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  • La conservación del círculo familiar

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  • La conservación del círculo familiar
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
w78 1/7 págs. 4-8

Sugerencias útiles para:

La conservación del círculo familiar

TODOS nosotros los que estamos dentro del círculo familiar —el padre, la madre y los hijos— tenemos un interés común en el bienestar de la familia. No se le debe dejar al padre el ser el único responsable. El círculo familiar tiene un interés común en alimento, ropa, abrigo, salud y crecimiento. Todos participamos en las bendiciones familiares y los reveses familiares. Sobre todo, es necesario que la familia entera mantenga una relación espiritual saludable con Jehová Dios. Aunque el padre lleva la delantera, los demás deben participar y cooperar en todos estos asuntos. Es verdad que el padre es quien principalmente sostiene o mantiene a la familia, pero puede ser que a veces los demás tengan que participar en llevar la carga.

En estos días de alza en los precios, inflación, es práctico que la familia tenga un presupuesto. Es necesario que los miembros de la familia desarrollen un punto de vista correcto. Los hijos no deben estar exigiendo cosas e insistiendo en salirse con la suya. Es necesario que todos cooperen por medio de dar ayuda amorosa. Con este espíritu correcto, todos los miembros ejercerán cuidado para vivir dentro de lo que permite el ingreso total de la familia. Que todos estén contentos con el sustento familiar básico. (1 Tim. 6:8) Eviten meterse en deudas innecesarias. La Biblia dice: “No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse los unos a los otros.” (Rom. 13:8) Jovencitos, cuando ustedes se sientan a la mesa, ¿saben “dejar el plato limpio”? ¿Se sirven en el plato sólo el alimento que pueden comer, de modo que no queden sobras para la basura? Sí, debemos evitar el desperdicio. Ejerzamos cuidado para que gastemos nuestro dinero primeramente en necesidades, no en lujos.

Pues bien, jovencitos, ¿qué están contribuyendo ustedes materialmente al espíritu familiar feliz? ¿Cuántos de ustedes participaron en trabajar en el jardín durante la primavera o el verano pasado y ayudaron a cultivar alimento para su familia? Es un proyecto de mérito el aprender a producir alimento, porque en el futuro pudiera haber días más difíciles y pudiera ser necesario que todos participaran en obtener alimento básico para la subsistencia. ¿Dices que vives en la ciudad, donde no hay jardín en el cual trabajar? Pues bien, muchachos adolescentes, ¿cuántas reparaciones han hecho en la casa para sus padres durante los pasados seis meses? Siempre hay reparaciones que hacer en la casa, y no se debe dejar que siempre sea el padre quien las haga. Quizás su padre pueda darles entrenamiento y ayuda en hacer reparaciones básicas en el hogar y en mantener en buenas condiciones el auto.

Ustedes las muchachas adolescentes, ¿se han interesado en preparar comidas para su casa? ¿Cuántos bizcochos y pasteles han aprendido ustedes a hacer? Estos son deberes placenteros que las madres pueden compartir con sus hijas. No se debe permitir que los niños lleguen a ser holgazanes, como si siempre estuvieran “solo de adorno,” simplemente malgastando su tiempo. En vez de eso, nuestros hijos deben recibir acogida como miembros participantes del feliz círculo familiar. Desarrollemos en todo miembro de la casa el espíritu de hacerse útil.

De este modo nuestro círculo familiar realmente llegará a ser un grupo de amigos felices... asociados amorosos. Es necesario que los hijos lleguen a ser íntimos amigos de sus padres, que se comuniquen franca o abiertamente con ellos acerca de todo problema. Ustedes como padres no deben tener una relación dominadora, como de jefe mandón, en la casa. En vez de eso, el padre debe ser como Jesús, el “Padre Eterno,” quien hizo a sus discípulos sus amigos. Jesús acogió a sus discípulos en una relación de confianza. (Isa. 9:6; Juan 15:14) Por eso, de manera similar, ustedes los padres, gánense la confianza de sus hijos. Es un buen plan el que los miembros de la familia se recreen juntos como familia, que hagan arreglos para las vacaciones que sean del agrado de todo miembro de la familia. Hagan que esta recreación sea un cambio de actividad, saludable, refrescante, educativo y poco costoso. La clave al desarrollo del espíritu familiar correcto es dedicar tiempo a hacer cosas juntos. El compañerismo genuino edifica la unidad familiar.

