Prescindiendo de lo que haga... ¡predique!
“Al ir, prediquen.”—Mat. 10:7.
1. ¿Por qué es tan esencial que se efectúe la predicación de las buenas nuevas en este tiempo, y qué pregunta surge en cuanto a la predicación?
CUANDO miramos a nuestro alrededor a las condiciones dificultosas en el mundo, el aumento del crimen, el desasosiego entre los jóvenes, la infelicidad entre las familias, es dolorosamente evidente que la mayoría de la humanidad necesita saber acerca de las buenas cosas que Jehová registró en su Palabra, la Biblia. Sin embargo, la pregunta que se hizo hace más de mil novecientos años todavía resuena hoy día: “¿Cómo, a su vez, oirán sin alguien que predique?” (Rom. 10:14) Cuando usted lee estas palabras inspiradas en las Santas Escrituras, ¿quién considera usted que sea el predicador a quien se hace referencia? ¿Cree usted que aplica a los clérigos u otros con educación o habilidad especial?
2. ¿Qué excelente ejemplo pusieron los cristianos primitivos, y está restringida la predicación a cierta clase de personas?
2 Cada uno de los cristianos primitivos se sentía personalmente envuelto en la respuesta a esta pregunta, y es por eso que cada uno de ellos se hizo predicador. Prescindiendo de que algunos “eran hombres iletrados y del vulgo,” todos sabían algo acerca de las “buenas nuevas” y tenían un deseo ardiente de compartirlas con alguien, con cualquiera con quien se pusieran en contacto. (Hech. 4:13) The History of the Christian Religion and Church, During the Three First Centuries (Nueva York; 1848, por el Dr. Augustus Neander, traducida del alemán por Henry John Rose, página 41) dice esto: “Celso, el primer escritor contra el cristianismo, convierte en asunto de mofa el que obreros, zapateros, agricultores, los hombres menos informados y bufonescos, fuesen celosos predicadores del Evangelio.” De modo que la predicación en el cristianismo primitivo no estaba restringida a una clase especial, sino que todos los cristianos sentían la obligación de ser predicadores. Será interesante analizar cómo más de un millón ochocientas mil personas de todo ramo de actividad, de todo antecedente educativo, con una variedad de habilidades han llegado a ser predicadores de las buenas nuevas hoy día.—1 Cor. 1:26-29.
LO QUE HACE A UN PREDICADOR
3. ¿Qué cambios ha habido en la vida de la gente debido a la obra de predicación?
3 Aquí hablamos de los predicadores cristianos que hoy se conocen alrededor de todo el mundo como testigos de Jehová. Antes de aprender acerca de las “buenas nuevas del reino de Dios,” muchos de éstos habían estado envueltos en el abuso de las drogas, borrachera y otros modos de vida degradados. Otros estaban entrampados en empresas arriesgadas comerciales y estaban llenos de tensión y ansiedad debido a la inestabilidad de la economía y su búsqueda de seguridad financiera. Todavía otros llevaban vidas monótonas, faltas de logro y se preguntaban constantemente: “¿Qué propósito hay en vivir? ¿Es esto todo lo que hay en la vida?” Todo esto cambió porque alguien tuvo suficiente amor a su prójimo para predicarle la verdad de la palabra de Dios. Una existencia sin objeto, dificultosa, adquirió propósito. La frustración y la ansiedad cedieron a la esperanza. Con este recién hallado sentido de dirección en la vida, ahora tienen deleite en vivir.—1 Cor. 6:9-11.
4, 5. (a) ¿Qué condición de la humanidad mueve a los cristianos a compartir con otros las buenas nuevas? (b) ¿De qué manera afecta el amor a Dios nuestra obligación de predicar?
