Ponderando las noticias
¿No hay derechos humanos para los inocentes?
● En Inglaterra, un ama de casa de Cheshire deseaba un aborto, pero su esposo objetó, y quiso obtener un entredicho de un alto tribunal para impedir el aborto. Pero el tribunal decidió que el esposo ‘no tiene ningún derecho legal . . . a impedir que su esposa tenga un aborto.’ Ella tuvo el aborto. Así, a los ojos de la ley, el niño destruido no tiene derechos legales tampoco.
En Pensilvania, E.U.A., un juez decidió que no se podía considerar asesinato el haber dado muerte por puñalada a un feto de nueve meses que todavía estaba en el vientre de su madre, puesto que el feto ‘no tenía existencia propia por separado.’ Sin embargo, en pocos días el niño hubiera nacido, y entonces tal muerte habría sido asesinato a los ojos de la ley.
Los que toleran o perdonan el dar muerte a los que no han nacido pudieran preguntarse: ¿cuántos de ellos no se regocijan de no haber estado ellos mismos entre los niños no nacidos que han sido abortados?
La ley de Dios declara este principio: “No mates al inocente.” (Éxo. 23:7) De seguro se podría designar así a las criaturas todavía por nacer. Dios no considera al embrión o feto humano como simplemente un pedazo de tejido carnal, sino como un ser humano en desarrollo cuyos derechos deben ser protegidos.—Sal. 139:13-16.
La realidad es que el quitarle la vida a un inocente que está por nacer está condenado a la vista de Dios, y los que muestran persistente falta de estima a la vida le rendirán cuentas.
Epidemia de embarazos en la adolescencia
● “Declarado muy sencillamente, los Estados Unidos padecen los dolores de una epidemia de embarazos en la adolescencia,” declaró recientemente “Science News.” Estadísticas gubernamentales del último año sobre el cual se publicaron datos, 1976, mostraban que los nacimientos ilegítimos habían aumentado hasta alcanzar la marca de 468.000, más del doble de la cifra de diez años antes. Muchachas adolescentes tuvieron que ver con la mitad de estos nacimientos, 235.300. Además, se calculó que 300.000 adolescentes habían tenido abortos durante aquel año.
Las autoridades dicen que entre las razones principales para esta epidemia de embarazos están las siguientes: Un aflojamiento de los lazos familiares y religiosos; el enorme aumento en el número de familias en desintegración y divorcios; y el énfasis creciente que el mundo pone en lo sexual y la libertad sexual.
“Science News” también declaró: “Probablemente la mejor solución para la epidemia de embarazos en la adolescencia . . . es el fortalecimiento de la vida de familia americana, . . . puesto que las muchachas que salen encinta por lo general vienen de hogares donde faltan valores y guía en cuanto a lo sexual.”
Verdaderamente no hay sustituto para la guía apropiada por parte de los padres a los hijos, especialmente en los casos en que los padres enseñan a a sus hijos las altas normas morales de la Biblia.—Pro. 22:6; Sal. 119:104, 105.
¿“Símbolo de rango”?
Pamela Swift, escribiendo en la revista Parade del 25 de junio de 1978, informa que en los Estados Unidos aproximadamente un millón de muchachas adolescentes habían quedado embarazadas durante los 12 meses anteriores. Añadió: “De esta cantidad, según los datos del Centro Nacional para Estadísticas sobre la Salud, aproximadamente 600.000 darán a luz, en confirmación del temor de que los embarazos de adolescentes en este país están alcanzando proporciones epidémicas.”
Una enfermera de una escuela secundaria de California dijo, según se le citó: “En nuestro día ya no es gran pecado el que alguien salga embarazada. Esta es la era de la permisividad, y para muchas adolescentes la preñez ha llegado a ser un símbolo de rango.”
