palabras que ordenaban el degüello de enemigos?
“ADEMÁS, a estos enemigos míos que no querían que yo llegara a ser rey sobre ellos, tráiganlos acá y degüéllenlos delante de mí.” ¡Esas palabras del rey deberían infundir terror en el corazón de las personas contra las cuales fueran dirigidas! Pero, ¿quién dijo aquellas palabras? Fue un hombre del cual la mayoría de las personas pensarían que nunca emitiría tan dura orden. Él puso aquellas palabras en la boca del rey del cual hablaba en una parábola o ilustración profética que daba. Pero en realidad estaba hablando por sí mismo, puesto que él mismo era la persona a quien representaba el rey de la ilustración parabólica.—Luc. 19:27.
2. (a) En aquel tiempo, ¿adónde iba Jesús, y con qué acontecimiento en mira? (b) Al descender del monte de los Olivos, ¿qué profecía contra Jerusalén pronunció Jesús?
2 En aquel tiempo, Jesucristo estaba en la ciudad de Jericó, a unos veintidós kilómetros y medio al nordeste de Jerusalén, y estaba en sus comienzos el mes primaveral de Nisán del año 33 E.C. Jesús había cruzado el río Jordán y entrado en Jericó, donde se detuvo para pasar la noche. Estaba en camino a Jerusalén, para hacer una entrada triunfal en la ciudad santa el domingo 9 de Nisán, cinco días antes de la pascua judía. Fue en este viaje en entrada triunfal montado que detuvo la procesión de sus discípulos al descender del monte de los Olivos y derramó lágrimas por la ciudad de Jerusalén, diciendo: “Si tú, aun tú, hubieras discernido en este día las cosas que tienen que ver con la paz..., pero ahora han sido escondidas de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti en que tus enemigos edificarán en derredor de ti una fortificación de estacas puntiagudas y te rodearán y te afligirán por todos lados, y te arrojarán al suelo a ti y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no discerniste el tiempo en que se te inspeccionaba.”—Luc. 19:41-44.
3. ¿Cuándo se produjo el degüello predicho así por Jesús, y qué alcance tuvo?
3 ¿Estaba Jesús describiendo de esta manera cómo el rey de la parábola profética haría degollar a sus enemigos por no querer éstos que él fuera su rey? Según se desarrollaron los acontecimientos, la ciudad de Jerusalén no acogió a Jesucristo como Rey en su entrada triunfal en ella. Cinco días más tarde, o en el Día de la Pascua, los enemigos en Jerusalén hicieron que Jesús fuera ejecutado como un criminal maldito en un madero fuera de los muros de la ciudad. Los enemigos levantaron fuertes objeciones porque el gobernador romano Poncio Pilato hizo que se fijara sobre el madero una inscripción que anunciaba en hebreo, latín y griego: “Jesús el nazareno el rey de los judíos.” (Juan 19:17-22) No querían que el hombre al que acusaban de ser blasfemador contra el Dios de ellos y sedicioso contra la Roma imperial fuera llamado su Rey. Treinta y tres años más tarde cuando ellos mismos se rebelaron contra Roma, no fue a favor de Jesús como su Mesías y Rey, sino a favor de sus propias ambiciones mesiánicas. En el quinto año de la revuelta de ellos contra Roma, vino el terrible degüello que predijo Jesús. Durante el sitio y la destrucción de Jerusalén por los romanos, un millón cien mil judíos rebeldes perdieron la vida, y solo 97.000 sobrevivieron y fueron llevados al cautiverio.
4. (a) ¿De qué fue representación pictórica o típica aquel degüello en Jerusalén? (b) Podemos evitar ese degüello si ahora hacemos ¿qué?
