La aplicación de los principios bíblicos en los negocios... ¿vale la pena?
EL DIRIGIR un negocio es una empresa arriesgada en estos días. Las probabilidades de que un negocio que empiece ahora sobreviva son, a lo más, de un cincuenta por ciento, según un experto de Chicago en el campo de la administración comercial.
Un factor que hace difícil la vida del negociante es la extensa falta de honradez en los negocios. Cuando los competidores recurren al soborno, la restitución secreta de una parte del sueldo, defraudar a los clientes y “economizar” en el pago de los impuestos, se le hace más difícil al negociante honrado dar peso y medida completos, correctos, con buen servicio, y todavía lograr una ganancia razonable.
El grado al cual la falta de honradez ha saturado el campo de los negocios al menudeo se reveló en una reciente encuesta que abarcó tres estados de los Estados Unidos. Se examinaron diversas mercancías —vitaminas en píldoras, clavos, sujetapapeles, partes electrónicas, pañuelos faciales de papel, alimentos— mercancías empaquetadas con etiquetas que indicaban que contenían cierto número de artículos. Se descubrió que el porcentaje de los paquetes en que se daba menos de la cantidad debida al cliente era alarmante... en los comestibles, por ejemplo, 40 por ciento. En una caja de “ocho” colas de langosta congeladas solo había seis. Una botella de “100” vitaminas en píldoras contenía 85. Todos los productos examinados resultaron tener un promedio de 10 a 30 por ciento menos de lo debido.
Además, el hurto por empleados y gerentes se ha hecho tan grande que deja atrás todas las pérdidas por ratería en las tiendas y los asaltos. Esto pone mayor carga sobre todos los negociantes.
En vista de que todas estas cosas obran contra él, ¿puede un hombre ser honrado y sobrevivir en un mundo comercial egoísta? Y ¿tiene ventajas prácticas el aplicar el consejo bíblico a los negocios?
La Biblia aconseja: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mat. 7:12) Y tocante a los tratos comerciales: “No deben cometer injusticia . . . al pesar ni al medir . . . Debe resultar que tengan balanzas exactas, pesas exactas.” (Lev. 19:35, 36) “Dos suertes de pesas [una para vender y una para comprar] son cosa detestable a Jehová, y una balanza defraudadora no es buena.”—Pro. 20:23.
El negociante que respeta a Dios sigue estos principios. Es cierto que por proceder así quizás se le considere raro, hasta tonto. Pudiera enfrentarse a inconveniencias y dificultades. Pero si mantiene una buena conciencia, lo cual es de gran valor a los ojos de Dios, esto valdrá más que el dinero. Además, muchos han seguido el derrotero de la honradez y todavía tienen un negocio floreciente.
Esto se debe a que la honradez es un arma más poderosa de lo que muchos suponen. Por otra parte, la falta de honradez puede ser una “espada de dos filos” que puede volverse contra el que la usa y arruinarlo. Si se descubre que un negociante no es honrado, a menudo sus clientes lo abandonan. Pero el negociante honrado consigue la confianza de sus clientes, sus abastecedores y acreedores. Además, sus empleados lo respetan y tienden a ser honrados con él.
Ningún negociante puede darse el lujo de menospreciar el valor del servicio rápido y eficaz y un producto de calidad que dé al consumidor el valor de su dinero, junto con amigabilidad y honradez al tratar con los clientes. Sin estas cualidades, un negocio está en mayor peligro de derrumbe completo que el negocio honrado. Este hecho se pone de relieve en las experiencias de algunos testigos de Jehová.
Por ejemplo, considere la experiencia de un dueño de tres tiendas de comestibles en la parte meridional de los Estados Unidos. Cuando la evidencia médica sacó a luz los efectos perjudiciales del tabaco en la salud, consideró seriamente el asunto. No queriendo ser responsable de vender a sus clientes algo que les perjudicaba la salud (le pareció que, por conciencia y con toda honradez, no podía anunciar, exhibir ni vender tal producto) consultó con los gerentes de sus tiendas, y logró que concordaran en quitar todos los productos de tabaco de sus tiendas. Esto fue un riesgo, no solo porque las ventas del tabaco eran lucrativas, sino también porque la gente tendía a negociar donde podía obtener tabaco cuando compraba sus comestibles.
¿Qué resultado tuvo esto? Durante tres meses las ventas en las tres tiendas disminuyeron bruscamente. Entonces empezaron a subir, y finalmente regresaron a su nivel normal. ¿Por qué? Los clientes apreciaban el servicio honrado, amigable y considerado que se les rendía en estas tiendas y estuvieron dispuestos a comprar sus comestibles allí y obtener su tabaco en otros lugares.
EL TRATO A LOS EMPLEADOS
Un patrono puede beneficiar su negocio al aplicar los principios bíblicos en su relación con sus empleados. La Biblia aconseja: “Quítense de ustedes toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa junto con toda maldad.” (Efe. 4:31) Las amenazas y la gritería, el “dominar” a los hombres, los hace desdichados y por lo tanto perjudican el negocio. La Biblia declara por qué: “Una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero una palabra que causa dolor hace subir la cólera.”—Pro. 15:1.