4 ¿Es usted uno de los que se han beneficiado así? ¿Qué le hace sentir a usted esto? Entre otras cosas, sin duda usted tiene un sentido de obligación, una obligación de ayudar a otra persona de la misma manera en que se le ayudó a usted. Pero más que simplemente sentir un deber duro, frío, ¿no ha sido afectado su mismísimo corazón? Sí, usted ve a tantas personas en la misma condición en la que usted se hallaba anteriormente, y siente hacia ellas lo mismo que Jesús sintió para con la gente de su día: “Al ver las muchedumbres se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor.” (Mat. 9:36) Los testigos cristianos de Jehová se sienten movidos por una compasión como ésta a querer ayudar a la humanidad hoy día.—1 Juan 3:16; 4:11.
5 Aun más que amor al prójimo, es amor a Dios lo que mueve a los cristianos verdaderos a predicar “las buenas nuevas del reino de Dios.” De hecho, por su Hijo les ha mandado que lo hagan. (Mat. 24:14; Hech. 10:42) Todos los que verdaderamente aman a Dios están predicando. No podemos pagar a un “predicador” para que predique por nosotros así como no podemos pagar a alguien para que lleve una vida buena, limpia, recta por nosotros mientras que nosotros desobedecemos las leyes morales de Dios. Cada uno tiene que llevar su propia carga de responsabilidad. No hay nada que pueda sustituir a nuestra predicación personal. Es una expresión esencial de nuestro amor a Dios.—1 Juan 5:3; Gál. 6:5.
6. ¿Cómo debemos considerar nuestro privilegio de predicar, y con qué provecho para nosotros mismos?
6 El observar los mandamientos de Dios en cuanto a predicar, o cualquier otra cosa, no es gravoso. El comer, beber, dormir y respirar no son gravosos, y no obstante la obediencia a estas leyes naturales de Dios es vital, ya que nuestra vida depende de ello. Para el cristiano, el predicar es igual de vital. Es algo que queremos hacer, ¡y qué placer produce! ¡Qué satisfacción, contentamiento y gozo tenemos después de un período de predicar! El saber que uno puede hacer lo que Cristo Jesús hizo y lo que Dios ha mandado para nuestro día produce una sensación interior de paz y contentamiento sin par. Y pensar que, aunque uno no lo sepa, quizás se haya plantado una semilla que posiblemente abra el camino para que otra persona aprenda la verdad... ¡qué gozo produce esto! La predicación fiel también contribuye a una conciencia limpia, lo cual no es un factor de poco valor en nuestra presente felicidad y tranquilidad de ánimo.
7. ¿Qué puede hacer que uno se abstenga de predicar, y sin embargo qué punto de vista positivo se necesita?
7 Entre los que participan activamente en la obra de predicar hoy día hay personas de educación limitada, individuos con impedimentos físicos y otros problemas que algunos considerarían desventajas, pero no han permitido que estas cosas los detengan de obedecer a Dios y mostrar amor a su prójimo. Una testigo de Jehová que había vivido en una comunidad rural toda su vida solía ser tan tímida y vergonzosa que ni siquiera hacía sus propias compras de abarrotes debido a que tenía miedo de encontrar a la gente. Andaba en sus cincuentas cuando aprendió la verdad bíblica. Ahora va de casa en casa hablando a personas completamente extrañas acerca de las buenas nuevas que ha aprendido. Ahora para ella eso simplemente es la cosa natural que hacer. Si amamos a Dios y a nuestro prójimo, si nos olvidamos en cuanto a nuestras cualidades desde un punto de vista humano y simplemente confiamos en Dios, podemos llegar a ser predicadores de las buenas nuevas y participar con buen éxito en el ministerio.—2 Cor. 3:5; Fili. 4:13.
8. ¿Qué cualidad se necesita para predicar, y por qué?
8 Por supuesto, se requiere verdadera fe para hablar denodadamente acerca de la verdad de la Palabra de Dios, porque, aunque es buenas nuevas, es impopular para muchos. A menudo este mensaje requiere cambios drásticos en el modo de vida de uno, y a muchos no les gusta cambiar su modo de vida tradicional. Quizás se mofen del mensaje o sean indiferentes. Sin fe pudiéramos dejar de hablar. Sin embargo, los cristianos verdaderos son movidos por la misma fe que movió al apóstol Pablo, quien escribió: “Ahora bien, porque tenemos el mismo espíritu de fe como aquel del cual está escrito: ‘Ejercí fe, por eso hablé,’ nosotros también ejercemos fe y por eso hablamos.” (2 Cor. 4:13) Los cristianos verdaderos necesitan ejercer cuidado para jamás descuidar las muchas oportunidades que tienen disponibles para mantener fuerte su fe, comprendiendo que una fe que se debilita resulta en la disminución de sus actividades de predicar.