4 No obstante, después de aquella destrucción de Jerusalén y su templo por los romanos en el año 70 E.C., Jesucristo no impuso por fuerza su gobernación real a los judíos sobrevivientes ni en la tierra de Palestina ni por todo el resto de la tierra habitada. El Imperio Romano continuó poseyendo el territorio de Palestina por siglos después. Evidentemente, pues, el degüello de los judíos anticristianos en Jerusalén por los romanos paganos en 70 E.C. fue solo una representación pictórica o típica del degüello que en mayor escala, en escala mundial, les sobrevendría a todos los de la Tierra que no quisieran a Jesucristo como el nuevo rey de la Tierra en su segunda venida. De modo que todavía ha de venir el tiempo —pero está muy cercano— en que, en cumplimiento de su parábola, Jesucristo resucitado y glorificado ordenará a sus ángeles celestiales que traigan delante de él a los enemigos de él en la Tierra y los degüellen como enemigos irreconciliables de su reino. Esto significa que hoy vivimos en un tiempo peligroso y tenemos que descubrir si somos enemigos del reino de él o no. Al ponernos del lado correcto ahora podemos ser salvados del degüello venidero.
LA ILUSTRACIÓN PARABÓLICA
5, 6. ¿Qué esperaban los discípulos que Jesús hiciera en Jerusalén, y en vista de eso, por qué les dio la parábola?
5 Como ayuda que nos guíe a adoptar la posición correcta ahora, hacemos bien en examinar y captar el sentido de toda la parábola dada por Jesucristo allá en Jericó temprano en la primavera de 33 E.C. Como resultado de la visita de Jesús al hogar del principal recaudador de impuestos de Jericó, este hombre despreciado, Zaqueo, había creído en Jesús como el Mesías o Cristo judío. (Luc. 19:1-10) Debido a que Jesús tenía el rostro fijo en subir a Jerusalén, sus discípulos pensaban que él iba a declararse el Mesías en Jerusalén y restaurar el reino a la nación de Israel, quitando el control de las manos de los romanos imperiales. Para sacar de la mente de sus discípulos aquella idea incorrecta, Jesucristo dio la parábola como indicación de que faltaba mucho tiempo para su reino.
6 En cuanto a esto leemos: “Mientras escuchaban ellos estas cosas él habló adicionalmente una ilustración, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos se imaginaban que el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente. Por lo tanto dijo: ‘Cierto hombre de noble nacimiento viajó a una tierra lejana para conseguir para sí poder real y volver.’”—Luc. 19:11, 12.
7. (a) En la parábola, ¿cómo indicó Jesús que el conseguir y aplicar el poder real requeriría un tiempo largo desde entonces? (b) ¿De qué manera era Jesús ciertamente un “hombre de noble nacimiento”?
7 De esta manera Jesús insinuó que no tenía el poder real todavía, sino que tenía que viajar larga distancia para conseguirlo. En vista de lo relativamente lento que era el viajar hace mil novecientos años, un viaje a un lugar lejano y entonces el viaje de regreso indicarían que pasaría un largo período de tiempo. Jesús no iba a viajar a un lugar tan cercano como Jerusalén, a veintidós kilómetros y medio de Jericó, para conseguir el poder real a que tenía derecho debido a su noble nacimiento. (Luc. 19:12, Biblia de Jerusalén; Traducción del Nuevo Mundo) Aunque Jesús había sido un humilde carpintero en la ciudad de Nazaret, sin embargo era ciertamente un noble u “hombre de noble nacimiento.” Era descendiente natural del rey David, la ciudad capital del cual había sido Jerusalén. Como persona de esa condición, tenía derecho a heredar el reino de David sobre todo Israel, con Jerusalén como Su capital. Jesús había ejecutado muchísimos milagros por el poder de Dios, y ahora sus discípulos pensaban que el mesiánico “reino de Dios” se exhibiría de manera milagrosa haciendo a Jesús el Rey en funciones sobre Israel a pesar de la ocupación romana del país. Así el reino mesiánico de Dios podría ser establecido instantáneamente. Pero Jesús sabía que el Reino no estaba tan cerca como el tiempo que le tomaría llegar a Jerusalén.—Luc. 3:23-31; Mat. 1:1-17.
