¡Nuestros huéspedes los construyeron!
INFORME DEL JAPÓN
CUANDO uno oye la expresión “huésped,” ¿qué le viene a la mente? Probablemente piense en agasajar y de otras maneras mostrar hospitalidad a personas que no son de la casa de uno. En vez de esperarse que los huéspedes trabajen durante su visita, normalmente los anfitriones se esmeran en atender y servir a sus visitantes.
Recientemente los testigos de Jehová en Numazu, Japón, tuvieron unos huéspedes insólitos. Numazu es el lugar donde está la central de la sucursal de los testigos de Jehová en el Japón. Estos huéspedes vinieron preparados para trabajar; trajeron sus propias herramientas y equipo. Esto ha tenido precedente. En muchas partes del mundo, trabajadores hábiles se han ofrecido voluntariamente para participar en proyectos de trabajo especial en las oficinas sucursales de los testigos de Jehová, que también se llaman hogares “Betel.” Aquí en Numazu los trabajadores voluntarios vinieron de todo el Japón y permanecieron en este lugar por más de un año.
¿Con qué asignación de trabajo deseaban cumplir? Con la construcción de dos edificios para la expansión de las instalaciones tipográficas de los testigos de Jehová en el Japón. Quizás esto haya sorprendido a algunas personas, puesto que en 1972 se habían construido dos edificios con el mismo propósito. Pero después de solo dos años resultaron inadecuados.
¿Por qué? Allá en 1971, cuando se proyectaron por primera vez estas estructuras, la cantidad de testigos de Jehová en el Japón había llegado a un máximo de 11.629. La impresión de las revistas La Atalaya y ¡Despertad! en ese tiempo ascendía a 192.000 ejemplares por número. Sin embargo, para el otoño de 1974 el número de testigos en el Japón había saltado a 26.355 (un aumento de 127 por ciento). La correspondiente subida en la demanda de las revistas requirió un aumento de 93 por ciento en lo impreso, a un promedio de 371.445 ejemplares de cada número. Era patente que se necesitarían instalaciones más grandes.
De modo que se trazaron los planos para un edificio de cuatro pisos con un total de 1.457 metros cuadrados de piso. Sin embargo, la oposición del vecindario obligó a abandonar este plan. Un nuevo diseño que exigió dos edificios de menos altura resultó aceptable. Y sucedió que este proyecto permitió más piso utilizable que la estructura de cuatro pisos. Los dos edificios nuevos combinados ofrecerían 1.533 metros cuadrados.
Ambos edificios serían de 10 metros de altura, y uno estaría dividido en tres pisos y el otro en dos. El edificio de tres pisos tendría doce habitaciones. La otra estructura solo tendría una habitación; el resto del espacio se utilizaría para embarque y almacenamiento.
Mientras se construían estos edificios, continuó aumentando la necesidad de literatura bíblica producida por los testigos de Jehová. La demanda de revistas La Atalaya y ¡Despertad! llevó a aumentar la impresión a un promedio de 448.219 ejemplares de cada número. Ciertamente todos los que se interesaban en lo que se estaba haciendo se sintieron felices cuando los dos nuevos edificios se terminaron en diciembre de 1975. Han sido un verdadero haber con relación a mantenerse al paso con las actividades cada vez más extensas de los testigos de Jehová japoneses, la cantidad de los cuales aumentó a 41.201 para mayo de 1977.
LA BIBLIA LOS HIZO CAMBIAR DE VIDA
Este proyecto de construcción fue verdaderamente notable. No se trató solo de que el edificio fuera hecho por voluntarios; hasta el diseño arquitectónico y el trazo de los planos lo ejecutaron nuestros huéspedes. ¿Qué pudiera mover a un grupo de personas a dar libre y generosamente de su trabajo por más de un año? Sin excepción la principal fuerza impelente fue el espíritu que despertó en ellos el estudio de la Biblia.
Algunos de los huéspedes contaron las experiencias que resultaron en que aprendieran la verdad bíblica. Dos de ellos, por ejemplo, dijeron que habían pertenecido a un movimiento estudiantil radical durante sus días de estudiantes universitarios. En aquel tiempo solían participar en manifestaciones de protesta. Esto había sido una expresión de su deseo sincero de acabar con la esparcida corrupción que hay en este sistema de cosas y lograr verdadera paz y seguridad.
Entonces sucedió algo inesperado. Un maestro joven que asistía a las reuniones de este movimiento estudiantil radical empezó a darles respuestas de la Biblia. Aunque el maestro no era testigo de Jehová, utilizaba como base para sus respuestas el folleto “¡Mira! estoy haciendo nuevas todas las cosas,” publicado por la Sociedad Watch Tower. Cuando no pudo contestar ciertas preguntas en una ocasión, invitó a los estudiantes a su casa, donde conocieron a su esposa, que es testigo de Jehová.
El interés de los estudiantes en las explicaciones basadas en la Biblia que ella dio también hizo que el maestro respondiera de modo más positivo. Como resultado, los tres jóvenes llegaron a ser Testigos bautizados y comenzaron a compartir con su prójimo la esperanza que no habían podido hallar en su movimiento estudiantil. Al enterarse de la oportunidad que tenían de venir al Betel de Numazu para trabajar en la construcción, estos ex-estudiantes estuvieron entre los que gozosamente se ofrecieron como voluntarios.