9. ¿Qué tiene que ver el corazón con que sirvamos apropiadamente a Jehová?
9 Así pues, hemos visto que la educación seglar y la habilidad natural no son requisitos previos para llegar a ser un predicador; más bien, uno tiene que amar a Dios, amar a su prójimo, y tener fe verdadera que se basa en conocimiento exacto de la Palabra de Dios. Pero ahora surgen las preguntas: “¿A quiénes predicamos, cuándo, dónde y cómo?” El apóstol Pablo, que escribió una carta a algunos predicadores cristianos en Roma, indicó la clave de estas preguntas. Les dijo: “Se hicieron obedientes de corazón.” (Rom. 6:17) Sí, el corazón es la clave del asunto. Por esta razón Pablo no tuvo que darles muchas instrucciones específicas en cuanto a cuándo, dónde y cómo deberían predicar. Así mismo hoy día, si simplemente hacemos lo que nuestro corazón nos mueve a hacer, vamos a empezar a hablarle a alguien en cuanto a las cosas que estamos aprendiendo de la Biblia, y así nos habremos hecho predicadores de las buenas nuevas.
LLEGANDO A TODOS
10. ¿Qué método eficaz y superior de hacer que el mensaje llegara a la gente usaban los cristianos primitivos?
10 Como predicadores de las buenas nuevas, nuestro deseo debe ser hacer que el mensaje llegue a todos los que quieran oír. En los días de los apóstoles todos los cristianos, jóvenes y viejos, ricos y pobres, agricultores y moradores de la ciudad, predicaban las buenas nuevas. Lo que esos seguidores de los pasos de Cristo sabían acerca de Jesús, su ministerio, su muerte y su resurrección, lo decían a otros. De hecho, utilizaban toda oportunidad que se les presentaba para hacer que este mensaje de vida eterna llegara a la gente a su alrededor. Predicaban en los campos, en las ciudades, en las plazas de mercado, en los hogares y en todas partes donde hallaban un oído dispuesto a oír. No se ocultaban en algún monasterio, ni esperaban algún tiempo programado para predicar en cierto día, como lo hacen los clérigos en tiempos modernos. Los cristianos primitivos eran movidos desde el corazón a hacer proclamación de las buenas nuevas en toda circunstancia. Se dice del apóstol Pablo: “En consecuencia se puso a razonar en la sinagoga con los judíos y con las otras personas que adoraban a Dios y todos los días en la plaza de mercado con los que se hallaban por casualidad allí.” (Hech. 17:17) De modo similar hoy, el amor a la gente nos ayuda a estar alerta a las muchas oportunidades que se presentan para dar el mensaje a la gente.—Mar. 1:39; 6:56; Luc. 8:1; 13:26; Juan 18:20.
11. ¿Por qué método de predicar a la gente son famosos mundialmente los testigos de Jehová?
11 Los testigos cristianos de Jehová están usando bien el método de predicar de casa en casa. En grupos o como individuos, en cualquier día de la semana y casi a cualquier hora del día, los testigos de Jehová participan en este rasgo de su ministerio. Cuando los individuos no están en casa tienen cuidado de apuntar la dirección para que puedan hacerse esfuerzos adicionales por hallar a cada amo de casa. Donde se muestra interés en la Biblia, se hacen revisitas y, si es posible, se establece el programa de estudio bíblico de casa.
12. ¿Qué bien adicional puede lograrse a menudo al mantenerse alerta en los estudios bíblicos?
12 Cuando se conducen estudios bíblicos en los hogares de las personas interesadas, se aprovechan oportunidades para invitar a otros miembros de la familia a participar. Quizás haya un visitante en el hogar, de modo que en vez de demorar el estudio hasta que se vaya el visitante, lo invitamos a que participe en el estudio. En muchos casos los visitantes están esperando que se les invite o están interesados en lo que pasa, de modo que aceptan la invitación.