8, 9. (a) ¿Fue el tiempo implicado la cantidad de tiempo que se necesitaba para hacer el viaje de ida y vuelta a Roma? ¿Por qué no? (b) ¿Cómo, en sus palabras al rey Sedequías de Jerusalén, indicó Jehová que él era Quien otorgaría el poder real?
8 El tiempo que estaba implicado no era tampoco la cantidad de tiempo que se necesitaba para un viaje desde Palestina a la Roma imperial en Italia y entonces de regreso a Jerusalén. No era Roma el lugar de donde Jesucristo obtendría su poder real. La fuente de su poder real no era César ni el Senado romano. Ese hecho se demostró dolorosamente cuando los soldados romanos lo fijaron en un madero el Día de la Pascua como individuo que sediciosamente afirmaba que era rey. El lugar distante al cual viajaría Jesús para obtener el poder real era la ubicación de Aquel que había establecido el reino mesiánico de David el antepasado de Jesús. Ese era Jehová Dios, y él estaba ubicado en el cielo. Jehová indicó que Él era Quien otorgaría el poder real al descendiente legítimo del rey David, cuando le dijo al rey Sedequías de Jerusalén, poco antes de ser destronado éste en el año 607 a. de la E.C.:
9 “Remueve el turbante [real], y quita la corona. Ésta no será lo mismo. Póngase en alto aun lo que está bajo, y póngase bajo aun al alto. Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a ésta también, ciertamente no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tengo que dar esto a él.”—Eze. 21:26, 27.
10. ¿Por qué no fue Jesús arrogante ni presuntuoso al imitar al noble y partir en un largo viaje para conseguir poder real?
10 Jesucristo no fue arrogante ni presuntuoso cuando se resolvió a imitar al noble de la parábola y partir en lo que sería un viaje que consumiría mucho tiempo para obtener para sí poder real. Precisamente antes que fuera concebido en la matriz de su madre terrestre María de la casa real de David, el ángel Gabriel dijo esto acerca del hijo de ella al cual ella había de dar el nombre de Jesús: “Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y gobernará como rey sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin.” (Luc. 1:31-33) Pues bien, se requirió un milagro divino para que la vida de este Hijo del Altísimo fuera transferida desde el cielo a la Tierra. Por eso, pues, ¿cómo iba Jesucristo a volver al cielo para obtener el reino davídico de parte de su Padre celestial?
11, 12. (a) ¿Por qué milagro se hizo posible que Jesús hiciera el viaje al lugar en el cual recibiría el poder real? (b) ¿Por qué no es una resurrección de esa clase en el caso de Jesús teoría nuestra en este asunto?
11 Inalterablemente se ha fijado la ley divina que dice: “Carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios.” (1 Cor. 15:50) Evidentemente, pues, tendría que ser por otro milagro que Jesucristo tomaría el viaje de regreso al cielo a la Autoridad Suprema que podía otorgarle el Reino. Obviamente Jesús tendría que abandonar su “carne y sangre.” Esto exigiría que entregara su vida humana perfecta inocentemente como sacrificio humano. Pero esta muerte de sacrificio no lo pondría en el cielo. Dios tendría que dar vida de nuevo a su Hijo sacrificado, pero no como Hijo de “carne y sangre” de nuevo. Tendría que ser como Hijo espiritual con un cuerpo de espíritu, invisible a los ojos humanos pero visible a los ojos celestiales. De modo que esto no solo exigiría que Jehová el Dios Todopoderoso ejecutara el milagro de resucitar a su Hijo sacrificado, sino también de resucitarlo como ser espíritu, con la prometida recompensa de inmortalidad e incorruptibilidad. Eso fue exactamente lo que Jehová hizo. Esto no es teoría nuestra, pues el apóstol Pedro escribe:
12 “También Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados.”—1 Ped. 3:18, 19, Reina-Valera Revisada de 1960.