LIMPIEZA EN EL HOGAR

El hogar feliz siempre se refleja en la casa. La casa debe mantenerse limpia y cómoda. Todos los miembros del hogar pueden contribuir a mantener el hogar feliz en esa condición limpia, cristiana, de modo que la casa esté en orden, lista para recibir huéspedes y visitantes. Entonces ningún miembro de la familia se avergonzará de recibir a sus amigos cuando visiten. Una casa limpia, presentable, refleja la limpieza espiritual de los cristianos verdaderos.

La familia cristiana unida también se encarga de que los terrenos alrededor de su hogar se mantengan limpios y hermoseados. Algunas familias, para que no les tome mucho tiempo y esfuerzo el cuidado de su patio, se encargan de que su diseño consista en solo arbustos y despliegues florales básicos. Evitan jardinería ornamental complicada cuyo mantenimiento podría consumir considerable espacio de tiempo. Al tener un lugar de diseño modesto, los grupos familiares pueden trabajar juntos una o dos horas a la semana para mantener el exterior de su casa en condición de honra para el vecindario. Así los vecinos no podrán levantar la acusación de que las muchas actividades que la familia cristiana tiene fuera del hogar han hecho que se descuide la casa. Al mismo tiempo, todos los miembros de la casa pueden mantener amigabilidad con los vecinos. Recuerde, los patios mal cuidados y las casas mal atendidas en el interior pudieran llegar a ser “causas de tropiezo” a vecinos que, si las cosas fueran distintas, quizás prestaran atención a nuestro mensaje cristiano. Que el espíritu de un hogar feliz y bien ordenado irradie hacia los vecinos alrededor.—1 Cor. 10:32.

LA BIBLIA AYUDA AL ESPÍRITU DE FAMILIA

La lectura de la Biblia en la familia se hizo común en Europa y el continente americano durante los siglos dieciocho y diecinueve. La consideración del mensaje bíblico trajo guía espiritual a la familia y permitió que principios fundamentales de justicia se grabaran en corazones acogedores. En muchos hogares, la Biblia llegó a ser un poderoso factor en la edificación de un saludable espíritu de familia.

En este siglo veinte, los testigos de Jehová han recalcado la importancia del estudio de la Biblia en los hogares. Consideraciones diarias de textos bíblicos y un estudio semanal ampliado de las Sagradas Escrituras han suministrado la base para una familia cristiana unida. No solo ha habido un leer y oír con relación a la Regla Áurea (Mat. 7:12) y los frutos del espíritu (Gál. 5:22, 23), sino que de hecho se ha movido a familias a hacerse “hacedores de la palabra.” (Sant. 1:22) Bajo la dirección del padre, la consideración de verdades bíblicas fundamentales ha movido el corazón de todo miembro de la familia. Esto, en cambio, ha ayudado a las familias a hacerse fructíferas en la gozosa ejecución de buenas obras por los miembros de la familia unos para con otros, y para con extraños. Al manifestar altruismo, las familias han llegado a compartir el contentamiento al que Jesús se refirió cuando dijo: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”—Hech. 20:35.

El dar prominencia a la Biblia en el hogar demuestra un reconocimiento del hecho de que Jehová Dios es el gran Padre y Proveedor para la casa. (Sant. 1:17; Sal. 145:16) De este modo no solo se estimula y mantiene una saludable relación familiar, sino que lo mismo sucede respecto a la relación personal de cada uno con Dios. La devoción piadosa con contentamiento llega a ser una gran ganancia en la familia. (1 Tim. 6:6) En todo miembro de la familia se crea el sentimiento de que se le desea y necesita, y esto estimula a todos a servir a Jehová juntos de todo corazón. El hogar se siente verdaderamente seguro y tranquilo.