ENTRE LOS HUÉSPEDES UN SOBRESTANTE DE CONSTRUCCIÓN
No había escasez de trabajadores para erigir los dos nuevos edificios. Sin embargo, un proyecto de tal magnitud requeriría buena organización y dirección de un experto. ¿Quién podría suministrar esa superintendencia necesaria? En agosto de 1972, en una asamblea cristiana en Nagoya, se bautizó un hombre que tenía esas aptitudes. Este fue Tadazo Fukayama, quien había servido de supervisor de una gran empresa de construcción y tenía treinta años de experiencia en el ramo de la construcción.
Su esposa se había hecho testigo de Jehová allá en 1958. Por los tres hijitos que tenía, de cuatro años, dos años y diez meses de edad, ella había sentido la necesidad de obtener guía para criar correctamente a sus hijos. Cuando una Testigo la visitó y le ofreció un estudio bíblico de casa gratis, aceptó inmediatamente. Sin embargo, en aquel tiempo su esposo no mostraba ningún interés. Estaba ocupado con su trabajo; salía de casa temprano cada día y regresaba tarde en la noche. Con el tiempo su trabajo llegó a alejarlo de su casa por meses, de modo que solo tenía dos semanas al año en las cuales estar con su familia. Y hasta esto estaba esparcido en varios períodos festivos. Esto sucedió por doce años.
No obstante, durante todo ese tiempo su esposa, ahora Testigo “precursora,” estudiaba la Biblia con sus hijos y los llevaba a las reuniones cristianas. El efecto de esta educación bíblica impresionó favorablemente al padre de ellos. Él notó que sus hijos no solo estaban creciendo, sino que también estaban desarrollando excelentes actitudes y patrones de conducta. Al debido tiempo su hija se casó y entró en la obra de “precursor especial” con su esposo.
Con el tiempo el padre también aceptó un estudio bíblico con los testigos de Jehová. Al aprender el consejo bíblico tocante a la responsabilidad del padre en la familia, este hombre decidió renunciar al empleo que tanto lo alejaba de su casa. Regresó a casa para estar con su esposa y sus dos fornidos hijos.—Efe. 6:4.
Pero a Tadazo Fukayama le esperaba una sorpresa. Un mes después de dejar la empresa de construcción, un miembro del personal del Betel del Japón lo abordó y le pidió que considerara el supervisar la obra de construcción en Numazu. Desconcertado, explicó que el motivo por el cual había renunciado al trabajo de construcción era para pasar más tiempo con su familia. Sin embargo, se le dijo que toda la familia podría acompañarlo. No hubo vacilación alguna. El Betel de Numazu podría hacer preparativos para cuatro huéspedes más. Así los trabajadores huéspedes en Numazu obtuvieron dirección de un experto.
¿Lograron los voluntarios trabajar juntos sin asperezas? Los comentarios de una persona de afuera que vino para limpiar el tanque séptico de Betel suministran una buena respuesta. Este individuo, que estaba acostumbrado a la falta de cortesía y el lenguaje obsceno de la mayoría de los obreros de construcción, quedó pasmado cuando observó a los que trabajaban en este proyecto de construcción. “Me di cuenta de que eran diferentes,” comentó el hombre, “porque nunca he estado en un trabajo en el cual la gente se pase las herramientas y diga: ‘Gracias.’ Además, dicen: ¡‘Gokurosama’!a ¡No es cosa de este mundo!”
Ya se han ido los voluntarios, pero han quedado recuerdos acariciados de su duro trabajo y asociación amorosa. Estos recuerdos fueron revividos cuando se celebró una reunión especial en el Salón del Reino del Betel de Numazu el 19 de marzo de 1977. Esta reunión se celebró con el propósito de dedicar estos excelentes edificios a Jehová Dios, para utilizarlos para su alabanza. El superintendente de zona visitante de la central neoyorquina de los testigos de Jehová pronunció el discurso de dedicación. Para su felicidad, en el auditorio estaban los veinticinco estudiantes de la Escuela del Ministerio del Reino para ancianos de congregación que entonces estaba en sesión en el Betel de Numazu. Y —para su gran felicidad— entre los estudiantes de la clase de dos semanas de aquel tiempo estaba el ex-supervisor de construcción, Tadazo Fukayama, quien para entonces había calificado para ser también superintendente espiritual en la congregación cristiana y estaba asistiendo a esta clase.
Ahora estos dos nuevos edificios se están utilizando a capacidad. Agradecidos de veras están los miembros de la familia del Betel del Japón cuando señalan a estos excelentes edificios y dicen: “¡Nuestros huéspedes los construyeron!”
[Nota]
a Que significa: ‘Muchísimas gracias por su molestia,’ una expresión que frecuentemente se usa cuando el cartero trae la correspondencia o el repartidor de periódicos entrega el periódico, pero rara vez entre compañeros de trabajo.
[Ilustración de la página 14]
Tadazo Fukayama... supervisor de construcción y ahora superintendente cristiano