13. (a) Al testificar a conocidos y parientes, ¿qué ventaja tenemos? (b) ¿Por qué es importante la prudencia a fin de presentar eficazmente las buenas nuevas a estas personas?
13 Los testigos de Jehová saben que si mantienen a la mano alguna literatura bíblica a todo tiempo, y si están alerta y toman la iniciativa denodada pero prudentemente, están disponibles muchas otras ocasiones en las cuales pueden compartir las buenas nuevas. Por ejemplo, tenemos conocidos y parientes que posiblemente veamos de vez en cuando, y a menudo nos escucharán más fácilmente a nosotros que a un extraño. Por supuesto, en tales situaciones siempre está presente el peligro de ser demasiado enérgico y tratar de decirles demasiado en una sola ocasión. Aunque los conozcamos bien, no es prudente tomarse libertades que puedan cerrar su mente al mensaje. Necesitamos ser tan prudentes y considerados con ellos como lo somos con los extraños que encontramos cuando hacemos visitas de casa en casa. Podemos empezar con pequeñas dosis de los aspectos positivos de las buenas nuevas. Si la respuesta inicial es fría, no hay por qué aislarnos de ellos, sino, más bien, nos esforzamos por mantener abiertas las líneas de comunicación para que pueda darse un testimonio adicional en algún tiempo futuro. Por medio del interés amoroso de amigos y parientes muchos han llegado a aprender las buenas nuevas.
14. ¿Podemos predicar a conciencia en nuestro lugar de empleo? Explique.
14 En nuestro lugar de empleo a menudo se presentan oportunidades en que se puede presentar el mensaje del Reino. Por ejemplo, a la hora del almuerzo puede que el testigo cristiano tome el tiempo para leer la Biblia. Podría tomar la iniciativa para entablar una conversación con un compañero de trabajo y mencionar un texto interesante, como el Salmo 37:10, 11, que dice que en poco tiempo los inicuos serán eliminados y los mansos vivirán en la Tierra en paz. Preguntas como: “¿Le parece a usted que verá alguna vez ese día?” o, “¿Le gustaría a usted y a su familia vivir en ese tiempo?” fácilmente pueden dirigir la conversación a la esperanza del Reino. Por supuesto, no debemos efectuar esta predicación cuando deberíamos estar trabajando en nuestro empleo seglar, sino debemos comprender que nuestro ejemplo como buenos trabajadores es muy importante.
15, 16. (a) ¿Cómo podemos mezclar la predicación con el viajar? (b) ¿Qué oportunidades tenemos de predicar en nuestros hogares?
15 Se presentan otras ocasiones para compartir las buenas nuevas cuando viajamos. Los administradores de hoteles y moteles, despachadores de gasolineras y los trabajadores de los restaurantes todos necesitan lo que usted tiene... las buenas nuevas. Cuando viaje uno a una asamblea cristiana fácilmente podría explicar el propósito del viaje y quizás dejar ejemplares de las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, o, posiblemente, un libro como La verdad que lleva a vida eterna. Al viajar en los transportes públicos uno podría leer alguna literatura cristiana. Con frecuencia la persona que se sienta junto a uno mostrará algo de interés. O usted puede ofrecer a la persona que se sienta junto a usted algo para que lea en el viaje. Muchas personas han llegado a conocer las buenas nuevas de esta manera. Por supuesto, se requiere algo de iniciativa y preparación con anterioridad para usar estas ocasiones para predicar y esparcir literatura cristiana.—Juan 4:6, 7, 13, 14.
16 Posiblemente vendedores visiten su hogar de vez en cuando. Usted pudiera hacer una pregunta como: “¿Lo han confundido a usted alguna vez con un testigo de Jehová?” Esto pudiera iniciar una conversación que pudiera utilizarse para predicar las buenas nuevas. Otros que hacen visitas pueden recibir de modo similar la oportunidad de aprender la verdad. Pudiéramos preguntar: “¿Le parece a usted que alguna vez veremos paz?” o, “¿Por qué cree usted que haya tanto crimen?”