El patrono debe recordar que sus empleados no son esclavos. Pero este consejo de la Biblia a los dueños de esclavos y a los esclavos aplica con igual vigor hoy tanto al patrono como al empleado: “Cualquier cosa que estén [ustedes, los esclavos] haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová, y no para los hombres, porque ustedes saben que es de Jehová que recibirán el debido galardón . . . el que está haciendo injusticia recibirá de vuelta lo que hizo injustamente, y no hay parcialidad. Amos, sigan haciendo lo que es justo y lo que es equitativa en el trato de sus esclavos, sabiendo que también ustedes tienen un Amo en el cielo.”—Col. 3:23-4:1.
HONRADEZ DE EMPLEADO
Con frecuencia en los empleados se ejerce fuerte presión para que no se comporten con honradez. A veces los patronos animan a los empleados a representar falsamente la calidad de la mercancía o a mentir en cuanto a ella. Se practica el fraude en pesos y medidas. Pudiera suceder que los supervisores subordinados estimularan a “holgazanear” o a “aflojar el paso” por varias razones.
Sin embargo, muchas veces se ha descubierto que los patronos aprecian al empleado que se apega a los principios rectos. Les parece que ese empleado será leal y no hurtará de ellos ni les mentirá.
Un caso así sucedió en un país de África Occidental. Un funcionario gubernamental quiso que un joven empleado suyo que demostraba eficacia trabajara como su secretario particular. Con el trabajo venía un gran aumento de sueldo y otros beneficios. El joven explicó que con gusto aceptaría el puesto, pero había una cosa que no podía hacer. Si el presidente del país telefoneaba en un momento en que aquel funcionario debería estar trabajando en su oficina pero estuviera ausente, explicó, no podría a conciencia dar la respuesta acostumbrada de que el funcionario estaba en el retrete. El funcionario presentó el argumento de que otros de la oficina, hasta personas religiosas, decían sin inconveniente aquellas “mentirillas blancas.” El joven contestó que un buen nombre con Dios era más importante que el puesto o el dinero, y dijo: “No quisiera hacer nada que desagradara a Dios.” Aquello impresionó favorablemente al funcionario, quien dijo que el país necesitaba hombres fidedignos como aquel joven.
En la ciudad de Nueva York, los empleados de una empresa que tiene varias estaciones sucursales habían estado bajo vigilancia porque se sospechaba que hurtaban. Finalmente se celebró una reunión. Cada empleado fue entrevistado. Cada uno, a su vez, fue despedido porque se le había visto hurtando, hasta que se entrevistó a cuatro hombres que vivían en armonía con los principios bíblicos. Los detectives que habían estado investigando elogiaron a los hombres, porque eran los únicos que no habían hurtado nada. A estos hombres, todos ellos testigos de Jehová, les ofrecieron entonces trabajos de gerencia.
En otro caso parecido, un molino de grano de un país latinoamericano estaba perdiendo dinero en su departamento de harina debido al robo de costales de harina que se estaba efectuando en el departamento de embarques. Se esparcía harina en el piso y se daba la excusa de que los costales se habían roto. Entonces el dueño empleó a un hombre para que se encargara de aquel piso y notó que por primera vez en años empezó a obtener ganancia en aquel departamento. Al investigar, descubrió que el hombre a quien había empleado recientemente, como testigo de Jehová, vivía en armonía con los principios bíblicos y había puesto alto al hurto. El dueño hizo gerente de todo su molino a aquel hombre.
Estas experiencias muestran que hay personas que aprecian la honradez, y que la honradez tiene su recompensa. Aunque algunos quizás tengan que renunciar a sus trabajos o perderlos debido a la presión que se ejerza en ellos para que no sean honrados, la aplicación de los principios bíblicos en lo que uno hace como empleado vale la pena, y para la persona que se adhiere a lo que es correcto hay estímulo en las palabras del salmista, que dijo: “Un joven era yo, también he envejecido, y sin embargo no he visto a nadie justo dejado enteramente, ni a su prole buscando pan.” (Sal. 37:25) También, Jesús consoló a sus discípulos con las palabras: “Nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’ o ‘¿qué hemos de beber?’ . . . Sigan, pues, buscando primero el reino y Su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.”—Mat. 6:31-33.
Por eso, sea negociante o empleado, el que verdaderamente aplica los principios bíblicos puede cobrar ánimo de estas palabras de la Biblia: “Los ojos de Jehová están sobre los justos [para el bien de ellos],” y puede tener presente confiadamente que “es a los justos que el bien recompensa.” (1 Ped. 3:12; Pro. 13:21) Y el mayor galardón de todos será una buena conciencia delante de Dios y de los hombres.
[Gráfico de la página 579]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
El robo por empleados en los EE. UU. aumentó a diez mil millones de dólares en 1974.
La ratería en las tiendas fue la mitad, los asaltos solo 1⁄70.
Los cálculos varían.
Miles de millones de dólares
10 ROBO POR EMPLEADOS
8
6
RATERÍA EN LAS TIENDAS
4
2
ASALTOS
0