Ponderando las noticias
Permanecer vivo... ¿a cualquier precio?
● Por lo general se piensa en el canibalismo como algo del pasado incivilizado. Sin embargo, en octubre de 1972, después de estrellarse un avión en lo alto de los Andes de Chile, algunos de los sobrevivientes permanecieron vivos durante las siguientes diez semanas por medio de comer porciones de los cuerpos de sus compañeros muertos. Ya se han publicado libros que suministran relatos gráficos de su experiencia. Aunque varios individuos prefirieron morir a comer carne humana, dieciséis escogieron esto como un modo aceptable de mantenerse vivos. ¿Cómo razonaron?
Un argumento fue que el rehusar comer los muertos significaría muerte segura y que, puesto que ‘la iglesia prohíbe el suicidio,’ esto haría el comer carne humana permisible en su caso. Otro alegó ver un paralelo entre comer la carne de amigos queridos y la ‘santa comunión,’ afirmando que ‘Dios nos había provisto alimento.’
Los sobrevivientes no fueron los únicos que razonaron así. Una reseña del “National Catholic Reporter” de uno de los libros recientes dijo: “Oficiales eclesiásticos más tarde defendieron los actos de los sobrevivientes sobre la base de que tenían derecho a sobrevivir y que su trato a los muertos, considerando las circunstancias, fue respetuoso.” El crítico entonces dijo al proseguir: “Es bueno saber, por lo menos, que una iglesia que en el pasado tan a menudo trató de justificar las guerras que producían cuerpos muertos también puede justificar el comer los restos de los muertos como asunto de supervivencia.”
La Biblia muestra que Dios concedió a los hombres el derecho de comer carne de animales... no de humanos, de sus semejantes. (Gén. 9:3; compare con Levítico 26:27-29.) No hay duda de que los sobrevivientes pasaron por una experiencia penosa, horripilante. Pero la idea de que ‘el fin justifica los medios’ no armoniza con la Biblia. Sobre ese razonamiento, hombres en países dictatoriales obedecieron órdenes que los hicieron cometer atrocidades. El desobedecer, razonaron, habría sido “suicida.” Pero Cristo Jesús mostró que los esfuerzos por salvar uno su vida de maneras que no están en armonía con la voluntad de Dios solo pueden resultar en perder el favor de Dios. Sin embargo, la muerte en integridad asegura una resurrección a la vida en un justo nuevo orden.—Mar. 8:35; Juan 6:39, 40.
Horripilante número de víctimas aumenta
● La primera muerte sobrevino el 15 de agosto de 1969 cuando fuego de una ametralladora hizo destrozos en un apartamiento y mató a un niño de nueve años que dormía. Menos de cinco años después —el sábado, 20 de abril, de 1974— la víctima número mil de la violencia en Irlanda del Norte murió. Todas estas muertes se relacionan directamente con la acción de los terroristas y no incluyen muertes por causas accidentales. Entre los mil muertos estuvieron quince niños menores de doce años.
El país tiene una población de aproximadamente millón y medio. ¿Qué hay si la misma proporción de muertes azotara a una nación del tamaño de los Estados Unidos? Significaría la pérdida de 135.000 personas... ¡más del doble de la cantidad de soldados de los EE. UU. muertos en Vietnam!
Irlanda del Norte tiene una mayoría protestante y una minoría católica. Muchos sustentan que el conflicto presente realmente no es una lucha religiosa que se hace por cuestiones religiosas. En cambio, dicen que se trata de un grupo de la minoría que busca mayor voz en el gobierno y un grupo de la mayoría que resiste debido al temor de poner en peligro su presente independencia de la República católica de Irlanda al sur.
Sea como sea, el hecho de que las organizaciones religiosas de Irlanda del Norte, católica y protestante, no pueden detener la violencia y contribuir a condiciones pacíficas para la gente resalta dolorosamente. Tampoco pueden las iglesias lavarse las manos de responsabilidad por las divisiones y desconfianza profundamente arraigadas que existen.