17. Niños y niñas de edad escolar, ¿por qué son tan extraordinarias las oportunidades que ustedes tienen para predicar en la escuela?
17 Los jovencitos en la escuela tienen una excelente oportunidad para esparcir las buenas nuevas a un auditorio casi cautivo. Tienen un campo que relativamente no se ha tocado, y uno en el cual a menudo se hallan mentes receptivas. Sea que estés estudiando en cuanto al futuro, el pasado o el presente, la Biblia dice algo que, de vez en cuando, puede enlazarse en consideraciones en el salón de clases y conversaciones privadas. La literatura de la Sociedad Watch Tower abarca un extenso alcance de temas, y si estás alerta, tanto maestros como condiscípulos pueden llegar a conocer las buenas nuevas por medio de ella.
18. ¿Cómo es posible que los que tienen algún impedimento físico participen en la obra de predicación, y quién hace que nuestros esfuerzos tengan buen éxito?
18 Quizás el presentar las buenas nuevas sea un desafío mayor para los que están enfermos o impedidos físicamente; sin embargo, comparten con sus compañeros cristianos el mismo privilegio de ser predicadores. Muchos de éstos escriben cartas, utilizan el teléfono, y nunca pasan por alto la oportunidad de hablarle a un visitante acerca de las promesas de Dios. Mientras están en el hospital, con discreción pueden hacer que compañeros pacientes, enfermeras y doctores lleguen a conocer las buenas nuevas. Los Testigos cuya actividad está limitada así quizás no siempre vean resultados inmediatos, y sin embargo su ‘plantar y regar’ está haciendo la misma contribución a la obra de predicación que la de sus hermanos cristianos. Ambos grupos tienen que confiar en que Dios lo haga crecer. Y siempre comprenda que, prescindiendo de quién escuche, estamos haciendo lo que Dios nos dice que hagamos. Estamos siendo fieles.—1 Cor. 3:6, 7.
PREDICANDO POR EJEMPLO
19, 20. (a) ¿Es posible que Jehová sea alabado sin que se hable una sola palabra? ¿Por qué contesta usted así? (b) ¿Cómo podemos alabar a Jehová mediante nuestra conducta en nuestro propio vecindario?
19 Es posible que la gente aprenda mucho acerca de las buenas nuevas de parte de nosotros sin que nosotros jamás digamos una sola palabra. El Salmo 19:1-3 muestra cómo es posible esto. Los Sal. 19 versículos uno y dos dicen: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando. Un día tras otro día hace salir burbujeando el habla, y una noche tras otra noche manifiesta conocimiento.” De esto parece que los cielos literalmente hablaran acerca de Dios, pero como dice el Sal. 19 versículo tres: “No hay habla, y no hay palabras; no está oyéndose ninguna voz de parte suya.”
20 El testimonio sin habla de los cielos dice tanto acerca de la majestad de nuestro Creador, y, así mismo, nuestro buen ejemplo en la comunidad puede lograr mucho para realzar la obra de predicación. No ha de pasarse por alto este aspecto de esparcir las buenas nuevas. Quizás nuestros vecinos no sean compañeros creyentes, pero son congéneres y merecen debida consideración. Una palabra bondadosa o una sonrisa agradable contribuye mucho. En tiempo de necesidad quizás hasta podamos rendirles alguna ayuda, tal como Jesús mostró compasión humana a los necesitados en su día. Nuestro interés genuino en su tiempo de necesidad quizás los haga tomar nota de que hay un pueblo en la Tierra que sigue el consejo de Jesús: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mat. 7:12) Además de nuestra bondad humana, quizás tomen nota de que en nuestra casa somos especialmente nítidos y limpios. Quizás observan que hacemos las cosas como familia, y siempre estamos tan felices. En nuestro lugar de empleo la aplicación de los principios bíblicos nos hace resaltar como trabajadores honrados, concienzudos. Al ocuparnos de nuestra vida diaria estamos predicando silenciosamente a los de la comunidad. Ahora bien, cuando nosotros o uno de nuestros hermanos cristianos visita los hogares en esa zona con el mensaje de la esperanza cristiana, la respuesta que obtengamos a cierto grado será un reflejo del ejemplo que se haya puesto. ¿Qué ha hecho usted recientemente por un vecino que lo haría prestar atención al siguiente testigo de Jehová que llegara a su puerta?—Gál. 6:10; Mar. 10:13-16.