13, 14. (a) Al morir Jesús como hombre de “carne y sangre,” ¿dónde llegó a estar? (b) ¿Cómo sabemos si Jesús comenzó inmediatamente después de su resurrección su viaje a la “tierra lejana” de la parábola o no?
13 Por supuesto, al morir Jesús como hombre de “carne y sangre,” no fue a la “tierra lejana” de la parábola, es decir, a la presencia celestial de su Padre. Estuvo verdaderamente muerto, y su cuerpo fue puesto en una tumba, de manera que, por parte de tres días, Jesús estuvo en lo que los judíos llamaban Sheol y los griegos llamaban Hades. Al resucitar como persona de la región espiritual al tercer día, Jesús tenía consigo el valor o mérito de su vida humana sacrificada, pero no comenzó inmediatamente su viaje a la “tierra lejana.” Aquel mismo día se le apareció a María Magdalena en el jardín de la tumba y le dijo:
14 “Deja de colgarte de mí. Porque todavía no he ascendido al Padre. Mas ponte en camino a mis hermanos y diles: ‘Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes.’” (Juan 20:17) Por cuarenta días continuó en la vecindad de la Tierra invisiblemente, materializándose a veces en forma humana y apareciéndose a sus discípulos para probarles que estaba vivo de nuevo, resucitado de entre los muertos.—Hech. 1:1-5.
15, 16. (a) ¿Cuándo comenzó Jesús resucitado el viaje a aquella “tierra lejana,” y delante de qué testigos? (b) ¿Para cuándo tiene que haber llegado a aquella “tierra lejana,” y cómo verifica esto Pedro?
15 Cuando Jesucristo resucitado sí ascendió a su Padre celestial, ése sería el tiempo en que comenzó a viajar a la “tierra lejana.” Esto sucedió el día cuadragésimo desde su resurrección de entre los muertos. Mientras varios de sus discípulos que estaban en el monte de los Olivos veían ascender al cielo y desaparecer el cuerpo materializado en el cual Jesús se había aparecido, dos ángeles se pusieron de pie al lado de ellos y dijeron: “Varones de Galilea, ¿por qué están de pie mirando al cielo? Este Jesús que fue recibido de entre ustedes arriba en el cielo vendrá así de la misma manera que lo han contemplado irse al cielo.” (Hech. 1:11) No sabemos cuánto tiempo le tomó a Jesucristo en la región espiritual llegar a la “tierra lejana” de la parábola, pero fue dentro de diez días, o antes del día de fiesta del Pentecostés de aquel año de 33 E.C. En aquel día el espíritu santo fue derramado sobre los discípulos de Cristo en Jerusalén, y el apóstol Pedro habló bajo inspiración y dijo a miles de judíos que escuchaban:
16 “De hecho David no ascendió a los cielos, sino que él mismo dice: ‘Jehová dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra, hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies.”’ Por lo tanto sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios lo hizo Señor y también Cristo, a este Jesús a quien ustedes fijaron en un madero.”—Hech. 2:34-36.
“NEGOCIEN HASTA QUE VENGA”
17. ¿Cómo indica la parábola de Jesús lo que sus discípulos habían de hacer en la Tierra durante la larga ausencia de él?
17 De manera que Jesucristo había de volver... pero esta vez con “poder real.” La parábola que Jesús dio porque sus discípulos “se imaginaban que el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente” indicó que Jesucristo, como el “hombre de noble nacimiento,” estaría ausente por largo tiempo. (Luc. 19:11, 12) Pues bien, ¿qué harían sus discípulos mientras tanto, mientras esperaban su regreso con “poder real”? Jesús no los dejó sin instrucciones en cuanto a lo que específicamente habían de hacer. La parábola de Jesús ilustró que él haría esto. Leemos lo siguiente respecto al noble que partía: “Llamando a diez esclavos suyos, les dio diez minas y les dijo: ‘Negocien hasta que venga.’”—Luc. 19:13.
18. (a) ¿Qué valor dan varias traducciones de la Biblia y Aid to Bible Understanding a las diez minas de plata? (b) ¿Qué habían de hacer los esclavos con las minas de plata?