En el pasado, en las casas en las cuales había un espíritu cristiano saludable había oración diaria como familia. No solo se ofrecía oración a la hora de las comidas, sino también al fin del día, cuando la familia se arrodillaba junta reverentemente en oración. El padre hablaba a Dios a favor de la familia entera, expresando agradecimiento por los gozos del día y pidiendo perdón por los errores. De manera similar, en nuestros tiempos, los hogares de testigos de Jehová se muestran “vigilantes en cuanto a oraciones.” (1 Ped. 4:7) Ayuda a moldear un saludable espíritu familiar el que la familia se mantenga cerca de Dios por medio de la oración.

LA HUMILDAD Y EL HOGAR

Los padres humildes que tienen buen sentido cristiano están prestos a escuchar las expresiones de sus felices hijos. Tanto el padre como la madre están alerta para dar encomio y para expresar confianza en las buenas cualidades de sus hijos. Los padres deben ser lentos en cuanto a criticar, particularmente en público, y siempre deben esforzarse, con firmeza y bondad, por edificar un buen espíritu y relación, y por mantener accesible para sus hijos la comunicación con ellos. Los padres nunca deben dar la apariencia de que creen que nunca se equivocan, puesto que esto en sí mismo pudiera crear una barrera. El padre no abandona su papel bíblico de dar guía como cabeza, pero todavía puede ser humilde. (Sant. 3:2) Puede que haya ocasiones en que se le haga necesario rectificarse delante de la familia entera y hacer ajustes en algunas de sus decisiones.

Los padres no deben estar esperando demasiado de sus pequeñuelos ni machacando en las debilidades de éstos. Por medio de conversación objetiva y útil a la mesa, se puede estimular mejora en el comportamiento de manera bondadosa y humilde. Al encargarse de problemas y asuntos familiares, es bueno que los padres se esfuercen por ser positivos y de espíritu animoso. Hay que recordar que en segundo lugar en la lista de los frutos del espíritu está el “gozo.” (Gál. 5:22) Además, los hijos no deben estar esperando demasiado de sus padres. Es necesario que ellos también sean humildes y considerados, y esperen que sus mayores tomen la dirección.—Efe. 6:1-3.

En los casos en que las oportunidades que tengan los hijos para estar con otros niños cristianos sean limitadas, los padres mismos deben tratar de hacerse buenos compañeros de sus hijitos. Donde los hijos sí tienen muchos amigos, los padres hacen bien en llegar a conocer a estos amigos de sus hijos y hacerse amigos de ellos también. Los padres pueden ayudar a sus hijos a tener amistades edificadoras por medio de invitar a su hogar a niños que tengan buena actitud, sea que vengan con sus padres o sin ellos.

¡“Hogar, dulce hogar”! Estas palabras describen aptamente los hogares felices del pueblo de Dios hasta este mismo día. A medida que Jehová continúa bendiciendo a su pueblo con las necesidades de la vida, y, sobre todo, con ricas provisiones espirituales, se equipa a los muchos “hogares” de su pueblo en la Tierra para que reflejen la felicidad de Su gran casa universal. (Sal. 104:1, 14, 15; Mat. 4:4) Estos hogares llegan a ser refugios o abrigos donde hay verdadera paz y seguridad a pesar de las divisiones de estos “tiempos críticos.” (2 Tim. 3:1-5, 13) En verdad, para hijos y padres que saben lo que es aprecio, ‘no debería haber lugar como el hogar.’ A medida que los hijos van creciendo, los recuerdos gozosos y el amor a los padres que envejecen los apremiarán a regresar al hogar en toda oportunidad que se les presente, aunque sea solo por unas cuantas horas, para reflexionar mejor en la paz, seguridad y lo sano de sus primeros años, y expresar agradecimiento. Sí, “Hogar, dulce hogar” —por humilde que haya sido aquel hogar de nuestra niñez— siempre debe traernos a la memoria recuerdos acariciados de excelente educación y un espíritu familiar sólidamente edificado sobre el fundamento de la Palabra de Dios, la Biblia.

[Ilustración de la página 5]

La familia debe disfrutar junta de recreo poco costoso

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