RESULTADOS DE SU PREDICACIÓN
21. ¿A qué prueba positiva podemos señalar para mostrar que Jehová está bendiciendo la predicación de su pueblo?
21 Podemos leer el Anuario de los testigos de Jehová y notar que decenas de millares de personas responden anualmente a la obra de predicación, y quizás nos preguntemos: “¿Por qué no vemos crecimiento más rápido en nuestra congregación?” Pero si usted examina los hechos, ¿qué halla? Averigüe lo que sucedía hace cinco, diez o veinte años. ¿No hay más congregaciones, más predicadores de las buenas nuevas en su zona ahora que los que había entonces? ¿No está usted visitando a la gente en el ministerio más a menudo ahora? Tenemos que ejercer paciencia como el agricultor. Quizás no notemos crecimiento de día en día, pero lo hay. Como organización se nos está bendiciendo, y se ha realizado con el pueblo de Jehová lo que profetizó Isaías: “El pequeño mismo llegará a ser mil, y el chico una nación poderosa. Yo mismo, Jehová, lo aceleraré a su propio tiempo.”—Isa. 60:22; Sant. 5:7, 8.
22. Explique por qué no debemos desanimarnos si después de nuestra predicación no podemos señalar directamente a una ‘carta de recomendación.’
22 Pero, ¿qué hay de nosotros como individuos? ¿Significa el hecho de que no podemos señalar a alguien en la congregación y decir que personalmente fuimos usados para ayudar a esa persona a entrar en el camino de la verdad que Dios no está bendiciendo nuestro ministerio? ¡No! Realmente, ¿cuántos de nosotros podemos señalar a alguien y decir que lo introdujimos en el camino de la verdad? Realmente se requieren los esfuerzos de todos los hermanos al cultivar el campo mediante su predicación fiel y mediante el buen ejemplo que ponen en la comunidad, y, finalmente, es Jehová quien produce el aumento. ¿Quién sabe a cuántas personas usted habrá ayudado a aprender las buenas nuevas? Quizás fue su buen ejemplo, su visita a la puerta de ellas o la carta que escribió lo que inicialmente despertó el interés de ellas. Puede que otra persona realmente haya conducido el estudio bíblico para adelantar su interés y conocimiento, pero usted comparte esa ‘carta de recomendación.’ Realmente, todo el pueblo de Dios puede señalar a los centenares de miles que han llegado a ser cristianos bautizados en años recientes como prueba de que los testigos de Jehová están adecuadamente capacitados para ser ministros.—1 Cor. 3:7; 2 Cor. 3:1-6.
23. ¿Por qué dan a la obra de predicación tan elevada prioridad en su vida los testigos de Jehová, y cuál es el secreto de su buen éxito al predicar?
23 Hemos visto que es un mandato procedente de Dios el que todos los cristianos prediquen, prescindiendo de edad, sexo o antecedentes educativos. También se ha notado que nuestro buen éxito como predicadores depende de la intensidad de nuestro amor a Dios, la calidad de nuestra fe y la profundidad de nuestro amor a nuestros semejantes. También hemos observado que hay muchas oportunidades que se presentan para predicar y que uno no debe desanimarse si parece que no hay resultados inmediatos. Nuestra perseverancia y nuestro ejemplo fiel en la comunidad segarán fruto. Los resultados de la predicación que han efectuado los testigos de Jehová a través de los años pasados han sido un estímulo para ellos y una honra para el nombre de Jehová. Por eso, sea lo que sea lo que usted esté haciendo al predicar las buenas nuevas, persista en la obra excelente.