18 An American Translation (Una Traducción Americana) da un valor monetario a la mina antigua y traduce este versículo de este modo: “Y llamó a diez de sus esclavos y les dio veinte dólares a cada uno y les dijo que traficaran con aquello mientras él estuviera ausente.” La traducción de la Biblia por Moffatt da un valor británico a la mina y dice: “Primero llamó a sus diez siervos, dándoles un billete de cinco libras a cada uno, y diciéndoles: ‘Traficad con esto hasta que yo regrese.’” The New English Bible (La Nueva Biblia Inglesa) del año 1970 asigna a la mina el valor de solo una “libra.” The New American Bible (La Nueva Biblia Americana) es indefinida y dice que el hombre de noble nacimiento dio a sus siervos “sumas de diez unidades.” La publicación de 1971 intitulada “Aid to Bible Understanding” (Ayuda para entender la Biblia) asigna a la mina de plata del primer siglo E.C. el valor de 14 dólares y 9,4 centavos. Esto era mucho dinero en el día de Jesús, pues era el equivalente de 100 dracmas, aunque valía solo una sesentava parte de un talento de plata que equivalía a 845 dólares y 64 centavos. Fuera cual fuera el valor de la mina de plata hoy día, los diez esclavos del hombre de noble nacimiento habían de negociar con las minas de plata por operaciones de traficar y así obtener riqueza para el rey en perspectiva.
19. ¿A quiénes representaron los “diez esclavos,” y qué representaron las “diez minas”?
19 Los diez esclavos de la parábola de Jesús representaron a los discípulos del Señor Jesús. Después de la resurrección de él de entre los muertos, ¿qué dejó confiado a sus discípulos antes de ascender al cielo diez días antes del día de fiesta del Pentecostés de 33 E.C.? En su muerte sobre el madero en Calvario, Jesús había sido despojado de absolutamente toda cosa material en la Tierra que tuviera valor alguno. En su resurrección de entre los muertos al tercer día, hasta los vendajes de entierro y el paño para la cabeza quedaron atrás en la tumba. (Juan 20:6, 7) Entonces, ¿qué poseía Jesús para confiarlo a sus discípulos antes de ascender a la “tierra lejana” celestial? Era algo que, como las diez minas de plata, tenía un valor que podía servir como base o haber para efectuar un aumento valioso para el Rey en perspectiva, el Mesías. Puesto que no era algo material, era algo intangible y sin embargo estaba allí, existía. ¿Qué? El campo de interés que Jesús había cultivado respecto al reino mesiánico de Dios por su ministerio público de unos tres años y medio en Israel.
20. (a) Por eso, ¿qué cualidad valiosa se le había impartido al campo de actividad que los discípulos de Jesús podían aprovechar como si estuvieran negociando con diez minas? (b) ¿Cómo indicó un esclavo, y Jesús mismo, esa característica de valor útil impartida a un campo de actividad?
20 Sí, aquellas simbólicas diez “minas” de plata representaban los efectos que había producido en el mundo judío o israelita la intensa enseñanza y predicación de Jesús de modo que el pueblo escogido de Jehová se inclinara a aceptar a Jesús como el Mesías prometido. Así había un campo preparado para los discípulos de Jesús donde ellos podrían funcionar, para edificar y animar a la madurez en judíos la disposición de creer o persuadirse de que Jesús era el Ungido de Jehová debido a lo que Jesús enseñó e hizo en cumplimiento de la profecía bíblica. Era un campo que los discípulos de Jesús podían hacer muy productivo al ocuparse en lo que Jesús les dijo que hicieran. En la parábola uno de los diez esclavos lo comparó a un campo o finca cuando este esclavo le dijo al rey que había regresado: “Siegas lo que no sembraste.” (Luc. 19:21) Jesús también lo ilustró antes cuando dijo a sus discípulos mientras estaba en Samaria: “Es verdadero el dicho: Uno es el sembrador y otro el segador. Yo los despaché a segar aquello en que ustedes no han hecho labor. Otros han labrado, y ustedes han entrado en el provecho de su labor.”—Juan 4:37, 38.