Si usted es padre o madre, ¿puede darse el lujo de estar solo pasivamente interesado o interesada en esos informes y actitudes entre los jóvenes? ¿No sería sabio pedir bondadosamente a sus hijos adolescentes que se expresen en cuanto a asuntos de moralidad sexual? ¿Les parece a ellos que el embarazo fuera del matrimonio es un “símbolo de rango”? Si así es, los parientes devotos señalarán que la Palabra de Dios, la Biblia, dice: “Huyan de la fornicación.”—1 Cor. 6:18.
Sea que sus hijos hayan empezado a aceptar o no puntos de vista no bíblicos acerca de la actividad sexual, los cristianos se dan cuenta de que ellos tienen que persistir en enseñar a sus hijos jóvenes las elevadas leyes y principios morales de Jehová Dios. Esto es vital porque “ningún fornicador . . . tiene herencia alguna en el reino del Cristo y de Dios.”—Efe. 5:5.
Pasando a otro la culpa
La reciente “revelación” mormona de que personas negras de antepasados africanos ahora pueden entrar en el sacerdocio de la religión mormona ha hecho que muchas personas se pregunten sinceramente: ¿Quién ha dejado de manifestar discriminación . . . Dios, o los líderes mormones? La carta de explicación que envió a oficiales mormones Spencer Kimball, el presidente de la Iglesia Mormona, aparentemente culpa a Dios de haber permitido que por tanto tiempo las personas negras hayan sido miembros de la iglesia en condición de clase secundaria: “[Dios] ha oído nuestras oraciones, y por revelación ha confirmado que ha venido el día que tanto tiempo atrás se prometió en que todo hombre fiel y digno de la iglesia puede recibir el santo sacerdocio . . . prescindiendo de raza o color.”
Sin embargo, con buena razón los observadores pudieran preguntar si el cambio tenía una motivación humana, más bien que divina. Un anterior sumo sacerdote mormón lego, quien ordenó en 1976 al sacerdocio a una persona negra y fue excomulgado por hacerlo, llamó al cambio reciente una revelación de conveniencia, tal como la decisión de detener la poligamia [en 1890] tuvo inspiración política.” Ciertamente hay que preguntar si no fue la presión a favor de los derechos humanos tanto desde dentro como desde fuera de la iglesia lo que influyó en los líderes eclesiásticos, que se habían basado para su anterior proscripción racial en pasajes del “Libro de Mormón”, de José Smith, y la obra “Perla de gran precio.”
Ciertamente cuando los dogmas religiosos se basan en fuentes de hechura humana y no bíblicas, no pueden menos que quedar expuestos, de modo que quedan reveladas las cualidades de su fuente humana, que son muy diferentes de las cualidades piadosas... muy diferentes de “la palabra del Señor [que] permanece perpetuamente.”—1 Ped. 1:25. Versión Valera.
Fracasan las Naciones Unidas
Aunque la organización de las Naciones Unidas ha estado funcionando por 32 años, no ha podido lograr ninguna de las metas que se hallan en su carta. Pierre Gaxotte, miembro de la Academia Francesa, expresó este punto de vista en un artículo que salió en el diario de París Le Figaro. El sostuvo que entre las razones para este fracaso estaba el haber admitido en la ONU a naciones que “desprecian principios tan fundamentales como el del ‘derecho de los pueblos a la libre determinación’ y ‘respeto a los derechos humanos para todos, sin distinción por razones de sexo, lenguaje ni religión.’”
Gaxotte también declaró que entre las naciones que son miembros de la ONU hay más de 100 dictaduras. Señaló que más de 50 miembros están en guerra unos con otros, practican el genocidio entre tribus o mantienen campamentos de entrenamiento para terroristas. El artículo también indica que éste no es modo de haber “reafirmado . . . fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana” en armonía con la carta de la ONU.
Indudablemente muchas personas concordarán en que esos factores han estado entre los que han resultado en el fracaso de la ONU en cuanto a lograr las metas de su carta. Pero la razón principal es que esa organización no tiene la aprobación ni apoyo del Dios Todopoderoso. (Rev. 17:8) Y “a menos que Jehová mismo edifique la casa, de nada vale que sus edificadores hayan trabajado duro en ella.”—Sal. 127:1.