21. (a) ¿De qué quería Jesús más? (b) Si el campo judío no resultaba suficientemente productivo, ¿qué habían de hacer los discípulos?
21 Así los discípulos de Jesús tenían algo útil, algo valioso, algo adaptable, eficaz, con lo cual comenzar a trabajar o ‘negociar’ y obtener aumento. No era más plata ni oro lo que Jesús deseaba obtener por medio de sus discípulos-esclavos. Aquello de lo que quería más era discípulos que siguieran en sus pisadas y estuvieran a favor de él como el Rey Mesiánico. Y si el campo judío ya cultivado no los producía a todos, especialmente a los 144.000 herederos del Reino con Jesús, entonces los discípulos podían engrandecer el campo de sus actividades penetrando en la región gentil o no judía. De esta manera aumentarían el campo cultivado que produciría cinco o diez veces más que la zona bajo cultivo para producir adherentes al reino de Cristo.
22. Por ser diez, los “esclavos” representan ¿a quiénes, en el cumplimiento completo de la parábola?
22 Los “diez esclavos suyos” de la parábola de Jesús no tuvieron su cumplimiento completo en los apóstoles y discípulos del primer siglo de nuestra era común. Apropiadamente, el número de “esclavos” se fijó en “diez,” puesto que diez se usa en las ilustraciones bíblicas para representar totalidad o lo completo, particularmente respecto a cosas terrestres. Así, los “diez esclavos” de la parábola representarían bien a todos los esclavos engendrados por espíritu y ungidos de Jesucristo que son herederos en perspectiva con él del reino celestial y que han sido producidos a través de todos estos pasados diecinueve siglos hasta la entrada de Cristo en el poder real al terminar los Tiempos de los Gentiles en el año 1914 E.C. y hasta ahora. Tiene que ser así, porque los apóstoles y otros discípulos del primer siglo E.C. no han sobrevivido en la carne hasta el regreso invisible de Cristo con poder del Reino en este siglo veinte.
23. (a) Los rasgos culminantes de la parábola tienen sus correspondencias en el caso de los discípulos de Cristo de ¿qué período? (b) En vista del degüello inminente de los enemigos del Rey, ¿qué será para nuestro bien hacer en cuanto a la parábola?
23 Por consiguiente, los rasgos culminantes finales de la parábola de Jesús acerca de los “diez esclavos” con diez minas tienen que tener sus correspondencias en el caso de los discípulos bautizados, engendrados por espíritu y ungidos de Jesucristo que están vivos en la Tierra durante este siglo veinte. La investigación revela que hay un resto de aproximadamente diez mil de ellos todavía en la Tierra, que están ‘negociando’ con las diez minas simbólicas para aumentar la riqueza del nuevo Rey de la Tierra. Estos diez mil son en verdad solo una cantidad pequeña que queda, cuando los comparamos con el número completo de 144.000 discípulos que han de ser unidos con Jesucristo en reinar con él por mil años para gloria de Dios y bendición eterna de toda la humanidad. La manera en que todos estos diez esclavos figurativos han negociado o traficado con las “diez minas” del Rey en perspectiva suministra una historia interesante. En vista del degüello inminente de todos los enemigos del legítimo Rey Mesiánico de la Tierra, será para bien nuestro el que consideremos la historia hasta su fin y veamos qué parte apropiada podemos desempeñar en el cumplimiento moderno de la parábola de Jesús.
[Ilustración de la página 329]
En la parábola de Jesús el noble que partía dio a cada uno de diez esclavos una mina y les dijo: “Negocien hasta que venga.” Los diez esclavos representaron a los discípulos de Jesús
[Ilustración de la página 330]
Después de su resurrección, Jesús entregó las minas simbólicas, como se indica en Mateo 28:18-20